Internacionales

Francia se opone a la inmigración de africanos

Contacto con Rafael Mandresi, colaborador de En Perspectiva en París.


(emitido a las 8.44 Hs.)

EMILIANO COTELO:
La crisis que se está dando en los regímenes árabes del norte de África amenaza con tener consecuencias para los fundamentos de la construcción europea.

La llegada a Italia de inmigrantes tunecinos y libios que posteriormente se trasladaban a Francia y a otros lugares de la Unión Europea ha generado fuertes tensiones, sobre todo entre Francia e Italia.

Francia ha anunciado que reflexiona sobre la posibilidad de una suspensión provisional del Tratado de Schengen, que consagra la libre circulación de personas en Europa, ante el flujo de inmigrantes procedentes del norte de África vía Italia.

"El mandato de Schengen falla. Nos parece que hay que pensar en un mecanismo que permita intervenir cuando se produzca una deficiencia del sistema en una frontera exterior, mediante una suspensión provisional durante el tiempo que esa deficiencia tarde en subsanarse", afirmó la Presidencia francesa.

¿Qué es lo que está ocurriendo? A partir de un enfoque como este que planteaba este fin de semana el diario El País de Madrid, vamos a conversar con Rafael Mandresi, nuestro colaborador en París.

Vamos a ubicarnos ante este conflicto latente, que tiene antecedentes y por lo menos un par de ángulos.

RAFAEL MANDRESI:
Sí. Para empezar, el mes de abril es el mes del regreso de la inmigración en Europa como uno de los temas más fuertes de debate público y entre los gobiernos. En el caso de Francia, el resurgimiento del asunto tiene que ver con un cambio ministerial a partir del momento en que asume un nuevo ministro del Interior, que anteriormente era secretario general de la Presidencia, Claude Guéant, encargado de profundizar el viraje más derechizado y más duro que ha tomado el Gobierno francés en los últimos tiempos. Y, en particular, en el caso de la inmigración con algunas declaraciones en las últimas semanas referidas a la voluntad no sólo de proseguir con la política de combate a la inmigración ilegal, sino incluso de reducir los permisos de trabajo para los inmigrantes legales, con lo cual generó un revuelo considerable. A esa atmósfera un poco caldeada vino a sumarse el episodio que mencionabas en la introducción: la presión de los inmigrantes provenientes de África del norte y de Túnez que llegaron a Italia y desencadenaron una crisis entre Gobiernos, en particular entre el francés y el italiano.

EC – El ministro Guéant llegó a hablar de que se estaba ante una "inmigración descontrolada". Dijo que los franceses tienen la sensación de no vivir en su casa y de ver cómo se les imponen prácticas que no corresponden a su modo de vida social. Esto fue antes de que viniera esta puja con Italia por la emigración procedente de los países del norte de África.

RM – Sí. Prácticamente en los mismos días en los que comenzó el conflicto con Italia, pero no relacionado directamente con él, se produjeron estas declaraciones de Claude Guéant que al hablar de inmigración descontrolada retoma el léxico de la extrema derecha con el propósito de competir por ese electorado. Un propósito bastante claro de parte del Gobierno en los últimos tiempos, que, por otro lado, [está] abriendo un flanco a la crítica. Puesto que la inmigración sí está descontrolada, también puede atribuírsele eventualmente si se comparte el diagnóstico a la ineficacia del Gobierno, que el propio Guéant ha integrad en los últimos cuatro años para mejorar esa situación. De hecho, no solamente la oposición de izquierda se manifestó contraria a esta toma de posición de parte del Gobierno sino que dentro del propio Gobierno la ministra de Economía señaló que no le parecía conveniente la reducción de la inmigración legal por razones económicas. Incluso la presidenta del sindicato patronal francés hizo declaraciones en el mismo sentido.

EC – ¿Cuál fue la reacción desde el Frente Nacional, que dentro del esquema político francés ha sido el que ha planteado estos asuntos de manera más drástica?

RM – La nueva presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, reaccionó ironizando sobre esta postura del Gobierno, que calificó de electoralista pero al mismo tiempo le propuso al ministro del Interior de otorgarle la condición de adherente honorario del Frente Nacional en la medida en que aparentemente había habido una conversión en estos últimos tiempos a las tesis que la extrema derecha ha estado manejando desde hace décadas.

EC – Antes de seguir, ¿qué volumen alcanza la inmigración en Francia? ¿Cuáles eran los datos más frescos antes de que se precipitara toda esta crisis en el norte de África?

RM – Sí, el dato importa para medir en términos constitutivos aquello de lo que se está hablando cuando se plantea el problema con estos inmigrantes de Túnez.

En Francia se estima que residen unos 11.500.000 inmigrantes en este momento, algo así como el 19% de la población total, y en promedio ingresan unos 180.000 inmigrantes por año. El año pasado, por ejemplo, las cifras más recientes dan que la inmigración legal aumentó un poco más del 10%.    Ese aumento corresponde a un incremento en el número de estudiantes extranjeros que ingresaron a Francia. Estos números de entre 180.000 y 200.000 inmigrantes legales permiten calibrar cuál es la dimensión de lo que se está tratando en esta crisis franco-italiana, porque los inmigrantes que llegaron a Italia desde la caída del régimen de Túnez de Ben Alí son aproximadamente 26.000. Es decir, una cantidad relativamente menor en comparación con el total de los que ingresan únicamente a Francia, sin hablar de los inmigrantes legales que ingresan al conjunto de los países de la Unión Europea.

EC – Vayamos ahora a este capítulo de la crisis franco-italiana a propósito de la llegada de inmigrantes del norte de África a la isla de Lampedusa.

RM – Lo que desató la crisis fue la decisión del Gobierno italiano de Silvio Berlusconi de otorgar a estos inmigrantes, la mayoría de ellos tunecinos, pero también otros africanos que transitaron por Túnez, un permiso de residencia provisorio de seis meses, lo cual les abre las puertas a la circulación en el espacio de la Unión Europea que rige el acuerdo de Schengen que mencionabas al comienzo. Es decir, el acuerdo que establece la libre circulación de personas dentro de la Unión Europea sin fronteras nacionales de control y, por lo tanto, a partir del momento en que estos inmigrantes poseen este permiso pueden trasladarse desde Italia a otros países y en particular a los países limítrofes como el caso de Francia.

EC – Ya ha habido contactos entre los dos Gobiernos por este tema.

RM – Sí, hubo una reacción inmediata del Gobierno francés, muy preocupado y muy molesto con esta decisión. Hubo una reunión entre el ministro del Interior francés, Claude Guéant, y el ministro del Interior italiano, Roberto Maroni, que pertenece a la liga del norte, el 8 de abril en la ciudad de Milán, donde llegaron a poner un poco de paz en las relaciones entre ambos países que se habían tensado bastante en los días anteriores. De hecho, el ministro francés había dicho que Francia no estaba dispuesta a sufrir una ola de inmigración proveniente de Italia. Lo que acordaron en esa reunión fue enviar patrullas conjuntas para vigilar en el Mediterráneo el entorno de las costas de Túnez...

EC – ...Pero las cosas volvieron a complicarse después entre Francia e Italia, el domingo 17 de abril, cuando las autoridades francesas bloquearon el paso a los trenes en la frontera entre Francia e Italia en Ventimiglia, en la Costa Azul. Una medida que apuntaba a impedir el ingreso de inmigrantes tunecinos desde territorio italiano. ¿Qué pasó allí?

RM – Esa fue una decisión unilateral del Gobierno francés, y con ese bloqueo lo que creó fue una situación de caos del lado italiano de la frontera, donde se acumularon algunos miles de inmigrantes que intentaban munir de su correspondiente permiso de pasar al territorio francés. El bloqueo duró unas horas. A fines del domingo ya se había levantado. De todos modos, los controles en la zona aledaña a la frontera permanecen del lado francés, y a la fecha ha habido varios centenares de expulsiones. Dos mil inmigrantes que habían pasado la frontera fueron expulsados a Túnez en su mayoría, y algunos fueron mandados de regreso a Italia, que era el lugar desde donde provenían.

EC – Pero la crisis tuvo un nuevo capítulo el viernes, cuando la Presidencia francesa anunció que está considerando la manera de suspender provisoriamente el acuerdo de Schengen sobre libre circulación de las personas en Europa porque está funcionando de manera defectuosa.

RM – Digamos que el Gobierno francés subió un nivel en la escalada y con esta declaración implicó al conjunto de los países de la Unión Europea desde esa primera declaración hubo una pequeña marcha atrás, una ligera modificación, pero que en sustancia no cambia el asunto. El problema es que poner en tela de juicio los acuerdos de Schengen que son los que garantizan la libre circulación implica poner en tela de juicio la propia existencia de uno de los elementos fundamentales de la integración europea, con lo cual también en este caso se retoma la tesis que la extrema derecha francesa viene defendiendo desde hace mucho tiempo. Esa posición francesa se discutió a nivel de la Unión Europea en reuniones en Bruselas y Luxemburgo y el asunto no ha tenido todavía una conclusión. En esas reuniones, lo que quedó bastante claro es que la posición de Italia resulta muy minoritaria. Es decir, no tuvo ningún apoyo y, por el contrario, hubo críticas muy fuertes de parte no sólo de Francia sino de otros países hacia esa decisión de otorgar permisos provisorios.

EC – Para terminar, con todo este mar de fondo es que mañana martes se reúnen en Roma Sarkozy y Berlusconi y tiene lugar la cumbre anual franco-italiana. ¿Qué cabe esperar?

RM – Que la cumbre se desarrolle por lo menos en términos de visibilidad pública en un tono de cortesía y de amabilidad, cuando no de cierta cordialidad, y que surja algún documento conjunto que apacigüe un poco la polémica entre ambos países, que de hecho ya está trasladada a nivel de la Unión Europea en general. Ha habido, por otro lado, declaraciones de otros gobernantes en el mismo sentido en el Reino Unido. Por ejemplo, el primer ministro hizo algunas declaraciones que van exactamente en la misma dirección que las del ministro del Interior francés. Es decir, plantean la voluntad de reducir la inmigración legal, entre otras cosas. Y digamos que todo el fenómeno en su conjunto indica, por lo menos a mi juicio, o es uno de los síntomas que se viene a sumar a otro que en los últimos tiempos muestran una recomposición política, en particular de las derechas europeas que, para decirlo en términos muy sintéticos, los partidos de las derechas gobernantes están en una tensión muy fuerte entre volcarse hacia las corrientes de extrema derecha que progresan electoralmente en todos los países, en casi todos ellos, y aquellos que sostienen la permanencia en las posiciones republicanas tradicionales.

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