Entrevistas

Laura Dupuy (ONU): "Uruguay es un país respetuoso del derecho internacional"

La uruguaya Laura Dupuy asumió el lunes la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su mandato se extenderá, de forma excepcional, hasta fines de 2012. En conversación con En Perspectiva, Dupuy dijo que "Uruguay es un país respetuoso del derecho internacional". En este sentido, explicó que nuestro país "está abierto a que cualquier relator temático y cualquier experto de Naciones Unidas que quiera visitar Uruguay para monitorear en el terreno cómo está la situación de los derechos humanos pueda hacerlo". La flamante presidenta añadió que el país "puede generar puentes" y "facilitar acercamientos entre visiones opuestas en distintos temas que puede generar un clima más constructivo".


(emitido a las 7.40 Hs.)

EMILIANO COTELO:
En representación de los países de América Latina y el Caribe (Grulac), la Embajadora y Representante Permanente del Uruguay ante la Oficina de las Naciones Unidas y otros Organismos Internacionales con sede en Ginebra , Laura Dupuy, asumió por un año la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en una reunión que se celebró ayer lunes.

"Deseo agradecer a todos los países la confianza depositada en Uruguay y en mi persona para ocupar tan alto cargo. Y, en particular, a la región de Latinoamérica y el Caribe por nominarme como su representante en esta mesa en el sexto ciclo del Consejo de Derechos Humanos", dijo la embajadora Dupuy.

"Es un honor para mí haber sido distinguida por mi región para dirigir el principal órgano de derechos humanos de Naciones Unidas", siguió diciendo en el discurso que brindó al asumir su nuevo cargo.

La embajadora recordó que su padre fue preso político y torturado por la dictadura que asoló a Uruguay entre 1973 y 1985 y por ello estimó que su designación es también un homenaje para su familia y para todos aquellos que han sufrido la dictadura, tanto en Uruguay como en los países de nuestra región.

Dicen los despachos periodísticos que Dupuy es "diplomática de carrera desde 1992. Se ha ocupado de temas que vinculan los derechos humanos y el medio ambiente, pero también de cuestiones de comercio y niños, incluyendo actividades en Ginebra y en la Organización de Estados Americanos (OEA)".

La embajadora Dupuy está en línea en este momento.

Cuéntenos a propósito de este organismo que usted ahora pasa a encabezar a lo largo del próximo año. ¿Cómo funciona el Consejo de Derechos Humanos de la ONU?

LAURA DUPUY:
Incluso nos corresponderá la presidencia en este ciclo por un año y medio. Es algo excepcional; se está haciendo la transición para llevarlo al año calendario y a futuro hacerlo desde enero de 2013 a enero de 2014. O sea que a Uruguay le corresponderá este honor por un año y medio hasta fines de 2012. El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas es un órgano intergubernamental integrado por 47 Gobiernos, aunque también participan los demás Estados miembros de Naciones Unidas pero en su calidad de observadores. Eso es no votando, no teniendo la posibilidad de decidir pero sí de interactuar, de tener iniciativas, de traer proyectos de resoluciones y de llevarlos a negociaciones con la membresía del Consejo. También interactúan las ONG y la sociedad civil con estatus consultivo en Naciones Unidas. Estas tratan de influir en el posicionamiento que adoptan los respectivos Gobiernos. Hay un rol que quizás no sea tan visible pero que existe y es lógico, puesto que la sociedad civil es la que luego trabaja, además de los Gobiernos a favor de la causa de los derechos humanos.

EC – ¿Qué es lo que hace el Consejo?

LD – Tiene múltiples temas en su agenda. Evidentemente, el más notorio, por lo menos para la prensa, es el denominado "ítem 4", que es el que abarca las situaciones preocupantes que ameritan la atención del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Depende de los Estados participantes el traer a colación situaciones en otros países o en sus propios países. Cuando un Gobierno accede a referirse a su propia situación, es una excelente forma de cooperar con el sistema internacional de protección y promoción de los derechos humanos. Le voy a poner un ejemplo: Yemen acaba de invitar a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para visitar el país y en la próxima sesión de setiembre del Consejo, tras esta visita, habrá un informe. Otros países se presentan voluntariamente, como puede ser a nivel de un ministro o un subsecretario, para exponer sobre su situación país. Sri Lanka lo hace regularmente. Ese es un país que ha pasado por 30 años de conflicto armado. Y, evidentemente, en el conflicto armado hubo violaciones de derechos humanos y derecho internacional humanitario. La comunidad internacional se interesa en conocer las investigaciones y cómo se ha avanzado en la reparación de esas víctimas y demás.

EC – Usted mencionaba hace unos minutos el caso de Yemen, pero hay otros casos de países africanos y de Medio Oriente que en los últimos meses han estado en el tapete a raíz de las revueltas de oposición a sus respectivos regímenes autoritarios que también están siendo considerados. Por ejemplo, pienso en el caso de Libia, en Siria.

LD – Exactamente. Esos son los dos casos más graves. En esta última sesión no solamente participó el Gobierno de Trípoli, el cual por supuesto aún es reconocido como el representante del Estado de Libia por Naciones Unidas, sino que intervino por la vía del delegado de Jordania Bengazi, o sea, la oposición, y eso fue algo innovador pero es posible. No se lo estaba reconociendo por esa vía como representante gubernamental pero tuvo la ocasión de exponer sobre la situación desde su punto de vista. Libia ha mostrado cooperación. Cabe recordar con la comisión de investigación de hechos, lo cual es meritorio a pesar de la crueldad de los ataques que se han visto. Siria aún no ha llegado a cooperar con la misión que se dispuso de investigación a cargo de la oficina de la Alta Comisionada. Aún no la han invitado a visitar el país. Ese es un obstáculo que puede complicar ese rol de supervisión en directo en el terreno por los mecanismos de Naciones Unidas, porque uno debe contar con ese aval, con esa invitación, y no todos los Gobiernos han extendido esas invitaciones abiertas como sí lo ha hecho Uruguay, sentando un buen ejemplo que esperemos se extienda.

EC – ¿De qué manera incluye a Uruguay en este ejemplo que usted acaba de manejar?

LD – Uruguay, desde el inicio del Consejo de Derechos Humanos en 2006, extendió una invitación abierta a todos los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. También hizo lo propio en el sistema interamericano de derechos humanos. Está abierto a que cualquier relator temático y cualquier experto de Naciones Unidas que quiera visitar Uruguay para monitorear en el terreno cómo está la situación de los derechos humanos en Uruguay pueda hacerlo.

EC – Fue en ese contexto que llegó a nuestro país el Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Manfred Nowak que en el período de Gobierno anterior provocó una verdadera conmoción con su informe sobre los penales uruguayos.

LD – Sí. Este tipo de intervenciones no son indebidas sino que, siguiendo y tratando de apoyar a los Estados para que puedan cumplir adecuadamente con los estándares internacionales de derechos humanos, por cierto que conmovieron a la sociedad uruguaya. Si bien a ningún país le gustará ser criticado, es bueno que nos haya concientizado más, porque ya se había hablado de que había una emergencia carcelaria pero en definitiva que haya hecho que se buscara la forma de presupuestar los recursos para mejorar esta situación. No sólo recursos; un montón de otras medidas prácticas que gradualmente se pueden ir tomando para solucionar este tipo de problemas.

EC – ¿Cuán efectivo es este Consejo de Derechos Humanos y en qué medida cambia realmente las situaciones de abuso de violaciones a los derechos humanos en determinados países?

LD – Como usted sabrá, las Naciones Unidas, y en este caso el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que es un órgano que refleja la forma de actuar y sigue esas reglas por ser intergubernamental, tiene algunas limitaciones en la práctica. Aquí no está autorizada ningún tipo de ingerencia en lo que es la soberanía propia de un Estado en las decisiones. Por ejemplo, para elegir sus autoridades políticas o sus políticas sociales y económicas, eso debe respetarse. Sí trata de influir, de acompañar, de realizar presiones de la comunidad internacional llamando la atención sobre algunas cuestiones, acercando recomendaciones técnicas, tratando de facilitar u ofrecer vías de cooperación técnica en algún tema puntual. Obviamente, la cooperación debe ser aceptada y priorizada por el Estado concernido, no es que se le imponga. Entendemos que cuando a veces no hay resoluciones sobre una situación país-crítica igual hay debates, igual hay intervenciones de ONG, igual la Alta Comisionada en sus discursos o en sus comunicados de prensa refleja esas preocupaciones porque ella tiene un rol independiente, autónomo. Entonces está ese rol de acompañamiento, de concientización, de presionar. Después hay una tarea que todos los países pueden hacer que es interactuar con las autoridades de un Estado donde se esté desarrollando una situación preocupante para intentar trasmitirle, personalmente y en un diálogo más franco, que el mismo Estado coopere y empiece a tomar las medidas que sean necesarias y acordes al derecho internacional.

EC – El cargo de presidente que usted ocupa ahora, que Uruguay ocupa ahora durante este año y medio, más allá de lo simbólico, ¿en qué se traduce en los hechos?

LD – Obviamente hay un tema de exposición de Uruguay como país. Por cierto, la gente espera que los principios que mueven a Uruguay sean los que se trasluzcan en esta presidencia. Uruguay es un país respetuoso del derecho internacional, amante de la paz, que no actúa en forma politizada con una agenda oculta en su relacionamiento con otros países, que tampoco tiene el poder como para imponer a otros países. Es un país que puede generar puentes, que puede facilitar acercamientos entre visiones opuestas en distintos temas, que puede generar un clima más constructivo. Es lo que podemos aspirar a promover. También va promover sin duda el fortalecimiento del sistema internacional de promoción y protección de derechos humanos, porque tiene un rol que jugar. A veces, los Estados se olvidan del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales. Necesitamos del sistema internacional para que nos lo recuerden.

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Foto: EFE