Internacionales

Algunas respuestas tentativas a un conflicto que no se resuelve

Contacto con Fernando Rosenblatt, colaborador de En Perspectiva desde Santiago, Chile.


(emitido a las 8.43 Hs.)

Un adolescente murió y varias personas resultaron heridas en los disturbios ocurridos esta madrugada en Santiago de Chile, tras la huelga de dos días convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), informaron hoy fuentes policiales.

La violencia coronó el paro de dos días convocado por la CUT y otras 80 organizaciones, bajo una plataforma de demandas que van desde reformas en la Constitución hasta un aumento de impuestos a las empresas, un fondo de pensión estatal y más recursos para Salud y Educación.

El jueves se desarrollaron marchas multitudinarias que, según los organizadores, congregaron a 600.000 personas en Santiago y otras ciudades, mientras el Gobierno cifró la participación en 175.000.

Tras las marchas, que en Santiago, Valparaíso y Concepción terminaron con incidentes, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, dijo que hubo 210 detenidos, 140 de ellos en la capital y que 25 carabineros y un civil resultaron heridos.

La víctima mortal fue identificada como Manuel Gutiérrez Reinoso, de 14 años, quien fue alcanzado en el pecho por una bala de grueso calibre mientras se encontraba en una pasarela peatonal en el municipio santiaguino de Macul.

El adolescente falleció mientras recibía los primeros auxilios en un centro asistencial, mientras sus familiares y amigos aseguraron a los periodistas que el disparo provino de un grupo de carabineros que en esos momentos se enfrentaban a los manifestantes en las inmediaciones.

La Policía anunció la apertura de una investigación interna, mientras el abogado Washington Lizana anunció la presentación de acciones judiciales en representación de la familia.

Vamos a recibir a partir de este momento a Fernando Rosenblatt, candidato a doctor en Ciencia Política por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Vamos a buscar una hoja de ruta para entender qué es lo que está pasando.

El conflicto sigue. Recién repasábamos lo que pasó en estos últimos dos días. Ahora, no fue el movimiento estudiantil el protagonista sino que el paro fue convocado por la CUT. De todas formas, los estudiantes acompañaron y los reclamos se mezclaron. ¿Qué podemos decir?

FR: Lo primero es que los últimos dos días (especialmente las noches) han sido bastante complicados, con muchos focos de enfrentamiento y de violencia.

La CUT y el movimiento estudiantil están llamando a manifestarse en paz. Los enfrentamientos son entonces ahora principalmente entre los que el Gobierno y la prensa denomina "encapuchados" o "antisociales", entre otros adjetivos, y carabineros.

En relación al paro, efectivamente, los reclamos de la convocatoria de la CUT eran bien generales. Se reclama un cambio en muchas áreas: código del Trabajo, reforma constitucional, en fin, eran muchos los puntos. También, claro está, se reclamaba por los cambios que desde el movimiento estudiantil se vienen planteando y que ya revisamos en el último contacto.

De hecho, estamos empezando a observar cómo se empiezan a sumar y fusionar distintos reclamos; desde algunos locales y puntuales hasta algunos de carácter más general y profundo.

La cosa sigue y realmente no sé cómo termina. Si imaginamos un continuo de 0 a 1 con la probabilidad de que caiga el Gobierno o que colapse el sistema de partidos, no creo que se haya pasado el 0,5 pero estamos más cerca de ese supuesto 0,5 que en los últimos 20 años.

Ahora, surgen preguntas que de alguna manera ordenan lo que hemos venido conversando. Entonces, hoy les propongo ordenar analíticamente algunos elementos sobre los que ya hemos conversado en función de estas preguntas.

JAE: Me parece bien, ¿cuál sería la primera?

FR: Lo primero que cabe preguntarse es ¿por qué ahora? ¿Por qué ahora se vive un clima de conflicto que se va generalizando y que ya lleva más de 3 meses. En el primer contacto sobre este tema planteé el hecho de que esto era una paradoja. También, señalé que era muy difícil responder por qué pasa esto en este momento. Sin embargo, podemos dar algunas pistas.

Creo que hay una mezcla de cuestiones. Por un lado, simbólicamente no es lo mismo protestarle a [la presidenta Michelle] Bachelet que a la derecha chilena. Creo, también, que representa la vuelta a la división más profunda de Chile, sobre la que podemos conversar más adelante.

La derecha representa el legado ideológico del gobierno de Pinochet. Es decir, son los herederos del modelo económico y los defensores de la Constitución política del 80. En este contexto, hay que aclarar que Piñera no pertenece a esa tradición y ahí se explica una cierta soledad del presidente. Piñera no proviene de la derecha política tradicional –votó por el no en el 80 y en el 88-. Eso se nota en las críticas durísimas que el presidente recibe casi a diario de parte de sus supuestos aliados y en sus dudas. Además, intentó colocar una tonalidad de derecha más liberal, como el proyecto de Acuerdo de Vida en Común (de unión civil que incluye parejas del mismo sexo). Sin embargo, esto se diluyó en el contexto de lo que se vive y, además, le valió las críticas de esa derecha más tradicional.


Segundo, creo que se llegó a un punto crítico de la cantidad de estudiantes endeudados. Es decir, cuando se habilita el famoso "crédito con aval del Estado" a tasas cercanas al 6% en el sistema financiero, explota la cantidad de estudiantes que pueden ingresar a la universidad. El Estado se pone como garantía y eso permite que estudiantes de bajos recursos puedan ingresar a la universidad. Sin embargo, son esos que ingresaron los que hoy están endeudados en cifras, por ejemplo, del orden de los 10.000 dólares. Esta es una cifra impagable para gente que viene de hogares con ingresos, por ejemplo, que rondan los 600 dólares.

Tercero, está la experiencia de la revolución "pingüina". La revolución pingüina fue como se denominó a la serie de manifestaciones de estudiantes liceales en el año 2006. Entonces, los liceales de ayer, que protestaron y que vieron frustradas sus aspiraciones porque el sistema político apagó todo con reformas decorativas, son hoy los universitarios que tienen la experiencia y la frustración de ese entonces.

Al mismo tiempo, hay un cambio generacional significativo. Esos jóvenes no tienen el miedo del legado de la dictadura. Son jóvenes "liberados". Pero, son liberados en el contexto de una sociedad que los tenía "enjaulados" bajo un sistema que, por distintos motivos (el diseño institucional, por ejemplo), se encargó de desestimular la capacidad organizativa y la movilización.

JAE: Bien, queda claro, en principio, por qué todo esto surge ahora.

FR: Sí, ahora cabe preguntarse ¿por qué así? ¿Por qué explota de esta manera?

Ya comentamos el contexto de la desigualdad y el peso que tiene eso en la determinación de la polarización. Como comenté en otras salidas, la desigualdad no estaba politizada. ¿Por qué? Porque básicamente había un consenso sobre el funcionamiento del así llamado "modelo chileno".  

Como estamos planteando con Rafael Piñeiro, en el trabajo que ya mencioné en otra oportunidad, la no politización del conflicto redistributivo puede generar apatía. El consenso sobre el modelo chileno es el gran responsable de la apatía y el desencanto; es lo que explica la pérdida de la legitimidad de las instituciones representativas.

Ahora bien, generadas las condiciones que daban respuestas a la pregunta anterior (por qué ahora), se puede entender que cuando el conflicto se politiza por vías no institucionales, el resultado es la movilización social.

Los movimientos sociales son, tradicionalmente, reactivos. Reaccionan a una situación y surgen y explotan por condiciones estructurales y coyunturales. La estructural es la desigualdad. Las coyunturales son las razones que describía antes.

JAE: ¿Y por qué el aumento de la tensión? ¿Por qué nos estamos acostumbrando a estas protestas en Chile? Como decías, ya son tres meses de movilizaciones.

FR: Por el "falso" consenso; falso porque las diferencias siguieron siendo abismales. Y también el temor a la dictadura. Ambas aplacaron diferencias, pero estos dos elementos se quiebran con estas movilizaciones.

Quizás el quiebre no genere otras consecuencias de largo aliento pero, sin duda, resquebrajó e hirió el Chile de los últimos 20 años. Entonces, vuelve a manifestarse el Chile del siglo XX. Para los que conocemos la historia política de este país sabemos que está plagado de momentos de tensión y división profunda. Las divisiones corresponden a la contraposición ideológica de raíz que dividió al país siempre: liberales Vs. conservadores, socialistas Vs. conservadores.

Frente a esta situación, entonces, esta división vuelve a emerger. Se despierta una división que estaba dormida. Claro, ella surge, como decía, en el marco de un "falso" consenso y de una ciudadanía que se había acostumbrado a la apatía. Entonces, el resultado es explosivo.

Además, no hay gimnasia en el enfrentamiento o contraposición de ideas. Esto remueve el "gen" y encuentra mal parados a todos los actores políticos.

Así es como se puede entender lo que podríamos definir como la "irracionalidad de la represión". Más allá de que la represión de las demandas sociales sea siempre injustificada es, peor aún, irracional para los intereses del propio Gobierno. El Gobierno reprime –sea de hecho o sea jugando con la autorización a marchar– privilegiando el "orden público". Esto refleja la no comprensión de que, justamente, la gente quiere "desordenar el orden". Con esta actitud el Gobierno solo logra trasladar esas ganas de "desordenar", entendiéndolo como una pretensión de modificar estructuras, a un plano de enfrentamiento en las calles.

Además, podemos suponer que una manifestación pacífica puede extenderse menos en el tiempo que aquella que encuentra como incentivo el enfrentarse a alguien que lo está reprimiendo. Es decir, el incentivo de ir a un parque, bajo el sol, a reclamar, es menor que ir a protestar por algo "injusto" que encuentras respuestas "violentas". Solo le da más fuerza. Pero, ¿por qué es tan irracional el Gobierno? Primero, porque se vuelven a expresar las diferencias políticas profundas. Segundo, nuevamente, porque encuentra a todos los actores mal parados, sin saber cómo reaccionar, sin saber leer lo que sucede.

JAE: ¿Por qué el movimiento estudiantil tiene tanta aceptación?

FR: El movimiento estudiantil tiene esta fuerza porque, como sabemos, la educación es un elemento esencial y junto con otras cuestiones (salud, seguridad social) es donde se pone en juego la redistribución de recursos.

Los estudiantes tienen una ventaja sobre los adultos mayores y sobre los usuarios de la salud: tienen memoria organizacional y tienen estructuras.

En sí, la protesta tiene que ver con la educación pero más que nada tiene que ver con la redistribución de recursos. Volviendo entonces a las respuestas a la primera pregunta, tiene aceptación porque se enfrenta, simbólicamente, a quienes representan el modelo. No son los que simplemente lo "continuaron" –exagerando–, es decir, la Concertación.

Tiene aceptación también, creo, porque son estos jóvenes los que quitaron el temor a las generaciones más veteranas, incluso a aquellos que hoy tienen 35 y que fueron niños en los últimos años de la dictadura. Ellos sienten que es "ahora" el tiempo de modificar lo que heredaron de la dictadura. Una de esas cosas es la educación.

JAE: ¿Cómo sigue esta historia?

FR: Es muy difícil saberlo. Solo sé que esto está moviendo muchas cosas y el despertar abrupto de esta división profunda solo juega en contra de la posibilidad de encauzarlo bien. Eso sí lo sabemos. Como decía en la salida anterior, el movimiento está moviendo estructuras. Lo que no sabemos es el legado, lo que quedará de ese movimiento. En todo caso, y como mínimo, será un hito más en el enfrentamiento creciente. Es decir, el enfrentamiento de dos posiciones consolidadas que se expresa desde principios del siglo XX.

***