Entrevistas

Elecciones en Argentina: "La oposición no tiene mucho para hacer" y la situación económica favorece a Fernández

Elecciones en Argentina: "La oposición no tiene mucho para hacer" y la situación económica favorece a Fernández

La actual mandataria de Argentina, Cristina Fernández, se perfila para repetir la Presidencia de ese país cuando en octubre se celebren las elecciones presidenciales y legislativas. Según las últimas encuestas, Fernández recoge el 53% de las adhesiones. El candidato que aparece más cerca es el socialista Hermes Binner, con un 15% del favoritismo. Para averiguar cuál es la expectativa que hay en Argentina y profundizar en los motivos de la supremacía popular de la presidenta y el sector al que representa, En Perspectiva conversó con Carlos Gervasoni, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. El especialista concordó con el liderazgo de Fernández en las estadísticas y opinó que "salvo que ocurra algo extremadamente imprevisible, va a ser reelecta en primera vuelta". En este sentido, aventuró que "la oposición no tiene mucho para hacer" y que "no va a ofrecer una alternativa competitiva". Por otra parte, Gervasoni dijo que "la principal transformación estructural de la política argentina en las últimas dos décadas es la debacle del radicalismo". Además, contó que "el clima electoral está muy debilitado, dado que una elección siempre es más interesante cuando hay alguna incertidumbre acerca del resultado".


(emitido a las 10.11 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Cuando Argentina ya está a menos de un mes de sus elecciones presidenciales, la victoria de Cristina Fernández de Kirchner parece casi un hecho.

¿Hay alguna posibilidad de que la actual presidenta no resulte reelecta, y además en primera vuelta? ¿Qué puede hacer la oposición para forzar un balotaje? ¿Cuáles son las alternativas que se les presentan a los argentinos?

Como las elecciones en Argentina siempre terminan impactando de algún modo acá, les proponemos analizar cómo viene esta recta final. El diálogo será con el doctor en Ciencia Política Carlos Gervasoni, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella de la República Argentina.

El doctor Carlos Gervasoni estuvo hace pocos días en Montevideo dictando un curso en el Doctorado en Ciencia Política, en el Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

Para empezar, y estando como estamos, a menos de un mes de la votación, ¿se siente en Argentina un clima electoral?

CARLOS GERVASONI:
No, porque como ustedes saben tuvimos en Argentina las llamadas elecciones primarias en agosto, en las que todo el mundo votó, fueron obligatorias, fueron una suerte de preelección, y los resultados fueron tan contundentes que hay muy poca incertidumbre acerca de lo que va a pasar ahora en octubre. Entonces el clima electoral está muy debilitado, dado que una elección siempre es más interesante cuando hay alguna incertidumbre acerca del resultado.

EC - ¿En qué se nota esa apatía?

CG - Se nota, por ejemplo, en que estamos a menos de un mes de las elecciones y hay poca publicidad en las calles, pocos militantes repartiendo volantes, la gente no conversa demasiado sobre las elecciones. Son elecciones presidenciales, pasan cada cuatro años, son muy importantes y es el momento más intenso de debate y campaña electoral en un país, sin embargo estos típicos signos de campaña están muy debilitados: pocos afiches, poca conversación, poca movilización de actos de campaña, etcétera. Esto se va a incrementar de aquí al momento de la elección, pero tanto la ciudadanía como los líderes están algo desmovilizados porque no hay demasiado en juego.

EC - Vayamos a los números. Usted lo mencionaba recién, en las elecciones primarias del 14 de agosto pasado la presidenta Cristina Fernández consiguió el 50,24% de los votos, y de los candidatos opositores el que votó mejor fue Ricardo Alfonsín, pero obtuvo solo 12%, 38 puntos porcentuales menos que Cristina Fernández. Y si miramos las últimas encuestas: Cristina Fernández recoge 52-53%, y su más cercano seguidor es el socialista Hermes Binner, exgobernador de Santa Fe, que obtiene 15%. ¿Cómo lo ve usted? ¿El partido ya está jugado?

CG - Sí; tendría que ocurrir algo extremadamente fuerte para que esto se altere en alguna medida. Las reglas electorales en Argentina hacen que haya segunda vuelta en circunstancias que ahora no parecen posibles; eso pasa si el primero saca menos del 40% de los votos –y habiendo sacado Cristina Fernández 50 en la primera vuelta parece difícil que baje de 40, tendría que pasar algo muy importante para que eso ocurra– o si el que gana saca menos del 45, entre 40 y 45, y le saca una distancia menor del 10% al segundo. Pero como usted bien dijo, el segundo está tan lejos que cuesta pensar que vaya a descontar esa diferencia.

Así que yo diría que sí, el partido está básicamente jugado, salvo que ocurra una de esas cosas que tendría que ser un terremoto político.

EC - Cuando usted dice que el partido está jugado, está diciendo que Cristina Fernández resulta reelecta y en primera vuelta, además.

CG - Sí, en primera vuelta. Insisto, salvo que ocurra algo extremadamente imprevisible, va a ser reelecta en primera vuelta. De estos resultados que usted comentaba, redondeando números 50% para Cristina y entre 10 y 12% para tres candidatos de la oposición, Alfonsín, Duhalde y Binner, cada uno de ellos anduvo entre el 10 y el 12 y pico por ciento, lo que más sorprende es lo de la oposición, no lo del gobierno. Argentina tiene una tradición de presidentes elegidos o reelegidos con alrededor del 50% de los votos, para hacer un rápido repaso histórico, Alfonsín fue elegido con el 52% de los votos, Menem con el 47%, después fue reelegido con el 50%, De la Rúa fue elegido con el 48%, Cristina fue elegida con el 46% en el 2007... Entonces, que los candidatos presidenciales anden en el entorno del 50% no es una novedad en los ganadores en la Argentina. Sí es una novedad que el principal segundo saque 12%. Eso no había ocurrido nunca ni en Argentina ni en casi ningún país del mundo, tan fragmentadas están las fuerzas opositoras.

Piense que en Argentina teníamos un sistema básicamente bipartidista hasta hace unos años, había un segundo partido que normalmente era el radicalismo, que en algún momento fue reemplazado por el Frepaso o por una alianza del Frepaso con el radicalismo que sacaba 20, 30, 40 y pico por ciento de los votos. La Argentina ahora es otro país en ese sentido, cambió totalmente.

EC - ¿La crisis de 2001-2002 fue el detonante de ese cambio?

CG - Sí, empezó antes, pero la crisis de 2001 y 2002 fue el detonante. El radicalismo recibió varios golpes. Si yo tuviera que decir cuál ha sido la principal transformación estructural de la política argentina en las últimas dos décadas, diría que es la debacle del radicalismo. A veces esto pasa de largo porque fue pasando de a poco.

EC - ¿"La debacle del radicalismo" tiene como nombre Fernando de la Rúa?

CG - Diría que tiene más de un nombre. Fernando de la Rúa quizás sea el nombre principal, pero otro nombre es Pacto de Olivos, aquel famoso pacto que hizo Menem con Alfonsín para reformar la Constitución y permitirle a Menem volver a ser candidato a presidente en el 95. Eso produjo una gran crisis en el interior del radicalismo, produjo la emergencia de otra fuerza opositora que le disputó al radicalismo su rol como opositor, porque una vez que el radicalismo apareció pactando con el gobierno peronista era menos creíble su rol de partido opositor. El Pacto de Olivos debilitó bastante al radicalismo y después el fracaso del gobierno de De la Rúa lo debilitó aún más.

Y digo que hay más de un nombre porque un partido que tiene ciento y pico de años de historia y que ha pasado por muchas crisis, como el radicalismo, tiene sin duda capacidad de rebotar y renacer después de una crisis y no lo ha hecho. Mi análisis es que el radicalismo ha tomado una serie de decisiones muy malas a partir de 2001, que han hecho que el domingo haya perdido todavía una provincia más, que era de las pocas donde quedaba gobernando, y está en una situación muy, muy crítica y potencialmente terminal. No digo que vaya a serlo, pero potencialmente es terminal. Está en el horizonte de perspectivas que el radicalismo desaparezca o pase a ser un partido irrelevante, lo cual hace 20, 15 o 10 años habría sido impensable.

Para decirlo en dos palabras, desde hace unos años los principales líderes territoriales del radicalismo, los gobernadores y los intendentes, son kirchneristas, y el resto de los líderes radicales, del partido y la oposición legislativa, son oposición, como corresponde a un partido que está en la oposición. Un partido que tiene a sus líderes territoriales con el gobierno y a sus líderes legislativos con la oposición difícilmente vaya a ningún lado.

EC - Con estos comentarios se adelantó a la pregunta siguiente, que iba a buscar explicaciones. Le iba a consultar cuál es el secreto de Cristina Fernández, cómo se explica este apoyo tan fuerte en la opinión pública. Y el complemento era cuánto hay de méritos de ella y cuánto de defectos y errores de la oposición.

CG - La respuesta es compleja. Yo diría, para dar la forma más breve posible, que quizás el factor más obvio es que la economía le está jugando a favor. Es importante recordar que en 2009 el kirchnerismo, Cristina como presidenta y su esposo, que era candidato a diputado de la provincia de Buenos Aires, y todo el kirchnerismo en general, sufrieron una derrota electoral aplastante muy fuerte en medio de un momento económico difícil, en medio de la crisis económica mundial, que también le pegó a la Argentina. Pero remontaron esos dos años desde una derrota muy fuerte hasta un triunfo también muy fuerte en agosto.

EC - Entonces el auge económico no lo explica todo.

CG - Exactamente. Sin duda buena parte de esa diferencia entre una derrota y una victoria en dos años tiene que ver con el ciclo económico, la economía iba bastante peor en el 2009, va bastante mejor ahora, hay más crecimiento, hay más consumo, hay más empleo, pero hay más factores que también lo explican. Uno es un cambio de estilo en el gobierno. El gobierno venía de una derrota política electoral en el 2008, cuando el famoso conflicto con el campo, cuando por motivos que sería largo explicar el gobierno pierde esa pelea –quizás la primera gran derrota del kirchnerismo en el gobierno– y muestra su lado más agresivo. El kirchnerismo ha tenido y tiene un lado crispado, agresivo, autoritario, que a la gente no le gusta.

EC - Por ejemplo el enfrentamiento con el campo, el enfrentamiento con determinados medios de comunicación como el Grupo Clarín, el Grupo La Nación, o el enfrentamiento con el propio vicepresidente Cobos, por citar algunos casos.

CG - Exacto, todo eso fue parte de un síndrome, de un estilo de gobierno que está en los genes del kirchnerismo, pero que Cristina cambió en los últimos meses, y creo que fue una estrategia muy inteligente. Subida al cambio de ambiente después de la muerte de su esposo, Cristina adoptó un discurso más moderado, más conciliador, que era algo que se le pedía desde hacía mucho desde la oposición. Y creo que pagó electoralmente, la natural solidaridad que los argentinos tuvieron con una presidenta que había quedado viuda en lo personal y viuda en lo político fue continuada por un cambio de estilo en ella que fue inteligente y favorable para las perspectivas electorales del kirchnerismo.

La economía ayuda y –yendo a su pregunta– la oposición también ayuda. La oposición tenía hasta hace unos meses un proyecto de alianza que yo llamaría creíble, factible, que era la alianza de dos de los candidatos que usted mencionó, Ricardo Alfonsín por el radicalismo y Hermes Binner por el socialismo. Juntos expresaban un proyecto coherente, de centroizquierda pero crítico del gobierno, con dos fuerzas políticas tradicionales en Argentina como son el radicalismo y el socialismo, con experiencia de gobierno en los dos lados, no tanto Ricardo Alfonsín, que no la tiene, pero sí el radicalismo como partido, y por el otro lado el socialismo, el gobierno de Santa Fe, que es una de las principales provincias de la Argentina. Esa alianza que los dos candidatos sugirieron que iba a ocurrir y dieron muchas señales en ese sentido colapsó por motivos que no sé si los argentinos terminamos de entender y cada candidato fue por su lado.

Si uno suma aritméticamente lo que sacaron Alfonsín y Binner, más o menos sacaron el 23% de los votos; juntos habrían sacado más, me parece muy difícil decir lo contrario. Juntos habrían sido una fuerza política más contundente, más creíble, y habrían pasado más tiempo compitiendo con el gobierno en vez de compitiendo entre ellos, que fue lo que terminó pasando. Eso quizás habría podido cambiar un poquito el panorama de la elección. Pero con fuerzas fragmentadas, debilitadas, sin perspectivas de ofrecer una alternativa de gobierno creíble, creo que muchos argentinos dubitativos, que a lo mejor no son kirchneristas convencidos, terminaron pensando que la única fuerza que ofrecía una alternativa creíble de gobierno era el gobierno.

***

EC - Carlos Gervasoni es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame, tiene dos másteres, en Ciencia Política y en Estudios Latinoamericanos, por la Universidad de Stanford.

Si vamos ahora al campo de la oposición y profundizamos en lo que usted señalaba, en esta oportunidad hay siete fórmulas presidenciales en total, una que encabeza Cristina Fernández. ¿Cómo se explica que la oposición comparezca tan fragmentada, que tenga seis candidaturas?

CG - Hay algunos problemas de liderazgo en la Argentina que tienen que ver con la calidad del liderazgo. La política en Argentina está muy cuestionada desde hace mucho tiempo, no de ahora, creo que con razón los argentinos nos sentimos famosos en el mundo por el "que se vayan todos" de 2001 y 2002, cuando por lo menos en las grandes ciudades la gente salió a pedir eso, que los políticos se fueran. No ha habido demasiada renovación desde entonces, y creo que uno de los errores del liderazgo de la oposición que mencionaba tiene que ver con cuestiones de la calidad del liderazgo que son difíciles de explicar, es difícil explicar por qué tenemos un liderazgo de una calidad que yo calificaría como mediocre.

Pero hay cuestiones que tienen que ver con la estructura federal de Argentina. Esto, visto desde un país como Uruguay, donde no hay una estructura federal, quizás no sea tan fácil de ver, pero pensemos que en Argentina las provincias, que son 23 más la Capital Federal, son muy importantes. Cada gobernador de provincia, cada dirigente del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es un político muy importante, los partidos políticos se organizan en torno de las provincias, no en torno de la nación, y eso genera el potencial para que en cada provincia sea un partido diferente. Eso es lo que está pasando en Argentina a raíz de la crisis del radicalismo, cuando el radicalismo implosionó, en 2001, 2002, etcétera, en algunas provincias el vacío fue llenado por fuerzas provinciales, fuerzas específicas de esa provincia, entonces nos encontramos con una gran dificultad para coordinar, ¿cómo se coordinan políticos que en una provincia son de un partido con políticos que en otra provincia son de otro partido?

Para decirlo en términos muy concretos, si ustedes miran los cuatro principales distritos de la Argentina, la capital, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, cada uno de esos lugares está gobernado por una fuerza política diferente: en la capital gobierna el partido de Mauricio Macri, el PRO, en la provincia de Buenos Aires gobierna el peronismo pero con una fracción no demasiado kirchnerista, que es la que lidera Scioli, en Santa Fe gobierna el Partido Socialista, en Córdoba gobierna otra fracción del peronismo que tampoco es demasiado kirchnerista y a nivel nacional tenemos el kirchnerismo. Tenemos una gran diversidad, una heterogeneidad de partidos, y esto le está pasando por primera vez a la Argentina, antes las provincias eran gobernadas o por el radicalismo o por el peronismo, ahora son gobernadas por fuerzas diferentes o fracciones diferentes del mismo partido, y cuando llega el momento de coordinar, las fuerzas de la oposición tienen dificultades porque en cada lugar del territorio la oposición relevante es diferente.

EC - Voy de nuevo a los números. Tengo aquí una encuesta realizada por Nueva Comunicación que muestra a Cristina Fernández con 51,7% de intención de voto; le sigue Hermes Binner, candidato del Frente Amplio Progresista, con 15,8%; en tercer lugar aparece Eduardo Duhalde, de la Unión Popular, con 9,1%; luego Alberto Rodríguez Saa, de Compromiso Federal, tiene 8,8%; Ricardo Alfonsín, de Unión por el Desarrollo Social, tiene 7,6%, y finalmente, más abajo y casi simbólicamente, aparecen Jorge Altamira, del Frente de Izquierda, con 1,7%, y Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, completamente derrumbada, con 1,5%. Con este espectro y estos apoyos dispersos, ¿qué cabe esperar de la oposición en lo que queda de la campaña electoral?

CG - Creo que la oposición no tiene mucho para hacer, no va a ofrecer una alternativa competitiva. Esas cifras que usted me acaba de leer, que son similares a las de la elección de agosto, muestran algunos cambios, pero el nivel de fragmentación es similar al de la elección de agosto, lo que hace que la elección sea no competitiva. La única cosa que la oposición tiene para salvar en esta elección, por supuesto, es su representación legislativa, porque estas son elecciones presidenciales y legislativas, se renuevan la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Congreso. Entonces la estrategia que uno ya está viendo de algunas fuerzas de la oposición es: dado que no podemos ofrecerle al público una alternativa creíble, vamos a ofrecerle la alternativa de que nuestros diputados y senadores sean elegidos para funcionar como un control. Uno ya ve algunos candidatos que dicen "vótennos por nuestros candidatos legislativos". Y pienso que muchos argentinos van a hacer eso, probablemente muchos argentinos van a votar al oficialismo para presidente pero a partidos de la oposición para diputados y senadores.

EC - ¿Qué es lo que está en juego en el Congreso con esta renovación? ¿Qué puede obtener la propia presidenta Cristina Fernández?

CG - Lo más probable es que vuelva a tener mayoría. El peronismo ha tenido históricamente mayoría en el Senado, del 83 para acá siempre tuvo mayoría propia en el Senado o básicamente una situación de casi empate, por cuestiones que tienen que ver con que el Senado le asigna tres senadores a cada provincia, y las provincias muy pequeñas, que están muy sobrerrepresentadas porque también tienen tres senadores, tienden a ser peronistas. Entonces el peronismo siempre tuvo una ventaja estructural allí.

En la Cámara de Diputados, en la derrota del 2009 el oficialismo perdió la mayoría que tenía y lo más probable es que ahora recupere esa mayoría. Pero es importante cómo se recupera y por cuánto, por ejemplo si el oficialismo se acerca a los dos tercios de los votos –que no va a ocurrir en esta elección, pero supongamos que se acercara con aliados a dos tercios de los diputados– es importante porque abre la posibilidad de reforma constitucional. Digo esto porque hacen falta dos tercios de los votos del Congreso para declarar una necesidad de reforma de la Constitución. Y hablo de reforma de la Constitución porque la rerreelección de la presidenta ha estado circulando como rumor.

EC - ¿Ve factible que se intente eso?

CG - Es posible que el gobierno intente hacer algo por ese lado, pero no tanto por el lado de la reforma de la cláusula de reelección, algo que ya fue hecho por Menem en el 94, sino por el lado de algún tipo de reforma más general del sistema, por ejemplo de ir hacia un sistema parlamentario. Ese es otro rumor que ha circulado, un sistema parlamentario al estilo europeo, en el que los primeros ministros pueden ser reelegidos en la medida en que tengan la confianza del Parlamento. Veo difícil que en un país como la Argentina, con tradición presidencial, y en una región casi enteramente presidencial como América, se avance hacia un sistema parlamentario, pero sería una forma indirecta de permitir a la presidenta Cristina continuar en el gobierno. Han circulado rumores. Es difícil saber cuán serio es todo esto. Nos enteraremos después de la elección. Si algo de esto va a pasar, será después de la elección del 23 de octubre. Hay alguna factibilidad, pero para eso se necesitan muchos diputados y muchos senadores, por eso la elección legislativa es importante. Da la impresión de que lo que va a ocurrir en esta elección legislativa es que el kirchnerismo va a recuperar una mayoría, que entre diputados propios y aliados estará entre el 50 y el 60% de los diputados, pero no en el 73%.

EC - Salteando la instancia del 23 de octubre y mirando hacia delante, ¿ve factible que surja un candidato no kirchnerista con posibilidades reales de acceder a la Presidencia de la República Argentina?

CG - Está hablando de un candidato de la oposición.

EC - Sí, un candidato de la oposición.

CG - Digo esto porque si efectivamente no hay posibilidad de reelección para Cristina en el 2015, que ahora no la hay, va a haber candidatos por supuesto en el interior del peronismo. Uno espera una competencia muy intensa dentro del peronismo por la candidatura presidencial del 2015. Pero fuera del gobierno y del oficialismo, es muy difícil ver candidatos. Puedo mencionar algunos que se perfilan. Un caso muy claro es el de Mauricio Macri en la Capital Federal, porque es un candidato que se preservó en esta elección.

EC - ¿Cómo observa el hecho de que haya decidido no ser candidato en esta oportunidad?

CG - Es difícil evaluarlo, porque implicaría conocer su contrafáctico, qué habría pasado si Macri se hubiera presentado. Creo que Macri tenía una buena chance de ser el candidato más votado de la oposición, pero si hubiera sido el candidato más votado con el 15% habría sido visto como un fracaso; si hubiera sido el candidato más votado con el 28% habría sido visto como un éxito; es difícil evaluar qué habría pasado con Macri si hubiera sido candidato. Habría sido muy difícil que ganara, entonces creo que fue una decisión razonable ir a la reelección, que es lo que ha hecho, como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –esa la ganó con cifras muy buenas– y consolidar su proyecto presidencial desde el gobierno de un distrito. Insisto en que en el contexto federal de la Argentina la política pasa por los gobernadores, es muy difícil que un partido tenga éxito a nivel nacional si no controla distritos subnacionales, provincias y municipios. Para hacer un paralelismo con Uruguay, la historia del Frente Amplio que llegó a la Presidencia después de haber gobernado antes Montevideo por mucho tiempo. Macri necesita una base territorial en algún lado para que su proyecto nacional sea exitoso, y la tiene en la Ciudad de Buenos Aires. Él es claramente una alternativa nueva, todavía sin implantación territorial en el resto de Argentina.

EC - ¿Ve otros nombres como alternativas factibles?

CG - Sí, si en el radicalismo Ricardo Alfonsín saca el 8%, o algo así que usted mencionaba en la encuesta, eso tiene que ser leído como un estrepitoso fracaso del radicalismo y del candidato, y uno esperaría que el radicalismo genere dirigencias nuevas y candidatos nuevos, aunque es difícil decir quiénes serían, porque el radicalismo tiene una dirigencia más grande, más horizontal, y no hay un candidato muy obvio.

Y por supuesto, el candidato Binner, si terminara siendo el segundo candidato, el candidato más votado de la oposición, siendo un exgobernador prestigioso, una persona con buena imagen, con fama de persona honesta y eficiente en el gobierno de la provincia de Santa Fe, también podría instalarse como un candidato importante de la oposición.

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Transcripción: María Lila Ltaif

Foto de portada: cadal.org