Internacionales

Francia enfrenta el nivel más alto de desempleo de los últimos 12 años

Contacto con Rafael Mandressi, colaborador de En Perspectiva.


(emitido a las 8.48 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Mientras que en Uruguay la noticia es que la tasa de desempleo vuelve a bajar y alcanza mínimos históricos, si miramos a Europa el panorama es muy distinto. Por ejemplo, Francia tiene el dato de desempleo de su tercer trimestre del año pasado en el nivel más alto de los últimos 12 años: 9,3%.

Esto significa que hay 2,8 millones de franceses sin trabajo en este momento.

Por eso el Gobierno del presidente Nicolás Sarkozy anunció esta semana nuevas medidas que procuran reactivar la economía.

Una de ellas se denomina "IVA social". Implica el aumento de esa tasa que grava al consumo y que hoy es de 19,6% para permitir una reducción de las cargas sociales a las empresas, con lo que se busca fomentar la contratación de personal, como explicaba el ministro de Finanzas, Francois Baroin.

"Estamos viviendo una crisis sin precedentes que tiene consecuencias económicas, presupuestarias y fiscales, tanto a nivel nacional como europeo. Tenemos que tener en cuenta todas las consecuencias. Tenemos que reducir los costos laborales, los impuestos y las cargas que pesan sobre las empresas. El objetivo no es el IVA social. No se trata de un proyecto político, se trata de mejorar la competitividad", enfatizó.

Pero los argumentos del Gobierno no convencen a la oposición ni a buena parte de la población. Las críticas se centran en que ese aumento del IVA será para todos los productos y mermará el poder de compra de los franceses.

Vamos a comprender mejor estas medidas. Vamos a charlarlo con Rafael Mandressi, nuestro corresponsal en París, que por estos días está en Uruguay.

¿Cómo viste, en resumen, los cuestionamientos a esta medida de Sarkozy?

RAFAEL MANDRESSI:
No son nuevos, porque la discusión sobre la implantación de este IVA social ya se arrastra desde hace varios años. De hecho, prácticamente desde el comienzo del período presidencial de Sarkozy, o sea desde 2007, un año en el que un dispositivo de esta naturaleza se adoptó en Alemania. Lo que ocurre ahora es que vuelve a aparecer después de un período en el que no se había discutido tanto. Vuelve a aparecer esta idea ya en plena campaña electoral, con lo cual evidentemente el asunto se transforma inevitablemente, más allá de que sea o no la intención del Gobierno. Presuntamente lo es, pero aunque no lo fuera, de todos modos de oficio por el período en que esto se propone es un tema de campaña que de hecho se acentúa con los anuncios de hoy mismo, del primer ministro, según los cuales esto estaría siendo considerado por el Parlamento en el mes de febrero. Es decir, antes de la elección presidencial. Ni siquiera es considerado como una propuesta de campaña de programa electoral de la derecha, sino una suerte de acción de último momento en el fin del período y ya con la elección a pocas semanas.

EC – Seguramente llama la atención a muchos de nuestros oyentes la forma de empaquetar esta medida, la forma de envolverla, presentarla, eso de que se la llame "IVA social". ¿Podemos profundizar un poco por ese lado?

RM – Sí. La expresión tiene, entre otras, cosas el propósito de endulzar. Se trata de subir el IVA, lo cual no tiene una connotación muy social a priori. Y no es una medida muy popular. Una encuesta de opinión hace un par de días daba que dos tercios de los franceses están en contra de esta propuesta.

La medida consiste en aumentar el IVA para hacer una transferencia de la financiación de algunas de las ramas de la seguridad social, y fundamentalmente de la seguridad social en materia de salud. Por decirlo de algún modo, es el equivalente de lo que sería el Fonasa en Uruguay, sacando la financiación de esas prestaciones sociales del producido por los aportes patronales y de los trabajadores y sustituirlo por el aumento de recaudación que provendría de este aumento del IVA.

El conjunto de la población a través del consumo estaría financiando lo que hasta el momento está a cargo de los aportes patronales y de los aportes de los trabajadores.

EC – Sí, los ministros del Gobierno de Sarkozy insisten en que las cargas sociales son muy altas en Francia, de 100 euros de salario de bruto, en Alemania hay un costo de 39 euros para las cotizaciones mientras que en Francia ese costo es de 50 euros, por ejemplo.

RM – Exacto, sí, ese es uno de los argumentos principales que a su vez está ligado con la finalidad central que se persigue con esta medida, que es el aumento de competitividad de las empresas francesas. Está en relación a la competitividad en la exportación, pero a su vez la competitividad en el mercado interno, porque los productos importados no tendrían el mismo beneficio que provendría de la baja del costo del trabajo.

Todo esto supone que las empresas y los empresarios jueguen el juego. Que no incluyan ese beneficio dentro de sus propios beneficios, sino que lo trasladen a una rebaja en el costo de la producción, lo cual no es necesariamente una garantía. No es la primera vez que se rebajan las cargas patronales en Francia y otro tipo de impuestos. En algunos sectores, hace un año el IVA fue objeto de una rebaja con la esperanza de bajar los precios, lo cual no sucedió porque los beneficiarios de esa rebaja simplemente embolsaron la diferencia y no hubo un traslado hacia el consumo, que era el objetivo que se proponía. Desde ahí que haya una resistencia de los sindicatos a esto.

EC – Tú ubicabas esta decisión en un contexto de campaña electoral. Eso significa que hay una interpretación según la cual esta es una medida que puede favorecer a Nicolas Sarkozy en sus aspiraciones presidenciales, en sus aspiraciones de reelección, ¿pero cómo es eso si al mismo tiempo resulta que aparecen de inmediato las reacciones negativas, las críticas, los cuestionamientos? Porque va a reducir el poder de compra de los franceses.

RM – Hay dos objetivos que pueden percibirse y que están siendo buscados simultáneamente con una medida de este tipo. La primera es la de presentar al presidente saliente como alguien que está dispuesto a tomar medidas impopulares en un contexto de crisis. Es decir, a reforzar una imagen que viene construyéndose desde hace unos meses de "el capitán en la tormenta". Decir "soy impopular, soy valiente, tomo este tipo de medidas aún sabiendo que me pueden costar electoralmente pero esto lo hago para proteger a los franceses en medio de una crisis de gran envergadura como la que estamos viviendo".

Por otro lado, la de provocar a su vez dificultades en la oposición, porque si bien la oposición se ha manifestado en contra de manera general, la oposición de izquierda e incluso la oposición centrista, de todos modos esa reacción contraria de la medida en algunos casos contradice posicionamientos relativamente favorables que habían tenido lugar en el pasado, de modo que allí hay también una suerte de trampa para la oposición, que siendo oposición en campaña electoral tiene la reacción inmediata de oponerse, pero a su vez había manejado esta idea tal vez con variantes de detalles, variantes técnicos, hace uno, dos, o tres años, como una idea posible que habría que explorar. Siempre haciendo referencia al caso alemán, que de todos modos es muy difícil de comparar, porque incluso en materia de ingreso fiscal y de las tasas de IVA partían de una situación muy distinta. De modo que no es trasladable cien por ciento. Allí hay una dificultad que se le presenta a parte de la oposición en una situación muy complicada para Sarkozy candidato. Es casi jugarse el todo por el todo. Si fuera un partido de truco, diríamos que "está echando los perros".

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EC – Juan Andrés, estabas escuchando el análisis de Rafael Mandressi.

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Sí. Aquí se habla de "IVA social" insistentemente pero algunos analistas hablan de "IVA desglobalizador", porque la ministra francesa de presupuesto ha dicho que lo que quiere el presidente es una fiscalidad favorable para el empleo, pero asegura que esto no va a significar un aumento de impuestos para la gente. Sí va a implicar un aumento de impuesto para productos importados a países con bajos costos de producción. O sea que está direccionado y dirigido a países –todo el mundo entiende que estamos hablando de China– que ingresan a precios competitivos a la economía francesa.

Esto abre otro debate: no se sabe cómo se va a aplicar esta subida selectiva del IVA, como se viene esgrimiendo y de qué forma se van a salvar los problemas legales que puede plantear, como un conflicto con las reglas europeas para la competencia e incluso las normas de la propia OMC, por ejemplo.

Todo esto se va a discutir en la cumbre sobre el empleo que se prevé para el próximo 18 de este mes de enero. El Gobierno ha convocado ya a la patronal y a los sindicatos para negociar un nuevo contrato social.

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