Yoani Sánchez: sin mis seguidores "hace mucho tiempo que estaría tras las rejas"
Desde 2007, Yoani Sánchez se ha convertido en uno de los nombres cubanos más reconocidos en el mundo. Ha obtenido importantes premios de periodismo, está en la lista de las 100 personalidades más influyentes del planeta y hace pocos días fue nominada para el Premio Nobel de la Paz 2012. Sin embargo, sus compatriotas casi no conocen sus notas porque dentro de Cuba el Gobierno filtra todos los contenidos relacionados con ella en Internet. Hasta el momento, la salida de ese país le ha sido denegada 19 veces. A pesar de todo, esta bloguera disidente publica en su sitio web comentarios sobre la realidad de la isla que son traducidos a 15 idiomas, y su cuenta de Twitter es seguida por más de 200.000 personas en decenas de países. En conversación con En Perspectiva, Sánchez dijo que comenzó a escribir sobre la situación del lugar en donde vive a raíz de una "necesidad que brotó de años y años de enfrentar" su realidad y de hacerse preguntas. "Creo que una de las interrogantes mayores que me hacía era por qué el país donde vivía no se parecía al que me habían prometido cuando niña", añadió. La cronista cubana reflexionó que si sus notas no se tradujeran a varios idiomas y no contara con tantos seguidores, "hace mucho tiempo que estaría tras las rejas". Las personas que la leen son su "protección fundamental", aseguró.
(emitido a las 8.32 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El viernes 10 de febrero pasado se iba a estrenar oficialmente en Bahía el documental, "Conexión Cuba-Honduras", del cineasta brasileño Dado Galvao.
Sin embargo, la función no se llevó a cabo. La razón: el director resolvió solidarizarse con la bloguera Yoani Sánchez quien, pese a haber obtenido la visa del Gobierno de Brasil, no fue autorizada por el Gobierno de Cuba a salir de la isla para viajar a Bahía y estar presente en esa ceremonia.
En ese documental, casualmente, Yoani Sánchez daba testimonios como este.
(Audio Yoani Sánchez)
"No puedo salir de mi país. Desde hace más de un año he pedido, en repetidas ocasiones, autorización para viajar. Los cubanos somos como niños pequeños que necesitamos la autorización de papá para salir de casa. Y la niña que es Yoani Sánchez no se ha portado bien, de manera que el castigo es no poder viajar fuera de la isla".
(Fin del audio)
Era la décimo novena vez que el Gobierno de Raúl Castro rechazaba su solicitud de viajar fuera de Cuba.
Hoy vamos a conversar con ella llamándola a su casa en La Habana.
***
Finalmente podemos comunicarnos después de las dificultades que tuvimos con los teléfonos hace pocos días cuando hicimos el primer intento de esta entrevista.
YOANI SÁNCHEZ:
Sí, exactamente. En Cuba toda la cuestión de la comunicación es muy complicada, y el día que estaba organizada esta entrevista los teléfonos colapsaron en toda la isla por los mensajes de San Valentín que la gente quería enviarse y las llamadas que quería hacerse para felicitarse.
EC - En algunos de tus números escuchábamos que llamaba, llamaba, llamaba y no atendía nadie, y en otros, por el contrario, obteníamos la señal de "ocupado" largo rato. ¿Estas cosas suelen ocurrir?
YS - Sí, suelen ocurrir. Y ocurre también mucho con mis teléfonos que sale otra persona y dice algo así como "espere en línea, que Yoani viene para acá". Y no es mi casa, ni soy yo, ni conozco a esa persona, pero ese tipo de misterios telefónicos ocurren mucho con los inconformes en Cuba.
EC - Aclaremos para los oyentes alguna información básica. Yoani Sánchez tiene 36 años, está casada y tiene un hijo. Es filóloga, especializada en literatura latinoamericana contemporánea, aunque no se dedica a eso, su actividad principal está asociada a la informática y en particular a internet. Desde el año 2004 integra un equipo de cubanos que publica el sitio "Desde Cuba", y en abril de 2007 creó el blog "Generación Y", en el cual expresa su opinión sobre la realidad de Cuba desde un punto de vista claramente crítico.
¿Cómo surgió tu inquietud por contar en internet y también en Twitter lo que pasa en tu país?
YS - Esa necesidad brotó de años y años de enfrentar mi realidad y hacerme muchas preguntas. Creo que una de las interrogantes mayores que me hacía era por qué el país donde vivía no se parecía al que me habían prometido cuando niña. De ese contraste entre lo que se decía en los discursos y la realidad nació una gran inconformidad, que después encontró el canal del blog, de internet para expresarse. No como una decisión de elegir el mundo virtual porque me gustara más, sino que era la única posibilidad en un país donde nadie me va a dar por ejemplo un espacio en un periódico, un micrófono en una radio para decir una opinión crítica. Y así fue que nació el blog "Generación Y". Después llegaron los lectores, empezó a hacerse conocido dentro y fuera, y también descubrí esta herramienta tan valiosa, tan inmediata y simpática que es Twitter.
EC - En una entrevista que se publicó hace poco en un medio mexicano, tú decías: "Yo quisiera aclarar una cosa: no me considero y no me llamo a mí misma una opositora, en primer lugar porque yo no tengo un programa político. Yo me considero una cronista de la realidad. El problema es que en Cuba la realidad es opositora".
Me gustaría que desarrollaras eso de que no te consideras a ti misma una opositora.
YS - En primer lugar, respeto mucho a cualquier persona que decida autotitularse opositora en Cuba, creo que tiene una cuota de valentía todo aquel que lo haga. Pero un opositor tiene un programa político, tiene un programa de cambio; yo soy más bien una cronista, alguien que narra lo que ocurre, una observadora que utiliza las herramientas digitales, el periodismo, las redes sociales para contar el día a día, y lo hace también desde una posición muy subjetiva, muy emocional a veces. ¿Qué ocurre? Que la realidad en Cuba, tal y como decía en esa entrevista, es la negación constante del discurso oficial. Si el discurso dice "venceremos", la realidad nos está diciendo que es un descalabro, que estamos cayendo y tocando fondo. Los problemas cotidianos, esa insatisfacción latente en la calle, son la negación, el no rotundo a todo el triunfalismo que se dice desde las tribunas.
EC - Tú no te consideras una opositora, sin embargo, en general en el mundo se te califica una disidente.
YS - Sí; no me molesta. Yo soy filóloga y me gusta usar las palabras correctamente, por eso lo de cronista. Pero cuando las personas me llaman disidente, opositora o la blogger crítica, lo acepto porque en fin de cuentas en un país donde ha existido durante tantos años solamente un discurso, solamente se ha permitido la voz oficial, oponerse a eso ya tiene mucho mérito también.
EC - ¿Cuál es tu intención cuando escribes estos comentarios que te caracterizan? ¿Cuál es el objetivo que estás persiguiendo?
YS - El objetivo es personal, el sentido es sacar afuera mis demonios. Demonios que arrastré durante muchos años: el silencio, la apatía, la indiferencia, la simulación. Incluso yo digo que mi blog empezó como un exorcismo personal, yo necesitaba sacar afuera todo eso, porque si no, iba a hundirme en el mayor de los ostracismos o escaparme en una balsa cruzando el estrecho de la Florida. Entonces el blog fue la manera de neutralizar todos estos demonios.
Con el tiempo y con la responsabilidad que vino, los lectores, los galardones periodísticos también, la conciencia de que estaba abriendo un camino que después muchos otros comenzaron a seguir, pues gané en responsabilidad, en civismo, en saber que no solamente es gritar, criticar o decir, sino que también hay que estructurar un proyecto futuro de país.
EC - En el año 2008 el Gobierno de Raúl Castro filtró tu blog, y hoy de hecho no es posible visitarlo si uno está dentro de Cuba. De todos modos, el trabajo que vienes desarrollando te ha valido una cantidad de reconocimientos. Por ejemplo, en ese mismo año 2008 el diario El País de Madrid te concedió el Premio Ortega y Gasset en la categoría Periodismo Digital, más tarde la revista Time te ubicó entre las 100 personas más influyentes del mundo en la categoría Héroes y Pioneros. Por otro lado, tu blog ha sido incluido entre los 25 mejores del mundo, en una selección hecha por la misma revista Time junto con CNN. Hoy, además, los comentarios que publicas en tu blog son traducidos a 15 idiomas, tu cuenta de Twitter tienes más de 200.000 seguidores. Pero ¿qué ocurre dentro de Cuba? ¿Cuántos de tus compatriotas te conocen, cuántos llegan a leerte?
YS - Ese es el gran reto: llegar a mis compatriotas aquí mismo. Porque, ¿qué ocurre?, vivimos en el país del hemisferio occidental con menos conectividad a la web, incluso mucho menos que Haití, por ejemplo. No solamente está el problema de conectarse al ciberespacio, está el problema de la censura, el control, las personas que tienen acceso a internet en un centro laboral o en un centro educativo tienen temor de visitar sitios conflictivos como el mío o el de otros bloggers alternativos, como sitios de temática cubana que se hacen fuera de la isla. Todo eso crea un miedo a acercarse a nuestros textos.
Pero por otro lado, no hay nada más atractivo que lo prohibido. Entonces en estos casi cinco años, en la medida en que el Gobierno ha intentado satanizar a la blogósfera alternativa, especialmente a mi persona presillaron el sitio para que no se viera desde dentro, me han dedicado varios programas de la televisión oficial en los horarios estelares colmándome de insultos, eso ha ido desarrollando la sensación y el efecto contrario en la gente. La gente tenía curiosidad por acercarse. Entonces es muy difícil evaluar cuántos me están leyendo, pero yo tengo mi propio termómetro personal, y es cuando camino por las calles: no pasa un día sin que camine por esta Habana y alguien se me acerque y me diga: "Te estoy leyendo; resiste, sigue, continúa". Eso me da a entender que hay mucha gente que quizás sin confesarlo, sin decirlo públicamente por miedo, está acercándose a mis textos.
EC - ¿Qué relación tienes con los cubanos que están de acuerdo con el régimen de Fidel Castro y Raúl Castro? No me refiero al Gobierno o a los funcionarios, sino a ciudadanos comunes.
YS - Esos son cada vez más escasos, porque la insatisfacción con el Gobierno, con cómo han ido dirigiendo el país en estos últimos años hace difícil encontrar a alguien en la calle que te salga al paso y te repita una consigna o te repita su apoyo incondicional al Gobierno. Lo que más hay es crítica, deseo de cambio. Sí hay muchos matices, hay personas que creen que hay que cambiarlo todo, otras que solamente hay que cambiar algunos funcionarios corruptos, otras que hay que cambiar las figuras del Gobierno. Y también el Gobierno, por ejemplo, contra opositores, disidentes, bloggers alternativos, periodistas independientes organiza lo que se llama actos de repudio, que son pequeños o grandes momentos de amenaza verbal, física también. Eso ocurre bastante a menudo, pero no es espontáneo, no puede decirse que ese es el sentir de las personas que participan gritando al opositor, lanzando pintura contra la puerta de su casa, quizás insultándolo. No es de manera espontánea que se hace eso, así que yo trato de no medirlo como una reacción real. La que mide con realidad es la otra, la que brota desde adentro.
EC - En Cuba, muchos disidentes están presos o han estado presos en algún momento de su vida. A ti nunca te han hecho prisionera. ¿Por qué te parece que te ha ido bien en ese sentido?
YS - Hay un cambio también en la represión desde que se traspasó el poder del país por vía sanguínea, de Fidel Castro a Raúl Castro. Fidel Castro era un hombre que hacía contra los opositores grandes shows mediáticos jurídicos, los condenaba a penas de 20 o 30 años, algo mediáticamente muy aparatoso. Raúl tiene otros métodos, que no son mejores ni más suaves, sino que son otros métodos, de no dejar rastros legales de la represión.
Por ejemplo, en mi caso he sido víctima en dos ocasiones de secuestros exprés con personas vestidas de civil que nunca se identifican, que nunca conducen al opositor a una estación de policía, sino que lo amenazan, lo golpean, lo insultan dentro de un auto, en una esquina, en una calle oscura. Esos son los métodos raulistas, que no pretenden hacer el gran escándalo internacional, pero coaccionan y reprimen con mucha efectividad.
Por otro lado, no hay que descontar que la visibilidad que tengo, eso mismo que tú decías de las 15 lenguas a las que se traduce mi blog, los más de 215.000 seguidores que tengo en Twitter, es mi protección fundamental. Sin ellos, hace mucho tiempo que estaría tras las rejas.
EC - Ese reconocimiento que tu tarea tiene a nivel internacional, los premios que has recibido que yo recién mencionaba, ese apoyo, ¿también se traducen en un apoyo económico que te llegue de afuera?
YS - Yo vivo fundamentalmente de los artículos que publico y los libros que he publicado. Tengo un par de libros publicados, entre ellos uno de tema técnico para enseñar a personas de cualquier parte del mundo a utilizar la herramienta del blog. Eso me permite autonomía económica que al final redunda en autonomía periodística y política. He ganado varios premios que tienen montos en metálico, desafortunadamente el Gobierno de Cuba no me ha dejado participar en las ceremonias de premiación, no me ha dejado salir a cobrar muchos de esos premios, entonces ahí están, algún día tendré esos dividendos. Me encantaría que fueran la base fundamental sobre la que se levante un nuevo medio periodístico en Cuba. Ahí está, y sueño con poder invertir todo eso en crear un periódico libre, sin censura, y sobre todo sin parcialidad política.
EC - Voy a ser más específico con la pregunta: ¿de qué vives tú? Lo consulto porque a propósito de la actividad de disidentes cubanos permanentemente aparece la sospecha, o directamente la acusación, de que son financiados desde el exterior, ya sea por organizaciones opuestas a la revolución cubana o directamente por gobiernos de algunos países como Estados Unidos, etcétera. En el caso tuyo, ¿cuáles son tus medios de vida?
YS - Esa acusación que tú dices es la que el Gobierno destapa cada vez que se habla de un crítico o inconforme. Desde que soy pequeña estoy oyendo decir exactamente lo mismo: a alguien que se opone, dice lo que piensa, critica la figura de Fidel Castro o de Raúl, inmediatamente se lo tacha de mercenario, asalariado del imperio, etcétera.
En mi caso personal, como te decía, desde hace más de un año tengo una columna cada dos semanas en el periódico El País, un periódico que me ha permitido publicar una columna de opinión, que me encanta porque es un entrenamiento periodístico de grandes ligas. Y de esa manera vivo, porque me encantaría de verdad poder publicar esa misma columna en el periódico Granma de mi país y que me la pagaran en Granma como se le paga a cualquier periodista. Pero lamentablemente todavía no me permiten decir las opiniones que digo en El País en la prensa escrita de mi patria.
EC - Está por un lado entonces esa columna que publicas en El País de España. ¿Qué más?
YS - Eso básicamente, y lo que se vende de mis libros, sobre todo del libro técnico, porque el libro anterior salió hace ya algunos añitos y ya es más bien un libro que escribí, no algo de lo que estoy viviendo. Eso fundamentalmente.
EC - ¿Y esos ingresos son suficientes para vivir en Cuba con comodidad?
YS - Yo, como dice mi esposo, tengo alma de faquir. Una persona que creció y se desarrolló en el más profundo período especial en Cuba aprendió a vivir con muy poco. Y eso no solamente me permite vivir, sino que me permite ayudar a otros y concentrarme en el tema de la información, que en Cuba es muy cara. Mantener un móvil, poder conectarse a internet en los hoteles, que es el único lugar donde un ciudadano como yo puede acceder al ciberespacio, tiene un precio muy alto, pero allí está. Todo eso es gracias también a mi trabajo periodístico. He colaborado en muchos medios, el año pasado llegué a tener hasta 19 columnas en todo el mundo, en periódicos en Alemania, Argentina, Perú, pero este año me he concentrado en la columna de El País nada más, porque tengo otros planes dentro de mi país, entonces necesito tiempo para organizar cursos, doy muchos cursos, imparto, a personas que quieren adentrarse en el conocimiento de los blogs, de usar el teléfono móvil como instrumento de activismo cívico, etcétera.
EC - Para publicar mensajes en tu cuenta de Twitter estás utilizando mensajes de texto a través de un teléfono celular que no tiene acceso a internet.
YS - Exactamente. Esa pregunta que me haces ahora se mezcla con la anterior. Por ejemplo, son mensajes que serían demasiado caros de pagar para la mayoría de mis compatriotas, pero afortunadamente la solidaridad de esos lectores que me leen en Twitter me permite seguir tuiteando.
EC - A eso iba, porque esta semana publicabas en Twitter un mensaje que decía: "Gracias a quienes me han recargado hoy el móvil, oxígeno fresco que se convertirá en brisa informativa". ¿Quiénes son esas personas que recargan tu celular? ¿Cómo lo hacen?
YS - La mayoría son lectores de Twitter, seguidores, gente pequeña y diminuta como yo en cualquier parte del mundo que sabe de lo caro del servicio de la telefonía celular en Cuba, que sabe que el único camino que tenemos para actualizar nuestro estado en las redes sociales son esos pequeños mensajes de texto. Y entonces esperan por ejemplo que haya alguna oferta, por estos días de San Valentín la telefónica cubana hizo una oferta que si se cargaba una cantidad se duplicaba el saldo. Afortunadamente esas personas me ayudan a mantener el teléfono recargado, lo cual es sin lugar a dudas una solidaridad increíble porque me da la posibilidad no solamente de narrar mi realidad, sino también por ejemplo de hacer denuncias de hechos que ocurren cerca de mí y de ser canal informativo de otros que no tienen los recursos para expresarse en la web.
EC - A comienzos de este mes hubo otra noticia que te tuvo como protagonista: dos diputados noruegos propusieron tu nombre como candidata al Premio Nobel de la Paz, resaltaron tu labor "por la libertad de expresión y el diálogo en la lucha por la democracia en Cuba". ¿Cómo recibiste esa novedad?
YS - En primer lugar, con mucha felicidad y como un reconocimiento a mi labor. Aunque, claro está, este año hay muchas personas que lo merecen antes que yo. Por ejemplo, por la parte de Cuba también está el señor Oswaldo Payá, que lleva años y años desarrollando proyectos ciudadanos, proyectos de cambio pacífico; están las Damas de Blanco, todos conocemos su historial de defensa de los derechos humanos, el papel importantísimo que jugaron en la excarcelación de los 75 prisioneros de la primavera negra. Por tanto yo estoy allí puesta ahí en esa lista, me hace muy feliz, me protege increíblemente, pero es demasiado pronto, falta un largo camino para ver finalmente quiénes quedan como candidatos en ese listado. Pero yo por el momento y solo por estar mencionada ahí ya soy inmensamente feliz.
***
EC - Te propongo conversar a propósito de Cuba misma, de la realidad cubana de este año 2012. A esos efectos, empecemos por los cambios, por las reformas, porque en estos últimos años el gobierno de Raúl Castro ha ido implementando una serie de reformas, sobre todo económicas, que habilitaron ciertas flexibilidades respecto al sistema que gobernaba en la isla desde la revolución que lideró Fidel Castro en 1959. ¿Qué efecto han tenido esas reformas hasta ahora? ¿Cuál es tu visión en ese sentido?
YS - En primer lugar tengo que decir que las reformas raulistas van encaminadas en la dirección correcta. Cuando Raúl Castro tomó el poder oficialmente, el 24 de febrero de 2008, podría haber sencillamente elegido otra dirección, podría haber militarizado más el país, cerrado más la economía, dirigido a Cuba en una dirección por ejemplo al estilo de Kampuchea. Sin embargo él prefirió la senda de la apertura y la flexibilización, lo cual es loable.
Pero ¿qué ha ocurrido realmente? Que las reformas implementadas han sido hechas, aunque en la dirección correcta, a una velocidad desesperante y con una profundidad que deja mucho que desear. Por ejemplo, se ha abierto, por cierto, el trabajo por cuenta propia, el trabajo privado, pero a un número de profesiones muy limitado, con muy altos impuestos, con la imposibilidad de tener un mercado mayorista o de importar directamente las materias primas necesarias para esos trabajos, y sobre todo se ha vedado ese trabajo por cuenta propia a las profesiones diplomadas. Eso está ahí, resuelve un pequeño problema en la calle de que puedes comerte una pizza, tomarte un jugo, pero no se siente todavía el efecto sobre la productividad del país.
Por otro lado, por ejemplo Raúl Castro permitió que los cubanos finalmente tuviéramos acceso a la telefonía móvil, que era la reparación de un error, de un apartheid que evitaba que nosotros tuviéramos la posibilidad de usar ese servicio, solamente para los extranjeros en territorio nacional. Y una serie de medidas, pero que no han logrado calar en el entusiasmo de la población. Los jóvenes siguen escapando, emigrando; los precios de los alimentos están por las nubes; los salarios no son todavía la fuente principal de recursos; el país está sumido en una dualidad monetaria en que se pagan los sueldos en una moneda pero se necesita otra para sobrevivir.
Por otra parte, Raúl Castro no ha dado ni un paso en el plano de las flexibilizaciones de corte político y social. Ha hecho transformaciones desde el punto de vista económico, productivo quizás, pero nada en el tema por ejemplo de permitir la libre asociación, la libertad de expresión para nada, ni siquiera ha podido hacer la esperada reforma migratoria que nos permita entrar y salir libremente de nuestro propio país.
EC - ¿Qué análisis haces a propósito de esto último? ¿Por qué en el plano de los derechos civiles se avanza poco en materia de reformas? ¿Qué expectativas hay en ese sentido?
YS - En primer lugar, porque Raúl Castro tiene mucho miedo, es un hombre atrapado en un dilema de difícil solución: sabe que tiene que implementar cambios, porque si no, pierde el poder, pero sabe que también esos cambios le pueden costar el poder. Recordemos que ha heredado un país por vía sanguínea, como un feudo, un país con muchísimos problemas, que su hermano había administrado con todos los tonos personalistas que lo caracterizan, una especie de ordeno y mando en todos los órdenes, la economía, la educación, el sector público, en fin. Entonces Raúl Castro está tratando de conservar el poder lo más que se pueda, pero sabe que si abre una pequeña ranura en el plano por ejemplo de la libertad de asociación puede perder el control de la nación, porque hay muchos deseos de cambio, hay mucha gente talentosa con proyectos, con deseos de hacer y esperando una señal. Esperando, por ejemplo, que un día Raúl Castro tome el micrófono y diga: "En Cuba ya está despenalizada la discrepancia. Nadie va a ser insultado, nadie va a ser golpeado, nadie va a ser arrestado por decir lo que piensa". El día que haga eso sabe que sus semanas en el poder están contadas.
EC - ¿Entonces no va a haber ese tipo de medidas?
YS - No lo creo, solamente si se lo fuerza a hacerlo. Por eso es importante que haya una sociedad civil con voz propia que ejerza presión desde el punto de vista pacífico, claro está, pero que le señale a Raúl Castro lo que nunca fuimos capaces de señalarle a Fidel: que él no es el jefe que dirige un pelotón, sino un servidor público que debe estar al servicio de nosotros. Por tanto ahora mismo se está presionando mucho la reforma migratoria, que es algo que afecta a toda la nación, casi toda familia cubana tiene un hijo, un pariente en el exilio, y sin embargo no hay señales de que se vaya a implementar.
EC - En el último comentario que publicaste en tu blog hablabas del "otro papa", ese es título de la nota, en referencia a la visita que en marzo hará Benedicto XVI a Cuba. En esa nota tú dices (leo textualmente): "La gente quiere creer que el Santo Padre vendrá a impulsar el proceso de reformas raulistas, imprimiéndole mayor velocidad y profundidad. Los más ilusos hasta sueñan con que la máxima figura del Vaticano logre lo que debería lograr la rebeldía popular: un verdadero cambio".
¿Qué están esperando? ¿Qué dicen los cubanos? ¿Qué piensan que va a ocurrir con la visita del papa?
YS - En el año 98 cuando vino Juan Pablo II, eso significó algunos cambios importantes en la política cubana, algunos que parecen muy nimios pero que fueron importantes para nosotros, como que por fin el gobierno aceptara el día 25 de diciembre como feriado para que la gente celebrara la Navidad. Cierta permisividad a la expresión de las tendencias religiosas que fueron muy perseguidas y muy satanizadas en los años 70 y 80. Recuerdo que Juan Pablo dijo una frase muy linda que decía "que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba", que imprimió esperanzas en la población cubana. Ahora, pasados los años, ni Cuba se abrió al mundo, ni el mundo terminó por abrirse a Cuba, pero llega otro papa y las personas creen que puede dar un giro a la situación, hablar quizás muy cercanamente a Raúl, decirle que el pueblo está necesitado también de espacios de libertad ciudadana, de libertad política. Yo personalmente soy bastante escéptica, no creo que en medio de la situación política ahora eso vaya a ocurrir. Y por otro lado, hay tanta apatía generalizada, tanta indiferencia en la gente que creo que muchos cubanos se han conformado con que sus nietos, sus hijos o sus bisnietos van a nacer en una Cuba tal y como la que vivimos ahora.
EC - Yo leía recién ese párrafo que dice "Los más ilusos hasta sueñan con que la máxima figura del Vaticano logre lo que debería lograr la rebeldía popular, un verdadero cambio". En una respuesta anterior tú hablabas de algo de esto, lo que la rebeldía popular debería lograr. ¿Estás pensando en que en Cuba pueda generarse un movimiento pacífico de protesta, por ejemplo como los que hace muy poco, hace un año se dieron en los países árabes o en otras zonas del mundo?
YS - Eso puede ocurrir, pero no por el momento, estamos muy lejos todavía de que algo así ocurra. Porque el miedo es muy fuerte, desde pequeños nos enseñan que hay que acatar la autoridad, nos han extirpado el órgano de la rebeldía, los cubanos no creen en la calle como un espacio público de protesta pacífica. Eso de ir a una plaza, quejarse, acampar como pueden haber hecho por ejemplo los indignados en España, en Madrid, no se le ocurriría a nadie en Cuba. Sabe que se está arriesgando a perderlo todo, porque el Estado es dueño de prácticamente todos los puestos laborales en los que trabaja la gente, las universidades, los centros médicos, en fin. Cuando alguien critica directamente al gobierno puede perder una serie de prebendas, privilegios, comodidades, posiciones laborales y educativas. Entonces la gente tiene mucho miedo.
Ahora bien, sí sería posible a muy largo plazo ver en las calles de Cuba indignados o algo así como las escenas de la plaza de Tahrir en Egipto, pero por el momento no existen los mecanismos de convocatoria. Recuerda que vivimos en un país con un monopolio estatal total sobre los medios de información, donde la telefonía móvil es muy cara y solamente hay 1,2 millones de abonados. En Egipto, en Túnez, por ejemplo, las tecnologías, las redes sociales, los móviles, funcionaron como un elemento aglutinador. En Cuba todavía no tenemos eso. Y por otro lado está el miedo. En Túnez, en Egipto, había una población joven muy inconforme, con deseos de tener un proyecto de futuro, que salió a la calle; en Cuba los jóvenes se nos están yendo, si caminas frente a un consulado ves las largas filas de los que se quieren ir. El país se está desangrando, la inconformidad está escapando a las fronteras nacionales, entonces esa plaza con la gente exhibiendo sus derechos creo que vamos a tener que esperar mucho más por ella.
EC - ¿Tú no ves, entonces, la alternativa de surgimiento de manifestaciones de protesta de ningún tipo?
YS - Por el momento no, pero me encantaría que la realidad me desmintiera. La chispa puede prenderse en cualquier momento, un ama de casa inconforme va a buscar su único pan de la cuota del racionamiento al lugar donde lo venden y descubre que no hay o que está malo, empieza una protesta allí en esa esquina y no se sabe lo que pasa, porque hay mucha tensión popular. Pero es que no basta con que una mujer grite en una esquina una consigna contra el sistema, tienen que enterarse sus compatriotas, confluir allí a apoyarla. ¿Y cómo se hace eso en un país donde todos los caminos de comunicación ciudadana están cortados, donde todo el mundo sospecha que el vecino es o un agente de la seguridad del Estado o un agente de la CIA? Nos han inoculado la paranoia, el miedo al otro, que hacen más difícil unirse.
EC - ¿Cómo influye en toda esta realidad cubana que estás analizando el embargo impuesto por Estados Unidos?
YS - Yo soy enemiga del embargo, en primer lugar porque sin duda ha causado un daño económico a la nación, y en segundo lugar porque ha sido el argumento perfecto para explicar todo el descalabro y para explicar la represión. Hay una frase que nuestras autoridades repiten mucho, que dice: "En una plaza sitiada disentir es traicionar". El embargo ha sido el argumento ideal para explicar la falta de libertades en el interior de la isla.
Por otro lado, el embargo no ha afectado a la nomenclatura cubana, ellos siguen teniendo sus casas con cloro en las piscinas, con antenas parabólicas enormes para conectarse a internet aunque nosotros no podamos conectarnos, sus refrigeradores llenos de comida, su whisky helado para tomar un poco en la noche. En fin, el afectado fundamentales es el pueblo. Y por otro lado, esa teoría de darle presión a la caldera para que explote, vamos a cortar los contactos comerciales y económicos de la isla para que la inconformidad ciudadana brote, me parece muy irresponsable, porque nadie quiere un caos social, nadie quiere un acto violento, nadie quiere que el vandalismo que podría producirse si la explosión ciudadana se efectúa de esa manera que algunos intentan provocar desde afuera.
EC - Yoani Sánchez, autora del blog "Generación Y", tuitera, disidente, periodista... ¿cuál sería la mejor forma de definirte?
YS - A mí me gusta autotitularme ciudadana independiente.
EC - Muchas gracias.
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Transcripción: María Lila Ltaif
Foto: "Generación Y"