Conclusiones de la visita de Benedicto XVI a Cuba
Contacto con Mauricio Rabuffetti, colaborador de En Perspectiva.
(emitido a las 9.18 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El Papa Benedicto XVI puso punto final ayer, en La Habana, a una visita de casi seis días que lo llevó primero a México y finalmente a Cuba.
Fue precisamente en Cuba donde se concentró la que fue, sin duda, la parte más interesante del viaje. El Papa se reunió allí con el presidente Raúl Castro y sostuvo también un encuentro informal con el ex mandatario Fidel Castro. Los dos hombres, Fidel de 85 años y Joseph Ratzinger de 84, abordaron temas variados y, según lo poco que trascendió de esa reunión, prácticamente no hablaron de política.
¿Qué dejó esta gira de Benedicto XVI para los cubanos? ¿Qué conclusiones pueden sacarse de los dichos del Papa en estos días? Vamos a conversarlo con Mauricio Rabuffetti.
Ayer estaba haciendo memoria y recordando el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, y aquella frase tan contundente que pronunció y que decía algo así como "que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba". Obviamente es difícil no comparar el impacto de aquella visita con esta, visitas que ocurrieron en momentos muy distintos de Cuba. En este sentido es que me gustaría comenzar ubicando en qué momento de las relaciones Cuba-Vaticano se produce este viaje, ¿cómo son las relaciones de Cuba con la Iglesia en este 2012?
MAURICIO RABUFFETTI:
Lo primero creo que es señalar que Juan Pablo II llegó a la Cuba de Fidel Castro y Benedicto XVI llegó a la Cuba de Raúl Castro, que camina muy lentamente por un proceso de cierta apertura que se nota principalmente en el plano económico. No tanto en otros aspectos como puede ser el respeto de las libertades individuales, de la libertad de expresión, del derecho a elegir.
Juan Pablo II llegaba en 1998 a una Cuba en la que había menos libertad religiosa. Llegaba luego de décadas durante las cuales la relación entre la Iglesia y el Gobierno de Fidel Castro había sido muy tensa, incluso violenta. Muchos sacerdotes fueron expulsados de la isla, varias escuelas católicas fueron cerradas, luego de la revolución algunos miembros de la Iglesia fueron encarcelados o incluso sometidos a trabajos forzados. Entonces Juan Pablo II, que era un Papa mucho más carismático que el actual y sobre todo mucho más asentado como una figura política mundial en 1998, llegaba con otro peso distinto al que puede tener Joseph Ratzinger.
Sin embargo, aunque tal vez con una significación y con una ambición reducida en relación a aquella visita de Juan Pablo II, hay muchos aspectos interesantes y muy importantes de lo que dijo el Papa Benedicto XVI hacia Cuba y hacia fuera de Cuba.
EC Vamos a detenernos entonces en esos puntos que comenzabas a mencionar. Hay una parte del último discurso del Papa al dejar Cuba que fue, me parece, la más contundente en cuanto a expresar una postura concreta sobre la situación de falta de libertad en ese país. El Papa venía hablando de la reconciliación entre los cubanos y pidió "que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales".
MR Sí, sin duda fue uno de los pasajes fuertes del discurso del Papa. Fue un llamado directo a que los cubanos tengan sus derechos respetados. Cuando Juan Pablo II fue a Cuba lo hizo en busca de mayor apertura religiosa y en un intento de consolidar un acercamiento con el Gobierno de Fidel Castro, que había comenzado, recordemos, en una visita del dictador cubano unos años antes a Juan Pablo II, en el mismo Vaticano.
Desde entonces la Iglesia Católica poco a poco ha recuperado espacio en Cuba. No sólo espacio en cuanto a que puede moverse con mayor soltura y con mayor libertad en el aspecto religioso, también ha ganado margen de maniobra política. Es la única entidad autónoma que existe en Cuba. La Iglesia es un potencial interlocutor con la sociedad civil para el Gobierno del ex ministro de Defensa Raúl Castro, en un escenario hipotético de diálogo.
Entonces, con respecto a tu pregunta, Benedicto XVI llegó con ventajas, o mejor dicho con ciertos avances que no tenía su predecesor. Él vino a construir sobre un terreno ya mejorado.
EC Tú mencionabas que no sólo hubo mensajes hacia adentro, también los hubo hacia terceros países.
MR Sí, más precisamente hacia Estados Unidos, aunque no lo haya mencionado. El Papa dijo que los problemas de Cuba se ven agravados por medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país, que impactan negativamente sobre la población. Es una condena directa al embargo impuesto a Cuba por Estados Unidos, que ya ha sido denunciado en todos los foros de derechos humanos habidos y por haber y estamos todos de acuerdo en que es una barbaridad que perjudica sobre todo a la población. Una medida que, además, da argumentos al régimen cubano y fortalece las antipatías hacia Estados Unidos por lo menos en esta parte del mundo.
Entonces hubo por parte del Papa pedidos de mayor libertad para los cubanos y hubo un apoyo a un reclamo histórico del régimen cubano para que se levante el embargo. Fue un discurso diplomáticamente muy equilibrado.
EC ¿Qué puede esperarse de ahora en adelante en las relaciones entre Cuba y el Vaticano? ¿Qué deja en este otro aspecto el viaje?
MR Creo que el hecho de que la Iglesia se consolide como interlocutor político en Cuba, como decíamos, es algo que puede contribuir en un proceso de apertura. Sobre todo porque no existen otras opciones, por ahora, de instituciones que puedan cumplir ese rol. Digo "puede" y no digo "va a contribuir" porque durante la visita de Benedicto XVI se dio un hecho que era previsible. Más que previsible, ya se sabía de antemano, pero no deja de ser algo que se repite con los dignatarios extranjeros que llegan a Cuba a entrevistarse con el Gobierno. Me refiero al hecho de que el Papa y sus representantes, hasta donde sabemos, no mantuvieron ningún tipo de encuentro con los disidentes cubanos. Tampoco con las esposas o familiares de los detenidos por razones políticas en Cuba. No hubo, hasta donde sabemos, ningún tipo de acercamiento con esta parte de la población cubana que es, sin duda, la base de cualquier movimiento político que pudiera surgir a futuro en una Cuba diferente a la que conocemos hoy en día.
EC ¿Debería llamarnos la atención esa ausencia de contacto?
MR No, para nada. Tampoco lo tuvo, por poner otro ejemplo, Lula cuando viajó la última vez durante su Gobierno a Cuba y acaba de morir un disidente. Tampoco lo tuvo durante su viaje la actual presidenta brasileña Dilma Rousseff. Y menciono estos ejemplos porque son presidentes que de alguna manera están asociados con reivindicaciones sobre derechos humanos.
No es concebible para el Gobierno cubano recibir a una autoridad extranjera que se reúna con una oposición a la que el propio Gobierno no reconoce. Le daría a esa oposición una legitimidad que el Gobierno obviamente no está dispuesto a aceptar.
Agreguemos dos detalles: la Iglesia ya medió exitosamente para la liberación de presos políticos en Cuba, es decir que no está ajena a este problema; y el Papa sí mencionó a los presos políticos durante una visita al templo de la Virgen de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba.
EC Tengo la frase acá, dijo: "He suplicado a la Virgen santísima por las necesidades de los que sufren, de los que están privados de libertad, separados de sus seres queridos, o pasan por graves momentos de dificultad". Esas fueron las palabras del Papa después de rezar allí.
MR Sí, esas fueron las palabras que él pronunció, relacionadas específicamente con la situación de las personas detenidas por cuestiones políticas en Cuba.
EC Para terminar, aunque sea algún apunte rápido sobre lo que fue la primera parte de la gira, la recorrida por México.
MR Fue una visita concentrada principalmente en denunciar la violencia del narcotráfico en un país que tiene millones de católicos, 80% de los mexicanos que son católicos. País en donde existe además una suerte de cultura religiosa propia de los traficantes y esto es algo que pone a la Iglesia ante el desafío de romper una contradicción, si se puede decir así. Esa contradicción es la de que los valores que pregona sean asumidos por traficantes, por personas que cometen delitos.
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