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En los últimos dos meses, cuatro tiroteos en Estados Unidos provocaron la muerte de 26 personas

Contacto con Silvia Pisani, corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires en Washington y colaboradora de En Perspectiva.


(emitido a las 8.26 Hs.)

ALEJANDRO ACLE:
El estreno de la última película de Batman en Denver, Colorado, un templo en el Estado de Wisconsin, el Empire State, y un supermercado de New Jersey, fueron los escenarios de Estados Unidos en donde una serie de tiroteos ocasionaron la muerte de 26 personas en los últimos dos meses.

El 20 de julio, cuando ocurrió la tragedia en la sala de cine en donde se proyectaba "El caballero de la noche asciende", se despertó en la población una señal de alerta. La conmoción generada por esta noticia recorrió el mundo y reavivó el temor. Desde ese momento ocurrieron otros episodios violentos. El más reciente tuvo lugar el viernes pasado en un supermercado en New Jersey, donde fallecieron tres personas, incluido el agresor.

Para analizar lo que está ocurriendo en EEUU, para saber si hay elementos en común entre estos hechos y conocer qué explicaciones se encuentran para estos episodios, vamos a conversar con Silvia Pisani, corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires en Washington y colaboradora de En Perspectiva.

Una noticia que en realidad no es novedad, ya que recurrentemente se da este tipo de episodios, ¿cómo explicamos el panorama que se está viendo en EEUU?

SILVIA PISANI:
Uno de los problemas que hay aquí es que no es noticia. Te preguntabas cuál es el punto en común que tienen estos episodios, y el único punto en común que tienen es la posibilidad de tener armas. El punto es recurrente, se debate periódicamente, podemos estudiar cómo se lo aborda, y la conclusión es la relativa facilidad que existe en los EEUU para que sus 300 millones de habitantes accedan a un arma de fuego.

AA – Ese debate se reaviva con este tipo de casos, ¿Cuál es la postura que ha tomado el Gobierno al respecto?

SP – Obama ha dicho durante la campaña que había que modificar esta situación. Esto le ha pasado a otros presidentes también. El episodio que más personas involucró fue el de Aurora, hubo 71 personas afectadas entre los muertos y los heridos, todos por una misma persona absolutamente desquiciada y trastornada. Después de este episodio, Obama dijo que le gustaría ver las cosas diferentes, trabajar más con el Congreso para solucionarlo, nada más. Su posición no era muy comprometida con la causa. Aquí hay un problema cultural y es muy difícil ir contra eso. EEUU es un país donde existe la cultura del rifle, donde también existe un lazo entre la sociedad y sus armas de fuego y quebrar eso es difícil por motivos culturales, y además porque hay un lobby feroz de la Asociación del Rifle, uno de los principales donantes de campaña que existe, y es muy difícil ir contra eso.

AA – Eso explicaría la reticencia de la clase política estadounidense a tomar alguna medida de fondo en ese sentido.

SP – No sólo por el lobby, sino porque la gente no los acompaña con esto. El norteamericano no está dispuesto a modificar esto, les gusta tener armas de fuego. Te lo explican por muchísimas razones, te dicen que una cosa es vivir en Nueva York, San Francisco o Washington, y otra muy distinta es vivir en Nevada o en Montana, donde de repente te puede atacar un oso, o vivís en lugares muy solitarios donde necesitas defenderte. Existe un lazo entre la sociedad y sus armas, quebrarlo es riesgoso políticamente. Hace quince años los demócratas sufrieron un golpe electoral muy grande y se le atribuye a haber tratado de modificar eso.

Si ven "American President", una película de hace veinte años en donde trabaja Michael Douglas, uno de los problemas que tiene el presidente en dicha película es ir contra la tenencia de armas. Un guión de Hollywood que toma pinceladas de la realidad.

AA – En el marco de esta campaña electoral, ¿la oposición ha dicho algo? ¿Ha intentado capitalizar estos hechos y convertirlos en críticas?

SP – Tradicionalmente los republicanos son todavía más conservadores en este punto, y cuando Obama dijo que le gustaría trabajar con el Congreso para mejorar y cambiar las cosas, Romney dijo que una ley no modificaría eso. Si castigaron a Obama, fue por haber deslizado el deseo de que le gustaría cambiarlo.

Y una cosa que me asombra mucho es que esto ha sido noticia porque en dos meses han muerto 26 personas, pero lo que no sale en las noticias es la cantidad de episodios que hay de gente herida. De repente entra un trastornado en un bar, en un pueblo olvidado, hiere a 18 personas, eso no sale en los diarios ni en la televisión, te enteras de casualidad. Esto que en nuestros países sería noticia de tapa, de análisis en las radios, de debate, aquí es moneda corriente.

AA – ¿Cuáles son las explicaciones desde las ciencias sociales, de la academia para encontrarle una explicación, más allá del estado mental desequilibrado del atacante de turno?

SP – Si yo quiero compro un rifle y las municiones por Internet, nadie me ve la cara ni sabe quien soy. Y la legislación permite esto, también permite comprar en una tienda cuando es un arma un poco más sofisticada, y muchas veces es el mismo vendedor el que dice si puede o no tenerla. Una cosa es la legislación que permite hacer esto y otra es –acá nos pondríamos un poco más generalistas– la cantidad de personas trastornadas que hay. No existen políticas de contención, de identificación y tratamiento de estas personas, tampoco existen cortafuegos contra esto. Hemos debatido durante años la reforma sanitaria que proponía Obama, si hay problemas con la salud física, imagínense los problemas que puede haber con la salud mental.

AA – Una ley permisiva no tendría por qué conducir a un abuso como lo que ocurre en este caso. Ya que mencionas la reforma de la salud de Obama, ¿hay algún punto específico en este plan que trate este problema?

SP – No específicamente, no ha sido el debate central. La reforma sanitaria de Obama tiene 2.000 páginas, no las he leído todas, pero no recuerdo atención especial hacia la salud mental.

AA – Y con respecto a si se pueden asociar estos hechos, más que en el arma no hay conexión entre ellos.

SP – No la hay, más allá de la carga de violencia, de la frustración, de lo súbito. Mucho de los factores comunes es que la gente que conoce a los atacantes se sorprende, dicen que no lo pueden creer. En otros casos no se sorprenden para nada.

Recuerdo que uno de los casos que más dio que hablar en estos últimos años fue una matanza en Arizona, donde hubo cinco muertos en un acto político, y una diputada demócrata muy cercana a Obama tuvo una lesión en la cabeza y fue un milagro que se recuperara. Este fue uno de los casos que más de cerca le pegó al gobierno demócrata por afecto, por lazos de amistad y de familia, uno de los que más dio que hablar. La reacción de todo el pueblo fue "y sí, la verdad se veía venir", y ocurrió.

AA – Como conclusión, no se ve ninguna perspectiva de cambio a corto plazo.

SP – Absolutamente ninguna. Tengo amigos que trabajan en asociaciones, Ong y grupos vecinales que están tratando de modificar esto. Los diarios y los periodistas tienen una posición pro cambio. O sea que existe un clamor social muy fuerte pero que no puede contra esa cultura de fondo y contra el poder del lobby de los interesados que quieren seguir vendiendo armas.

Lo que te cuentan las asociaciones es increíble, cuando existe un episodio de estos –como el del cine, o como el del Empire State – se ponen a trabajar de inmediato, llaman por teléfono a los diarios a hacer su campaña, y la explicación que te dan es que tienen 48 horas para trabajar, porque después de que pasa el eco nadie los escucha. Y este es el escenario sobre el que se viene desarrollando este debate en las últimas dos décadas.

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