La tensión entre Japón y China por la disputa del archipiélago en el mar de China Oriental sigue creciendo
Contacto con Mauricio Rabuffetti, colaborador de En Perspectiva.
(emitido a las 9:20 Hs.)
ALEJANDRO ACLE:
China envió ayer embarcaciones al archipiélago de Senkaku, controlado por Japón en el mar de China Oriental. Con esta operación, sigue en aumento la tensión entre los dos gigantes asiáticos por el control de esos islotes.
Se trata de un archipiélago minúsculo conformado por cinco islas pequeñas, cuyas aguas son ricas en recursos pesqueros. China lo reclama y le llama Diaoyu. Japón lo controla y lo nombra Senkaku. Y Taiwán, el territorio más cercano a esta formación, considerado una provincia rebelde por China, también las quiere.
Este conflicto tiene décadas de existencia, pero se reavivó a inicios del mes de setiembre. Desde entonces se han producido ingresos de barcos chinos a aguas que Japón considera "territoriales", e incluso desembarcos de ciudadanos de uno y otro país en estas islas.
Hace algunos días, en la tapa de la última edición del prestigioso semanario británico The Economist, surgía el interrogante de si China y Japón realmente podrían ir a la guerra por una porción tan insignificante de tierra.
En los próximos minutos vamos a ordenar los datos de esta crisis que podría desembocar en un conflicto armado entre dos potencias del mundo asiático. Para eso dialogaremos con Mauricio Rabuffetti.
Nos fuimos lejos con el tema, pero es interesante tratarlo porque hablamos de dos de las mayores economías mundiales, la segunda y la tercera. ¿Por qué se enfrentan estas dos potencias?
MAURICIO RABUFFETTI:
Este archipiélago se ubica a unos 400 km de Japón, el país que lo controla actualmente. Taiwán se encuentra más cerca, a unos 200 km y también lo reclama, pero a su vez China reclama a Taiwán, y para el Gobierno chino es una posición conocida que no es de recibo y así lo han dicho, ninguna solicitud para cesar el reclamo. Ese es uno de los elementos clave del conflicto que se arrastra desde hace varias décadas.
Estas islas eran propiedad de familias o del Gobierno japonés, ahora compró todas las que le faltaban menos una, la quinta está en manos de un propietario privado. Con esa operación anunciada a inicios de setiembre, Japón considera que el archipiélago es suyo. El anuncio de esa compra disparó una escalada de tensiones.
AA ¿Cuál es la importancia de estas islas? Por tamaño seguro que no es.
MR Son muy pequeñas. Miden menos de siete kilómetros cuadrados entre todas. La importancia radica en la ubicación geográfica, porque el país que las controle va a extender sus aguas territoriales, su capacidad de acceder a los recursos disponibles en el área aledaña y su capacidad de acción, más allá de las fronteras territoriales marítimas. En este caso, el interés inicial de Japón es la riqueza pesquera de la zona, pero también se ha mencionado que las islas están asentadas sobre reservorios importantes de gas. Para resumir, para China, un gigante en términos de superficie, es una cuestión de soberanía, y también lo es para Japón, que a eso suma su interés por los recursos de que dispondría al controlar ese pequeño territorio.
AA ¿Cuáles son las últimas informaciones que hay disponibles sobre la situación en la zona? Hoy hablábamos de que barcos pesqueros taiwaneses hicieron una movilización simbólica en reclamo del uso de los recursos. Pero te pregunto porque intentábamos calcular cuántos barcos fueron enviados al lugar, y la verdad es que no pude llegar a una cifra exacta porque son decenas, ¿no?
MR Sí, es difícil tener un número concreto. Lo que se está produciendo es una demostración de fuerza de uno y otro lado. Tanto China como Japón son dos potencias, así que imaginar una guerra entre ellos por una superficie tan minúscula, suena ridículo. Pero lo cierto es que ninguno de los dos va a dar el brazo a torcer, como suele ocurrir en estos casos cuando hay una cuestión de defensa de soberanía de por medio. Hay una enorme preocupación en la comunidad internacional por esta escalada de tensión que se traduce en envíos diarios de barcos chinos o japoneses, incluso taiwaneses, tanto embarcaciones oficiales como privadas a esa zona.
Tanto China como Japón interpretan esas medidas como una forma de invasión de aguas que consideran territoriales. Por mencionar una de las reacciones que ha habido en la comunidad internacional, Estados Unidos señaló a través de su secretario de Defensa que existe el riesgo real de una guerra.
AA En China se produjeron protestas, algunas muy violentas, contra intereses japoneses, contra bienes como vehículos, que fueron rotos en la vía pública, incluso contra empresas.
MR De hecho hubo varias empresas japonesas que tuvieron que detener su producción, algunas de ellas muy conocidas en Uruguay como las automotrices Honda, Toyota y Nissan, que producen y dan empleo a miles de personas en China. Sus fábricas tuvieron que parar de producir debido a las protestas que se multiplicaron en varias ciudades, incluida Pekín. En la capital hubo manifestaciones delante de la embajada japonesa. En general, es muy difícil manifestarse en China, pero en este caso las autoridades lo permitieron.
Pero las consecuencias fueron más allá. Hay eventos deportivos suspendidos. Japan Airlines bajó las frecuencias de viaje a China. Existe la amenaza de un efecto importante sobre el intercambio comercial bilateral entre estas dos economías. Se trata de una expresión de rivalidad histórica que tendrá consecuencias. Esta rivalidad tuvo como último gran episodio la invasión japonesa de Manchuria en 1931, que también fue en setiembre.
AA Más allá de la actitud de beligerancia, ¿cuál es la tónica de la discusión de los dos gobiernos? ¿Hay voluntad para buscar una salida diplomática o esta situación puede seguir profundizándose?
MR La impresión que uno se lleva leyendo los reportes es que realmente van hacia un conflicto. Tú mencionabas la tapa de The Economist donde se ve una pequeña tortuguita que responde a la pregunta si pueden ir o no a la guerra, y la tortuguita dice "tristemente sí".
El temor que existe es que se produzca algún tipo de roce entre las patrullas japonesas en la zona y/o alguno de los barcos chinos o taiwaneses que llegan al lugar, sean oficiales o de pescadores. Eso podría encender la mecha de un enfrentamiento. Mientras tanto, los gobiernos de China y Japón están buscando alternativas de diálogo, al mismo tiempo que hacen todas estas demostraciones. Ayer viajó a China el vicecanciller japonés. Será bastante difícil que los dos países alcancen un acuerdo que no sea interpretado por la gente como una señal de debilidad, en particular en el caso de China, donde la propaganda oficial atizó el nacionalismo ligado a estos islotes.
Asimismo, en un contexto de desaceleración económica, difícilmente Pekín y Tokio quieran que se produzca un enfrentamiento que afecte su intercambio comercial. Japón tiene serios problemas para relanzar su economía, incluso su banco central anunció medidas bastante fuertes de intervención la semana pasada. Por su parte, la economía china está en franca desaceleración. En resumen, con este problema todos perderían.
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