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Benjamin Netanyahu seguirá siendo el primer ministro de Israel, según lo dictaminaron las elecciones nacionales de ayer

Contacto con Ana Jerozolimski, corresponsal de En Perspectiva en Israel


(emitido a las 8.33 Hs.)

ALEJANDRO ACLE:
Tres meses después de que se lanzara la campaña electoral pero varios meses antes de lo que estaba previsto por la ley, la ciudadanía israelí fue ayer a las urnas para elegir a un nuevo Gobierno.

Al parecer, Benjamin Netanyahu seguirá siendo el primer ministro de Israel. Pero hablando en términos de bloques, derecha por un lado y centro izquierda por el otro, el resultado de las elecciones implicó lo que podría calificarse como un empate total.

Para conversar sobre lo ocurrido, y sobre lo que puede todavía pasar, es que nos contactamos con nuestra corresponsal en Israel, Ana Jerozolimski.

Antes de entrar en los detalles de ayer y analizar a fondo lo que ocurrió, sería bueno conocer en forma clara el cuadro general que resulta de estos comicios.

ANA JEROZOLIMSKI:
Voy a comenzar con una aclaración: los datos que voy a dar son resultado del escrutinio del 99,5% de los votos reales, ya no encuestas de salida, no pie de urna, sino los resultados reales. Pero falta aún el cómputo de lo que se llaman los votos en sobre doble, o sea los que votan en circunstancias especiales, los soldados, los diplomáticos en el exterior, los presos, los enfermos en los hospitales. Aquí lo central son los soldados, que además este año votaron en un porcentaje altísimo, entre 80 y 90% de los registrados en el padrón electoral. Se tiende a creer que este escrutinio puede en general fortalecer a las posiciones más conservadoras, no estoy tan segura de que esta vez sea así, puede cambiar un poco un escaño para un lado o para el otro, pero el cuadro general está claro.

Netanyahu será el primer ministro también después de estas elecciones, aunque ha perdido mucho peso y hay una sensación pesada, difícil en su partido por los resultados. La gran sorpresa fue un partido que hace un año ni existía, el del experiodista televisivo, el columnista de prensa Yair Lapid, entró realmente como un meteoro a la política israelí, se convirtió en la segunda fuerza política de Israel. El Partido Laborista, que llegó a creer que podría ser alternativa a Netanyahu, terminó tercero. Por un lado la derecha nacionalista subió, pero también subió la izquierda sionista, los partidos árabes también lograron un escaño más de lo que tenían.

AA – Lo comentabas recién en este breve repaso de los resultados, si bien Netanyahu ganó pero a la misma vez también perdió, del otro ganador, de esta fuerza que salió en segundo lugar, ¿qué podemos decir, en grandes rasgos?

AJ – Ante todo el fenómeno impresionante de que alguien que hace un año no era siquiera un partido haya logrado algo tan fuerte, convertirse en la segunda fuerza política del país. Lo interesante aquí fue la agenda con la que se presentó este experiodista Yair Lapid ante el pueblo, que significa qué es lo que quiere la gente. Se le considera en general no de tendencia conservadora, pero quizás un poquito hacia la derecha, aunque durante la campaña él dijo que no va a entrar en ningún gobierno que no negocie con los palestinos ni tampoco a un gobierno que siga invirtiendo en los asentamientos. Tiene posiciones claras en términos del proceso de paz y tiene lo que decir sobre el esfuerzo nuclear de Irán. Pero si bien tiene posturas en estos temas, el énfasis lo puso en lo que yo llamaría la agenda interna, el tema de la agenda socio-económica, la posición de la clase media en Israel que él siente que se está deteriorando. El mensaje central, en cinco palabras, es una mejor repartición de la carga nacional. Él ponía énfasis en la necesidad de que los religiosos ultra ortodoxos, lo que en hebreo se llama jaredites, participen de modo más activo en la distribución de todo lo que significan los deberes de los ciudadanos tanto en términos del servicio militar obligatorio como de la situación en la fuerza laboral. Eso fue un mensaje que prendió mucho, la gente sintió que era necesario un cambio en ese sentido.

AA – Decíamos que si hablábamos de bloques lo de ayer puede definirse como un empate, ahora, ¿es correcto analizar el panorama en estos términos, en base a esta división derecha e izquierda? En todo caso, además, ¿qué significa derecha e izquierda en Israel?

AJ – Es un comentario importante el que hacés, Alejandro, porque sin duda no es lo mismo en América Latina que aquí, donde más que nada se mide en temas de agenda interna, socio-económica inclusive. Hay diferencias, por supuesto, una cosa es el Partido Comunista o los partidos más de izquierda y otra los más ultra liberales, pero creo que hay menos diferencia entre los principales partidos de cada lado. Las diferencias se notan más en lo relativo a temas de política exterior, en cuanto a cómo maniobrar entre un intento de volver a negociar con los palestinos y la problemática que despierta la pregunta acerca si se puede confiar ahora en el interlocutor que hay del lado palestino o no. Por supuesto que los extremos serían, digamos, un partido que ahora tuvo más poder que antes pero que contrariamente a lo que esperaba no fue ni el segundo ni el tercero, un partido de la derecha nacionalista que se llama Hogar Judío, Habait Hayehudí, que obtuvo 11 escaños del total de 120 del Parlamento, que se opone a la creación de un Estado palestino. Eso por supuesto sería tabú como socio para todos los partidos de la izquierda, sionista y la no sionista, o sea, los partidos árabes dentro de Israel. En eso hay por supuesto diferencias más claras.

En todos los programas de análisis de los resultados electorales, tanto con resultados de pie de urna como ahora, con el escrutinio casi terminado, se habla en términos de bloques. En Israel ese es un tema que en seguida se analiza. Y aquí es empate. Sin olvidar esos 200 mil, 250 mil de doble sobre que aún deben ser computados de lo que ya hay, hay 60-60. Es algo muy fuerte, quizás cae abajo lo que se presentaba como una verdad muy absoluta en los últimos años de que Israel va girando hacia la derecha. Hay tendencias, por supuesto, se ve con matices mucho más delicados, pero hay al mismo tiempo una problemática cuando se habla de bloques porque este partido tan clave en el nuevo mapa político israelí, el que yo mencionaba del experiodista, el partido de Yair Lapid, dijo "nosotros no somos parte de ningún bloque", pero se lo considera por su agenda anti clericalista, más parte del bloque de centro izquierda, seguro no de izquierda, pero al centro sí.

AA – ¿Y qué se puede esperar del próximo Gobierno, cómo va a ser? Después de conocidos los primeros resultados Netanyahu prometió que iba a contactar a otras organizaciones políticas para formar una coalición lo más amplia posible.

AJ – Así es, ante todo él destaca siempre, así como lo hizo en el gobierno que ahora termina sus funciones, el elemento de la estabilidad. Netanyahu no quiere tener un gobierno que pueda tener una moción de confianza del Parlamento porque dos diputados se le engriparon. Una coalición de la mitad más uno no es lo que Netanyahu quiere, ineludiblemente parecería que el componente principal de la nueva coalición será este nuevo partido que se llama Yesh Atid, que quiere decir "Hay futuro", encabezado por este experiodista Yair Lapid. Y aunque Netanyahu tiene más votos que él, 31 escaños tiene el partido Netanyahu unido con el del excanciller [Avigdor] Lieberman, y 19 tiene este partido Yesh Atid, la sensación es –y lo comentan todos los analistas israelíes– que quien va a determinar el rostro del nuevo Gobierno será de hecho Yair Lapid. Él es clave en una futura coalición y quizás puede, según las alternativas que se le presenten, vetar a tal o cual. Aunque, por supuesto, la proclamación formal pública siempre es "no descartamos a nadie, lo que importa son los principios en base a los cuales".

AA – Ana, ¿algún punto más que te parezca que vale la pena destacar para ir cerrando?

AJ – Sí, quizás suena medio a frases hechas siempre que hay elecciones en países democráticos, pero creo que precisamente en un país con una discusión tan aguda, siempre muy fuerte, no está de más recordarlo, que en medio de las discrepancias tan fuertes y de los problemas que seguramente darán mucho que hablar y muchos dolores de cabeza a los políticos todos, fue realmente una sensación de una fiesta democrática muy grande.

Yo fui a diferentes lugares, más que nada a escuelas de Jerusalén que son convertidas siempre en las elecciones en sitios donde se colocan urnas, y veías familias enteras con los niños a cuestas llegando a votar, religiosos, laicos en otras zonas, los ciudadanos árabes tanto musulmanes como cristianos, drusos y circasianos, en fin, un mosaico realmente muy dinámico, la gente sintiendo que puede influir. Hubo una campaña impresionante por los medios para exhortar a la votación, a que no sea indiferente, a que salga a votar.

Yo hablé ayer con una chica de 18 años que me decía que votó por primera vez y que se sentía como casi ofendida cuando se habla de los jóvenes como indiferentes, que les importa solo salir a bailar, decía "a mí ni atada me dejan en casa, yo tengo que salir a votar". Y al parecer eso sintieron también ciudadanos árabes cuyo índice de participación en las últimas elecciones iba bajando por un cúmulo de factores, solo una minoría ideológicos, muchos desconfianza en que se pueda cambiar algo para sus intereses, o que sus diputados representen sus necesidades y no solamente el tema palestino. Pero contrariamente a esa tendencia ayer fueron numerosos y el hecho es que lograron pasar de 11 a 12 escaños en el Parlamento.

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