Entrevistas

Politólogo Jorge Lanzaro: Venezuela sin Chávez tiene la "oportunidad" de construir "una estructura partidaria más asentada"

Politólogo Jorge Lanzaro: Venezuela sin Chávez tiene la "oportunidad" de construir "una estructura partidaria más asentada"

¿Cómo serán Venezuela y América Latina después de la muerte de Hugo Chávez? ¿Qué puede esperarse para las próximas semanas, con las inminentes elecciones para elegir al sucesor al frente del gobierno venezolano? Para analizar más a fondo estos temas, En Perspectiva entrevistó al politólogo Jorge Lanzaro, quien explicó que la muerte de Chávez "abre un período de incertidumbre" tanto para Venezuela como para la región. El fuerte componente personalista de su gobierno hace que sea "muy difícil" para el chavismo elegir un reemplazo, pero al mismo tiempo se abre, a juicio de Lanzaro, una "oportunidad" para que Venezuela empiece a encaminarse "hacia un tipo de competencia con agrupamientos partidarios un poco más consistentes que los que Chávez había construido" y una estructura política "más asentada y competitiva". Tanto el chavismo como la oposición "necesitan tiempo y paz", pero tienen el desafío de construir articulaciones políticas más sólidas para poder "sobrevivir bien".


(emitido a las 8.55 Hs.)

EMILIANO COTELO:
La muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, genera una cantidad de incógnitas, pero quizás la que provoque mayor debate sea esta: ¿cómo serán Venezuela y América Latina de ahora en adelante?

El 9 de diciembre pasado, dos días antes de someterse a una nueva intervención quirúrgica en La Habana para tratarse el cáncer que padecía, Chávez aparecía por última vez ante las cámaras y en cadena de radio y televisión, y designaba a quien entendía que era su sucesor:

"Si algo ocurriera que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no solo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, el período, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total es que en ese escenario, que obligaría a convocar, como manda la Constitución, de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Se lo pido desde mi corazón. Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si es que yo no pudiera –Dios sabe lo que hace– continuar, con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, que con su don de gentes, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional se ha ganado, con su liderazgo al frente de la Presidencia de la República dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta patria."

Anoche el canciller Elías Jaua anunció que efectivamente Nicolás Maduro, vicepresidente, toma posesión del cargo de presidente y se encargará, entre otras cosas, de convocar a elecciones en los próximos 30 días.

Pero ¿cómo será la sucesión de Chávez? ¿Qué puede esperarse para las próximas jornadas, para las próximas semanas? Y además, ¿qué perspectivas hay para la relación futura de los demás países de América Latina con Venezuela sin Chávez en el poder?

Vamos a charlarlo con el politólogo Jorge Lanzaro, coordinador del Doctorado de Ciencia Política en el Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

¿Cuáles son tus impresiones sobre el escenario que se abre ahora?

JORGE LANZARO:
Yo no soy un experto en Venezuela. Simplemente he estado atento a su evolución y a su lugar en el concierto de América Latina, y más particularmente en el concierto de las izquierdas latinoamericanas, que es donde tiene su sitio por la inclinación y la orientación tan fuertes de Chávez. Y porque de hecho fue el primer país que pasó a tener un gobierno de izquierda en el contexto de América Latina, en algo que yo he llamado la "tercera ola de las izquierdas", que tiene que ver con el acceso de gobiernos y presidentes de izquierda, de centroizquierda por vías electorales pacíficas y no por vía de revoluciones o intentos de revolución exitosos o fallidos como las experiencias de los años 60 después de la Revolución cubana, a la que siguió un reguero de intentos de ese tipo.

EC - Quizás ahí está una de las diferencias importantes entre Venezuela y Cuba, países entre los cuales ha habido tanta afinidad y una sociedad tan fuerte en los últimos años. En Venezuela hay elecciones periódicamente.

JL - En el caso de Chávez, una lluvia de elecciones. Desde el 98, cuando fue su elección para el inicio del gobierno del 99, hasta la última elección del año pasado, ha pasado por instancias de elección, de referendo constitucional, de referendo convocatorio, una figura que existe en la Constitución venezolana a instancias del propio Chávez. Se puede solicitar la revocación del gobernante, la revocación del mandato del presidente, y esto es sometido a un referendo popular, que también ganó. De todas las instancias de elección ciudadana por las que pasó, que fueron muchas –andan en el orden de la decena–, solo en una tuvo un revés, que fue cuando intentó introducir en la Constitución la cláusula de reelección indefinida, que lo consagraba como gobernante más o menos eterno de Venezuela. Fuera de eso, ha sido un gimnasta, un atleta de las jornadas electorales.

EC - Se puede discutir la profundidad de la democracia venezolana, sobre todo teniendo en cuenta, por ejemplo, la enorme influencia que el gobierno ejerce en la sociedad y en cada uno de los actos electorales, el conflicto permanente con los medios de comunicación, etcétera. Pero que ha habido votaciones y que en ellas Chávez ha ganado es indiscutible.

JL - Es indudable. Incluso varias de ellas, sobre todo últimamente, con observadores favorables al régimen, pero también observadores que miraban. Esto se enmarca en un tema ya no de democracia electoral, que uno podría decir que está perfectamente establecida en el caso venezolano, sino de calidad de la democracia. Algunos hablan para el caso de Venezuela de "autoritarismo electoral", lo que parece una especie de contradicción en los términos, pero que es elocuente o indica el sentido que tiene el tipo de gobierno que se ha instalado en Venezuela, un gobierno elegido pero que desde el punto de vista de la dinámica de gobierno, de las relaciones institucionales, no cumple con otras condiciones deseables en una democracia representativa establecida. Es decir, una gran concentración de poderes, en el nivel presidencial particularmente, un desequilibrio formidable con los otros poderes del Estado, que ya ni apariencia de poderes tienen –el Legislativo y el Judicial–, un dominio muy fuerte del aparato del Estado. Curiosamente en las épocas anteriores y sobre todo durante el período largo de predominio de Acción Democrática...

EC - ...Tú te refieres al partido Acción Democrática.

JL - El partido Acción Democrática, que era uno de los partidos grandes venezolanos junto con el Copei (Comité de Organización Política Electoral Independiente), la democracia cristiana, y que terminó con la catástrofe que el propio Carlos Andrés Pérez condujo y precipitó. Acción Democrática era un partido muy fuertemente calcado sobre el Estado, asentado en el Estado, producido sobre la base de la acción estatal relativamente prolongada. Y algo de eso se ha dado en el caso de los gobiernos de Chávez, con la peculiaridad de que a veces ha tenido que lidiar con el propio Estado heredado, el Estado Adeco, como lo llaman, el Estado construido y manejado por Acción Democrática y por la gente que estaba allí instalada. Para ser eso ha tenido que hacer nuevas instituciones, bypasses institucionales, nuevas construcciones, como pasó con otras instancias, como por ejemplo la central de trabajadores.

Acción Democrática (un partido de perfil que incluso llamaban socialdemócrata) tenía una fuerte presencia en una central de trabajadores que se volvió contra Chávez, que incluso participó en el golpe de Estado contra Chávez en su momento. También allí Chávez intentó construir una central de trabajadores adepta, y de hecho en Venezuela hay una dualidad permanente a nivel sindical que vuelve locos a los organismos internacionales, incluso a las propias redes de la izquierda en América Latina, que tienen que lidiar con dos sindicalismos, uno pro y uno anti.

Para terminar y llegar a un punto que me parece central: lo que corona esto es la ausencia de un sistema de partidos, no hay sistema de partidos y no hay un sistema de equilibrios con una oposición competitiva eficiente, en parte por culpa de la propia oposición, que demoró mucho en aprestarse a ser competitiva en los términos en que pudo serlo un poco mejor en la última elección.

EC - Recordemos que (en 2005) hubo una elección parlamentaria en la que la oposición no intervino, directamente se abstuvo y dejó el Congreso cien por ciento en manos del oficialismo.

JL - La oposición jugó al golpe de Estado, jugó a la revocación de Chávez, jugó al abstencionismo y dejó la Asamblea –que por lo demás es la única, es una cámara única– en manos del chavismo. Y la Asamblea delegó poderes extraordinarios en la figura de Chávez, prácticamente declinó sus competencias para que Chávez hiciera y deshiciera a piacere.

Ahora, como es obvio y se ha dicho una y otra vez desde antes de que se conociera el fallecimiento de Chávez, cuando estaba en el horizonte y sobre todo ahora, se abre un período de incertidumbre, de interrogantes. No sabemos muy bien qué es lo que va a pasar, algunas señales ya han aparecido, pero es un poco pronto para ver cómo se ordena la caballada. De todas maneras, parecería que hay en cierto modo, curiosamente, una estructura de oportunidad para Venezuela, que no se va a resolver a corto plazo, pero que podría empezar a encaminarse hacia un tipo de competencia con agrupamientos partidarios un poco más consistentes. Curiosamente, del lado del chavismo y del lado de la oposición, de los lados, necesitan tiempo, necesitan paz y necesitan construir articulaciones de tipo partidario un poco más consistentes que las que el propio Chávez había construido o que la oposición ha podido armar, para sobrevivir bien.

EC - ...En Venezuela el sistema de partidos estaba reconstruyéndose...

JL - ...Tanto como reconstruyéndose todavía no.

EC - ¿Ni siquiera reconstruyéndose?

JL - Se destrozó el sistema de partidos que hubo desde 1958 hasta la crisis, previo incluso a la llegada de Chávez al poder el sistema de partidos se desplomó. Durante un tiempo Chávez organizó agrupamientos de sus partidarios de distinta índole, pero no un verdadero partido, porque en realidad él se movilizaba y movilizaba masas a partir de sus desplazamientos personales, de la estructura del Estado, de alguna manera de la intervención militar o de las misiones, en fin, de una serie de instrumentos, pero no necesariamente de partidos políticos más o menos consistentes y armados. Salvo ahora, últimamente, que ha empezado a tener un poco de existencia el Partido Socialista Unificado de Venezuela, que es el último invento de Chávez, después de ocho o diez inventos.

EC - La huella es el liderazgo personal, eso es lo que ha caracterizado hasta ahora al chavismo, todo giraba en torno a su líder.

JL - Totalmente. Eso hace que del lado del chavismo su reemplazo sea muy difícil, como en cualquier caso de fuerte liderazgo, pero sobre todo de liderazgos tan personalizados, tan concentrados y tan de hecho casi místicos como se ha ido pronunciando en los últimos tiempos –a medida que avanzaba la enfermedad, tenía un componente religioso–. Para el chavismo se plantea seriamente el problema de articular la sucesión –lo cual parecería que está encaminado–, de articular bien la competencia interna entre distintos sectores, una colcha de retazos, sectores con distintas orientaciones, con distintos apoyos políticos. Allí aparece una cierta contraposición entre [el presidente de la Asamblea Nacional] Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, pero hay otras tendencias. Hasta ahora parecería que eso ha sido así en parte porque el propio Chávez dictó ese testamento tan claro en vida y en parte porque, según lo que algunas informaciones indican, Maduro, a pesar de su verba muy encendida en el día de ayer y en los últimos acontecimientos, es un hombre más componedor y en cierto modo más moderado que lo que podría ser el propio Cabello.

Parece que hay ahí esa oportunidad o esa necesidad de que del lado del chavismo se afirme y se construya una estructura partidaria más asentada y más competitiva. Y ni hablar que ese es también el desafío de la oposición, que ha ido dando sus primeros pasos a nivel nacional. A nivel de las provincias y de los estados, de los gobernadores, no le fue nada bien, entonces tiene que articular también eso a nivel nacional, replicando en cada una de las provincias, con esa desventaja de que el gobierno tiene los recursos institucionales, los recursos políticos, los recursos armados, la capacidad de distribución de bienes, el control de la renta petrolera, que es la clave de vida de Venezuela. Una Venezuela que está sentada en el petróleo, que es un Estado petrolero, una República petrolera, y de hecho un país comprador, una economía compradora, que cambia petróleo por agua Salus.

EC - ¿Cómo juega en todo este tablero ese clima que se percibe en la sociedad venezolana de un enfrentamiento muy fuerte entre esas dos grandes corrientes, una polarización en la población?

JL - Una polarización fuerte.

EC - ¿Qué riesgos hay de violencia, de enfrentamientos?

JL - Me da la impresión de que Maduro podría haber jugado un papel, y todavía puede, vamos a ver qué va a pasar de aquí a las elecciones, hay que ver la fecha de las elecciones y qué tiempo hay. Pero va a ser breve, va a ser lo más rápido posible, porque Maduro tiene que jugar con este capital del "luto activo", como han dicho por ahí, de tener la figura de Chávez respaldando su candidatura y mostrarse como un sucesor competente y realmente como el heredero. Parecería que en la primera de cambio ha optado por una táctica muy parecida a la del peor Chávez, el Chávez "arrinconador de la oposición", como le llamaban, arrinconando a la oposición, destratándola, tratándola de vendepatria. Hay que ver si eso es una cuestión rentable y efectiva y es la línea que se va a seguir a corto plazo para consagrar la figura de Maduro en la presidencia.

Del lado de [Henrique] Capriles parece haber una tónica bastante distinta, de no excitar la polarización, incluso de no aprovecharse de la situación de enfermedad de Chávez –lo cual podría haber sido hasta contraproducente–, de tener un tono más componedor y medido y presentarse como una figura de moderación.

Esto en cierto modo es un esquema típico que se ha repetido en otros países. Por ejemplo, la Alianza Argentina, que en mala hora llevó a De la Rúa al gobierno, se presentaba frente al menemismo como la apuesta por un "país normal", por un "país moderado" –era casi el lema de la Alianza–, que la Argentina sea un país normal y no un país con una serie de rasgos del menemismo que lo hacían muy polarizado, muy reactivo, muy incitante. Esto vuelve a pasar en Argentina y en otros países donde los liderazgos son muy fuertes, muy personalistas, muy movilizadores, muy provocativos, muy reactivos, muy erizantes. Habrá que esperar unos días para ver si la campaña electoral venezolana se tiende en torno a estas dos líneas o si en la campaña de Maduro se ven algunos signos de tender algunos puentes, no necesariamente hacia la oposición o hacia Estados Unidos, pero sí hacia sectores medios y altos o incluso hacia sectores populares venezolanos que pueden no ser de la fidelidad mayor al chavismo.

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EC - Para terminar, una pregunta que daría para toda otra charla, pero para tener al menos un enfoque breve al respecto: el impacto de la muerte de Chávez en América Latina

JL - No es fácil medirlo. De todas maneras, lo que parece que está habiendo en el contexto de América Latina son dos líneas que no siempre van juntas, que a veces se cruzan, incluso con los mismos protagonistas: lo que tiene que ver con los alineamientos político-ideológicos, que da lugar a una serie de instancias, de reuniones, de convocatorias, en donde Chávez tenía su mejor escenario, y lo que tiene que ver con las integraciones económicas, comerciales, los intercambios. Estas dos líneas, que en algún momento se pudo pensar que iban a ir juntas, cuando aparecieron tantos gobiernos de izquierda en América Latina o en episodios como el de la entrada de Venezuela al Mercosur luego de la suspensión de Paraguay parece que no son exactamente las mismas, que las complicaciones económicas y sobre todo el comercio exterior, las amenazas que surgen del lado del Pacífico o del lado de la relación con Europa y con Estados Unidos obligan a los gobiernos a moverse con más pragmatismo y menos ideología.

De todas maneras sigue habiendo un circuito más político y más ideológico en el que Chávez no logró ser algo así como el heredero de Fidel Castro, el "papa" de la izquierda latinoamericana, pero sí logró un lugar fuerte que tenía que compartir con [Luiz Inácio] Lula [da Silva], con quien también tenía que competir de alguna manera. Lula tuvo la inteligencia de más bien traerse a Chávez hacia dentro, no de competir abiertamente, sino de arrimarlo, de arrimarse, no de aislarlo, esa es una línea que Brasil ha seguido permanentemente.

Hay también una parte folclórica muy adornada incluso por el tipo de leguaje florido y de telenovela venezolana que ejercía muy bien Chávez, que tiene seguidores en Uruguay –en Argentina ni hablar, Cristina Kirchner acaba de declarar luto por tres días– y en otros países, pero que no se traduce necesariamente en un liderazgo que lleve a calcar fórmulas como las que Chávez aplicaba ni en los alineamientos, realineamientos y nuevas pruebas a nivel de los circuitos económicos y comerciales internacionales; esto es una cuestión que sería bueno tratar con expertos. Este es un punto muy serio para el Uruguay, que ha jugado la carta de la política por encima de lo jurídico con el episodio de la entrada de Venezuela por la ventana al Mercosur, pero al mismo tiempo el propio presidente Mujica ha estado alertando acerca de los déficits del Mercosur como tal, la relación con los vecinos, la necesidad de golpear otras puertas y de abrir otros canales. El Mercosur está muy retrasado con respecto a otros conjuntos, a otras áreas de América Latina, la del Pacífico por ejemplo, que se está moviendo o se ha movido con otros aplomos y otra diligencia en el mundo del comercio internacional.

Entonces se van a cruzar estas dos líneas, se van a seguir cruzando permanentemente. También para Venezuela se abren problemas económicos que ya el propio Maduro ha presentado.

EC - Sí, por ejemplo con la devaluación.

JL - Con la devaluación, con la necesidad de una moderación fiscal, una serie de elementos que tienen que ver con una economía complicada, que ha reposado mucho en la renta petrolera y no se ha desarrollado en otros términos o lo ha hecho mediante algunos mecanismos que no son especialmente eficientes, como la "boliburguesía", esta burguesía compradora, desfachatada, ostentosa, casi grosera, que sigue existiendo en Venezuela como en las épocas anteriores en pleno socialismo del siglo XXI.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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Foto: archivo