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El avance del proceso de paz con las FARC en Colombia y la importancia decisiva que Uruguay puede tener en él

Contacto con Laura Gil, politóloga uruguaya residente en Bogotá.


(emitido a las 7.46 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Según el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, a su país le llegó la hora de la segunda independencia.

"Debemos independizarnos para siempre de la violencia, que ha sido más regla que excepción durante nuestra vida republicana, construyendo una paz definitiva, una paz que nos dé la certeza de que para las próximas generaciones el conflicto armado interno no será más que una pesadilla del pasado, que solo lo encuentren en los libros de historia".

En esos términos tan categóricos, Santos defendió los diálogos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que el gobierno viene desarrollando desde hace meses en La Habana, Cuba. "Hay quienes parecen preferir más años de conflicto, más años de dolor y muerte, a la posibilidad de paz. El yugo de la pobreza y la miseria es la peor esclavitud", agregó el mandatario colombiano durante un acto público celebrado este miércoles.

Aunque no lo parezca, ese proceso de paz tiene un punto de contacto fuerte con nuestro país. Ocurre que el presidente José Mujica ha ido involucrándose cada vez más en aquellas gestiones. Ya hace meses dijo que el fin del conflicto colombiano debe ser causa común de todo el continente. Después propuso el nombre del presidente Santos para el premio Nobel de la Paz; más tarde, en ocasión de su visita al papa Francisco en el Vaticano, Mujica le pidió al pontífice que la Iglesia Católica colaborara con las conversaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla; y hace pocos días, durante su estadía en La Habana, el mandatario uruguayo se entrevistó con Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, y con Seuxis Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, dos dirigentes de la guerrilla colombiana que están participando en los diálogos de paz.

Por eso mismo, porque es un asunto importante para América Latina y porque Uruguay está jugando su papel, nos interesa poner al día esta situación. ¿Qué novedades hay dentro de Colombia?, ¿cómo analizan allí los pasos que Mujica ha estado dando en este tema? Vamos a conversarlo con Laura Gil, politóloga uruguaya radicada en Bogotá, con quien ya hemos charlado en otras ocasiones.

En primer lugar, ¿podrías hacer un resumen de cómo vienen las conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC?

LAURA GIL:
Vienen relativamente bien, diría que con el vaso medio lleno o medio vacío dependiendo de en qué sector político uno se ubica. La agenda con las FARC por primera vez es una agenda razonable que tiene cinco puntos que pueden ser negociados en un término relativamente corto de tiempo, es decir, en unos años, y se ha logrado un primer acuerdo que no se ha hecho público. Nunca se había logrado un acuerdo con las FARC, esta es la primera vez. Entonces, dentro del pesimismo u optimismo moderado que hay aquí en Colombia eso hay que señalarlo como un éxito.

EC – ¿Cuáles son, en síntesis, los cinco puntos?, vamos a recordarlos.

LG – Tema agrario, participación en política, desmovilización, derechos de las víctimas –y ahí es donde se puede desarmar todo– y cómo serían presentados esos acuerdos. Realmente el punto clave aquí es el mecanismo de justicia transicional que se vaya a elegir. El país está muy dispuesto al proceso de paz, pero no estoy tan segura de cuánto estarían dispuestos a sacrificar en términos de beneficios jurídicos para las FARC. Ahí está el punto: si las FARC no están dispuestas a reconocer a sus víctimas, y han tenido un lenguaje muy duro de no reconocimiento de las víctimas, se puede caer el acuerdo de paz.

EC – ¿Cómo viene cumpliéndose el cronograma? Por decirlo de otra forma: ¿a qué altura de las negociaciones se está?

LG – Pasaron el primer punto, lograron el acuerdo en el tema agrario, y están ahora en participación en política. Pero se prevé que el tema de participación en política, que es más bien las reglas de juego de los partidos minoritarios, no va a tener mucha controversia. Se espera que se salga relativamente pronto.

EC – Y por lo tanto, ¿cómo seguiría luego la cosa?, es decir, ¿de qué plazos estamos hablando?, ¿con qué horizonte se manejan este tipo de contactos?

LG – El presidente Santos quería un proceso de paz exprés. Los diálogos oficiales comenzaron hace un año, los informales empezaron desde antes de que el presidente Santos ganara las elecciones. El presidente Santos quería sacar esto rápido, a toda costa, para poder entrar a una campaña electoral de reelección sin que el tema de paz fuera el principal. Eso, claro está, va a ser absolutamente imposible, porque un país que lleva casi 50 años en guerra no negocia la paz en 12 meses. Estamos hablando, pienso yo, de dos o tres años de conversaciones.

EC – O sea que todavía falta bastante.

LG – Uno o dos años más.

EC – ¿Y tu impresión es que este es un proceso sólido, que esta vez sí hay más probabilidades que en otras?

LG – Si alguna vez hubo posibilidades es ahora. Estamos frente al proceso de paz con más posibilidades en la historia colombiana, pero eso no quiere decir que estemos del otro lado. Mi sensación, y creo que la de un sector importante de la opinión en Colombia, es que por primera vez hay unas FARC dispuestas a no levantarse de la mesa.

EC – A mí me impresionaron las palabras del presidente Santos en este discurso de mitad de semana por la forma que él elige para definir la importancia de estas conversaciones: dice que Colombia está en la hora de su "segunda independencia", que en estas tratativas se juega esa segunda independencia. Pero es algo que Santos estaba diciendo entre otras cosas para responder a la oposición, estaba en polémica con la oposición. "No nos hacen mella las estridencias de la oposición. No nos intimidan con sus salidas en falso". ¿Qué está pasando en el tablero político interno de Colombia con respecto a ese proceso de paz?

LG – Eso es muy importante y es muy importante de entender fuera de Colombia, porque es un proceso absolutamente sui generis. Santos llega a la presidencia con los votos de [el expresidente Álvaro] Uribe, o sea, una plataforma de guerra, una propuesta de guerra, de vencer a las FARC; y cuando llega abre el proceso de paz. Tenía 7 millones de votos en sus elecciones y esta gente se le está yendo porque son básicamente seguidores de Uribe, que hizo su campaña, sus ocho años de gobierno, con base al rechazo a la posibilidad de un proceso de paz. Lo que está pasando es que la oposición en este país tiene nombre y apellido y es Álvaro Uribe. Mientras Santos estaba dando el discurso de la segunda independencia, Álvaro Uribe estaba trinando, 89 trinos en contra de Juan Manuel Santos.

EC – Cuando tú hablas de "trinos" hablas de mensajes en Twiter, supongo.

LG – Sí, de tuits.

EC – Así que entonces es el propio Uribe lo que hoy llamamos oposición en Colombia. Uribe, el que fue mentor de Juan Manuel Santos, porque Santos era su ministro estrella, ¿no?

LG – Y su ministro de Defensa estrella. Los golpes más grandes contra las FARC bajo la gestión Uribe se dieron con Santos; la caída de Raúl Reyes, por ejemplo. Y Santos cambia las cartas de juego, y está ‘ensandwichado’ con una cosa muy curiosa: los extremos de la derecha y de la izquierda se juntaron, entonces la extrema izquierda le hace oposición y la extrema derecha también. No está claro que Santos vaya a lograr los votos para una reelección. Lo que sí creo que está claro es que las FARC saben que Santos sí es garantía del diálogo y obviamente el uribismo no.

EC – ¿Y por lo tanto?, quiero decir, ¿el proceso de paz podría quedar inconcluso según el resultado electoral próximo?

LG – Claro está, es lo que está en juego. Aquí el país va a votar en las próximas elecciones en mayo de 2014 sí o no al proceso de paz.

EC – Para ir redondeando esta conversación quiero preguntarte a propósito del factor Mujica. ¿Cómo se han observado desde allí, desde adentro de Colombia, los distintos pasos que el presidente uruguayo ha dado en relación con estas conversaciones de paz?

LG – Han sido muy bien recibidos por varias razones. Primero, Mujica es un hombre que cuenta con mucho respecto dentro de Colombia y las últimas noticias que han salido de Uruguay le han hecho ganar aún más estatura.

Dos, es un hombre que cuenta con la confianza del gobierno. Se ha dado una coyuntura en la que el presidente Mujica sí puede jugar un rol muy importante, y les cuento cuál es: por un lado ha habido nuevamente muchas fricciones con Venezuela, que es garante en la mesa de La Habana, entonces es muy posible que lo que el gobierno colombiano esté haciendo es buscar una carta de reemplazo en caso de que los venezolanos se retiren de la mesa. Cuando el presidente Santos recibió a [el líder opositor venezolano] Henrique Capriles, [el presidente venezolano] Nicolás Maduro dijo que estaba en juego su presencia en la mesa de La Habana.

Y por otro lado se va a abrir también una negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que es una guerrilla menor, y si se abre esta negociación es casi seguro que Uruguay estará en la mesa. Se habla incluso de que las negociaciones se pudieran llevar a Uruguay.

EC – ¿Esa es una posibilidad que ha llegado a manejarse adentro de Colombia?

LG – Es una posibilidad que se maneja en los círculos de poder de Colombia. Lo cierto es que si hay proceso de paz con las FARC tiene que haberlo con el ELN, que es esta guerrilla que podría tener entre 3.000 y 5.000 guerrilleros y que ha propuesto dos  países: Bolivia y Uruguay. El gobierno le tiene mucha más confianza al presidente Mujica que la que puede tenerle a [el mandatario boliviano] Evo Morales, entonces la posibilidad de Uruguay ahí, yo diría, está primera en la lista.

EC – Es muy interesante que se haya dado esta afinidad Mujica-Santos en esta materia cuando es notorio que ideológicamente las posturas son diferentes, ¿no?

LG – Es verdad, pero también es absolutamente cierto que hay coincidencia en este tema del proceso de paz. Todas las veces que Mujica ha hablado ha sido en apoyo al proceso de paz, y la Casa de Nariño, la casa de gobierno aquí, ve en Mujica un aliado. Por otro lado, la guerrilla también le tiene confianza a Mujica, él se sentó con ellos en La Habana y ellos no se sientan con muchos presidentes; es verdad que quieren reconocimiento internacional, pero no escuchan que les digan cosas duras otros presidentes. Y Mujica sí les habló duro en el sentido de que les pidió que firmaran la paz y que no dieran más vueltas. Eso para el gobierno colombiano es algo muy, muy importante, y lo es para el proceso de paz.

Es sumamente interesante cómo un país tan pequeño puede terminar jugando un rol tan importante en la resolución del conflicto colombiano.

EC – Yo he estado haciéndote una serie de preguntas, me gustaría que, en el final, tú, que estás directamente instalada en Colombia desde hace años, que además eres politóloga y por lo tanto sigues muy de cerca estos hechos, nos digas si tienes algo más para agregar que valga la pena para que nuestros oyentes terminen de entender este momento.

LG – Yo les pediría a mis compatriotas que si hubiera una mesa de conversación en Montevideo o en algún otro lugar de Uruguay, o si Uruguay pudiera jugar un rol aquí en Colombia, entendieran lo importante que esto es. Porque Uruguay es uno de esos países en América Latina que no se ve alineado ni con el bloque de izquierda ni con el bloque de derechas y que crea confianza en ambas partes, tanto en el gobierno colombiano como en las FARC. Eso en este momento es una ventaja comparada de Uruguay que se tiene que capitalizar en términos de su política exterior.

EC – ¿Cuántos años hace que vives en Bogotá?

LG – 22 años.

EC – Laura Gil, politóloga compatriota radicada en Colombia. Gracias por acompañarnos esta mañana con estos apuntes de análisis y volvemos a conversar en cualquier momento.

LG – Muchas gracias a ti, llámenme cuando se confirme la participación de Uruguay, ¿les parece?

EC – Claro, ¿te parece que eso está cerca?

LG – Yo creo que sí, que eso está cerca.

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