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Panamá crece y cambia a ritmo de vértigo

Por Emiliano Cotelo.


A fines de agosto estuve en Panamá. No es un destino turístico obvio para los uruguayos en general. Tampoco lo era para mí. Como conté a mi regreso, viajé porque me convenció un amigo que vive allí hace tres años y que insistía en que, además de visitar el Canal de Panamá, valía la pena palpar la evolución que la economía y la sociedad panameñas están atravesando.

En principio era un viaje de descanso. Pero a mí me resultó difícil dejar a un lado el ojo periodístico. Efectivamente, además de los paisajes bonitos (el sol, el mar, las islas, la selva, etc.), me encontré con un país en pleno proceso de cambios profundos.  Resultó apasionante observar todo lo que está ocurriendo en Panamá y también imaginar las perspectivas que se le abren por delante.

Desde que volví tenía pendiente contarles algo de lo que vi y averigüé.
Si les parece, lo charlamos enseguida.


Algunos datos básicos

Panamá es un pequeño país, una faja delgada de tierra que limita al Norte con el mar Caribe, al Sur con el Océano Pacífico, al Este con Colombia y al Oeste con Costa Rica.

Población: 3.500.000 habitantes (poco más que Uruguay).
Superficie: 76.000 km2 (la mitad de Uruguay)
PBI: 36.000 millones de dólares (70% del PBI de Uruguay)
PBI/cápita: US$ 13.090 (el más alto de América Central /89% del de Uruguay, que está en US$ 14.700).

Las actividades principales son los servicios financieros, turísticos y logísticos, que, juntos, representan el 75% del PIB (Producto Interno Bruto).


Muy conectados

A los uruguayos, Panamá, en principio, nos resulta un país lejano.
Sin embargo, con él tenemos un contacto muy fluido: un vuelo diario de Copa Airlines, que además dura apenas 7 horas.  (¿Con cuántos lugares del mundo, más allá de la región, tenemos una conectividad tan fuerte? Sólo con Miami.) Y desde marzo del año próximo esa vinculación será mayor, pasando a dos vuelos diarios Montevideo-Panamá.

Copa Airlines

Allí aparece una de las señas de identidad del "nuevo Panamá": Copa, una compañía aérea que ha crecido rápida y sólidamente, que funciona con una gran eficiencia, que cotiza en la Bolsa de Nueva York desde el año 2005 y que da ganancias importantes año a año.

  • En el primer semestre de 2013 sus ganancias netas fueron US$ 180 millones.
La empresa, que hoy forma parte de Star Alliance, nació en 1947 (como Compañía Panameña de Aviación) pero se llama Copa desde 1998, cuando firmó una alianza estratégica con Continental Airlines e inició una profunda reconversión, incluyendo los primeros aviones Boeing 737-300.

Una de las claves de su éxito: tiene una flota muy joven (la antigüedad promedio es 4 años y 4 meses), compuesta por sólo dos tipos de aviones (Boeing 737 y Embraer 190-R) y eso facilita todo: tanto la compra y la administración de repuestos, como el entrenamiento y la actualización de sus tripulaciones.
  • Algunos datos más de Copa:
          o    Viaja a 66 destinos en 29 países.
          o    Tiene 84 aeronaves.
          o    Su plantilla incluye 5.000 empleados.
En esa plantilla figuran hoy unos 55 pilotos uruguayos, provenientes básicamente de la desaparecida Pluna y de la Fuerza Aérea.


Hub de las Américas


El aeropuerto de Panamá (Tocumen) es, esencialmente, un nudo regional. Le llaman "El Hub de las Américas" y Copa es la gran protagonista de ese movimiento de pasajeros. Nosotros, los uruguayos, procuramos que Montevideo también lo sea, pero las diferencias están a la vista:
  • Nuestro Aeropuerto de Carrasco, recién renovado, tiene 4 mangas telescópicas para la operación de aviones.
  • Tocumen cuenta con 33 (8 veces más) y está en marcha la obra de ampliación, que agregará otras 23 mangas, con lo que el total será de 56 (14 veces más que Carrasco). Cuando culminen esas obras, Tocumen será el aeropuerto más grande de toda Centroamérica.
            o    (En medio de ese despliegue, resulta desconcertante la rusticidad de los baños, que además lucen poco cuidados en su
                  higiene).

Otro dato: el 90% de los pasajeros que pasan por el aeropuerto Tocumen lo hacen en tránsito.


El Canal de Panamá

La idea de Panamá como nudo no es nueva. Viene desde siempre, por lo menos desde el descubrimiento de América y la conquista española.  Ya desde aquella época ese istmo –que tiene un ancho mínimo de 80 km- fue visto como el sitio más apropiado para comunicar el Océano Atlántico con el Océano Pacífico, evitando el otro camino posible, que implicaba bajar hasta el Cabo de Hornos y volver a subir. Después de varios  intentos frustrados, hace 99 años se inauguró el Canal de Panamá, que permite que, pagando un peaje, los barcos pasen de un océano al otro utilizando tres sistemas de esclusas. Vale la pena verlo funcionar. Es un verdadero prodigio de la ingeniería y la logística. El cruce total se hace en nada más que ocho horas. Un barco que va de la costa este de Estados Unidos hacia Japón, si cruza por el Canal de Panamá ahorra unas 3.000 millas en comparación con la ruta marítima más corta; otro que sale de Ecuador en dirección a Europa, ahorra unas 5.000 millas.

La historia es larga pero lo fundamental es que el canal fue construido y financiado por Estados Unidos, a cambio de lo cual Washington obtuvo la propiedad de la obra y de una franja de 8 kilómetros a cada lado de ella. El acuerdo preveía que esas condiciones se mantuvieran a perpetuidad, pero en 1977 los tratados Torrijos-Carter pusieron en marcha una transición que culminó el 31 de diciembre de 1999, cuando volvieron al Estado panameño el canal y toda su zona de influencia, incluyendo toda la infraestructura de uso civil y también la militar que Estados Unidos había construido allí, en lo que, de hecho, era un Estado dentro de otro Estado.

El 1º de enero de 2000 fue una fecha muy importante para Panamá, desde el punto de vista de su soberanía, obviamente, pero también desde el punto de vista económico.
En los 86 años de administración por EEUU, el Estado panameño recibió por el funcionamiento del canal US$ 120 millones; ahora, en los 12 años que han pasado desde que Panamá asumió su administración, ese mismo Estado recibió US$ 7.000 millones.  Ese es dinero que entra de lleno en la economía de Panamá, básicamente en obras, en salarios y en servicios.  Ya hablaremos de eso.
Pero además está en curso la ampliación del canal, con la construcción de nuevas esclusas, más anchas que las actuales. Esa obra es en sí misma un motor de la economía y al mismo tiempo abre nuevos ingresos para el futuro porque por las nuevas esclusas, que se agregarán a las actuales, podrán pasar barcos más grandes. Hoy cruzan barcos que pueden transportar como máximo 8.000 contenedores (TEU); en el segundo canal que se agregará pasarán barcos de 13.000 contenedores.  Esa novedad propicia cambios muy fuertes en el comercio mundial, pero también una nueva línea de facturación para el canal, ya que habrá más tránsito, más ingresos por peajes y, en la zona de las nuevas esclusas, el pago de un peaje 50% mayor (ya que se cobra en función del peso transportado).

El hub es más que el canal

Conviene aclarar que la importancia de Panamá como centro de distribución del comercio mundial no se agota en el tránsito de barcos por el canal. Vale la pena tener en cuenta estos otros elementos:
  • En las dos puntas del canal existen mega-puertos que desarrollan  un movimiento monstruoso: del lado del Pacífico hay dos; en ellos yo conté 25 grúas pórtico (en el puerto de Montevideo por ahora tenemos siete).  Y del lado del Atlántico hay tres de esos mega-puertos (pero además hay otro en construcción).
  • También en las dos puntas, pero en el agua, están fondeados los "bunkers", grandes buques cisterna que, de hecho, son "estaciones de servicio", que suministran combustible a los navíos antes de que realicen su pasaje por el canal. Es un ejemplo, nada más, de la variedad de servicios que Panamá le vende a los barcos que transitan por esa región.
  • Además, uniendo las dos puntas por tierra corre "El Ferrocarril de Panamá", que es anterior al canal, ya que se inauguró en 1855 y cumplió un papel muy importante en la construcción de lo que después sería es la obra principal. Actualmente ese ferrocarril cumple el transporte interoceánico de contenedores, en los casos en que no toda la carga de un buque deba pasar de un lado al otro. (También lleva pasajeros y turistas; el viaje aparece recomendado por National Geographic por los paisajes naturales que permite disfrutar desde un tendido de vías que es casi totalmente elevado).
  • Por otra parte, del lado del Atlántico (o, mejor dicho, el Mar Caribe) está instalada la Zona Libre de Colón, de libre circulación de capitales y mercancías, y sin impuestos.  Es la zona franca más grande de las Américas y la segunda mayor del mundo, después de Hong Kong.  Y algunas fuentes que consulté consideran que incide más que el canal en la dinamización de la economía panameña. Más de 1.600 empresas utilizan las instalaciones y servicios de esta zona franca para importar, almacenar, ensamblar, reempacar y reexportar una amplia gama de productos: aparatos electrónicos, productos químicos, bebidas, tabaco, muebles, ropa, calzado y joyas, entre otros. Otro número revelador: en ese enclave trabajan de manera permanente unas 30.000 persona.
  • Allí mismo, en Colón, hay dos puertos especializados en cruceros que circulan por el Mar Caribe. La otra base de cruceros en la zona es Miami, pero para salir desde allí los pasajeros deben ingresar a Estados Unidos, y, por lo tanto, deben contar con la visa correspondiente. Los puertos de Colón, en Panamá, aprovechan esa circunstancias y ofrecen, como una de sus ventajas, que para embarcar allí no es necesario tramitar aquella otra visa.
  • Y en Colón, también, acaba de inaugurarse a fin de agosto un nuevo aeropuerto internacional, dedicado en principio al transporte de cargas pero también apto para vuelos de tipo chárter para pasajeros.
Finalmente, para completar un panorama de Panamá como nudo regional, hay que agregar el tránsito por tierra. De hecho, este país es el nexo entre América del Sur y América Central, y sobre el Canal de Panamá pasan dos puentes, el Puente de las Américas y el Puente Centenario, por los cuales se lleva y se trae carga que luego se distribuye por tierra, en particular por la Ruta Panamericana, por el canal, por el tren del canal y por avión.

A su vez, ese gran movimiento comercial y de pasajeros que se ha ido intensificando en Panamá en las últimas décadas ha traído de la mano la instalación en su suelo de todo tipo de empresas del exterior.  La Zona Libre de Colón ha hecho una contribución relevante en esa materia, ya que muchas firmas que se afincaron primero allí para desarrollar sus redes de distribución a otros países, luego dieron un paso más y abrieron sus oficinas en territorio no franco. Eso fue, por ejemplo, lo que ocurrió con numerosos bancos del exterior. Así, entre otras cosas, Panamá se ha ido consolidando como una plaza financiera que juega un papel muy fuerte a nivel regional y mundial.
Por supuesto que en este último terreno existe, en particular, una línea de negocios muy discutida, la que se basa en la condición de Panamá como "paraíso fiscal", una operativa que en el mundo se encuentra en retroceso debido a las presiones que en los últimos años vienen ejerciendo los países desarrollados, en especial a partir de las gestiones de la OCDE (a las que Uruguay también ha debido adaptarse).

Y, por último, el flujo comercial y logístico que yo detallaba recién ha impulsado al sector inmobiliario y también al turismo de negocios. En cambio, otras vertientes del turismo (la de playas, naturaleza o historia) vienen más rezagadas pero se perfilan muy bien y el gobierno las promueve con algunas medidas inteligentes. Por ejemplo, cada viajero que llega a Panamá recibe gratuitamente un seguro médico que lo cubre a lo largo de un mes. Por ejemplo, a quien debe pasar por  Panamá en tránsito hacia otro destino, el gobierno y Copa le ofrecen, sin costo, la posibilidad de abrir el pasaje para visitar el país durante algunos días, y le gestionan además descuentos especiales en hoteles y otros servicios.


La economía a full

Lo cierto es que la economía panameña viene viviendo ya un largo período caracterizado por una dinámica muy intensa.

Como ya mencioné el PBI está en 36.000 millones de dólares. El año pasado creció 10.8% y para este año se proyecta un 9% adicional.
En los últimos seis años Panamá creció a un ritmo promedio de 8%, una de las tasas más altas de América Latina.
El desempleo está en 4.5%, un guarismo históricamente bajo, que además resulta una marca muy destacada en la comparación con el resto del continente.

¿Cuáles son las causas de ese dinamismo? Hay varias: el pasaje del canal a manos del Estado panameño, las obras de ampliación del canal, el crecimiento del comercio mundial, el movimiento aéreo cada vez mayor a nivel internacional,  la consolidación del Aeropuerto de Tocumen como hub regional y la globalización en general.

Otra razón es la estabilidad macroeconómica que caracteriza a Panamá. La moneda es el dólar, no hay Banco Central y eso ha influido para que el país no tuviese que enfrentar recesiones significativas ni siquiera en períodos de crisis internacionales.  La deuda pública de Panamá ostenta desde hace años el grado inversor según las principales agencias calificadoras de riesgo. La inflación no ha pasado históricamente del 4% , y a lo largo de varias décadas se ha mantenido incluso por debajo del 1%.

(Agrego al pasar que los precios en Panamá resultan, en general, baratos. Los motivos son varios pero el sistema tributario pone lo suyo; un ejemplo, el IVA es de 7%.)

Y, para completar un panorama de factores que empujan o han empujado a la economía panameña  podría agregar algunas situaciones geopolíticas puntuales que han ido jugando en determinados momentos. Por ejemplo, varios empresarios venezolanos disconformes con la revolución encabezada por Hugo Chávez han trasladado sus negocios a Panamá. Algo similar ocurrió hace unos años con empresarios colombianos que emigraban a Panamá para escapar de los secuestros y la inseguridad, tanto de las guerrillas como de las bandas de narcotraficantes.


Obras por doquier

Todas esas razones y otras se han sumado para que Panamá haya cambiado mucho en lo que va de este siglo XXI.  Y siga cambiando.

Esta era mi primera vez en Panamá, pero lo que me encontré está muy lejos de lo que imaginaba. Incluso está lejos de lo que me habían contado quienes sí habían viajado antes allí. Es que la suma de transformaciones es realmente vertiginosa, tanto en la obra pública como en la obra de origen privado.

Les propongo repasar algunos ejemplos.
  • Inversiones privadas
                  •   Altas torres de apartamentos y oficinas, en muchos casos de alto valor.
                             o    El Hotel Waldorf Astoria, el primero de esa marca legendaria construido en América Latina.
                             o    La Trump Tower, también impulsada desde Estados Unidos, en este caso por Donald Trump, todo un personaje
                                   del negocio inmobiliario.
                             o    Incluso el arquitecto uruguayo Carlos Ott fue contratado para diseñar un proyecto que está en construcción en
                                   este momento: El Hotel Las Américas Golden Tower, en el barrio Paitilla
                  •   Nuevas urbanizaciones, que conjugan altas torres (estilo Miami o Punta del Este) con barrios cerrados pero de casas y
                      centros comerciales. Ese es el caso, por ejemplo, de Costa del Este, que se implantó sobre la orilla del Pacífico, en una
                      zona que antes era el basurero de la capital panameña
                  •   Varios shopping centers, algunos de ellos de dimensiones extraordinarias.

  •  Inversiones del Estado:
                   •   Carreteras.
                   •   Autopistas.
                   •   Viaductos y tréboles de distribución del tránsito.
                   •   En particular eso se ve en la propia capital, ciudad de Panamá, que está en obras a diestra y siniestra.
                             o    Allí, por ejemplo, se prepara un nuevo Centro de Convenciones, en la zona de Amador.
                             o    Hace poco se inauguró en la Avenida Balboa la nueva "Cinta costera", que nosotros llamaríamos "rambla" pero que, a diferencia de la
                                   nuestra, incluye un desarrollo importante de parques y jardines.
                             o    Y hoy está trabajándose en una obra original también y polémica: la prolongación de la Cinta de la Costa en la
                                   zona del casco antiguo. Como ese barrio es patrimonio de la humanidad, la "rambla" no puede ingresar a él, y
                                   por eso se optó por hacerla correr sobre el agua, en una especie de largo puente que rodea a esa punta de la
                                   ciudad vieja. ¿Lo objetará la Unesco? Es una pregunta abierta.
                             o    En el propio casco antiguo se completó recientemente la colocación de adoquines rojos en las calles, con lo cual éstas recuperan lo que fue su estructura original.
                             o    Además se está trabajando en el nuevo sistema saneamiento de la ciudad y la Bahía de Panamá.
                             o    Y se acerca la inauguración de la primera línea del Metro, que, por otra parte, será el primero en toda
                                   Centroamérica.

Llama la atención la cantidad de obras públicas y la velocidad con la que se resuelven a nivel político, se licitan y se empiezan a ejecutar.
Es notable, en especial, cuántos proyectos logran ser lanzados e inaugurados en un mismo período del gobierno. Obviamente, la disponibilidad de fondos ayuda, pero con eso no alcanza; debe haber también algunos secretos en el marco jurídico- administrativo que se me escapan.
El actual presidente, Ricardo Martinelli, un hombre que llegó a la política desde la actividad empresarial, se jacta del dinamismo que caracteriza su gestión y cada tanto publica unos grandes avisos de prensa titulados: "Panamá: Más en 4 años que en 40".


Algunos asuntos pendientes

Pese a todas estas obras, los analistas coinciden en que todavía queda mucho por hacer en materia de infraestructura: En cuanto a la red vial y también en otros rubros, por ejemplo el tendido de nuevas líneas de distribución de agua potable y la reparación, mejora y mantenimiento de las que ya existen.

Un capítulo aparte es la agenda pendiente en materia social, educativa y cultural.
Es cierto que habido mejoras. La pobreza bajó de 38,6% a 25,8%, pero, como ustedes ven, se encuentra aún muy por encima de la cifra de Uruguay (que el año pasado fue de 12,4%).

Para terminar, tres apuntes reveladores de lo que ocurre a nivel cultural. En la ciudad de Panamá cuesta encontrar kioskos donde comprar diarios o revistas, nacionales y del exterior. También son muy pocas las librerías y las que existen ofrecen una variedad muy limitada de títulos de calidad. Y la actividad teatral se muestra francamente escasa.

***

(*) Aclaración de Emiliano Cotelo: Este informe fue elaborado a partir de la información que recogí en mi reciente viaje a Panamá, complementada con reportes publicados por Uruguay XXI y el sitio web del gobierno de Panamá. Además, resultaron muy provechosas las conversaciones que mantuve con mi amigo Fernando Zas, que fuera mi anfitrión durante la visita, la embajadora de Panamá en Montevideo, Digna Donado, y el embajador de Uruguay en Panamá, Francisco Purificatti.