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Nuevos documentos que denuncian el espionaje masivo de Estados Unidos a Francia complican las relaciones entre ambos países

Contacto con Rafael Mandressi, corresponsal de En Perspectiva en París.


(emitido a las 8.37 Hs.)

EMILIANO COTELO:
"El espionaje de Estados Unidos a Francia es a la vez una cuestión nacional y europea."

Así lo planteó ayer el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, para justificar que este asunto sea abordado por los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE).

"La información que hemos recibido es particularmente impactante, no entendemos por qué escuchar conversaciones privadas a tal escala. No podemos permanecer en esta situación que socava la libertad",
dijo el primer ministro francés desde Copenhague, donde estaba cuando tomó contacto con la noticia.

Este lunes el periódico Le Monde publicó nuevos documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus iniciales en inglés) que denuncian la práctica de espionaje masivo de Estados Unidos a Francia. Por ejemplo, en solo 30 días, entre fines de 2012 y comienzos de 2013, la NSA interceptó más 70 millones de comunicaciones según los datos que suministró el exagente de inteligencia Edward Snowden. Los objetivos de estas grabaciones habrían sido tanto personas sospechosas de actividades terroristas como actores del mundo empresarial, político y diplomático.

Estas nuevas evidencias sobre el alcance del espionaje estadounidense dieron pie a una llamada telefónica entre el presidente francés, François Hollande, y su par estadounidense Barack Obama. El mandatario estadounidense le aseguró personalmente a Hollande: "Estados Unidos ha comenzado a revisar la manera en la que se recopila información de inteligencia, de modo que se equilibren las legítimas preocupaciones de seguridad de nuestros ciudadanos y aliados con las de privacidad, compartidas por todos".

A su vez el tema fue tratado en una reunión que mantuvieron en París un par de autoridades, el jefe de la diplomacia de Francia, Laurent Fabius, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry.

Vamos a analizar este tema conversando con Rafael Mandressi, nuestro corresponsal en París.

El gobierno francés recordó que su país ya había reaccionado enérgicamente cuando salieron a la luz las primeras revelaciones de Snowden, ¿cómo cayeron ahora estas nuevas denuncias?

RAFAEL MANDRESSI:
Cayeron mal, pero de todas maneras la reacción francesa fue menos enérgica que la del gobierno alemán o el brasileño en su momento. Ahora estas revelaciones específicas que afectan al caso francés llevan a una nueva protesta y a las declaraciones que mencionabas recién. De todos modos no aparecen públicamente como una protesta tan enérgica como la que podía haberse esperado y como la que hubo en su momento de otros gobiernos, insisto.

EC – ¿Cómo se evalúa en Francia la respuesta que se obtuvo hasta el momento de Estados Unidos?

RM – Como un chiste, por dos razones, en primer lugar porque las respuestas de Estados Unidos lo que fundamentalmente intentan hacer es minimizar el incidente, esas son las respuestas oficiales. Oficiosamente lo que se recuerda es que naturalmente Estados Unidos no es el único país que hace este tipo de actividades y que Francia es también uno de los lugares en los que se procede a este tipo de actividades de espionaje. Por otro lado el argumento de la seguridad ha sido rechazado, no por los principales gobernantes pero sí por otros dirigentes políticos, en la medida en que estas últimas revelaciones dan cuenta de que el grueso del espionaje está concentrado en temas económicos y comerciales.

EC – Tú dijiste al pasar algo recién: quién está libre de culpa, ¿no? ¿Cómo está Francia?, ¿qué tipo de actividades desarrolla Francia en esta materia?

RM – Las que puede con los medios que tiene a su disposición. La diferencia de Estados Unidos y Francia u otros países radica fundamentalmente en el tamaño del dispositivo, en la cantidad de recursos humanos y materiales, y en particular de presupuesto que está asignado a este tipo de actividades. En el caso francés, por lo menos por los datos conocidos, al espionaje y contraespionaje se dedican anualmente en el presupuesto unos 10.000 millones de euros, en Estados Unidos son siete u ocho veces más. Pero la diferencia entre unos y otros estriba fundamentalmente en lo que cada uno puede hacer con la capacidad financiera y tecnológica de la que dispone.

EC – Entonces, reclamos como estos que ahora está formulando Francia, ¿tienen algún destino, en la medida de que todos de algún modo pisan ese terreno?

RM – Yo creo que son simplemente las protestas formales del caso que cualquier gobierno está obligado a hacer a partir del momento en el que se da publicidad a un evento de esta naturaleza. Cae bastante mal en un momento en el que desde hace un tiempo ya, fundamentalmente desde que asumió el poder François Hollande, las relaciones entre Estados Unidos y Francia se habían acercado mucho, con algunos episodios muy notorios, entre otros el de la eventual intervención que se iba a dar en Siria. Esto complica esa relación que es probablemente la más fluida que ha habido entre los gobiernos respectivos en los últimos 15 ó 20 años. Allí hay una dificultad, pero por lo demás se trata fundamentalmente de protestas formales de las que no puede sustraerse el gobierno pero que darán lugar a alguna explicación pública y el resto correrá por canales reservados sin que probablemente haya modificaciones sustanciales en el fondo del tema.

EC – Sí, yo decía recién que Obama le aseguró a Hollande: "Estados Unidos ha comenzado a revisar la manera en la que se recopila información de inteligencia, de modo que se equilibren las legítimas preocupaciones de seguridad de nuestros ciudadanos y aliados con las de privacidad, compartidas por todos". ¿Qué puede esperarse, qué expectativas cabe depositar a propósito de un compromiso como éste?

RM – Muy pocas en realidad, lo que puede esperarse es que haya un poco más de prolijidad quizás en la manera de salvaguardar la reserva, porque en el fondo el origen del problema está en que se hizo público, de otro modo todo el mundo sabe que cada uno trata de obtener la mayor cantidad de información de los demás para sus propios intereses. La respuesta de Obama hace alusión únicamente al tema de seguridad cuando, insisto, el problema fundamental no está allí porque los propios datos revelados dan cuenta de que no es por combate al terrorismo o a otro tipo de amenazas de esa índole que se da la interceptación de comunicaciones, sino por cuestiones estratégicas de orden económico y comercial. Parece difícil suponer que esto se corte y probablemente tampoco disminuya fundamentalmente, lo que sí va a traer aparejado probablemente de parte de algunos países, en este caso de Francia, un intento por proteger mejor sus comunicaciones. Entre otras, por ejemplo, las comunicaciones que ligan al Ministerio de Relaciones Exteriores con sus embajadas, entre otras en Estados Unidos porque una de las cosas que se supo es que los canales en principio protegidos de comunicación entre las embajadas en Washington y otro tipo de oficinas diplomáticas en Estados Unidos y el ministerio en París habían sido pirateadas por los sistemas estadounidenses.

EC – Lo último, este tema el de la protección de datos, ahora va a estar presente en el Consejo Europeo que tendrá lugar en Bruselas entre jueves y viernes y el presidente francés según anunció le va a pedir a la UE que adopte un reglamento sobre la cuestión de los datos personales. De ahí, de la UE, ¿sí cabe esperar resoluciones o medidas?

RM – Allí sí puede haber algún tipo de medida y ese nivel es el único en el que esas medidas pueden ser relativamente eficaces. Cualquier país europeo independientemente no tiene los medios como parar responder eficazmente frente a Estados Unidos, ni desde el punto de vista reglamentario ni desde el de la relación de fuerzas diplomáticas. Si la UE adopta algún tipo de medida allí podría caber la posibilidad de un equilibrio mayor y por lo tanto quizás algún efecto de una resolución de esa naturaleza. Habrá que ver cuál es la resolución que efectivamente se adopta siempre y cuando los países interesados logren convencer a los demás en adoptar una resolución así. En principio Francia cuenta en esa materia con el apoyo y la alianza tradicional de Alemania, parecería que esos dos países pueden, por el peso relativo que tienen dentro de Europa, hacer avanzar una resolución de ese tipo. De todos modos habrá que esperar hasta que una resolución así se haga pública para ver qué contiene efectivamente, pero si hay alguna efectividad que se pueda esperar de una respuesta, es a ese nivel y no al de los Estados nacionales.

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