Medio Oriente

Egipto abre una nueva etapa con el apoyo a la nueva Constitución de la tercera República promovida por los militares a cargo del Gobierno

Contacto con Susana Mangana, colaboradora de En Perspectiva, experta en asuntos árabes e islámicos.

(emitido a las 7.50 Hs.)

ALEJANDRO ACLE:
El apoyo contundente a la nueva Constitución propuesta por los militares a cargo del Gobierno parece haber abierto una nueva etapa en la convulsionada situación política de Egipto. Las Fuerzas Armadas decidieron avanzar en el plan que trazaron el año pasado después de derrocar al presidente islamista Mohamed Mursi.

El primer paso de esta hoja de ruta supone un aumento de las medidas de represión contra los Hermanos Musulmanes, la cofradía a la que pertenecía el exmandatario, ya que Mursi y varios miembros de esa organización deberán enfrentar nuevas acusaciones ante la Justicia. A la lista se suman otros dirigentes que son críticos con las nuevas autoridades.

¿Qué implica la nueva Constitución? ¿Qué papel se reservan para sí los militares y cómo se espera que evolucione un país cuya situación impacta en todo Medio Oriente? Estamos en comunicación con Susana Mangana, experta en asuntos árabes e islámicos y colaboradora habitual de En Perspectiva.

¿Cómo se pueden leer los resultados de esta consulta popular? Por un lado hubo un apoyo grande pero también baja participación, ¿podés detallarnos un poco eso?

SUSANA MANGANA:
Exactamente, el voto no era obligatorio en este referéndum. Estaban llamados a votar más de 53 millones de egipcios mayores de 18 años -tenemos que excluir a la policía y las Fuerzas Armadas de la votación puesto que no tienen permitido acudir a una elección-. Votaban por la formulación de una nueva Constitución, que de hecho será la Constitución de la tercera república.

Si bien el referéndum obtuvo un rotundo sí, con más del 90% de los votos, hay que lamentar la baja participación en torno al 35% o 36%. Esto se debe sobre todo a que no hubo una campaña por el "no", pero la oposición pidió una abstención. Es decir, hay millones de egipcios que no están de acuerdo con el giro autocrático que se ha encaminado en Egipto tras el golpe de Estado de julio pasado, cuando se derrocó al presidente elegido hacía tan solo un año, Mohamed Mursi. Por lo tanto tenemos que decir que es una baja participación, porque si bien han sido más de 19 millones de egipcios los que han refrendado esta nueva Constitución de la tercera república, estamos dejando fuera a un montón de simpatizantes de los Hermanos Musulmanes y de otros partidos islamistas mucho más ortodoxos en su práctica -mucho más radicales si se quiere en la jerga que utilizamos en occidente- los salafistas por ejemplo, que no tienen interés en que vuelvan a gobernar los militares, que de hecho nunca se fueron.

ROMINA ANDRIOLI:
¿Qué implica la nueva Constitución que se puso a consideración?

SM – Yo estaba fijándome qué artículos nuevos se han aprobado o se van a aprobar en los siguientes días y no hay nada muy novedoso. Se han enmendado algunos de los artículos, se ha mejorado la redacción del texto para contextualizar la situación que vive Egipto, amparando más por ejemplo a las mujeres viudas o a las que son jefas de hogar. Pero hay un dato que me parece interesante y es que otorga mayores derechos a los obreros y también a los discapacitados y a los pescadores, algo que no eran tenidos en cuenta en la Constitución vigente. En Egipto siempre se le ha dado muchísima importancia al campo, es un país eminentemente agrícola, y por lo tanto el campesinado siempre obtuvo mayores derechos que otras capas sociales a partir de la revolución de 1952.

Pero por ejemplo a partir de esta tercera Constitución, o tercera república como le empiezan a llamar ya en la prensa egipcia, la discriminación por motivos religiosos pasa a ser un crimen, y se otorga permisos para construir iglesias. Según entiendo, es una jugada estratégica para captar el voto y el apoyo para el régimen militar, que por otra parte ya lo tiene, de los coptos, los cristianos egipcios seguidores de la tradición ortodoxa griega en aquel país. Los coptos son seguidores de la iglesia de oriente, algunos van a ser católicos pero la mayoría practican el rito greco ortodoxo y son 10 millones en Egipto. Creo que ésta es una manera de que los militares tengan el apoyo de los cristianos que se han visto sometidos a hostigamientos y acoso, pero sobre todo a los ataques virulentos de los seguidores y simpatizantes de los Hermanos Musulmanes tras el golpe de Estado.

AA – ¿Y esta nueva Constitución le da más poder a los militares? ¿Cómo queda la situación del Ejército?

SM – Yo creo que hay que matizarlo, entiendo y concuerdo en principio en que no les da mayor poder, pero ya lo tienen. Egipto es un país militarizado, como tantos otros en Oriente Medio; la revolución de 1952, que logra desbancar a una monarquía títere de la corona británica como fue la del rey Faruq, supuso la instauración de un régimen de alguna manera secular pero gobernado por militares que entendieron que tenían un pacto social con el pueblo: les devolvieron su libertad, su territorio, su soberanía y su independencia, pero tenían que acatar las leyes formuladas por los militares. Eso continuó así hasta 2011 con la revolución egipcia de la plaza Tahrir que derrocó al régimen de [Hosni] Mubarak.

Pero los militares nunca se fueron, durante más de un año y medio gobernaron a través de una Junta Militar en el proceso de transición, se celebraron elecciones y en junio de 2012 se eligió al primer presidente civil de Egipto que un año después fue derrocado. Recordemos que el general Abdel Fatah al Sisi, jefe de las Fuerzas Armadas en Egipto y el hombre que se perfila como el próximo presidente, le dio un ultimátum de 48 horas.

Yo creo que este referéndum no se trataba tanto de aprobar nuevos artículos o de enmendar una Constitución, que por otra parte era bastante avanzada para la región de Oriente Medio, puesto que Egipto es un país de larga tradición legal, tiene muchísimos fiscales y abogados que han ayudado a elaborar las constituciones de Kuwait, de Arabia Saudita o de Emiratos Árabes Unidos. Hoy se trata de obtener el apoyo de la población egipcia al golpe de Estado de julio pasado y de trazar una hoja de ruta donde el pueblo sepa que está apoyando la candidatura del general Al Sisi, que tiene veleidades de ser el próximo Gamal Abdel Nasser, quien quiere ser el próximo presidente de Egipto. Para ello tendrá que renunciar a su cargo militar, pasar a ser un civil, pero en los hechos es lo mismo que hizo Mubarak, es un régimen militar el que continúa gobernando el país.

Por otra parte tenemos que entender que lo que quieren los egipcios hoy -no todos, ya hemos dicho que solo acudieron a votar entre 19 y 20 millones de esos 53, es un número significativo que demuestra que hay muchos que no están de acuerdo con este referéndum- es que vuelva la inversión extranjera directa, el turismo, ganar su sueldo y pagar sus cuentas, enviar a sus hijos a una escuela pública o privada. Lo que quieren es una estabilidad que permita que Egipto remonte vuelo porque la economía y los desafíos económicos son los que están lastrando la salida de Egipto de un pozo negro en el que ha caído desde la revolución de 2011.

AA – ¿Y cómo sigue ahora la hoja de ruta que plantearon los militares? Están previstas, por ejemplo, las elecciones más adelante.

SM – Exactamente, pero la discusión ahora pasa por saber si van a celebrar elecciones parlamentarias o presidenciales. Todo hace sospechar que ahora se pretende elegir a un nuevo presidente antes que al Parlamento. Egipto tiene el Parlamento compuesto por 444 representantes, hasta ahora la mitad de esos asientos estaban reservados para obreros y campesinos, los diputados se eligen por elección popular directa, y después hay diez más que son designados directamente por el presidente. Yo estimo que el presidente en el futuro inmediato de Egipto va a ser el general Al Sisi porque es el hombre fuerte de Egipto hoy y porque la calle le está pidiendo, y esta es una excusa que él va a utilizar a su favor para tomar las riendas del país y estabilizar la ilegalización de todos los partidos con base religiosa. Concretamente esto es un varapalo para los Hermanos Musulmanes, que una vez más se encuentran en la clandestinidad. Qué ironía del destino: habiendo sido elegidos para gobernar en 2012 ahora están otra vez siendo los apestados de un régimen que no permite los partidos de base religiosa.

Esto lo único que puede traer es tensiones que ya están latentes, por eso también sigue habiendo un acoso a los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes. No solo a aquellos que son militantes de la hermandad pueden ir a la cárcel durante cinco años, sino que aquellos que financien o que sean activistas de la causa de los Hermanos Musulmanes también pueden ser acusados de traición al país. Esto realmente es grave y Occidente está haciendo lo mismo que hizo en la década del 90 con Argelia cuando se boicoteó al Frente Islámico de Salvación en la segunda vuelta y no se permitió que ganase las elecciones, lo que desató una guerra civil muy cruenta. Yo no creo que en Egipto vaya a ocurrir una guerra civil, pero eso se debe a que el Ejército ya está cerrando las vías a los Hermanos Musulmanes y a otros partidos islamistas que quisieran recuperar el poder que legítimamente ganaron en las urnas en 2012.

Por lo tanto va a haber tensiones latentes, va a haber un repunte de los atentados islamistas en Egipto. Por otra parte el Ejército es tan poderoso, las instituciones castrenses representan el 40% de la economía egipcia, que hoy se ha ralentizado y no crece más allá de 2%. La inversión extranjera directa durante el período de Gobierno de Mursi, de 2012 o 2013, decayó un 14% con lo cual necesitaron la ayuda de los países ricos del golfo pérsico, las monarquías árabes petroleras, que contribuyeron al régimen militar con más de 8.800 millones de euros.

AA – Está claro que la situación está complicada en Egipto no solo por el lado político sino también por lo económico, ese es uno de los problemas más acuciantes que tiene que enfrentar ahora el Gobierno. ¿Cuánto apoyo internacional tienen los militares que están a cargo del Gobierno en Egipto ahora?

SM – Finalmente estamos en una etapa de gatopardismo, cambiar algo para no cambiar nada. China no tiene un papel estelar como sí lo tiene en otros países africanos, tampoco Rusia, que perdió mucho terreno en Egipto, un país que supo ser un aliado de Moscú. El verdadero impacto lo tiene Estados Unidos a través de ese paquete de ayudas económicas que otorga a los militares y que permite que gocen de privilegios adquiridos durante décadas.

Creo que hay un apoyo importante porque lo que se teme a nivel internacional es que los islamistas lleguen al poder. En Occidente decimos que queremos elecciones y democracia en los países de Oriente Medio pero una vez que las urnas arrojan un voto islamista nos puede el miedo, nos gana la incertidumbre de saber si esos partidos políticos, por ejemplo los Hermanos Musulmanes, serán capaces de gobernar con un estilo democrático como entendemos en Occidente. Esto es una trampa mortal, porque entonces nos hacemos cómplices incluso a través del silencio o del aplauso también de regímenes militares como el que gobernó en Egipto durante los años de Mubarak, pero antes con [Anwar el] Sadat y con Nasser. Cómo puede ser que la prensa en 2011 y 2012 tildara de tirano, de cruento dictador a Mubarak y hoy aplaudamos una hoja de ruta que nos apuntan al general Al Sisi, que sin lugar a dudas se está perfilando con el apoyo de figuras políticas claves del país como el exsecretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, también ex ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, que también da su apoyo al general Al Sisi.

Es decir, hoy han vuelto a ganar los remanentes del régimen mubarakista, aquellos que apoyan que las cosas vuelvan al statu quo que se tenía en Egipto con el régimen militar porque entienden que durante el Gobierno de Mursi hubo discriminación religiosa pero también la economía fue decreciendo producto del temor de los inversores que no llegaban a Egipto porque desconocían cuál sería el futuro de ese país.

***