Mundo árabe y musulmán

A tres años de la llamada "Primavera Árabe", en Medio Oriente hay varios focos conflictivos sin resolver

Contacto con Ana Jerozolimski, colaboradora de En Perspectiva en Jerusalén.

(emitido a las 8.40 hs.)

ALEJANDRO ACLE:
Medio Oriente está en ebullición.

Este sábado se cumplieron tres años de la primera gran manifestación en la plaza Tahrir, en El Cairo, contra el entonces presidente Hosni Mubarak. En este tercer aniversario hubo muertos, heridos y detenidos en choques entre las fuerzas de seguridad del régimen y seguidores de los Hermanos Musulmanes.

En Siria, en tanto, continúa la guerra civil que ya ha cobrado más de 130.000 vidas y por ahora el único logro de la conferencia Ginebra 2 es muy local: permitir la salida de mujeres y niños de la ciudad de Homs, sitiada por las fuerzas del presidente, Bashar al Assad.

En Irak, mientras tanto, continúa la puja entre el Gobierno central y Al Qaeda, que logró tomar control incluso de lugares claves como Ramadi y Faluya.

¿Cuál es el problema central? ¿Quiénes son los actores? ¿Quién tiene que ver con todo esto, lo que a menudo se cree que es el problema clave de la región: el que se da entre Israel y los palestinos? Para analizarlo en los próximos minutos el diálogo es con Ana Jerozolimski, nuestra corresponsal en Jerusalén.

Solemos hablar contigo más que nada de la problemática entre Israel y los palestinos, que evidentemente todavía va a dar mucho más para analizar, como somero resumen recordemos no más que el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, continúa intentando lograr un marco de acuerdo entre las partes, por ahora sin éxito. Pero más allá de esto la sensación cuando pasamos revista a otros focos de tensión en la zona es que el conflicto israelo-palestino no es el central, ¿cuál es tu opinión al respecto?

ANA JEROZOLIMSKI:
Concuerdo plenamente. Parece el central en los titulares, en el tipo de cobertura que se da, dejándose inclusive la impresión de que es el más cruento, el que más víctimas cobra en la región.

La dinámica que se ve en Oriente Medio desde hace mucho tiempo, pero quizás se destaca especialmente en los tres últimos años por la llamada "Primavera Árabe" -esa gran esperanza de libertad, de apertura, que comenzó con una serie de levantamientos en diferentes partes del mundo árabe-. Uno pensaba: "aquí se pasa a otra era, de libertad, de democracia, por lo tanto de mejor vida para todos los habitantes de la región", pero está teniendo un desenlace muy diferente, aunque el proceso todavía no ha terminado, no se lo puede resumir, algunos hablaban de "invierno islamista", un término un poco simplista. Pero vemos que estos levantamientos resultan sumamente cruentos; solo en Irak, donde no hubo un levantamiento contra el Gobierno central sino una serie de enfrentamientos por las luchas internas, las Naciones Unidas dijeron que el año pasado fue el récord de violencia interna, hubo más de 8.000 muertos solo el año pasado. En Siria, como bien has dicho, más de 130.000 muertos lleva esta guerra que en febrero cumple tres años.

O sea que sin duda el tema central en estos momentos es otro, no quita importancia al hecho de que hay que resolver el conflicto entre israelíes y palestinos, pero sin duda ese no es el conflicto principal ni, por cierto, el más cruento de Oriente Medio.

AA – Pero, con toda esta situación, ¿se puede hablar hoy de que hay un conflicto central de Oriente Medio?

AJ – Sí, yo creo que el conflicto central es entre las dos ramas del Islam, chiitas y sunitas. Recordemos que es un conflicto dentro del Islam que se originó después de la muerte del profeta Mahoma en el siglo VII relacionado con la sucesión del califato, eso tiene ramificaciones hasta hoy sumamente cruentas. En Irak quizás nos quedó en la mente de la época en que Estados Unidos había invadido que todo se debe a los soldados estadounidenses, que salieron hace tiempo, y lo cruento del conflicto interno no tiene nada que ver con Estados Unidos. Allí, y no solo allí, sunitas y chitas se están matando y el tema del control del Medio Oriente, la ambición de dominio, se da en diferentes partes de la región.

AA – Como decíamos al comienzo con respecto a estos focos de tensión, en estos días se está llevando a cabo en Suiza una serie de encuentros y negociaciones para llegar a una solución del conflicto en Siria. Ese es el punto central de las negociaciones en cuanto a la región, por ahora. Allí, ¿se está abordando esta lucha entre las dos ramas del Islam?

AJ – Yo no estoy en Ginebra, lamentablemente, pero no tengo ninguna duda de que no se plantea el tema en la mal llamada Ginebra 2, ya que no es en Ginebra. No se plantea en esos términos, ahí se plantea el conflicto supuestamente a ser solucionado como lo relacionado al destino del régimen de Bashar al Assad, y cuál será el futuro de Siria. Allí no hablan públicamente del conflicto entre las dos grandes ramas del Islam, pero eso es lo que está, ya no diría detrás de las bambalinas. Si bien el tema empezó por algo local, primero manifestaciones pacificas, en Daraa y otras localidades en Siria contra el régimen central de Al Assad, luego se convirtió en un mosaico mucho más amplio que también puede ser resumido en términos relacionados a este conflicto entre chiitas y sunitas. El régimen de Al Assad, de rama alauita, que se escindió del Islam siglos atrás, es más cercano a los chiitas, pero lo que cuenta allí es que su principal aliado es Irán, la cabeza del Islam chiita, también la organización armada libanesa chiita Hezbollah. Por otro lado están los rebeldes, muchos son musulmanes sunitas sin el carácter religioso fuerte y feroz, pero están también los rebeldes pro Al Qaeda; hay diferentes matices de rebeldes anti Al Assad, también están los que son sunitas radicales fundamentalistas. Allí están los dos ejes del conflicto actual, en el Islam la guerra en Siria se amplió de algo local y se convirtió también en escenario de esta guerra regional entre chiitas y sunitas.

AA – ¿Y esto quiere decir entonces que no hay agendas locales?

AJ – Yo diría que no desaparecieron porque en Siria, como yo recién comentaba, empezó por un tema local de lucha contra el régimen y se amplió a este mosaico tan complejo convirtiéndose en escenario de un conflicto que se ve también en otras partes de Medio Oriente. Los rebeldes sunitas, no los fundamentalistas tipo Al Qaeda sino organizaciones como el Ejército de Siria Libre, tienen todavía como objetivo derribar al régimen de Al Assad. Para ellos su agenda original no pasa por el tema de sunitas o chiitas. Está también, recordemos, en otras partes de la zona, en Egipto por ejemplo. Si bien también está el conflicto entre el Gobierno central y los Hermanos Musulmanes, que son una expresión no Al Qaeda en absoluto pero de un fundamentalismo sunita, el tema central en Egipto es por el poder que comenzó tras la revolución de hace tres años contra [Hosni] Mubarak. Luego llegó [Mohamed] Mursi, de los Hermanos Musulmanes, y hoy se dio una marcha atrás que no es democracia pero tampoco es el régimen autoritario de Mubarak, con el actual ministro de Defensa Abdel Fatah al Sisi, que al parecer será candidato a próximo presidente.

Las agendas locales existen, pero se las tragan todos los aspectos de este conflicto grande en Oriente Medio entre el chiismo y el sunismo dentro del Islam.

AA – El rumbo que han tomado todos estos conflictos, no solo Siria y Egipto, hace que sea difícil simplificar y hablar de una guerra entre buenos y malos.

AJ – ¡Cuánta razón tenés! Sería muy fácil si lo pudiéramos cubrir así. Hay una expresión muy conocida en Israel cuando se habla de dos malas opciones: es como elegir entre la peste y el cólera, y yo hablo desde el punto de vista de las poblaciones árabes de Oriente Medio. Creo que el caso de Siria es emblemático, durante bastante tiempo a raíz de la cruenta represión del régimen de Al Assad contra la insurgencia parecía claro que la única solución que puede haber era derribar a ese régimen autoritario. Pero la oposición dejó de ser la original, la del Ejército de Siria Libre, a muchos de cuyos combatientes yo entrevisté como refugiados en la frontera entre Turquía y Siria y hablaban como objetivo central el deseo de derribar al régimen, el tema central para ellos no era el religioso, aunque aparecía. Pero dejó de ser solo eso y entró en juego toda esa gama de grupos fundamentalistas, tipo Al Qaeda o afiliados a Al Qaeda, que parecen ser los que llevan la voz cantante dentro de la oposición siria, entonces inclusive en el Líbano, que está sufriendo los coletazos de la guerra en Siria por el apoyo que le da Hezbollah a Al Assad, los sunitas se están preguntando "queríamos derribar a Al Assad pero acaso ver a Al Qaeda como alternativa, ¿no es peor todavía?".

Es muy complicado, un ejemplo de ver la problemática entre los así llamados buenos y malos, hace unos días el ex primer ministro libanés Saad Hariri -cuyo padre, Rafiq Hariri, también primer ministro, fue asesinado años atrás por, según investigaciones, Hezbollah- dijo por primera vez en varios años que está dispuesto a compartir el poder en Líbano con Hezbollah. Eso lo dice solamente, en mi modesto análisis, porque ve que la alternativa a Al Assad, al que él se opone, es Al Qaeda, que puede detener a civiles o a sacerdotes en cualquier carretera de Siria y degollarlos -yo vi videos terribles en los que les cortan la cabeza como si estuvieran cortando una ensalada-, entonces dice: hay que ver cuál es la opción peor.

AA – Es un buen ejemplo, particular, pero para reflejar una situación general. Para terminar vayamos a Egipto, donde ha habido cambios dramáticos en los últimos tiempos. Tres años después de que empezara allí la revolución, ¿en dónde estamos ahora?

AJ – Difícil resumirlo. Yo diría que quizás el cambio más sustancial en todos estos años ha sido en Egipto, aunque a primera vista podría parecer "ah, bueno, cambiaron el autoritarismo de Mubarak por el islámico de Mursi y ahora pasó al de Al Sisi, el ministro de Defensa". Ayer el presidente interino anunció que habrá elecciones presidenciales primero, y luego legislativas, se pensó que iba a ser al revés. Es verdad que el régimen que hay ahora en Egipto está lejos de ser una democracia como la conocemos en Occidente, pero hay un cambio. La cúpula egipcia ha captado realmente que hay que tomar en cuenta la voluntad del pueblo. Nuevamente, no en términos democráticos como lo que significa eso en Uruguay, o también se lo ve en Israel.

Aunque parezca que hubo un golpe de Estado común y corriente de Al Sisi contra Mursi los expertos -y traté de hablar con varios en los últimos días, para estar segura de que mi apreciación es exacta- concuerdan en que lo que hubo fue algo diferente: primero salieron millones a las calles y luego el Ejército, encabezado por Al Sisi, que como yo decía será candidato a presidente, se sumó al carro y comprendió que eso era lo que quería el pueblo y dijo a Mursi: "se terminó tu oportunidad, a la cárcel, has violado la confianza del pueblo". O sea, lejos está eso de ser democrático.

La nueva Constitución de Egipto no habla de división de poderes en forma tradicional como es en una democracia, pero cuando se le preguntó al ministro de Defensa si va a ser o no candidato a presidente él dijo ante las cámaras algo que antes no se decía en Egipto: todo depende de la voluntad del pueblo. La nueva cúpula tiene que tener en cuenta este elemento, eso en Egipto es un gran cambio.

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