Cómo se controla la financiación de los partidos en Estados Unidos
Una de las novedades de la campaña electoral uruguaya de 2004 es que, por primera vez, los partidos políticos deben presentar una declaración jurada de los aportes económicos que recibieron. En Estados Unidos la regulación sobre el financiamiento de la política y sus controles comenzó en 1906. La de este año es la campaña más cara de la historia y el corresponsal en ese país, Roberto Porzecanski, explicó algunos de los mecanismos de control de las finanzas partidarias.
(Emitido a las 09.12)
EMILIANO COTELO:
Por primera vez en la historia uruguaya, los partidos políticos deberán presentar hoy, 15 de octubre de 2004, declaraciones juradas sobre los ingresos y los gastos de sus campañas electorales. La ley de transparencia que el Parlamento acordó este año constituye un avance, es indudable, aunque está lejos de las normativas más exigentes que rigen en otros países y que incluyen, por ejemplo, límites y prohibiciones lisas y llanas a determinadas contribuciones, o formas muy estrictas de divulgar la información.
Obviamente hay expectativa por conocer los números de los distintos partidos y sus sectores, algunos han trascendido, otros se aguardan para hoy, pero mientras esperamos esa información, mientras en Uruguay quizás haya un tiempo para ese análisis, les proponemos mirar hacia Estados Unidos, que tiene una vieja tradición en esa materia y que se encuentra por estos días en plena campaña electoral. Una campaña que, se sabe, es la más cara que haya existido.
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¿Cómo es en Estados Unidos la regulación del financiamiento de las campañas? ¿Qué se sabe a propósito de cómo se han nutrido de fondos los principales candidatos en esta ocasión?, ¿cómo se puede acceder a esos datos? Vamos a charlarlo con nuestro corresponsal en Boston, Massachussets, Roberto Porzencanski. Ya vamos a pasar a ese tema, que me parece que es lo más jugoso, lo más novedoso para la audiencia, pero antes que nada vamos a dedicar un breve capítulo a lo último de la propia campaña, porque tuvo lugar anteayer el tercer y último debate entre George Bush y John Kerry.
¿Cuál es tu opinión sobre ese encuentro?
ROBERTO PORZECANSKI:
Yo creo que fue un muy buen debate, muy rico en cuanto a contenidos. El moderador cumplió un rol fundamental.
EC - ¿Por qué?
RP - Porque a pesar de las enormes rigideces del formato, de lo que ya hemos hablado, logró el miércoles que los candidatos hablaran de muchísimos temas.
En cuanto a temas económicos Kerry y Bush hablaron, y discutieron, por supuesto, del nivel de empleo, uno de los temas centrales de la campaña. Pero también se habló del nivel y la distribución de los impuestos y del déficit fiscal, un tema muy importante a la luz del desafío que representa el sistema de seguridad social cuando está empezando a retirarse una generación importante, los llamados baby boomers.
EC - ¿Qué más dejó ese debate?
RP - Se habló de la cobertura de salud, de inmigración, de temas sociales como el aborto y el casamiento homosexual, de la tenencia de armas, de la desigualdad racial y del rol de la religión en las vidas de Kerry y Bush. En el país más rico del mundo, temas como la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso, nada menos, también estuvieron sobre la mesa.
Por supuesto, las referencias a la guerra en Irak y a la seguridad nacional no faltaron, pero ocuparon un tiempo residual en un debate que, como estaba programado, giró en torno a temas domésticos.
EC - ¿En qué temas insistieron los candidatos?
RP - Entre tantos temas es difícil encontrar una única cosa a destacar que sea representativa. De todos modos me inclinaría por un lado en que Bush se encargó de intentar caracterizar a Kerry como "un liberal de Massachussets", implicando con esto alguien con tendencia a aumentar el gasto y los impuestos. En un momento dijo: "En Estados Unidos hay una corriente central y usted está muy a la izquierda de esa corriente". Kerry por su lado, además de criticar lo que el presidente ha hecho en cuanto a salud y empleo, que han sido temas centrales en su campaña, en el tema específico de la responsabilidad fiscal dijo literalmente: "Que el presidente me hable de responsabilidad fiscal es como que Tony Soprano me hable de la ley y el orden".
EC - Una frase que le encantó a la prensa para destacar en titulares.
RP - Sí, porque además habían faltado frases como esa en los debates anteriores.
EC - Si miramos el conjunto de los debates, ¿qué balance deja?
RP - Creo que desde el punto de vista del votante los debates dejan un balance muy positivo. En definitiva en tres instancias pudieron contrastar a los dos candidatos y se vio con claridad que en muchísimos temas representan visiones diametralmente opuestas, cada uno fiel representante del Estados Unidos conservador y el Estados Unidos liberal, en una distinción, una polarización, que está más vigente que nunca. Está claro por qué son muy pocos los indecisos.
EC - ¿Y desde el punto de vista de los candidatos?
RP - Aquí parece haber consenso en que el ganador del debate del miércoles y de los debates en su conjunto fue Kerry. Desde que empezó el ciclo de debates Kerry ha pasado de estar varios puntos atrás de Bush a estar en un margen de uno o dos puntos detrás o delante, dependiendo de la encuesta. El balance de los debates es sin duda positivo para Kerry, y lo reconoce la campaña de Bush.
De todos modos -y esto hay que tenerlo muy presente, me gusta insistir en este tema- los números a nivel nacional no dicen mucho. Para los oyentes que estén interesados en seguir la elección el 2 de noviembre son pocos los estados en los que se va a definir la elección: Wisconsin, Iowa, Ohio y Michigan, entre otros, en el centro del país, y Nevada, Arizona, Nuevo México y Colorado, entre otros, en el suroeste. Esos estados, más, por supuesto, Pensilvania y Florida, son los que hay que mirar atentamente.
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EC - Pasamos al tema del dinero. Nos ha llamado la atención la información de que esta es la campaña más cara de la historia. Es correcto, ¿verdad?
RP - Lo es, inclusive si juzgamos solamente lo que han gastado las campañas presidenciales de Bush y Kerry. Contabilizando solamente hasta mediados de setiembre, las dos campañas ya habían gastado más de 300 millones de dólares, al menos 100 millones más que la campaña de 2000, y desde esa cuenta llevamos un mes y medio y faltan dos semanas más.
Si a esto le agregamos lo que han gastado las organizaciones partidarias, los comités nacionales demócrata y republicano y los grupos independientes la cifra se va mucho más arriba. Solamente dos grupos anti-Bush, Move On y Media Fund, han gastado cerca de 50 millones, por ejemplo.
Está claro que esto se explica en gran medida, una vez más, por la polarización en la que está inmerso el país, cerca de estar dividido perfectamente al medio. Se explica también, sin duda, por la sensación de que ésta es la elección más importante desde 1968, cuando estaban sobre la mesa nada menos que la discriminación racial y la guerra de Vietnam.
EC - En función de esas cifras tan impresionantes, y a propósito de la financiación de estas campañas. ¿Cómo se ha tratado el tema en Estados Unidos?
RP - La regulación de la financiación de campañas en Estados Unidos tiene mucho tiempo, con antecedentes que datan nada menos que de 1906, con iniciativas impulsadas por el entonces presidente Theodore Roosevelt. Sin embargo el marco legal moderno vigente es básicamente la ley federal de campañas electorales de 1971, que desde entonces ha sido enmendada y ampliada varias veces, la más reciente en 2002. La financiación de las campañas está regulada por un cuerpo de legislación muy amplio y complejo.
EC - ¿Cuáles son las principales características de ese marco legal?
RP - En lo que se refiere a elecciones presidenciales -porque hay diferencias entre la regulación para elecciones presidenciales, elecciones legislativas nacionales y elecciones estatales- el marco legal distingue tres tipos de actores: las campañas de los candidatos, los partidos políticos como actores distintos de las campañas de los candidatos y los PAC, comités de acción política, por su sigla en inglés. Éstos no son todos los actores en las campañas, pero son sin duda los principales y los que están regulados.
EC - Así que estamos hablando de lo que regula la ley en materia de elecciones presidenciales, pero igual se distinguen tres actores: las campañas de los candidatos, lo que hacen los partidos y lo que hacen los comités de acción política.
RP - La Comisión Federal de Elecciones, que es el organismo que regula la financiación de las campañas, requiere a través de este marco legal que estos tres grupos provean información detallada de los totales que han recaudado y gastado.
Pero además hay un requerimiento adicional para los candidatos, éstos tienen que hacer público el detalle de qué partidos y qué comités de acción política les han hecho contribuciones, y tienen -interesantemente- la obligación de detallar los nombres de todos los individuos que hayan contribuido con más de 200 dólares en un ciclo electoral.
EC - Cualquier persona que haya puesto más de 200 dólares en un ciclo electoral tiene que aparecer con nombre y apellido.
RP - Sí, y después te puedo contar las cosas interesantes que uno puede aprender a raíz de esta regulación.
EC - Están claros entonces los requerimientos de transparencia. Y en cuanto a la cantidad, ¿existe un tope de donaciones?
RP - Sí, hay topes estipulados con un nivel muy importante de detalle, distintos de acuerdo al donante y de organización a la que se done, no hay un tope único. Un individuo, por ejemplo, puede donar hasta 2.000 dólares a un candidato por ciclo electoral, pero hasta 5.000 a un comité de acción política por año, y hasta 25.000 dólares a un partido, también por año.
No vale la pena entrar en detalle, pero la cosa se complica porque los comités de acción política pueden a su vez donar a las campañas y a los partidos, con límites distintos, entonces empieza a circular el dinero a través de todo un sistema muy complejo.
EC - Y en cuanto a quiénes están autorizados a contribuir, ¿existe algún tipo de prohibición?
RP - Sí; existen prohibiciones muy detalladas, y esto es interesante. Las corporaciones, las organizaciones sindicales, las empresas que tengan contratos con el gobierno federal y los extranjeros no pueden contribuir. Está muy claramente definido qué es lo que constituye una corporación; los bancos tampoco pueden contribuir a las campañas.
EC - ¿También está previsto que haya que declarar las contribuciones que no son en efectivo, las contribuciones en especies?
RP - Está totalmente previsto, pero hay que declararlas en un valor monetario, las campañas tienen que estimar qué valor tienen esas contribuciones y esa cifra monetaria forma parte del total.
EC - Te lo preguntaba porque ese parece ser un vacío en este mínimo avance en transparencia que hemos tenido en Uruguay; aquí se requieren los números de las entradas en efectivo.
Para terminar este recorrido por el marco legal en Estados Unidos, ¿existen también, como en Uruguay, fondos públicos para las campañas?
RP - Existen, pero a diferencia de Uruguay, los candidatos reciben un monto fijo, que depende de en qué etapa del proceso electoral esté el candidato. Las reglas para las elecciones primarias son de un tipo y para las elecciones nacionales, una vez que los candidatos fueron formalmente nominados, son otras. Por eso en contactos anteriores hablábamos de la diferencia entre Bush y Kerry porque Bush había aceptado su nominación formalmente un mes más tarde.
En cuanto a esto hay dos temas interesantes que vale la pena mencionar. En primer lugar, el hecho de que si un candidato decide aceptar los fondos públicos, porque esto es optativo, tiene que limitarse a usar solamente esos fondos públicos.
Sin embargo, interesantemente, los individuos y los comités de acción política, así como otros grupos sujetos a menos regulaciones, no tienen límites en cuanto a cuánto dinero pueden gastar independientemente. Esto es controversial porque la definición de "independiente" se vuelve polémica.
EC - Hace unos meses hablamos de estos grupos; ¿por ejemplo?
RP - Por ejemplo MoveOn.org o los "Veteranos de Barcos Rápidos por la Verdad", dos grupos, anti-Bush y anti-Kerry respectivamente. La cuestión era si eran efectivamente independientes o estaban coordinados con las campañas. En la medida en que sean independientes no hay tope de cuánta plata pueden gastar.
EC - Volvamos por un instante al tema de la transparencia. Por lo que decías recién, parece claro que en Estados Unidos es significativamente transparente la manera en la que los candidatos recaudan y gastan los fondos de sus campañas. ¿Pero qué acceso tiene el público a esta información?
RP - La información es efectivamente de dominio público y se puede acceder a ella por Internet. En el sitio de la Comisión Federal de Elecciones, la información de quién donó cuánto y a quién puede ser consultada por cualquier usuario de Internet.
Es importante aclarar, como decíamos hace unos minutos, que esto se refiere a la información financiera de las campañas de los candidatos, los partidos políticos y los comités de acción política, que es 100 por ciento de dominio público. Lo que gastan otro tipo de grupos independientes, las llamadas organizaciones tipo 527, no tanto, y por eso el dinero que estos grupos manejan se denomina "soft money", porque está sujeto a menos regulaciones.
EC - Más allá de los sitios de Internet oficiales, ¿hay ONGs que se encargan de digerir esta información? Porque supongo que en bruto todos esos datos pueden resultar un poco áridos para el ciudadano común y corriente.
RP - Sí, y esto no es menor, ya que la información que brinda la Comisión Federal de Elecciones es abrumadora. Hay una cantidad muy importante de organizaciones sin fines de lucro que se dedican a digerir de distintas maneras esta información y presentarla de una forma más amigable al público en general.
Son muchas estas organizaciones, pero hay una que creo que vale la pena destacar por su originalidad, es Fundrace. En su sitio, es posible no sólo acceder a cuánto han recaudado los candidatos, ya sea nacionalmente o por estado, sino también a cuánto han gastado en hoteles, en pasajes aéreos y otras cosas. Allí podemos saber, por ejemplo, que la cuenta más grande que pagó la campaña de Bush en hoteles fue en el Sheraton de Nueva York, una factura de 132.500 dólares.
EC - Son números que acá resultan un poco shockeantes. Tú decías que esos números están todos disponibles a partir del trabajo que realizan estas ONG decodificando, pasando en limpio los datos en bruto. ¿Qué más se puede ver en el sitio de esa fundación?
RP - Interesantemente -esto es muy divertido- la página permite que uno entre su dirección y pueda ver cuánto y a quién donaron sus vecinos. Allí figura el nombre de la persona, su dirección, su ocupación y a cuánto y a quién donó dinero. Según me pude enterar, un vecino mío, de nombre Michael y analista de sistemas, contribuyó 1.320 dólares a la campaña de Howard Dean.
La página también muestra los principales donantes por estado y por ciudad, y muy gráficamente permite acceder a mapas en los que las donaciones son marcadas con círculos azules y rojos, demócratas y republicanos respectivamente, que varían en tamaño de acuerdo al monto. Donde estoy ahora, en Boston, Massachussets, vista desde arriba, luce más demócrata que nunca. Algo similar sucede con Los Ángeles, Chicago y Washington. En Nueva York el panorama es bastante más mixto e impresiona la división geográfica. El lado oeste de la ciudad es azul y el lado este, el más rico, mucho más mixto.
EC - Realmente interesante. Lo último que quería preguntarte es si efectivamente la población o sectores de la población están pendientes de esta información. ¿Qué se sabe al respecto?
RP - No sabría decirte qué pasa con la población en general, pero la sociedad civil, los intereses políticos organizados pero no partidarios, están muy pendientes. De hecho hay una preocupación general en Estados Unidos en cuanto a que la correlación entre el éxito electoral y la cantidad de plata que se recauda es demasiado grande. Se está volviendo a hablar de una nueva reforma a la ley de financiación de campañas (recordemos que la última reforma es de 2002) para tratar de abrir un poco más el espectro político y que la capacidad de recaudación no sea un factor tan determinante.
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Edición: Jorge García Ramón