La comunidad internacional sesionó en Ginebra para acordar una serie de medidas que buscan rebajar las tensiones en Ucrania
Contacto con Rafael Mandressi, colaborador de En Perspectiva en Francia.
(emitido a las 8.40 hs.)
ROMINA ANDRIOLI:
Ayer Ginebra volvió a ser el escenario donde la crisis de Ucrania estuvo en debate.
Los responsables de la diplomacia de Estados Unidos, Rusia, Ucrania y la Unión Europea resolvieron ayer en esa ciudad rebajar las tensiones en el este de Ucrania con una serie de medidas que incluyen el desarme de los grupos ilegales y el envío de observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, anunció el acuerdo al término de la reunión, celebrada tras una escalada en la tensión en el este de Ucrania, fronterizo con Rusia, donde en los últimos días grupos de activistas prorrusos tomaron varias dependencias oficiales.
(Audio de las declaraciones de Serguéi Lavrov tras el encuentro.)
RA – La misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa tendrá la tarea de garantizar el retorno de la calma en esa zona, así como la liberación de los detenidos durante la toma de dependencias públicas y otros actos fuera de la ley en esa región, indicó Lavrov.
Pero para averiguar cómo se observan estas últimas novedades desde el continente europeo vamos a conversar en los próximos minutos con nuestro colaborador en Francia, Rafael Mandressi.
Comencemos repasando cuáles fueron las principales medidas acordadas ayer en Ginebra.
RAFAEL MANDRESSI:
Las que mencionabas recién, la decisión de desocupar los edificios públicos que las milicias prorrusas habían estado invadiendo en los últimos días en la zona este y sureste de Ucrania, el abandono de toda acción de provocación, la supervisión de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa. Además se acordaron algunas fórmulas más ambiguas, pero que en el fondo son una recomendación de ir a un referéndum para determinar cuál es la voluntad del pueblo ucraniano en cuanto a su organización territorial. Por lo menos la voluntad del Gobierno ruso es que se trate de ir hacia una federalización del país.
RA – ¿Creés que estas son medidas que efectivamente pueden ayudar a terminar con las tensiones en ucrania? Te lo pregunto porque veía declaraciones del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en las que se mostraba un poco cauto sobre si esto efectivamente era una solución. Por ejemplo decía: "Pienso que no podemos estar seguros de nada en estos momentos. Existe la perspectiva de que la diplomacia tal vez reduzca las tensiones".
RM – Creo que Obama tiene razón en mostrarse cauto. Por varios motivos, por lo pronto hasta este momento nada cambió desde los anuncios de los acuerdos de ayer, no ha habido ningún tipo de modificación en la situación concreta de las zonas ucranianas donde había conflicto. De hecho en este momento están circulando en los medios declaraciones de representantes de los grupos que están ocupando los edificios públicos que dicen que no van a dar marcha atrás.
Hay dos preguntas fundamentales que pueden plantearse. La primera es: ¿existe efectivamente una voluntad rusa de calmar el juego?, probablemente sí, pero no es seguro. La segunda: si así fuera, ¿hasta qué punto los rusos tienen la posibilidad de controlar a quienes en nombre de su voluntad prorrusa están en este momento desacatando el orden político público que se instaló en Ucrania después de la caída del Gobierno anterior? Son dos dudas fundamentales: hasta qué punto los rusos están efectivamente dispuestos a cumplir con lo que se pactó ayer, y, en el caso de que los rusos estén dispuestos a ir en esa dirección, si en el terreno ucraniano disponen de la suficiente influencia como para que esa voluntad se concrete.
MARIA EUGENIA DUPIN:
¿Qué países de la Unión Europea están más involucrados en las negociaciones y por qué?
RM – Hay dos niveles para considerar el punto. Uno es la UE como tal con los representantes del bloque, que son la encargada de las relaciones exteriores, Catherine Ashton, y algunos integrantes de la Comisión Europea. Otro es las diplomacias y los Gobiernos de algunos de los países integrantes del bloque.
En el primer nivel la presencia diplomática de la UE es bastante transparente, como de costumbre. Esto tiene que ver en parte con los representantes en sí mismos, que fueron elegidos seguramente también para no hacer sombra a los Gobiernos nacionales, de modo que no tienen una presencia demasiado importante.
Después están los Gobiernos nacionales, allí los más activos hasta este momento han sido Alemania, Francia y Polonia. En este último caso por razones geográficas e históricas es un país muy cercano a Ucrania. En los últimos días ha habido manifestaciones, aunque esto no implica una participación en las negociaciones, de los países bálticos que están inquietos con el desarrollo de los acontecimientos en la medida en que, con razón o sin ella, habrá que verlo, consideran que en estos movimientos rusos los próximos puedan ser ellos mismos.
MED – La prensa occidental tiende a amplificar la postura de Europa y de Estados Unidos, pero por supuesto está la otra cara de la moneda, la posición de los ruso-hablantes de la zona que se alinean con Moscú. ¿Cómo observa la opinión pública de Europa esta situación?
RM – Lo que se puede palpar a través de los medios es que mayoritariamente hay un sentimiento anti-ruso: los rusos son los malos de la película en este asunto. No faltan razones para criticar la posición rusa, naturalmente, pero de todos modos no es suficiente como explicación. Habría que introducir una serie de elementos que tienen que ver con la realidad ucraniana en sí misma, con la geopolítica de Rusia y de la UE -y también de Estados Unidos, aunque quizás con menos importancia en este momento-, y con aspectos económicos que también están en juego en esto, tanto en la voluntad rusa de mantener un cierto control sobre su zona de influencia, como en los intereses de los países de la UE en esa zona.
RA – Antes de meternos en el tema de las sanciones y las implicancias que tiene esto, tú mencionabas las particularidades de cada uno de los países, ¿cómo definirías las distintas actitudes de cada uno de los grandes jugadores de la UE?
RM – La posición de Francia se inscribe en una continuidad desde que Françoise Hollande asumió la presidencia y Laurent Fabius el Ministerio de Relaciones Exteriores. Recordarán la actitud francesa respecto a Siria, que fue muy ofensiva en términos generales, o sus intervenciones en África. Es una política exterior muy decidida y dispuesta a ir al enfrentamiento si fuese necesario; no estoy hablando de enfrentamientos armados, en el caso de ucrania se descarta por completo cualquier intervención armada, pero hay una posición que en buena medida puede calificarse de ideológica.
Por otro lado, como les decía recién, en otros países de la UE que son fronterizos o muy cercanos tanto a Rusia como a Ucrania, las posiciones tienen que ver con esa situación en particular.
Después está el caso de Alemania, que también presenta sus particularidades, algunas de ellas muy interesantes. Hay una relación especial con Rusia, entre otras cosas porque por ejemplo el presidente ruso Vladimir Putin fue durante mucho tiempo agente soviético en Alemania, habla alemán a la perfección y por lo tanto tiene un diálogo bastante fluido con el Gobierno alemán y particularmente con la canciller Angela Merkel, que a su vez es originaria de Alemania del Este. Hay una serie de elementos que tienen que ver con aspectos históricos de las últimas décadas que tiene importancia en las relaciones entre Alemania y Rusia. Al margen de una actitud un poco más pragmática de las autoridades alemanas en esta materia, al menos en comparación con la posición francesa que va más hacia el lado de ciertos principios y ciertas reglas. Por último la cuestión económica, que en el caso de Alemania respecto a Rusia es bastante particular, o al menos muy diferente de lo que puede ser la relación francesa.
RA – ¿Diferente en qué sentido? ¿Por el tema energético, por ejemplo?
RM – Fundamentalmente por el tema energético.
RA – ¿Cuál es la diferencia entre Alemania y Francia respecto a ese punto?
RM – Tiene un nombre: gas. Desde el punto de vista energético Alemania depende mucho más que Francia del gas ruso por decisiones que se fueron tomando en Alemania en los últimos tiempos, como la salida progresiva de la energía nuclear. Francia es el país más nuclearizado, no solo en Europa sino en el mundo, y por lo tanto la posición francesa puede mostrarse más desapegada de esa dependencia respecto del abastecimiento de gas natural proveniente de Rusia.
En el caso de Alemania la situación es muy diferente porque si los rusos deciden cerrar la canilla del gas las cosas se ponen muy complicadas desde el punto de vista energético. Ahí hay un elemento crucial para entender las distintas posiciones dentro de la UE, que funciona como bloque, pero con matices importantes.
RA – En esos matices también pueden jugar los temas que están vinculados con las sanciones económicas a Rusia. Estados Unidos y la UE ya han impuesto sanciones a responsables políticos y empresas rusas, pero ayer se advirtió que puede haber más.
RM – Sí, pero justamente, las sanciones a los oligarcas rusos están destinadas fundamentalmente a que dentro de Rusia alguien pueda llegar a hacer presión sobre Putin y sus allegados, tienen mucho de simbólico.
El problema de las sanciones es precisamente que en la medida en que Rusia tome represalias los puntos de vista de Estados Unidos y de los países europeos no son tan convergentes. Pese a que las represalias rusas, en el caso del gas por ejemplo, son también de ida y vuelta: si bien hay muchos países en Europa, Alemania en particular, que dependen del gas natural que viene de Rusia, Rusia también tiene que venderle a alguien ese gas. Es decir, en la medida que decidan sanciones, por algún conflicto que crezca respecto de Ucrania, o quizás mañana de otra región del mundo, la situación rusa tampoco es tan sencilla como decir "no les doy más acceso al gas natural y punto". De hecho eso implicaría agravar la situación económica rusa, que depende muchísimo de las exportaciones de commodities energéticos y en particular de gas.
Otro elemento que no se ha comentado demasiado, por lo menos aquí, pero que es importante respecto a la reunión de ayer es una cosa que no está presente en el acuerdo pero que implícitamente es una victoria diplomática rusa: no se habló de Crimea. Si no se habló de Crimea quiere decir que su situación ya está fuera de las negociaciones y por lo tanto del estatus quo actual, Crimea anexada a Rusia, no se habla más. Ahí hay una suerte de entrega de ese capítulo a la posición rusa. Curiosamente eso no ha sido muy comentado en los análisis que circulan sobre el pacto de ayer.
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