El histórico viaje del papa Francisco a Tierra Santa pretende ser un paso más en las negociaciones de paz en el conflicto palestino-israelí
Contacto con Ana Jerozolimski, colaboradora de En Perspectiva en Jerusalén.
(emitido a las 7.32 hs.)
EMILIANO COTELO:
Hoy concluye la primera peregrinación del papa Francisco a Tierra Santa. Una visita que en lo previo había levantado tanto resquemores como expectativas.
Este domingo el sumo pontífice llegó a Jerusalén después de visitar la ciudad palestina de Belén y la capital de Israel, Tel Aviv, en una gira que había empezado el viernes en Jordania.
Este domingo, en uno de los capítulos más importantes de este viaje, y ante cerca de 10.000 fieles en la Plaza del Pesebre de Belén, el Papa comprometió al presidente palestino, Mahmoud Abbas, y su par israelí, Shimon Peres, a encontrarse en el Vaticano para acercar posiciones.
(Audio papa Francisco.)
EC – Decía Francisco: "En este lugar donde nació el príncipe de la paz, me gustaría hacer una invitación al presidente Mahmoud Abbas y al señor presidente Shimon Peres a que dirijan conjuntamente conmigo una intensa oración invocando la paz a Dios. Ofrezco mi casa, el Vaticano, para acoger este encuentro de oración. Todos deseamos la paz".
La gira de papa Francisco culmina este lunes con una agenda que incluye un encuentro con Shimon Peres y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, además de una visita al Museo del Holocausto.
Justamente para saber lo último, pero también para darle marco a las novedades del fin de semana, estamos con nuestra corresponsal en la zona, Ana Jerozolimski.
Para ubicarnos, ¿dónde está el Papa en este momento?
ANA JEROZOLIMSKI:
Desde ayer a la tarde está en la capital, Jerusalem, concretamente en este momento en el Centro Notre Dame, ubicado frente a las murallas de la ciudad vieja de Jerusalem, un centro espiritual y también un hotel de peregrinos que pertenece al Vaticano. Allí fue a saludarlo el primer ministro Benjamin Netanyahu, aunque ya se habían encontrado en el Museo del Holocausto.
Supuestamente hace cinco minutos debería haber comenzado el almuerzo del Papa y su comitiva en el Centro Notre Dame. El menú quizás sea carne asada, como me dijo el sábado el director del lugar, el sacerdote mexicano Juan María Solana, que estaba considerando varias posibilidades pero dijo que como el Papa es argentino se imaginaba que le darían carne asada.
EC – Uno de los aspectos más sobresalientes de esta visita parece ser ese rol tan activo que el Papa asume en su apelación a la paz, pero concretamente con esta invitación a Shimon Peres y a Mahmoud Abbas a orar juntos por la paz en el Vaticano. ¿Qué análisis haces tú de este planteo?
AJ – Por un lado diría que el apoyo constante a la necesidad de que se logre la paz, para una figura religiosa de la estatura moral del papa Francisco, tiene que ver con algo realmente ineludible desde el punto de vista humano, no necesariamente entrando a lo político. Pero al haber tenido este gesto -dicho sea de paso fueron casi las últimas palabras al terminar la misa en la Plaza del Pesebre en Belén- de decir "ofrezco mi casa en el Vaticano para que vengan juntos estos dos líderes a orar por la paz", evidentemente uno tiene la sensación de que trató de hacer algo más activo, una intervención directa. Alguien me decía hoy: seguro a él le irá mejor que al secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
Por otro lado el Papa seguramente es consciente de que al invitar a Peres está invitando a una figura de gran peso simbólico en Israel, la figura número uno, pero no quien lleva adelante las negociaciones; además en julio termina su mandato presidencial.
De todos modos, cuando hay un conflicto tan estancado, los símbolos también tienen su fuerza y en este sentido, además de la química especial que él tiene con el presidente Shimon Peres -es evidente que en cada ocasión se abrazan con bastante cariño-, evidentemente el papa Francisco está tratando de aportar lo suyo para acercar a las partes.
EC – Una imagen muy fuerte de esta visita a Belén fue la foto del papa Francisco reclinado junto al muro que construyó Israel para marcar la separación de Cisjordania. Un Papa que además de estar reclinado guardaba silencio y rezaba. Fue una salida del protocolo, una de las tantas características de este papa, ¿alguien esperaba que esto ocurriera?
AJ – Quizás a nadie se le ocurrió esta actitud concreta. En estos días fui varias veces a Belén para entrevistar palestinos, cristianos, musulmanes, sobre cómo se esperaba la visita. Una de las visitas fue inclusive con portavoces de la Autoridad Nacional Palestina que evidentemente compartían con la prensa sus expectativas y tanto ellos del lado palestino como israelíes a los que entrevisté, judíos y de otros credos, o cristianos que no son árabes, hablaban de esa característica del Papa, de que es imprevisible en algunas cosas, que hay que ver dónde se va a salir del protocolo.
Aquí evidentemente fue una salida que dejó muy satisfechos a los palestinos. Él iba en el coche que lo llevaba de la oficina del presidente Mahmoud Abbas a la Plaza del Pesebre, donde iba a oficiar misa. Cuando se acercó al punto en el que se veía claramente ese segmento del muro que separa Belén de la antigua Jerusalem pidió al chofer que se detuviera, se bajó y, como bien describiste, caminó, tocó el muro, se persignó y podemos decir que oró en silencio. Evidentemente para los palestinos fue una gran imagen, ellos de antemano nos decían que iban a destacar ante el papa Francisco el daño que les causa el muro, y para mis adentros pensaba que no tengo ninguna duda de que cuando se entrevistara con el lado israelí iba a oír el otro mensaje, la explicación de que el muro se construyó para frenar los atentados suicidas. Pero sin duda en cuanto a salida del protocolo ese fue uno de los puntos claros en los que Francisco se salió de lo planeado y dio una gran foto, especialmente satisfactoria para los palestinos.
EC – Vayamos a ese tema. El Papa es una figura religiosa pero inevitablemente tiene su dimensión política, ¿cómo se ha examinado su actitud? ¿Ha tratado de mantener un equilibrio? Te lo pregunto porque hay varios analistas que entienden que en sus distintas declaraciones fue crítico sobre todo con Israel
AJ – Yo creo que es más una interpretación que otra cosa. Ante todo esa imagen ante el muro puede ser vista, aunque él no abrió la boca, como que estaba expresando un pesar por el hecho de que hay un muro separando Belén de la contigua Jerusalem…
EC – Pero eso no fue lo único, porque por ejemplo también en Belén se reunió a almorzar con un grupo de víctimas palestinas del conflicto.
AJ – Claro, en cada lado él se reúne con gente que los organizadores consideran que puede tener un simbolismo en cuanto a quién está sufriendo. Ahora, por ejemplo, en la casa del presidente israelí uno de los tres niños que lo recibió es el hijo de un oficial de policía que fue baleado de muerte cuando iba camino a la cena pascual de hace pocas semanas.
Hay también declaraciones en las destacaba la necesidad imperiosa de llegar a una solución diciendo frases como "esto ya se va prolongando demasiado tiempo", o una muy linda como "hacer la paz es difícil, pero vivir sin paz es un tormento". Hay quienes lo interpretaron como una crítica a Israel de que debe acelerar más las negociaciones. Del lado israelí casi de más está decir que consideran que la responsabilidad está del lado palestino.
Lo que es claro aquí es que él por un lado trata de mantener el equilibrio, porque aparte realmente tiene buenas relaciones con el lado judío y con el musulmán, pero además es consciente de que el desafío central es que los gobernantes se sienten a negociar de modo que se llegue a un acuerdo. Creo que aquí su peso principal es la oración por la paz y el intento de empujar a las partes a avanzar para que realmente se ponga fin al sufrimiento.
EC – Por otro lado está la parte religiosa, que oficialmente al menos es la central de este viaje. Concretamente la parte ecuménica, el intento de acercar a las distintas iglesias. El mayor símbolo en esta materia fue ayer en el Santo Sepulcro, ¿podemos profundizar en este aspecto?
AJ – Sí, ante todo te diré que según la Santa Sede este era el objetivo principal y original del viaje, después se agregó toda la dimensión que deriva del hecho de que el Papa es jefe de Estado en el Vaticano, no solo jefe de la Iglesia Católica.
Originalmente la idea era venir a Jerusalem para encontrarse en el Santo Sepulcro con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I, jefe de la Iglesia Ortodoxa. Esto tiene un doble simbolismo: es el lugar más sagrado para el cristianismo porque según esa tradición allí fue crucificado, murió y resucitó Jesús y, quizás haya que decir la contradicción absoluta, es uno de los mayores símbolos de la división entre los propios cristianos. Cuando un fiel cristiano en Uruguay, por ejemplo, va a misa, celebra la Navidad o la Pascua, conoce su entorno católico en Uruguay; a mí me ha pasado que me he encontrado con peregrinos uruguayos en el Santo Sepulcro, recuerdo una vez una mujer con lágrimas en los ojos que contaba que venía para rezar por la salud de su padre y estaba atónita por ver que el Santo Sepulcro, el máximo símbolo de la fe cristiana, estaba dividido en áreas de jurisdicción entre franciscanos católicos, ortodoxos griegos y armenios. Ella había oído alguna cosa que yo sé de primera mano aquí en Jerusalem, que algunas veces ha habido trifulcas, golpes a puñetazos entre los monjes por la jurisdicción. Esa es la excepción extrema, la norma es que se entienden bien, pero hay una gran división.
El papa Francisco y el patriarca de Constantinopla confían en que esa foto en la que aparecen arrodillados ante la pieza de la unción a la entrada del Santo Sepulcro -juntos, después de haberse negociado durante mucho tiempo cómo se hace la liturgia, cómo rezar juntos- iba a irradiar algo positivo al mundo cristiano para que haya mayor unidad entre las propias iglesias.
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