Francia estrena segundo Gobierno en menos de cinco meses en medio de un estancamiento de su economía
Contacto con Rafael Mandressi, colaborador de En Perspectiva en París.
(emitido a las 7.47 hs.)
EMILIANO COTELO:
Francia se prepara para estrenar hoy un nuevo Gobierno.
El primer ministro francés, Manuel Valls, reanudó hoy las consultas para la formación de un nuevo Gobierno, después de que el presidente François Hollande aprobara ayer la renuncia en bloque del gabinete para contener las voces discordantes provenientes del ala más izquierdista del Partido Socialista.
Está previsto que Valls, nombrado primer ministro en marzo de este año, anuncie en pocas horas la nueva formación, que será la segunda en cinco meses.
¿Qué pasó? ¿Cuáles fueron los hechos? El Ejecutivo formado por Valls en abril, tras la derrota socialista en las elecciones municipales, se rompió durante un agitado fin de semana en el que el ministro de Economía, Arnaud Montebourg, y el de Educación, Benoît Hamon, criticaron la política de austeridad económica del Gobierno y pidieron un giro radical.
La noticia nos permite retomar el análisis de la crisis económica de Europa, sus coletazos y el debate sobre cómo salir de ella, poniendo el foco en debates que han sido muy intensos en estos años y que todavía no se han acallado.
Rafael Mandressi, nuestro corresponsal en París, está en línea en este momento.
¿Cómo se explican estas declaraciones públicas que hicieron ministros del Gobierno en tono tan crítico?
RAFAEL MANDRESSI:
Si tuviera que emplear una expresión uruguaya diría que desde el comienzo del mandato de Hollande es un Gobierno en disputa. Hay varias líneas que se están enfrentando en cuanto a cómo afrontar la crisis económica de Europa, y de Francia en particular. Lo que ocurrió el fin de semana fue un episodio más, que no era previsible que ocurriera en este momento pero que tampoco es del todo sorprendente. Dos de los ministros identificados con el ala izquierda del Gobierno criticaron públicamente las políticas de austeridad que, a su juicio, están en curso tanto desde la Presidencia como desde el Gobierno del primer ministro Valls desde que asumió, aunque lo que hay es simplemente una acentuación de políticas que ya venían desde la gestión del primer ministro anterior, Jean-Marc Herault. El desenlace de esto en definitiva no tiene tampoco ribetes novedosos en cuanto a las posturas de unos y otros.
EC – Leo algunas de las frases que dijo el ministro de Economía: "la sociedad está irritada. Hay que responder a sus demandas. Es el momento de reaccionar". "La reducción a marcha forzada de los déficits es una aberración económica, porque agrava el desempleo; es un absurdo financiero porque dificulta el restablecimiento de las cuentas públicas; y es un cinismo político porque tira a los europeos en brazos de los extremos".
RM – Probablemente convenga aclarar que son declaraciones que Montebourg ha hecho desde siempre, la diferencia fundamental está en que ahora las hace como ministro de Economía, lo cual le da mayor peso, pero su punto de vista no era tan diferente cuando era ministro de Industria, unos meses atrás. La situación se ha ido tensando y probablemente en la tarde de hoy se anuncie un nuevo Gobierno que sea el mismo, con la excepción de estos dos ministros y la de Cultura, que por su cuenta anunció que no quiere integrar el nuevo Gobierno. Puede haber algún otro cambio, pero esta renuncia colectiva sirve para dos cosas: reafirmar la autoridad del primer ministro y del presidente sobre su equipo de Gobierno y no solicitar la renuncia exclusivamente de los ministros implicados, sino darle un carácter más colectivo a todo esto. Además, desde el punto de vista del primer ministro, sirve para reafirmar su propia continuidad frente a una decisión que en última instancia es del presidente.
EC – Agrego algunos datos de contexto: esta crisis de Gobierno se produce en un momento en el que los resultados económicos marcan un crecimiento casi nulo y un desempleo en alza. El año pasado el Producto Bruto Interno francés creció 0,3%, el desempleo está en 10%. Por otra parte, Hollande está en un bajo nivel de popularidad: solo 17% de apoyo ciudadano según las encuestas.
RM – Sí, es una popularidad históricamente baja. El apoyo del presidente fue bajando muy rápidamente desde su elección, a falta justamente de resultados en los dos frentes principales: el desempleo y la actividad económica. Su popularidad ya alcanzó puntos que por lo menos en la historia contemporánea de Francia son históricamente bajos. Ese es precisamente uno de los aspectos que está en el centro de la discusión: las políticas que se han conducido no parecen dar resultados. Por lo menos eso es lo que alega la izquierda, no solo del Gobierno sino también del Partido Socialista.
Fundamentalmente esos son los reproches que se hacen. Por un lado esta política es calificada como injusta, que castiga a la población con una carga fiscal que ha ido creciendo considerablemente para resolver problemas como el del déficit o la deuda. A su vez no ha dado resultados, porque ni el déficit ni la deuda han descendido de manera significativa ni mucho menos. Y además el estado económico y social del país, si uno lo mira desde el punto de vista del desempleo, no han mejorado; sino que por el contrario han ido agravándose, no de manera explosiva pero sí en estado de estancamiento con los datos de desempleo que manejabas recién, 10% desde hace ya largo tiempo. Cada vez que se dan cifras el aumento, aunque sea de algunas décimas porcentuales, acrecienta el descontento y sobre todo el escepticismo respecto de los fundamentos de esta política, a la que por otro lado se acusa de estar impuesta, o por lo menos muy fuertemente presionada, desde fuera, en particular desde la Unión Europea y desde el socio alemán.
EC – Vamos al contexto más amplio. Dice el ministro de Economía: "cuando los franceses votan por la izquierda francesa, en realidad votan por aplicar el programa de la derecha alemana".
RM – Sí, Montebourg es un muy buen orador, con frecuencia tiene fórmulas muy interesantes. Refleja el pensamiento de buena parte del sistema político francés, tanto de los partidos a la izquierda del Partido Socialista, como de la extrema derecha. Cuestionan la relación que se mantiene con las instancias europeas y particularmente con lo que consideran una Unión Europea gobernada, de hecho, por el Gobierno alemán de Angela Merkel, que es de centro derecha o derecha. Por lo tanto, también hay una dimensión que va mucho más allá del estricto escenario doméstico francés que involucra las distintas posiciones que unos y otros mantienen respecto de la política general conducida por la Unión Europea.
EC – Es un debate que no solamente ocurre dentro de Francia sino también dentro de varios países, sobre todo aquellos que están en dificultades más serias.
RM – Sí, de hecho también hay allí una tensión sobre con quién tejer alianzas dentro de la Unión Europea. Están los partidarios de hacer una alianza de los llamados países del sur, Italia, España e incluso Portugal, y quienes siguen propugnando el afianzamiento o por lo menos el mantenimiento de lo que ha sido tradicionalmente el motor de la Unión Europea: el eje franco-alemán. Allí también hay diferencias estratégicas importantes.
EC – Estamos hablando de una crisis que se da dentro del Gobierno, pero ¿cómo juegan los otros actores políticos? Por ejemplo, dirigentes del Frente Nacional, de la Unión por un Movimiento Popular e incluso algunos representantes de la extrema izquierda reclaman la disolución de la Cámara Baja y elecciones anticipadas. ¿Puede llegar a ocurrir algo de esto?
RM – Sí, no es descartable. La decisión corresponde al presidente de la República y sólo a él, el único que puede decidir una disolución de las cámaras es el presidente. No es previsible que lo haga en el corto plazo pero tampoco es del todo descartable que ocurra. Sobre todo si se da un escenario que es el más inquietante para el oficialismo: la renuncia del Gobierno no es demasiado grave, lo que sí es más grave es la pérdida de la mayoría parlamentaria. Lo que ha habido en los últimos tiempos es un número creciente de legisladores del Partido Socialista que se han ido alineando cada vez más en las posiciones que hoy expresan estos dos ministros que causaron esta crisis gubernamental. Si este grupo disidente sigue creciendo puede llevar a que el Gobierno pierda su mayoría parlamentaria, que es cada vez más estrecha, y en ese caso no sería descartable que la única alternativa posible para Hollande sea disolver las cámaras.
Esto implicaría un llamado a elecciones parlamentarias, y con toda probabilidad el Partido Socialista perdería, de acuerdo a los resultados de las últimas elecciones que ha habido y a los datos de popularidad del presidente y de su Gobierno. Eso conduciría inevitablemente a un último período de su mandato de cohabitación, como ya ha existido en otros momentos en Francia, entre un presidente de una orientación política y una mayoría parlamentaria, y por lo tanto un Gobierno, de otra orientación.
No habría que descartar por completo que eso se produzca eventualmente en el correr de 2015 si las cosas no cambian, si no aparece algún resultado fundamentalmente en el frente económico, si el descontento de los diputados socialistas progresa y si el electorado del Partido Socialista sigue presionando para que eso ocurra, porque muchos de los diputados responden a presiones de su base. En el escenario tal como está planteado no está a la orden del día la disolución de las cámaras, pero no es tampoco un escenario inverosímil en los próximos meses.
EC – Yo fui haciéndote unas cuantas preguntas, ¿quedó algún apunte que te parezca importante añadir?
RM – Nada fundamental, simplemente esperar qué es lo que va a ocurrir esta tarde, cuando se darán los nombres del nuevo Gobierno. Desde mi punto de vista no habría que esperar demasiadas variantes respecto al gabinete renunciante. Simplemente seguir la situación en los próximos meses porque puede todavía dar noticias las secuelas de lo que está pasando en términos de la situación política de Francia. Esto de hoy es solo un capítulo de algo que ya venía sucediendo, y probablemente no sea el último.
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