Argentina cierra la "era K"
Favorito en las encuestas, Mauricio Macri se presenta como el candidato del "desarrollismo del siglo XXI" con el aval de su gestión de ocho años al frente de la alcaldía de la ciudad de Buenos Aires y el reciente triunfo de su candidata, María Eugenia Vidal, en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país, gobernado durante cerca de 30 años por el peronismo.
Daniel Scioli, del gobernante Frente para la Victoria, acumula una larga carrera política forjada con gestiones peronistas de las más distintas tendencias y con una experiencia de dos mandatos en el Gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Hasta el momento, la jornada tuvo como violación la veda realizada por la propia presidenta Cristina Fernández incitando a que se vote por Daniel Scioli.
Cristina Fernández
Ambos tienen mucho en común, como su origen acomodado, su paso por el mundo del deporte antes de saltar a la política y su talante moderado, aunque han desarrollado estrategias muy diferentes en su camino a la Casa Rosada, con la vista puesta en captar el voto de los indecisos, entre un 4% y un 11%, según distintas consultoras.
Macri, que en la primera vuelta electoral, el pasado 25 de octubre, se alzó con un 34 % de votos, apenas 3 puntos por debajo de Scioli, ha logrado en el último mes revertir la tendencia y colocarse a la cabeza de todos los sondeos con una innovadora campaña basada en el mensaje del cambio, en el contacto personal y las redes sociales.
La llamada "revolución de la alegría" de Macri ha contrastado con la "campaña del miedo" de Scioli, centrada en denunciar presuntos planes de ajuste del líder de Cambiemos y en apelar al voto para conservar los logros del "modelo kirchnerista", en especial la millonaria partida en subsidios y ayudas sociales.
Enredado entre las promesas de continuidad y el cambio que demanda buena parte de la sociedad argentina, Scioli ha tenido que enfrentar además el "fuego amigo" del kirchnerismo y de un peronismo dividido y sacudido por la derrota en la provincia de Buenos Aires, su tradicional bastión electoral.
Los dardos entre ambos candidatos se multiplicaron en la recta final de la campaña, salpicada por la polémica provocada por un comentario del asesor de cabecera de Macri y estratega político, Jaime Durán Barba, que apuntó que el papa Francisco "no mueve ni diez votos" en la elección.
Un comentario que Scioli aprovechó en su cierre de campaña y del que Macri se ha tenido que desmarcar públicamente.
El ganador del domingo recibirá una pesada herencia del kirchnerismo, con una economía estancada, tasas de inflación superiores al 25 % según organismos independientes, una cuarta parte de la población por debajo del umbral de la pobreza y un rosario de causas pendientes por corrupción que involucran incluso al vicepresidente saliente del Gobierno, Amado Boudou.
Si Macri gana afrontará, además, el reto de asegurar la gobernabilidad con el antecedente de que ningún gabinete no peronista ha logrado terminar su mandato en los periodos previstos durante los últimos 70 años.
Si el vencedor es Scioli, tendrá que enfrentar los desafíos del nuevo gobierno y tratar de liderar y aglutinar a un peronismo dividido.
Unos 32 millones de argentinos están convocados mañana a las urnas en las más de 90.000 mesas de votación repartidas por todo el país, en donde más de 100.000 miembros de la Policía y las Fuerzas Armadas brindarán seguridad en los comicios.
Decenas de miles de fiscales velarán por la transparencia de una jornada que, según las autoridades electorales, arrojará los primeros resultados provisionales alrededor de dos horas después el cierre de las urnas.
El ganador de las presidenciales asumirá el cargo el próximo 10 de diciembre, aunque, a partir de mañana, Argentina dejará atrás la era K que estrenó el fallecido expresidente Néstor Kirchner en 2003 y que continuó su esposa, Cristina Fernández, con sus triunfos en las elecciones de 2007 y 2011.
Con información de EFE