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Guerra de desgaste en las calles de Venezuela

Guerra de desgaste en las calles de Venezuela
EFE

Abril es un mes de manifestaciones callejeras, concentraciones y sobre todo marchas multitudinarias que han poblado el paisaje de Caracas y una veintena de ciudades del interior. Análisis del periodista, Humberto Márquez, corresponsal de La Mañana en Venezuela.

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¿Por qué podemos hablar de una guerra de desgaste en las calles de Venezuela?

Se trata principalmente de manifestaciones convocadas por la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) para reclamar al Gobierno del presidente Nicolás Maduro que vuelva a la senda democrática, de la cual, según la oposición, se ha apartado.

También el oficialismo ha hecho concentraciones y contramarchas convocadas por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y paradas militares en las cuales los altos mandos de la Fuerza Armada han reiterado su lealtad al presidente Maduro y al proceso político que él conduce, llamado revolución bolivariana.

Estas marchas, grandes, en el caso de Caracas con varios puntos de partida y distintos trazados, significan una prueba de desgaste para los manifestantes, para su conducción política, para la atención del Gobierno y para las fuerzas antimotines, que deben multiplicarse para sofocar los brotes de desobediencia y de violencia.

Porque la violencia ha sido otra característica que ha aparecido con las protestas más recientes. Fuerzas policiales y militares han reprimido las marchas más osadas, jóvenes manifestantes han chocado con los equipos antimotines, y el resultado ha sido, en lo que va de mes, ocho personas muertas en el marco de las manifestaciones, más de 100 heridos y unos 1.000 detenidos.

¿Quiénes han perecido, cómo han sido estas muertes?

Han muerto siete civiles y un efectivo militar. Los civiles eran jóvenes, algunos de ellos participantes en manifestaciones, otros simplemente transitaban junto a grupos en protesta cuando recibieron disparos. Algunos perecieron en Caracas, otros en Barquisimeto, una ciudad del centro-occidente, y una muchacha murió de un balazo en San Cristóbal, en la frontera con Colombia.
El militar era un sargento de la Guardia Nacional. Recibió un disparo cuando actuaba en el restablecimiento del orden en San Antonio de los Altos, una ciudad-dormitorio próxima a Caracas, la noche del miércoles.
Porque allí hay otra característica de las protestas, sobre todo en la última semana: una vez que son repelidas las marchas diurnas, algunos grupos reaparecen en horas de la noche improvisando barricadas en calles de sus barrios para confrontar a las policías.

¿Cómo es que las marchas no pueden atravesar determinados espacios o territorios?

En el caso de Caracas, después que en 2014 una manifestación opositora que fue desde el este hasta el casco central degeneró en desórdenes, las autoridades sistemáticamente prohíben que las manifestaciones opositoras, que se inician en sus bastiones de clase media en el este de la ciudad, penetren en el municipio Libertador o Distrito Capital, donde se encuentran las sedes de los principales poderes públicos nacionales.

Cuando los opositores avanzan por calles o autopistas desde el este hasta los límites administrativos del Distrito Capital, que coinciden aproximadamente con la mitad geográfica de la urbe, las fuerzas antimotines invariablemente detienen las marchas. En las últimas semanas con verdaderas lluvias de lacrimógenas, disparos de perdigones y detenciones a veces indiscriminadas de manifestantes o transeúntes.

Esta insistencia de los manifestantes opositores de reivindicar su derecho de marchar hacia el centro, y de las autoridades y el oficialismo de impedirlo para prevenir excesos o choques con partidarios del Gobierno, es una buena muestra de que los bandos rivales en Venezuela no quieren ceder y en cambio persisten en la confrontación.

Y en resumidas cuentas ¿qué es lo que invocan o defienden unos y otros?

La oposición ha venido protestando por la ruptura del hilo constitucional, que según la Mesa Democrática se produjo cuando el Tribunal Supremo, a finales de marzo, prácticamente despojó de funciones y fueros a la Asamblea Nacional, el parlamento donde la oposición es mayoría. Aunque el Tribunal corrigió parcialmente sus sentencias, mantiene un cerco jurídico sobre la Asamblea, pues anula todas las decisiones del parlamento.

La oposición hace cuatro exigencias: 1) que se establezca un cronograma electoral. Los gobernadores de estados y alcaldes tienen el período vencido y debieron efectuarse elecciones regionales el año pasado. Pero la exigencia opositora es abierta, pues quisieran que se adelante la elección presidencial prevista para finales del año próximo. 2) liberación de los presos políticos, que son algo más de 100 según sus cuentas, más algunas decenas de detenidos en recientes manifestaciones y que no han sido liberados tras breves arrestos. 3) que se abra un "canal humanitario"; que implique aceptar ayuda internacional en alimentos y sobre todo en medicinas. Los alimentos están muy caros y las medicinas muy escasas. 4) que se restablezcan y respeten plenamente las facultades de la Asamblea Nacional.
El oficialismo también tiene sus exigencias: reclaman que la oposición abandone una estrategia de lucha que considera desestabilizadora y que abre camino a una intervención extranjera o a un clima de caos que propicie un golpe de estado. Y pide que la oposición acuda a una mesa de diálogo, sin condiciones, para que el presidente Maduro pueda trabajar en paz por recuperar la economía del país, que tiene sus números en rojo.

La comunidad internacional ¿participa en este juego político?

Sí. Mientras se desarrollan las manifestaciones en Venezuela la comunidad internacional está muy atenta y activa. Muchos gobiernos están presentando reclamos o peticiones sobre Caracas en los mismos términos que la oposición. Estados Unidos pidió esta semana que Maduro atienda las cuatro demandas de la oposición y su Secretario de Estado, Rex Tillerson, ha dicho que el Gobierno de Caracas viola su propia Constitución. Para el presidente Maduro, Washington está dando luz verde para que se intente un golpe de estado en su contra.

Ayer nueve países latinoamericanos, Uruguay entre ellos, condenaron la violencia desatada en el marco de las manifestaciones, deploraron la pérdida de vidas y urgieron al Gobierno de Maduro a garantizar el derecho de los venezolanos a manifestar en paz.

Es el más reciente de los pronunciamientos sobre la situación venezolana que la cancillería sistemáticamente rechaza como injerencia en los asuntos internos.
Esos asuntos van camino de seguir agitados, en una operación, como decíamos al comienzo, de desgaste para todos los actores que contienden buscando que la victoria pertenezca a los de mayor aliento, a los que no se cansen.

En esa línea, la oposición hará nuevas caminatas en Caracas este fin de semana y para el lunes se anuncia una tranca, con movilizaciones opositoras, de la principal autopista capitalina y de la vía principal en cada una de las 23 capitales de los estados. Así que la herramienta de desgastar al contrario está muy viva en Venezuela.