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Irak: chiítas son mayoría en el poder

Comentario del periodista Mauricio Rabuffetti.

(Emitido a las 8.25)

EMILIANO COTELO:
El domingo las autoridades electorales iraquíes dieron a conocer los resultados finales de las elecciones del 30 de enero. Las cifras arrojan una clara victoria para una coalición de fuerzas políticas chiítas, respaldada por el gran ayatola Ali Sistani. En segundo lugar en la distribución de fuerzas en la Asamblea Legislativa iraquí aparecen los kurdos, etnia menos numerosa que los chiítas y que se concentra en el norte del país. Este panorama confirma también algo que de alguna manera aparecía como previsible antes de los comicios: los sunitas, segunda etnia en función de su importancia numérica en Irak, quedaron prácticamente relegados de las funciones de poder, al menos, de los cargos a los que se accedía por sufragio. ¿Cuál es entonces, conocidos estos números, el panorama político que se presenta en Irak?

Lo conversamos enseguida con Mauricio Rabuffetti.

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Mauricio, los resultados son muy contundentes. No hubo sorpresas, los chiítas son mayoría en el Parlamento con 48% de los votos, seguidos por los Kurdos con más de 25% de los sufragios ¿Qué primera lectura podemos hacer entonces de estas cifras?

MAURICIO RABUFFETTI:
Hay varios aspectos importantes, Emiliano. Te propongo dividir el análisis en dos partes. Una dedicada al plano político interno, es decir, cuál será en los próximos meses el mapa político en Irak, y en una segunda parte nos ocuparíamos del impacto hacia afuera de esta nueva distribución de fuerzas.

EC - Empecemos entonces por el mapa político iraquí.

MR - Los chiítas son mayoría. Era previsible que así fuera. De hecho la composición de la Asamblea legislativa refleja que la gran mayoría de los iraquíes, alrededor de 60%, de ellos pertenece a la mayoría chiíta, que por cierto ha estado relegada del poder durante décadas y sobre todo durante el régimen de Saddam Hussein que es sunita. La representación kurda es muy importante y se evidencia algo que habíamos manejado antes de las elecciones: el ausentismo de los sunitas de las mesas de votación.

EC - Recordemos que muchos de los líderes políticos y religiosos sunitas llamaron a boicotear las elecciones.

MR - A lo que se sumaron amenazas directas de grupos armados a esta parte de la población. Entonces, como era previsible, los sunitas tienen una representación muy mermada en la Asamblea Legislativa –apenas media decena de bancas-. Esta Asamblea será la encargada de elaborar la Constitución, y de elegir al presidente y los dos vicepresidentes que a su vez van a nombrar al primer ministro que será en los hechos quien encabece el Poder Ejecutivo y –hablando claro- quien gobierne. Es decir que con toda probabilidad estaremos ante el escenario de un primer ministro chiíta, y de un gobierno dominado por los chiítas, con fuerte participación de los kurdos. Evidentemente, este gobierno, en aras de la estabilidad del país, va a tener que integrar en sus filas a representantes sunitas porque aunque la votación de este sector fue baja, es una parte numérica y económicamente importante de la población iraquí. Dejarlos relegados sería sentar las bases de un conflicto político interno que podría derivar en un conflicto armado interno, algo que no parece estar en el espíritu de las autoridades iraquíes, y que tampoco Estados Unidos va a permitir que ocurra.

EC - Hay un personaje que hemos mencionado al pasar Mauricio: el gran ayatolá Ali Sistani, gran artífice de la victoria chiíta. ¿Qué papel le cabe a este líder religioso, líder espiritual de millones de chiítas, en el nuevo Irak?

MR - Buena pregunta. Sistani es, como tú señalaste recién, el artífice de la victoria chiíta, esencialmente porque les ordenó a los chiítas, que son mayoría, votar. Y aunque él no fue candidato, respaldó a una alianza de partidos de esa etnia. Por lo cual podríamos decir que es el gran triunfador de esta elección, y su cuota de poder, cimentada en la veneración de millones de chiítas, se va a reflejar con toda seguridad en una gran influencia en el próximo gobierno iraquí, tanto en su composición como en las decisiones que ese gobierno tome. Y solo para poner un ejemplo de algo que seguramente va a dar que hablar en los próximos meses, Sistani quiere que el Islam guíe la futura Constitución iraquí, algo que a Estados Unidos no le gusta mucho y muchos oyentes se estarán dando cuenta por qué.

EC - Irán es precisamente un República islámica con la cual Estados Unidos está en estos momentos fuertemente enfrentado.

MR - Exactamente. Y entramos entonces en la segunda dimensión de análisis que te proponía al comienzo: el plano exterior. La formulación de una Constitución sobre las bases del Islam no es algo que agrade a Estados Unidos.

EC - Justamente Mauricio, en relación a esto, leía hace un par de días en el diario La Nación de Chile un artículo de análisis que explicaba que Sistani no quiere repetir la principal característica de Irán que es precisamente que las autoridades religiosas también juegan un papel político, es decir, tienen poder de decisión directo en la vida política del país porque se trata de una República confesional. Más bien Sistani lo que propone es separar los papeles: religión por un lado, política y gobierno por otro. Quizá eso se refleje en la nueva Constitución.

MR - La elaboración de esa Constitución va a ser todo un capítulo de la transición de Irak hacia un régimen democrático, porque va a sentar las bases de funcionamiento del país y también porque va a mostrar hasta qué punto los que deciden son los iraquíes que ahora tendrán nuevo gobierno, y hasta qué punto influye Estados Unidos en la creación de esas nuevas bases del país. Y en eso, Sistani va a ser un factor clave con el que Estados Unidos va a tener que negociar y quizá hasta transar si quiere que Irak llegue a constituirse en aquello que la administración Bush en definitiva espera por encima de todo: un modelo de país democrático en pleno corazón del mundo árabe.