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Medio Oriente: festejos y protestas en un día "realmente histórico"

"No hay ninguna ilusión de jardín de rosas o pajaritos volando. Ni israelíes ni palestinos piensan en esos términos. Pero en ambas partes hay una plena convicción de que hay con quien hablar", comentó la corresponsal Ana María Jerozolimski, sobre los cambios que se vienen dando en la relación Sharon- Mazen.

Emitido a las 8.29

EMILIANO COTELO: Nos ubicamos en Medio Oriente para conocer si efectivamente estamos ante la perspectiva de la consolidación del proceso de paz.

Israel liberó ayer a 500 prisioneros palestinos como parte de los acuerdos alcanzados en la reciente cumbre regional que tuvo lugar en Egipto y que protagonizaron el primer ministro israelí Ariel Sharon y el líder palestino Mahmud Abas (o Abu Madzen).

La medida se produce muy pocas horas después de otra que también tiene su importancia en este contexto: la decisión del gobierno israelí que aprobó la retirada de Gaza y la modificación de la barrera defensiva en la margen occidental, de manera que se ajuste más a la línea internacional entre los territorios palestinos y el Estado de Israel.

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EC – El diálogo con nuestra corresponsal en la zona, Ana Jerosolimski.

Tú estuviste presente ayer cuando se producía la liberación de presos palestinos.

ANA JEROZOLIMSKI: Así es. Estuve en uno de los cinco puntos, ya que los 500 que fueron liberados ayer (llegados todos de la prisión Ziot) fueron distribuidos en cinco puntos cerca de Jenin y de Tulkarem –ésos fueron los grupos más grandes–, al sur de Hebrón, en la zona de Ramalah, Bitunia –donde estuve yo– y en el puesto de Eretz, aledaño a la Franja de Gaza.

EC - ¿Qué tipo de presos son?

AJ - Eran 500 en total, miembros de diferentes grupos armados palestinos. Hay también de Hamas y Yihad Islámico. De los 500, 180 eran lo que se llaman "presos en detención administrativa", o sea que nunca habían sido llevados a juicio. Es un legado de la época del mandato británico, previo a la independencia de Israel. Se alega que las pruebas no pueden ser públicas y por tanto están en ese estatuto medio singular –por decirlo delicadamente–. Los restantes 320 ya habían sido condenados a diferentes penas.

Eran de diferentes grupos armados palestinos, pero ninguno de ellos, según la terminología israelí, era preso "con sangre en las manos" (es una terminología que a los palestinos no gusta en absoluto). O sea, que no habían perpetrado atentados con víctimas mortales, aunque en algunos casos habían cometido atentados en los que trataron de matar gente, pero sin ese resultado.

EC - El primer ministro Ariel Sharon ya adelantó que no serán liberados los detenidos por acciones de sangre contra Israel.

AJ - Sí, por ahora. Aunque incluso dentro del partido Likud, del primer ministro Sharon, hay posiciones con matices un tanto diferentes. Hay gente que dice que sí se está abriendo una nueva página. Si bien ahora es prematuro dar por terminado este capítulo, mejor dicho por concretadas todas las esperanzas, si realmente se avanza hacia lo que todos esperan, hacia una nueva etapa totalmente diferente y no algo tan incipiente –aunque con buenas señales como ahora–, no habrá más remedio. Por ejemplo el ministro de Seguridad Interna dijo que en las próximas negociaciones habrá que incluir también a presos que tienen sangre en las manos, aunque es un tema de seria polémica dentro del gobierno israelí.

EC - Vayamos a la experiencia humana que tú presenciaste ayer. ¿Qué decían los presos al ser liberados? ¿Opinaban a propósito de la situación del conflicto?

AJ – Sí. Ante todo destacaban su felicidad a nivel personal, los reencuentros con las familias; lo vimos directamente cuando estuvimos en ese puesto en la zona de Bitunia –una aldea palestina al sur de Ramalah–, era interesante. (...) Era interesante ver gente subida a los coches en medio del ulular de las bocinas, no sólo familiares y amigos personales de los presos, sino en general palestinos que sentían que era un día de fiesta. Por un lado, destacaban el aspecto personal, el volver a sus respectivas casas, y algunos hablaban del conflicto –era inevitable porque respondían a las preguntas de los periodistas–, decían que se siente que hay una nueva etapa. Aunque cuando pregunté si acaso éste es el fin del conflicto –no me refería a la liberación de ayer concretamente sino a la nueva etapa que se está viviendo–, algunos me decían que no está claro que sea el fin de la Intifada y otros decían que puede ser el fin de la etapa de violencia para continuar la lucha por la vía política.

EC - Pero no todo era satisfacción entre quienes se encontraban en ese lugar. También había una protesta de israelíes.

AJ - Así es, una protesta muy silenciosa, muy dolida y muy simbólica. Yo la vi en Bitunia, y no creo que haya habido similares en otros lados. Había representantes de la organización Almagor, una organización israelí que asocia a víctimas del terrorismo, que incluye tanto a israelíes que resultaron heridos en diferentes atentados –no necesariamente en el transcurso de los últimos años de Intifada sino en general– y muy especialmente a israelíes que perdieron seres queridos en atentados palestinos.

Hablé con un señor que llevaba una foto enorme enmarcada de su hija Abuba, una de sus cinco hijos –ahora tiene cuatro–, que murió baleada cuando viajaba en su coche cerca del asentamiento en el que vivía –el bloque de asentamientos Gushkatib en la franja de Gaza–. Contó que estaba hablando por teléfono con su hermana menor, asesorándose por un tema de decoración por un cambio que hacía en la cocina de su casa, cuando de repente esta hermana oyó disparos y después sólo los gemidos y los últimos suspiros de la hermana que ahora ya no está y cuya foto tenía este hombre allí, protestando por la liberación. "Éste no es un tema político –decía–, no importa a qué partido pertenecemos, sino el hecho por el que estamos protestando. Estamos convencidos de que la liberación no va a acercar la paz, porque ya hay pruebas de que en liberaciones anteriores algunos de los que salieron de prisión, previo compromiso de no recurrir nuevamente a la violencia, sí volvieron a cometer atentados." "Y en unos minutos –me decía, sabiendo que yo iba a entrar con otros colegas a Bitunia, a Ramalah, a ver a los presos saliendo de la cárcel y entrando al territorio palestino– todos ustedes van a fotografiar los encuentros, los abrazos, las escenas emotivas entre los presos liberados y sus familiares, pero yo a mí hija no la puedo abrazar nunca más porque está muerta."

EC - La liberación de presos tuvo lugar 24 horas después de esa histórica votación del gabinete ministerial israelí a favor de la retirada de Gaza. ¿Podemos profundizar en cuál es exactamente el alcance de esa resolución?

AJ - Creo que realmente no es el mero afán nuestro, de los periodistas, de buscar títulos grandiosos a veces, el hablar de día histórico. Realmente fue un día histórico. Porque aproximadamente 38 años después de la conquista de los territorios, en este caso de Cisjordania y la franja de Gaza por parte de Israel – en una guerra que para Israel fue autodefensa y para los palestinos tuvo otro cariz...(Pero más allá de las motivaciones, que darían para un seminario) un gobierno israelí, y lo más simbólico, un gobierno del Likud encabezado por Ariel Sharon (que a ojos del mundo árabe fue siempre sinónimo de elemento duro de la política israelí) aprobó por amplia mayoría (17 ministros a favor y cinco en contra) la retirada de parte de esos territorios. Estamos hablando de la totalidad de la franja de Gaza, de 21 o 22 asentamientos que hay allí, y de otros cuatro que se encuentran al norte de Samaria, al norte de Cisjordania. Eso equivale sin duda a la reducción de las fronteras de Israel.

EC - ¿De qué manera?, ¿qué medidas están previstas y de qué forma se prevé reaccionar ante la resistencia?

AJ - Pocas horas después de la sesión del gobierno el primer ministro Sharon firmó las órdenes de retirada, y la fecha que se puso fue 20 de julio. Quiere decir que en esa fecha tiene que haberse concretado esa retirada, la salida de todos los habitantes de los asentamientos de las zonas que mencionamos, que son unos 8.500, 8.600 –la mayoría en Gaza– y unos 600 en los cuatro asentamientos al norte de Cisjordania. Se dan unos cinco días para que terminen de organizarse y recién después vendría lo que todos vislumbran como un escenario de potencial violencia: la evacuación por la fuerza de aquellos que resistan, de los que se opongan. La gran preocupación no es respecto de los habitantes mismos de esos asentamientos, que se piensa que en su mayoría ya fueron comprendiendo el proceso, aunque les cuesta y mucho –hay quienes dicen que prefieren morir antes que salir–, sino que traten de llevar a miles o más de personas de otros sitios, de otros asentamientos, que los apoyan, de Cisjordania o en general del sector político que los apoya, para - en la práctica- complicar tanto técnicamente la evacuación que el ejército no pueda sacar a la gente. Ésa es la intención de los que prometen seguir oponiéndose.

EC - ¿Cuál es el ambiente, la sensación? ¿Se avanza de manera más firme que en otras oportunidades hacia la paz?

AJ - No hay ninguna ilusión de jardín de rosas o pajaritos volando, de maripositas de la paz. Ni israelíes ni palestinos piensan en esos términos. Pero en ambas partes hay una plena convicción porque se ve lo que está sucediendo, que hay con quien hablar. Los palestinos ya no hablan –al menos a nivel oficial– de Sharon como de un enemigo sino como de un interlocutor válido, y Ariel Sharon tiene muy claro que el presidente palestino, Mahmud Abas, Abu Madzen, con quien sabe que aún tendrá difíciles discrepancias, es también un interlocutor válido que quiere avanzar por el bien de su pueblo –no porque sea sionista– a través de la negociación y no de la violencia. Ésa es la base para poder seguir avanzando, lo cual no quiere decir que no vaya a haber más de una crisis todavía.

Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: María Eugenia Martínez