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Rusia vuelve a mirar a la Luna

Rusia vuelve a mirar a la Luna

Tras varios años de recesión, que obligó a posponer hasta tiempos mejores los ambiciosos planes para la conquista del espacio, Rusia vuelve a soñar con clavar su bandera en la Luna.

En el 57º aniversario que se cumplió esta semana del histórico vuelo de Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que el país que tanto ha hecho para acercarse a las estrellas no va a renunciar a su misión.

Rusia no tiene ninguna intención de abandonar los proyectos internacionales en el espacio, pese a las malas relaciones actuales con Estados Unidos, la otra gran potencia espacial mundial.

"Se trata de un ámbito de cooperación que une. Confío en que siga siendo así. No tenemos intención de romper nada, de salir de ningún programa. Tenemos socios para la Luna, y luego para investigar Marte", dijo Putin al visitar esta semana el Museo de la Cosmonáutica de Moscú.

Hace medio año, las agencias espaciales de Rusia y Estados Unidos -Roscosmos y Nasa- acordaron crear una estación en la órbita de la Luna, cuyo primer módulo podría ser lanzado al espacio en 2022.

"Todos estos planes se van a llevar a cabo. Son interesantes, necesarios para el país y para toda la humanidad", recalcó el presidente ruso.

El programa ruso para la Luna prevé en primer lugar participar en el proyecto de la estación espacial internacional en la órbita del satélite natural de la Tierra, luego alunizar, y ya para la década de 2030 levantar allí una base permanente para investigar su superficie.

Los planes para construir una base en la Luna nacieron en la Unión Soviética a finales de la década de los años 60 del siglo pasado.

Los ingenieros soviéticos se dieron cuenta de que hará falta contar con tecnologías especiales para construir la base lunar, y ya entonces se plantearon proyectos de maquinaria de obra para ese reto (excavadoras, niveladoras, vehículos para tirar cables, etc), retomados por Roscosmos hace unos años.

La ubicación de la futura base no está decidida, pero los rusos tienen especial interés en los polos de la Luna.

"Nuestros expertos intentarán desembarcar en los polos, porque hay fundamentos para pensar que ahí puede haber agua. Ahí hay cosas que hacer, y desde ahí puede empezar el estudio de otros planetas, del espacio lejano", dijo Putin en un documental emitido poco antes de las elecciones presidenciales del pasado marzo.

El turismo espacial o la extracción de valiosas materias primas, como el helio 3, son hoy día los beneficios más factibles que se podrían obtener de la Luna.

Hace una década, Rusia ya planteó que el helio 3, considerado combustible ideal e inocuo para las centrales termonucleares del futuro, pueden sustituir los hidrocarburos fósiles cuando se agoten sus ingentes reservas en la Tierra.

La Luna alberga, según investigaciones rusas, entre medio millón y un millón de toneladas de helio 3, el isótopo más ligero del helio que se forma como resultado de las reacciones termonucleares que se producen en el Sol y que es prácticamente inexistente en la Tierra.

Para cubrir durante un año todas las necesidades de energía de la Tierra se necesitan 100 toneladas de helio 3, de acuerdo a los cálculos de científicos rusos.

La explotación de los recursos energéticos de la Luna es también uno de los proyectos prioritarios de China, la más reciente de las potencias espaciales.

Investigaciones de la Administración Aeroespacial Nacional de China estiman que en la Luna yacen entre 300.000 y 500.000 toneladas de helio 3, suficientes para cubrir el consumo global de energía en la Tierra durante al menos 7.000 años.

"Muy pronto la humanidad viajará más allá de la órbita terrestre. Crearemos una estación habitada en la Luna y pisaremos Marte. Haremos muchos y grandes descubrimientos, que ayudarán a todos los habitantes de la Tierra a tener una vida más confortable y segura", dijo esta semana desde la Estación Espacial Internacional el cosmonauta ruso Antón Shkaplérov.