Una economía desastrosa, la llama que encendió la crisis armenia
La degradación de la situación económica en Armenia es el combustible que alimenta la campaña de desobediencia civil liderada por el diputado Nikol Pashinián, que hoy recaba apoyos en Vanadzor, la tercera ciudad del país.
"Soy profesora, trabajo a jornada completa en una escuela y gano 30.000 drams (unos 60 dólares)", dice a Efe Tsovinar Martirosián, una maestra armenia con más de 20 años de experiencia.
El marido de Tsovinar no tiene trabajo fijo y el único sustento que tienen es el sueldo de ella y la ayuda que les brindan unos familiares desde el extranjero.
En el primer trimestre de 2018, el salario medio de los empleados públicos en Armenia -la mayoría de los cuales no llegan a trabajar a jornada completa- era de 47.000 drams (unos 100 dólares), cuando el salario mínimo en el país es de 55.000 drams (unos 120 dólares).
Oficialmente, el 29 % de la población armenia vive por debajo del umbral de la pobreza y el 5 % es catalogada como "muy pobre".
La situación es especialmente complicada para los jubilados, obligados a subsistir con entre 18.000 y 40.000 drams, es decir 35-80 dólares, dependiendo de si se cobra la pensión mínima o la media.
En el otro extremo se sitúan los altos cargos de la Justicia y de Seguridad, que tras su jubilación reciben pensiones superiores a los 1.000 dólares.
Otro grave problema que afrontan los armenios de a pie y que más descontento genera en el país es la creciente emigración de la población activa.
Según datos oficiales, solo durante el último decenio, que transcurrió bajo la presidencia de Serge Sargsián, el principal objeto de la ira de los indignados armenios, del país -con 3 millones de habitantes- emigraron unas 305.000 personas.
"Mi marido y mi hijo se han tenido que ir fuera para que nosotras tuviéramos algo que comer aquí. Quiero que vuelvan. Que mi nieto tenga a su padre cerca", dijo a Efe una de las participantes en la manifestación en apoyo a Pashinián celebrada ayer en la ciudad de Guiumri.
Y es que en Guiumri, la segunda ciudad de Armenia, el desempleo y la pobreza son especialmente patentes.
Guiumri, a 126 kilómetros de Ereván, forma parte de la provincia de Shirak, donde el porcentaje de la población que vive bajo el umbral de pobreza supera, según cifras oficiales, el 45 %.
Debido al estancamiento de la economía, la ciudad, de 122.000 habitantes, continúa sufriendo las secuelas del devastador terremoto de 1988 y parte de su población continúa viviendo en refugios temporales.
Hoy el líder opositor armenio continúa su marcha por el país en la localidad de Vanadzor, la tercera mayor urbe de Armenia.
Vanadzor, en el norte de Armenia, también fue afectada por el seísmo de 1988 y, al igual que Guiumri, aún sufre las consecuencias de aquella tragedia.
Además, tras la caída de la Unión Soviética en la ciudad fueron cerradas dos grandes plantas que operaban en esa localidad durante muchos años, lo que repercutió de forma negativa en su vida económica.
A nivel nacional, la economía armenia continúa sufriendo las consecuencias del bloqueo al que fue sometida por parte de Turquía y Azerbaiyán a causa del conflicto de Nagorno Karabaj.
Entre sus cuatro vecinos, Ereván puede comerciar solo con dos, Georgia e Irán, y a falta de una comunicación por ferrocarril con el país persa, el campo de maniobra se reduce prácticamente solo a Georgia.
Se trata de una ruta comercial vulnerable por las impredecibles condiciones meteorológicas en las montañas y en el mar, que alteran a veces el horarios de los suministros.
Mañana la oposición armenia reanudará las acciones de desobediencia civil en la capital armenia, Ereván, a la que había dado un pequeño "descanso" para dejar que los activistas del movimiento opositor repusieran sus fuerzas tras semanas de protestas diarias.
La ola de las manifestaciones sacudirá la capital con el "doble de fuerza", advirtió su líder, en un intento de la oposición de movilizar todos los apoyos en vísperas de la elección del primer ministro en el Parlamento, fijada para el martes.
Pashinián, quien aspira a ocupar la jefatura del Gobierno de la flamante república parlamentaria, ya ha prometido que irá "hasta el final" para que el gobernante Partido Republicano sea apartado del poder.
A la vez, las mayores acciones de desobediencia se iniciarán en Ereván precisamente en la mañana del 1 de mayo y para ello la oposición ya ha pedido a sus partidarios de todos los rincones del país a darse cita en la capital e inundar sus calles, con el claro propósito de ejercer presión sobre los diputados. EFE