El ''mea culpa'' de la Iglesia chilena
La renuncia que los obispos chilenos ofrecieron al papa Francisco por los casos de abusos de menores causa conmoción y es un hito en medio del escándalo en torno al sacerdote Fernando Karadima, sancionado por la Iglesia.
Algunos hablan de la más grave crisis en la historia de la Iglesia Católica chilena. Otros destacan la oportunidad que se abre para un nuevo comienzo. Los escándalos de abuso sexual y de poder, y el igualmente escandaloso encubrimiento de estos hechos durante años, han estremecido hasta los cimiento de esa institución. La renuncia ofrecida ahora por el pleno de la Conferencia Episcopal de Chile, después de tres días de reuniones de los prelados con el Papa Francisco en el Vaticano, tiene un impacto profundo y consecuencias aún no del todo mensurables.
Paso sin precedentes
"Hasta donde yo sé, es la primera vez en la historia de la Iglesia Católica Romana que una conferencia episcopal nacional ofrece en pleno su renuncia. Es un caso único, en efecto", subraya Michael Ramminger, académico del Instituto de Teología y Política de Münster. En ello coincide Christian Weisner, del movimiento católico de base "Somos Iglesia" (Wir sind Kirche) de Alemania.
En Estados Unidos, en Australia, en Irlanda, en Bélgica, en Alemania, ha habido grandes escándalos sobre violencia sexual, pero en todas partes se habían visto involucrados solo determinados obispos. El hecho de que ahora una Conferencia Episcopal completa diga que hay un gran problema que debe ser acometido por todos, es algo sin precedentes", apunta.
A la hora de evaluar las implicaciones, la Conferencia Episcopal alemana, consultada por DW, no quiso comentar el paso dado por los obispos chilenos. La agencia de noticias católica germana KNA se preguntó si era un gesto de decencia o de cobardía, y si podía ser considerado como un reconocimiento colectivo de culpabilidad. Aunque en su declaración los obispos piden "perdón por el dolor causado a las víctimas, al Papa, al Pueblo de Dios y al país por nuestros graves errores y omisiones", Ramminger aventura una sospecha: "La Conferencia Episcopal chilena le impone al Papa algo que en realidad él no quiere, que no pertenece a su teología.
El instó a los obispos chilenos a aclarar las cosas entre ellos, en un proceso sinodal, y a asumir específicamente la responsabilidad. Y me parece que a eso se rehúsan ahora", dice, y explica: "Mientras tenían la protección del Papa, no se movieron ni un milímetro. Solo ahora, bajo la presión del Papa, reconocen que algo anduvo mal. Y ahora ofrecen en conjunto su renuncia, lo que también podría significar y es solo una hipótesis- que por esta vía a fin de cuentas se quieran zafar de su responsabilidad".