Por qué el mundo necesita urgente un nuevo equilibrio de poderes
En 1815, tras la derrota de Napoleón en Waterloo, las potencias mundiales Gran Bretaña, Rusia, el Imperio Austro-Húngaro y Prusia, la futura Alemania, se reunieron en Viena, para definir el nuevo orden mundial, procurando entre otros objetivos el generar un equilibrio de poderes entre dichos estados, para evitar el resurgimiento de nuevos focos de conflicto, de revoluciones como la de Francia de 1789, del surgimiento de un nuevo Napoleón y de rivalidades hegemónicas.
Esto funcionó a lo largo de casi un siglo, no sin la ocurrencia de enfrentamientos bélicos como la guerra franco-prusiana en 1870, o de movimientos revolucionarios como los de 1830 y 1848, coletazos de la revolución de Francia impulsados además por la aparición de nuevas ideologías políticas.
A comienzos del siglo XX nadie imaginaba que en 1914 estallaría la Primera Guerra Mundial, poniendo fin al equilibrio de potencias existente hasta entonces, tirando abajo el orden mundial existente: la caída de los imperios, el austro-húngaro, el otomano y el ruso, que en 1917 se convertiría en otra clase de imperio, el soviético, a partir de la revolución marxista-leninista.
De 1918 al término de la Primera Guerra, hasta 1939, transcurrió un periodo de "desorden mundial", sin la existencia explícita de un equilibrio de poderes o de potencias referentes que mantuvieran esa relación de balance. En este desorden surgieron entonces el fascismo italiano, el nazismo alemán alimentado por el revanchismo, el comunismo soviético y el nacionalismo expansionista japonés. Junto a este marco de inestabilidad, tuvo lugar la crisis financiera y económica mundial provocada por el crack bursátil de 1929. Este proceso derivó en la Segunda Guerra.
En 1945 surge un nuevo orden mundial, esta vez bipolar en el marco de la Guerra Fría, con un marcado equilibrio de poderes entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, el que logró mantener un estado de certezas y previsibilidades relativas gracias a los controles y límites implícitos y formales.
Con la caída de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría, se produce la desaparición de la bipolaridad, con la consolidación de China como una nueva "potencia en potencia" mientras que en Rusia se produce un duro proceso de ajuste al post comunismo, proceso en el que despierta un nuevo nacionalismo, combinado con un revanchismo que se expresa en esta aparente estrategia de expansión geopolítica en injerencias, influencias y ocupaciones territoriales.
En esa incertidumbre, hoy asistimos a una guerra comercial declarada de Estados Unidos con una China que está dedicada a afianzar su expansionismo económico con prácticas neocolonialistas en el Tercer Mundo, la construcción del mega proyecto llamado "Faja y Camino" (Belt and Road), y en sentido ahora inverso para conectarse por vía terrestre con el corazón de Europa mientras muestra su músculo militar en el Pacífico. Mientras, Rusia juega su papel de influyente en Medio Oriente y de agente desestabilizador en Ucrania y Europa.
Este asunto fue analizado en La Mañana de El Espectador por el investigador en Historia John Moor y el periodista Darío Klein.
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