Temer se reunió el jueves en Río de Janeiro con los militares responsables de la operación y aseguró que "los índices de combate a la criminalidad son extraordinarios", en declaraciones recogidas por el diario local O Globo.

El presidente se refirió a los tres o cuatro últimos meses de la intervención (decretada a mediados de febrero), pues aseguró que los dos primeros fueron de organización, y la fase ejecutoria empezó más recientemente.

Temer restó importancia al hecho de que la intervención haya perdido apoyo entre la opinión pública: al principio un 74 por ciento se mostraba favorable, pero una encuesta divulgada la semana pasada por el instituto de opinión Datafolha mostró que el apoyo cayó al 66 por ciento.

"Cuando se supera el margen del 50 por ciento ya es extremadamente favorable", aseguró el presidente.

En contrapartida a las palabras del líder brasileño, la gran mayoría de especialistas en seguridad pública critican los resultados de la intervención, puesto que muchos índices de delincuencia, sobre todo los más violentos, no sólo no bajaron, sino que aumentaron.

En comparación con julio del año pasado, por ejemplo, las muertes provocadas por policías aumentaron un 105 por ciento, y un nueve por ciento los homicidios dolosos.

Sin embargo, cayeron un 19 por ciento los robos de mercancías a camiones, los robos de vehículos (29 por ciento menos) y los latrocinios (robo seguido de muerte), un 61 por ciento menos, según datos del Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro (un órgano oficial de estado homónimo).

La intervención militar en el estado de Río de Janeiro se decretó en febrero argumentando que la región vivía una ola de inseguridad incontrolada, y tiene vigencia hasta el 31 de diciembre de este año. (Sputnik)