¿Qué cabe esperar del retorno a África del FMI?
¿Vuelven los recortes sociales al continente como hace 30 años? Los expertos dicen que el FMI ha aprendido de sus errores del pasado, pero que, aun así, su ayuda no solucionará los problemas de deuda africanos.
Vuelve a África el Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución con la que los habitantes de ese continente hubieran querido no tener más que ver. El motivo de su regreso es el elevado endeudamiento de algunos países africanos. Ha subido tanto en los últimos años, que la bancarrota estatal se cierne sobre ellos. El último en dirigirse al FMI ha sido Angola, un país rico en petróleo. Lo hizo a finales del pasado mes de agosto de 2018. Además de crédito, el presidente, João Lourenço, desea también apoyo para implementar reformas económicas. Otros nueve países africanos han recurrido al FMI, entre ellos Mozambique, Ghana y la República del Congo. En total, el programa para África del organismo monetario ascendió en 2017 a los 7.200 millones de dólares estadounidenses, cuatro veces más que en 2014.
El renovado compromiso del FMI en aquel continente despierta recuerdos de las últimas crisis graves de deuda en las décadas de los 80 y 90. También en aquel entonces la insolvencia amenazaba a algunos países y el FMI ayudó con créditos de emergencia. Pero el dinero llegó de la mano de duras condiciones: el FMI y su organización hermana, el Banco Mundial, exigieron a cambio duras reformas políticas y económicas de los países que recibieron ayuda.
Reformas estructurales poco exitosas
El paquete de reformas incluía la eliminación de subvenciones para la industria y la agricultura, bajada de impuestos, privatización de empresas estatales y una política de liberalización comercial. Pero en lugar del auge económico esperado tras la aplicación de las reformas, arreciaron los problemas económicos de los países receptores de ayudas. "En general, los programas de ajuste no tuvieron mucho éxito", resume Rainer Thiele, experto en África del Instituto de Economía Mundial, con sede en Kiel. "Aunque la mayoría de los países superaron a corto plazo sus problemas de solvencia, no lograron regresar a largo plazo a la senda de crecimiento", explica Thiele a DW. Mientras tanto, los propios economistas del FMI critican los métodos de la institución. En un texto incluido en 2016 en una de las revistas especializadas del FMI, los autores criticaron que al menos una parte de las reformas obligatorias del pasado habían conducido a una mayor desigualdad y habían impedido el crecimiento económico.
Margen de maniobra procedente de China
Sin embargo, Rainer Thiele considera que el FMI ha aprendido de la experiencia. Actualmente, la institución pone más énfasis que antes en temas como el estilo de gobierno y asuntos sociales de los países receptores de ayudas. "Además hay indicios de que las condiciones para obtener créditos son menos duras ahora", dice Thiele.
Una razón posible para este cambio de rumbo es que tanto el FMI como el Banco Mundial han dejado de ser desde hace tiempo los únicos prestamistas potenciales de los Gobiernos africanos. Algunos Estados no tienen problemas para abastecerse de liquidez en los mercados regulares de capitales. Pero, sobre todo, el ascenso mundial de un nuevo gran inversor ha logrado un nuevo orden en las relaciones financieras con África: China. "La llegada de China ha traído nuevas posibilidades a los países africanos", dice el economista senegalés Ndongo Sylla a DW. "A cambio de sus créditos, China no pide reformas políticas y financieras, sino materias primas y nuevos mercados. Para los países africanos, China supone una forma de escabullirse de la intervención del FMI y del Banco Mundial".
Expertos: "Hay que combatir las raíces del problema de deuda"
Pero Sylla, que trabaja como director de programas de la sede en Dakar de la Fundación Rosa Luxemburgo, opina que la solvencia china no soluciona el verdadero problema: las economías basadas en los recursos naturales. "Los países africanos están endeudados porque exportan principalmente materias primas e importan todo lo demás", explica Sylla. Al igual que ya sucediera en las décadas de los 80 y 90, la crisis actual se debe a la caída de los precios de las materias primas, como petróleo, cacao y diamantes, mientras que los intereses de los créditos externos se han elevado. "Si se quiere abordar en serio el problema de deuda, hay que dar a África la posibilidad de que su agricultura y su industria se desarrollen con calma", dice Sylla. "Pero eso significa dar la espalda a la agenda de libre comercio del FMI, de la Organización Mundial del Comercio y de la Comisión Europea", sentencia el experto.
El ejemplo de Angola demuestra que los créditos chinos a cambio de concesiones de explotación de materias primas tampoco son la solución a los problemas de deuda de África. Los expertos calculan que el país acumula ya 25 mil millones de dólares de deuda china que el país asiático se cobra de la producción petrolífera angoleña. Según un informe del Financial Times, esta posibilidad está agotada, ya que hay demasiado petróleo comprometido en la devolución de créditos. El pedido de ayuda de Angola al FMI es una señal de que África no va a poder prescindir en el futuro de la polémica ayuda de la organización monetaria internacional.DW