La OTAN no prende las alarmas por "juegos de guerra" rusos
Rusia demuestra su poderío militar con sus mayores juegos de guerra desde el apogeo de la Guerra Fría. Por su parte, la OTAN, aunque "monitorea" las actividades de Moscú, no parece prender las alarmas.
El año pasado, la palabra Zapad (en referencia al ejercicio militar estratégico conjunto de las fuerzas armadas rusas y bielorrusas) estaba en boca de todos, cuando el Kremlin, con sus ejercicios militares, se acercaba peligrosamente a los Estados bálticos. Hoy, sin embargo, el Vostok 2018, a pesar de ser catalogado por Moscú como su mayor ejercicio desde el apogeo de la Guerra Fría, no está acelerando el pulso de la OTAN, ni impulsando refuerzos hacia su flanco oriental.
"Monitoreo" es el término utilizado tanto pública como privadamente por los portavoces de la alianza y los informantes de la OTAN para describir su postura frente a los ejercicios militares con China. Eso se debe, en gran parte, al hecho de que el campo de entrenamiento de Vostok está bien retirado en el este de Siberia, a diferencia de Zapad, llevado a cabo en Bielorrusia, que causó alarma por la cercanía de tropas rusas en las fronteras de la OTAN.
Elisabeth Braw, experta en disuasión del Real Instituto de Servicios Unidos de Defensa y Estudios de Seguridad (RUSI, por sus siglas en inglés), dijo que es comprensible que la OTAN no esté particularmente preocupada, aunque considera trascendental la nueva amistad de China con el Kremlin. "Envía una señal de que ambas naciones se están uniendo y nosotros, Occidente, no tenemos un aliado fuerte en ninguno de los dos", reveló a DW. "Creo que teníamos la expectativa de que China se pusiera del lado de nosotros, tal vez no en todos los asuntos, pero sí en muchos", agregó. Braw considera que la presunción de larga data ya no pueda tomarse más por sentado.
Para Vladimir Putin "mostrar fortaleza militar tiene varios propósitos", explicó, por su parte, Roland Freudenstein, del Centro Martens en Bruselas. "Ciertamente también muestra fortaleza militar a su propia gente y es, asimismo, una distracción de todas las crisis domésticas, comenzando por la reforma de pensiones, que es muy impopular". No obstante, Freudenstein agregó: "Que Putin juegue con Occidente es parte del juego (...) para asustar a los países de la OTAN, especialmente a los más pequeños".
Seguridad desde el aire
Esos países, sin embargo, están obteniendo cada vez más seguridad desde arriba, gracias al programa de vigilancia aérea de la OTAN que mantiene a los aviones de combate en alerta ininterrumpidamente en casi tres docenas de bases aéreas en todo el territorio de la alianza. Iniciado en los Países Bálticos en 2004 y expandido continuamente hasta Montenegro, cuando se unió a la OTAN el año pasado, el programa supervisado desde la Base Aérea Ramstein en Alemania ha asegurado que no haya habido violaciones importantes del espacio aéreo de la OTAN.
La falta de violaciones no es por falta de intentos, ya que las estadísticas muestran que, el año pasado, la alianza tuvo que intervenir por lo menos 250 veces cuando aviones rusos se acercaban al espacio aéreo de la OTAN. Esta cifra es mucho menor si se le compara con la de 2016, cuando hubo un aumento importante de hasta 780 incidentes de este tipo.
Moscú no es la única amenaza
Más allá del ruido que genera Rusia lo que casi se ha convertido en rutina, estas fuerzas también están a la espera en caso de que aeronaves civiles pierdan comunicación con los controladores de tráfico aéreo por cualquier razón, desde falla técnica hasta secuestro.
"Nuestra misión es proteger las fronteras. Cualquier cosa que se acerque a una frontera y no esté autorizada para cruzarla es un incidente para nosotros", explicó el teniente general de la Fuerza Aérea española Rubén García Servert, comandante del Centro Combinado de Operaciones Aéreas del sur de la OTAN en Torrejón, España. "Es cierto que hoy en día muchos casos son rusos, pero podemos esperar cualquier cosa", dijo a DW. "Estamos allí, tenemos solidaridad, hemos integrado nuestro sistema para asegurarnos de que nuestras fronteras estén siempre protegidas".
DW fue invitado a unirse a un vuelo de entrenamiento esta semana, el cual, según funcionarios, se celebró solo por casualidad al mismo tiempo que Vostok. Sin embargo, la demostración de la poderosa defensa aérea de la OTAN seguramente no es una imagen indeseable para proyectar. En un vuelo de exhibición sin precedentes, un avión de la Fuerza Aérea belga se hizo pasar por un intruso "renegado", que volaba desde Bruselas a España.
Poco después del despegue en el incidente simulado de COMLOSS (cuando no hay comunicación entre los controladores de tráfico aéreo en tierra y el avión), dos cazas europeos de la Fuerza Aérea alemana aparecieron detrás de las alas del Airbus belga, cambiando de un lado a otro, acorralándolo.
Una vez cruzadas las fronteras terrestres, aviones de combate de casi una docena de nacionalidades se acercaron para escoltar el vuelo: el JAS-39 Gripen volado por checos y húngaros, el MiG-21 y -29 desde Croacia y Eslovaquia, y el Eurofighter Typhoon británico.
En una intercepción real, esos pilotos usarían señales manuales reconocidas internacionalmente para intentar comunicarse con el piloto belga y descubrir por qué no está en contacto con el control de tierra; básicamente para establecer si él está en problemas o está causando problemas. En este caso, incluso el experimentado piloto belga estaba tan cautivado con el espectáculo aéreo privado que tomó fotos desde la cabina cada vez que un nuevo caza se abalanzaba al costado.
Incluso el piloto de la aeronave simulada "renegada" de la OTAN no pudo resistirse a admirar los aviones de combate que venían a escoltar su avión
Seguridad después del 11 de septiembre
Servert reveló que su mayor preocupación actualmente no son los rusos, sino las amenazas impredecibles que emanan de la región mediterránea donde los actores no estatales, es decir, terroristas en potencia, pueden encontrar refugio en países inestables y apuntar a los aliados de la OTAN.
Al mismo tiempo, Servert mantiene un alto grado de confianza en la gama de tácticas disponibles para los pilotos de la OTAN. El militar enfatizó que, con respecto al posible uso indebido de aeronaves civiles, la primera línea de defensa está en tierra, alegando que las personas peligrosas nunca deberían subir a un avión. Sin embargo, Servert explicó que los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos fueron un punto de inflexión en la comprensión de estas amenazas: si hoy se intenta algo así bajo los monitores del espacio aéreo de la OTAN, Servert cree que, con la tecnología disponible hoy, sería posible frustrar el ataque.DW