El Gobierno francés culpa a la ultraderecha de los disturbios de París
El ministro francés del Interior, Christophe Castaner, culpó hoy a la ultraderecha y a su líder, Marine Le Pen, de los disturbios que tuvieron lugar en París durante la manifestación del movimiento contra el alza de los carburantes, conocido como los "chalecos amarillos".
Castaner recordó que fue Le Pen a través de la red social Twitter quien ayer apelaba a los manifestantes a acudir a los Campos Elíseos, pese a la prohibición explícita de concentrarse en esa conocida arteria comercial de la capital.
Fue ahí donde se produjeron los principales incidentes, cuando grupos de manifestantes enmascarados comenzaron a lanzar objetos contra las barricadas levantadas por las fuerzas del orden para proteger el palacio del Elíseo, residencia presidencial.
Muchos de los manifestantes pidieron la dimisión del presidente, Emmanuel Macron, a quien acusan del alza de precios de los carburantes por un impuesto ecológico, subida que está en el origen del movimiento de los "chalecos amarillos".
Las fuerzas del orden respondieron con el lanzamiento de gases lacrimógenos y con cañones de agua para dispersarlos.
Algunos manifestantes, según Castaner grupúsculos de ultraderecha, levantaron barricadas con mobiliario urbano y material recuperado de obras próximas para evitar el avance de las fuerzas del orden.
El ministro indicó que era una situación prevista por la Policía, que señaló que utilizó gas para dispersarlos porque evita que se produzcan heridos.
Castaner cargó contra Le Pen, a quien también responsabilizó de que algunos diputados del partido de Macron fueran agredidos en los últimos días y sus domicilios invadidos por manifestantes.
El ministro indicó que en París se habían concentrado 8.000 manifestantes a pocas horas del momento oficial de la concentración, prevista a las 14.00 horas (13.00 GMT).
De ellos, 5.000 estaban en los Campos Elíseos, según Castaner, que recordó que el lugar oficial de concentración eran los Campos de Marte, frente a la Torre Eiffel, desierto de "chalecos amarillos" durante la mañana.
Agregó que, a nivel nacional, el movimiento ha sufrido un "fuerte debilitamiento", con 23.000 manifestantes en todo el país, frente a los 124.000 que había a la misma hora del pasado sábado, cuando en total se rozaron los 300.000.
Castaner reiteró el derecho de manifestación, pero apeló a desvincularse de los grupos violentos para que las fuerzas de seguridad puedan mantener el orden.
Señaló que, si el sábado pasado el ambiente de las concentraciones era festivo, "no se puede decir lo mismo hoy".
El ministro indicó que las autoridades siguen alerta para evitar nuevos enfrentamientos a lo largo del día. EFE