EE. UU. y China declaran tregua sobre nuevas tarifas
Donald Trump y Xi Jinping acordaron suspender por 90 días las nuevas tarifas en un paso para frenar la guerra comercial en curso.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, accedió a suspender durante 90 días su plan de subir al 25 por ciento los aranceles estadounidenses a cientos de productos chinos, y abrió una ambiciosa e incierta negociación con China sobre su política económica.
El acuerdo con China fue el colofón de la visita de dos días de Trump a Buenos Aires con motivo de la cumbre del G20, que marcó el primer viaje a Latinoamérica de su mandato y que culminó sin ninguna polémica como las que caracterizaron sus últimos encuentros multilaterales, entre ellos la cita del G7 en junio pasado.
Trump y Xi, acompañados por sus ayudantes, se reunieron para cenar en la capital argentina, Buenos Aires, en conversaciones comerciales que estaban siendo ampliamente vigiladas por los mercados financieros preocupados por la escalada de una guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo que podría perjudicar el crecimiento mundial. "Creo que, en algún momento, acabaremos consiguiendo algo que será bueno para China y bueno para EE. UU.", opinó Trump al iniciar su cena de trabajo con Xi en un lujoso hotel de Buenos Aires.
Xi le dijo a Trump: "Solo con la cooperación entre nosotros podemos servir el interés tanto de la paz como de la prosperidad".
Cese al fuego de la guerra comercial
Después de la reunión, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, dijo que las dos partes "llegaron a un acuerdo para detener la imposición de aranceles adicionales", que Trump había amenazado con imponer si las conversaciones no avanzaban. "El acuerdo principal ha impedido efectivamente una mayor expansión de la fricción económica entre los dos países y ha abierto un nuevo espacio para la cooperación", dijo Wang.
La Casa Blanca emitió una declaración simultánea diciendo que las dos partes habían acordado extender las negociaciones comerciales durante 90 días, durante los cuales no se impondrían nuevos aranceles a los productos chinos. "Ambas partes acuerdan que tratarán de completar esta transacción dentro de los próximos 90 días. Si al final de este período de tiempo, las partes no pueden llegar a un acuerdo, los aranceles del 10 por ciento se elevarán al 25 por ciento".
Aranceles afectarían a más de un tercio de las exportaciones chinas anuales a EE. UU.
Ese era el gran objetivo de Xi en la reunión de hoy, dado que esos aranceles afectan a más de un tercio de las exportaciones chinas anuales a EE. UU., entre ellos productos como frutas y verduras, cereales, textiles, material de construcción, productos químicos, combustibles, tabaco y alcohol.
A cambio, China se comprometió a aumentar "sustancialmente" sus compras de "productos agrícolas, energéticos, industriales y de otro tipo" procedentes de Estados Unidos, aseguró la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders. "China ha accedido a comenzar inmediatamente a comprar productos agrícolas" a Estados Unidos para "reducir el desequilibrio comercial" bilateral, garantizó.
Aranceles a productos chinos
En total, Washington ha impuesto aranceles a productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares desde julio, y Trump había amenazado con sancionar bienes por otros 267.000 millones de dólares, lo que superaría con creces el volumen de importaciones de China a EE. UU., que en 2017 se situó en 506.000 millones.
China ha aplicado como represalia medidas recíprocas a más de 60.000 millones de dólares en importaciones estadounidenses, casi la mitad de los 130.000 millones que compró en 2017.
Amenaza a los intereses estadounidenses
Trump percibe los déficits comerciales de EE. UU. con varios países como una amenaza a los intereses estadounidenses, pero en el caso de China, su Gobierno está preocupado además por las políticas económicas chinas, que a su juicio violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Está por ver si las negociaciones generarán cambios significativos en el sistema chino, cuyos fuertes subsidios a las compañías estatales y límites a la propiedad intelectual han llevado a Washington a acusar a Pekín de perjudicar a sus empresas.DW