Una mirada al mundo: China
El investigador en Historia John Moor se refirió en la Mañana de El Espectador al mercado económico internacional.
China enfrenta este 2019 tres frentes que posiblemente definan su comportamiento internacional, en su relacionamiento con el bloque de países asiáticos vecinos (Japón, Taiwan, Corea del Sur y del Norte), con Europa, con los Estados Unidos, con Rusia y también con América Latina.
En el frente interno, a pesar de haber consolidado su poder mediante las reformas introducidas que le permiten la continuidad en el poder, acercando al régimen chino a una autocracia partidocrática en versión comunista, Xi Jinpin sin embargo, tiene grandes desafíos políticos y de orden económico y tal vez social.
Este año se cumplirán 30 años de la matanza de Tianamnen, el movimiento de protestas que surgió de un periodo "bisagra" de la evolución del régimen chino y de la historia moderna de ese país, cuando atravesó quizás el último umbral hacia las transformaciones que la llevarían a ser la potencia económica y geopolítica en actual proceso de consolidación.
El año 1989 fue clave en ese sentido cuando ya comenzaba a crujir el bloque soviético y las autoridades chinas, lideradas por Deng Xiao Ping y el premier Li Peng, temían un efecto contagio del fenómeno de inquietud social y de inestabilidad que ya corría entre los países de la Europa del Este. El 4 de junio de ese año tuvo lugar una manifestación estudiantil en la plaza de Tiananmen de Beijing, en la que fueron asesinados por tropas chinas cerca de 10,000 personas.
Este statu quo podría atravesar en el 2019 un periodo de crisis y un test de resistencia en sus capacidades de enfrentar las presiones externas y las de los efectos internos de una posible caída de su economía.
Un segundo aniversario fundamental en el sentido estricto de la palabra, es el de la revolución comunista liderada por Mao Zedong de la que se cumplen 70 años y de la que surgió la China actual.
Y el tercer aniversario es el centenario del llamado movimiento del 4 de mayo de 1919 que se generó a partir de un proceso de confluencia de ideas y de distintos intelectuales y esencialmente estudiantes y que, dos años más tarde diera lugar al nacimiento del partido comunista chino. En resumen, el 2019 para China será un año emblemático, cargado de peso histórico por los hechos que se conmemoran.
De los tres aniversarios el más preocupante para el régimen de Xi Jinpin será el del 4 de junio, ya que se trata de un hecho "disruptivo" que no forma parte de las celebraciones fundacionales y de carácter oficial. Por esta razón, existe preocupación al interior del gobierno chino y del partido comunista que una combinación de efectos de la desaceleración económica, un posible descontento social y la memoria de los hechos de 1989 pueda generar focos de inestabilidad.
Según The Economist, para las autoridades chinas, no será fácil, al igual que en 1989, el poder aplicar censuras para asegurar, "la conformidad política", tomando en cuenta que será un año de celebraciones también oficiales, imposibles de censurar o de acallar. Lo interesante que señala The Economist es que fue ese Movimiento del 4 de mayo de 1919, el que habría inspirado, 70 años más tarde a los estudiantes que protagonizaron masivas protestas, quienes en aquel momento, "se proclamaron como los herederos del espíritu patriótico y pro reformas". Y si aunque hoy no hay señales de movimientos estudiantiles, el régimen chino y la propia historia enseñan que estas manifestaciones pueden gestarse y gatillarse en forma súbita y masiva, y por encima de la censura digital.
La censura china hará grandes esfuerzos en procurar eliminar toda mención a las protestas de Tiananmen, siguiendo la firme intención de Xi Jinpin de evitar el revivir de toda memoria de aquel episodio que amenazó al régimen, señala The Economist. El ambiente interno en China será probablemente el de una alerta tensa, ya que, aunque Xi Jinpin pueda estar en dominio casi absoluto y mostrarse, de acuerdo a The Economist como un líder firme en el concierto internacional, en su interior, sigue actuando como si el partido comunista estuviera en peligro, casi, como en una paranoia perenne.
Es natural que bajo un estado de guerra comercial con los EE.UU. y con una economía con riesgo de estancarse, el clima interno será foco de atención para el mundo.
Uno de los posibles indicadores es el reciente anuncio de Apple acerca del enlentecimiento de las ventas de su IPhone que gatilló una caída en Wall Street de su valor bursátil, arrastrando al resto de los indicadores. Pero hay otras señales quizás más contundentes en su conjunto.
El Financial Times por ejemplo, refiere a un conjunto de datos de la economía china que estarían corroborando este problema: caídas manifiestas en las ventas de autos y de casas y de las ganancias de las fábricas. El PBI oficial se habría reducido a un 6.5% en el tercer trimester del 2018, el crecimiento trimestral más débil, según el Financial Times, desde el 2009 con el impacto de la crisis financiera .
El Financial Times cita al banco suizo UBS, el cual anticipaba que el crecimiento del cuarto trimestre del 2018 sería todavía menor, de un 6.2%. Otra fuente citada por el Financial Times, el diario nacionalista Global Times,informó de despidos masivos en el sector tecnológico en diciembre. El panorama doméstico es definitivamentge muy malo, tal vez peor que durante la crisis financiera global del 2008" afirma Fred Hu, socio de Primavera Capital, un fondo de inversiones con sede en Hong Kong. "En teoría" dice Hu, China tiene amplias capacidades para impulsar la demanda interna para contrarrestar el impacto externo de la guerra comercial, pero con la confianza de los inversores y de los consumidores debilitándose, el gasto privado en capital de inversión y en consumo tenderá a la baja".
Lo que cabe agregar aquí es que muchos economistas y analistas consideran que China recién comenzará a sentir los efectos de la guerra comercial ahora, por lo que este enlentecimiento aun no acusa el impacto en la caída de sus exportaciones.
Este factor tiene que ver con el comportamiento de China frente a lo que considera como un acto de agresión por parte de los EE.UU, a sus intereses, y que podría convertirse en un escenario de confrontación de índole geopolítico en una primera instancia. En ciertos círculos ya se considera que China y los EE.UU. han ingresado a una Guerra Fría.
En la revista Foreign Policy, el autor Robert Kaplan afirma que tal Guerra Fría con China ya comenzó y durará años, independientemente de la posibilidad que llegue a un acuerdo con EE.UU. por las tarifas.
El orden de los factores se basa en los siguientes hechos: las constantes agresiones por vía cibernética, afectando diversos ámbitos de los EE.UU. son un ejemplo. Esta nueva guerra fría, dice Kaplan, durará décadas y sólo empeorará fuera de lo que ocurra en el comercio. Será permanente, debido a un conjunto de factores que "los generales y estrategas entienden pero muchos, especialmente en la comunidad de negocios y financiera que asisten a Davos, todavía prefieren ignorar.
Y porque las relaciones entre China y los EE.UU son las más cruciales del mundo, dice Kaplan, una guerra fría entre ambas se está convirtiendo en el principal principio organizador negativo de geopolítica que los mercados tendrán que incorporar.
Las diferencias entre los EEUU y China son severas y fundamentales y apenas pueden ser manejadas por negociaciones y no pueden ser mitigadas. China está comprometida empujar a las fuerzas navales y aéreas fuer del Pacífico occidental (el Mar del Sur y el de la China Este), mientras que los militares de EEUU están decididos a quedarse. Esta área del Pacífico es de una importancia esencial para ejercer influencias sobre otras naciones, entre ellas Taiwan.
Esta guerra fría no se limita a ámbitos propios del siglo XX sino que se registra además en un área crucial como el de la tecnología, la que es a la vez factor de rivalidades como de usos aplicados a la ciberguerra.
Pero el factor más preocupante es el hecho que con el declive del orden liberal mundial, una era histórica más "normal" de rivalidad geopolítica ha comenzado y las tensiones comerciales son apenas una de las manifestaciones de estas rivalidades. El auge de autoritarismos como el de Xi Jinpin frente a la visión de Trump sobre la protección de los Estados Unidos y sus intereses económicos y estratégicos, hace renacer un abismo tan grande, afirma Kaplan como el de la democracia de los EEUU y el comunismo soviético.
En América Latina y el Caribe China ha extendido su influencia por la vía de inversiones y de comercio, lo que al desinterés de Washington por la región, ha abierto aun más las puertas para una mayor influencia.
Según Al Jazeera, el vacío de los EEUU ha permitido que China tiente a la región a participar y ser incluida en el mega proyecto de unificación comercial y logística llamado la "Iniciativa de Un Cinturón Una Ruta"
La nueva configuración política en la región, con Jair Bolsonaro a la cabeza, pone a esta influencia y a los intereses chinos en una zona de duda acerca de su continuidad, si Brasil decide intensificar sus lazos con Washington, viendo así a China con los mismos ojos que los de EEUU.
El problema que enfrenta aquí la región, y que también inevitablemente afectará a Uruguay, es como enfrentar a esta guerra fría en lo geopolítico, si China decide por ejemplo intensificar sus vínculos estratégicos con Venezuela por su petróleo y una posible posición geográfica atractiva para la instalación de una base militar, o en cambio decide prescindir de este interés, y preservar en cambio sus vínculos comerciales con Brasil y las principales naciones como proveedoras de alimentos. Y, frente a esta balanza, ¿dónde finalmente se ubicará Washington en caso de ver la presencia china como una amenaza?
Como se ve claramente, el Uruguay no está nada lejos de como se viene configurando un nuevo orden mundial, a la velocidad de un click y cómo podrá afectar a nuestra pequeña economía hoy tan dependiente de China.
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