Según el corresponsal Rafael Mandressi los franceses rechazaron lo que ven como una política liberal de la Unión Europea y del gobierno.

Las consecuencias del "No" francés

Una de las principales potencias europeas, Francia, le dijo "No" a la Constitución de la Unión continental. Ahora se abren muchas interrogantes tanto en la política interna del país como en el resto del bloque. Según el corresponsal en París, Rafael Mandressi, lo que expresaron los franceses "fue un rechazo genérico a una política liberal en términos económicos que le imputan a la Unión Europea y naturalmente a las políticas que lleva adelante el gobierno francés".

(Emitido a las 7.51)

EMILIANO COTELO:
Se veía venir, las encuestas lo anticipaban, y se confirmó: en el referéndum francés a propósito del proyecto de Constitución europea triunfó el No y lo hizo con un margen importante, 55 a 45 por ciento.

En los próximos meses la Unión Europea queda pendiente de Francia tras el No a la Constitución verificado ayer, y Francia, a su vez, está pendiente de las decisiones del presidente Jacques Chirac en las próximas horas, porque esto tiene repercusiones hacia adentro del país también.

Vamos a contactarnos con Rafael Mandressi, que está en París como ocurre habitualmente en estas épocas del año.

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Rafael, ¿cómo está el tiempo en Francia?

RAFAEL MANDRESSI:
Se podría repetir el pronóstico del tiempo que acaba de dar María Isabel Pérez para Montevideo, cabe perfectamente para la situación de hoy en Francia: precipitaciones, cubierto, 20 y pico de grados de temperatura, no muy agradable en términos generales pero de todas maneras es costumbre en Francia.

EC - Incertidumbre entonces para los partidos del Roland-Garros.

RM - Exactamente.

EC - Dejemos al tenis a un costado y hablemos de política, francesa y europea. ¿Cómo se explica el triunfo del No? ¿Cuál es el mensaje? ¿Qué están diciendo los analistas hoy?

RM - Es difícil interpretar el triunfo del No de una manera unívoca, hay seguramente varias motivaciones y por lo tanto varios mensajes. Pero en términos generales, si hubiera que resumirlo en una frase, probablemente muy mayoritariamente, vengan de donde vengan en términos de horizontes políticos los votantes, lo que expresaron fue un rechazo genérico a una política o una orientación liberal en términos económicos que le imputan a la Unión Europea y naturalmente a las políticas que lleva adelante el gobierno francés. Ese sería el común denominador de la actitud de rechazo, además de una situación que evidentemente juega en cualquier caso, más allá de que la pregunta no tenía que ver con cuestiones de política interna, la impopularidad del gobierno también es en buena medida -según se dice aquí y me parece una interpretación bastante


razonable– responsable de un voto castigo que arrastró a su vez el rechazo al texto del tratado constitucional.

EC - Recordemos que no era imprescindible hacer una votación popular para intentar ratificar el proyecto de Constitución en Francia, pero de todos modos el presidente Jacques Chirac decidió ir por ese camino, quizás apostando a que el resultado fuera favorable al Sí, que era lo que impulsaba y eso permitiera fortalecer sus posiciones.

RM - Sí, cuando Chirac anunció, el 14 de julio del año pasado, que se iba a proceder a la vía referendaria para la ratificación del tratado, el triunfo del Sí se daba por descontado en todas las encuestas de opinión que lo daban amplísimamente mayoritario. El problema es que la situación cambió radicalmente desde ese momento a la fecha. Cambió más de una vez porque una cosa que según dicen los responsables de las empresas encuestadoras es inédito en la historia de la política francesa, por lo menos desde que se realizan mediciones, es que la curva de intención de voto tuvo tres cruces a lo largo de los últimos dos meses y pico, que desde el mes de marzo el No y el Sí alternativamente pasaron a estar a la cabeza de las preferencias, con un crecimiento del No en el tramo de los últimos diez días que lo llevó finalmente a las cifras que daban las últimas encuestas y que terminaron confirmándose en el día de ayer.

EC - Los factores franceses internos que influyeron parece que son bastantes más que la gestión de Chirac y el gobierno que encabeza. Veía declaraciones del primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, quien dijo que el voto de ayer traduce sobre todo la amplitud de la crisis profunda que atraviesa ese país, una crisis que abarca buena parte del arco político. Recordemos que el propio Partido Socialista votó dividido.

RM - Sí, hubo una fractura muy clara del Partido Socialista y François Hollande es uno de los grandes perdedores de la jornada de ayer. Recordemos que en un primer momento el Partido Socialista procedió a un referéndum interno, de adherentes, en el cual el Sí salió victorioso y por lo tanto la línea oficial del Partido Socialista era el voto por el Sí, pero hubo disidencias que terminaron congregando a bastante más del electorado socialista en el momento de votar ayer. Es decir que el Partido Socialista tiene allí un problema bastante serio, pero hay un problema más general que surge de los datos; como decías muy bien, no había obligación de recurrir a la vía referendaria, y si no se hubiera procedido de esa manera, es decir si como en otros países –en el caso de Italia y de Alemania, que ya ratificaron el tratado por vía parlamentaria– se hubiera elegido la vía parlamentaria, el tratado hubiera sido aprobado por más de 90 por ciento de los parlamentarios, cuando el voto popular da 55 por ciento en contra. Es decir que hay una crisis de la representación política que no involucra únicamente al gobierno ni al presidente, sino al conjunto de lo que aquí se llaman partidos de gobierno, o sea los partidos que han estado o pueden estar en el gobierno, sean en el caso actual los partidos de derecha y centroderecha o, como en el pasado y quizás en el futuro, el Partido Socialista y los verdes, es decir la coalición socialdemócrata verde. En cambio los que resultaron triunfadores fueron los partidos llamados contestatarios, es decir la extrema derecha, la extrema izquierda, el Partido Comunista y una serie de organizaciones no partidarias como altermundialistas e incluso las organizaciones sindicales muy mayoritariamente.

EC - Es interesante el dato que acabas de dar: si se hubiera procedido a la ratificación en el Parlamento la Constitución habría sido aprobada por 90 por ciento de los legisladores. Es un contraste brutal con el resultado en las urnas de ayer.

Veamos brevemente las consecuencias internas, las consecuencias en Francia. ¿Qué se viene? ¿La renuncia del primer ministro?

RM - Sí, eso ya es prácticamente un hecho, va a haber un cambio de gobierno en las próximas horas, tal vez hoy mismo; ya hubo reuniones de Chirac con el primer ministro todavía en funciones, pero que seguramente a más tardar en el día de mañana va a dejar de serlo, con un reemplazo del gabinete y probablemente alguna inflexión en la línea política, aunque no cabe esperar –desde mi punto de vista– ninguna ruptura en ese sentido.

La otra consecuencia que podría haber existido pero que de todas maneras antes de la votación el propio Chirac se había encargado de aclarar que no iba a ocurrir, es la dimisión del presidente, cosa que se hubiera inscrito en la tradición gaullista: el presidente que somete una cuestión a referéndum y es desaprobado renuncia. Lo había hecho el propio De Gaulle en 1969. Chirac había adelantado que eso no iba a ocurrir, de manera que por ese lado no va a haber cambios y va a seguir siendo el presidente de Francia hasta el año 2007, cuando haya nuevamente elecciones.

La otra interrogante es ver cómo se recompone –va a ser una tarea bastante difícil– el Partido Socialista, entre otras cosas para convertirse en una alternativa viable llegado el momento de elecciones políticas en Francia para el cambio de gobierno, que van a ser en el año 2007.

Estos son los dos procesos internos que están en curso. Uno de ellos es un hecho: el cambio de gobierno. Hay que ver en qué medida se traduce en acciones políticas.

EC - Pasemos a los otros niveles. ¿Qué pasa con la propia Constitución europea a partir de un revolcón como el de ayer, que es la primera derrota que tiene en los procesos de consulta que vienen desarrollándose?

RM - Sí, es el décimo en considerar el tratado y es el primer rechazo; es el segundo referéndum que se organiza después del que se hizo en España en febrero, que fue muy mayoritariamente favorable al Sí. Lo que hubo ayer conocidos los resultados, declaraciones del presidente de la Comisión Europea, el portugués Durao Barroso, como del presidente rotativo del Consejo de Europa, que es el primer ministro de Luxemburgo, ambos aclararon que el proceso en curso sigue, es decir que el resto de los países que todavía no ha considerado el tratado lo va a hacer en su momento, entre ellos algunos por referéndum, aunque la mayoría por vía parlamentaria, y una vez concluido ese proceso, en función de los resultados que arroje, se tomarán las decisiones políticas que correspondan.

El propio tratado contempla la posibilidad de rechazo, hay un máximo de cuatro países. Si más de cuatro países rechazan el tratado el mismo no entra en vigor, pero si fueren menos de cuatro se podría eventualmente proceder, quizás, a una nueva consulta. De todas maneras esto está por verse, el proceso sigue y va a llevar unos cuantos meses más, hasta fines del año 2006, recién allí se tomarían las decisiones del caso. Ésta no es la opinión que prevalece entre los partidarios del No en Francia, que proponen la renegociación inmediata del tratado, lo cual –opina mucha gente y me parece razonable– es por el momento inviable, entre otras cosas porque habría que compatibilizar rechazos de muy distinta índole, entre otros el del Frente Nacional de Jean-Marie Lepin y el del Partido Comunista, porque más allá del rechazo común no se aprecia mucho cuáles puedan ser las líneas de proposición en común para un futuro texto europeo. De modo que ese plan B, como se le llamó en los últimos tramos de la campaña, más allá de lo declarativo no parece ser viable.

Habrá que esperar; está claro que un rechazo de Francia no es un rechazo cualquiera, es un país fundador de la Unión y que tiene mucho peso, entre otros, en el presupuesto de la Unión Europea, de modo que no es posible ignorar el resultado de ayer que quizás se sume a lo que pase en Holanda en pocos días, donde también se anuncia un rechazo por vía referendaria, aunque con la diferencia de que el mismo no es vinculante, es simplemente una consulta que no tiene automáticamente valor de ley. Luego vendrán los demás, el último de los países de la Unión Europea en pronunciarse va a ser Inglaterra, donde también se anuncia desde el comienzo un rechazo mayoritario por razones opuestas –es curioso– a lo que se manejó en Francia, en Inglaterra la mayoría estaría rechazando el tratado por considerarlo insuficientemente liberal. Quiere decir que hay interpretaciones distintas según los países.

EC - Parecería que el texto de creación de la Constitución europea es demasiado complejo y ha generado este tipo de interpretaciones diferentes en algunos países o diferentes según el lugar del espectro ideológico donde uno se ubique. Eso es una curiosidad.

RM - Exacto. De hecho el tratado no solamente es complejo sino que además es muy extenso, son más de 400 artículos en cuatro partes, de las cuales la verdaderamente polémica es la tercera, que recopila los tratados anteriores y donde se incluye en el texto constitucional aspectos de política, no únicamente de ordenamiento institucional o de declaraciones de derechos, que son los contenidos de la primera y la segunda partes.

En la tercera parte se ingresa en cuestiones que se criticaron durante la campaña por parte de los partidarios del No porque significaban introducir elementos de política y darles rango constitucional en un texto que en principio debería limitarse a los contenidos de la primera y la segunda partes. Esa tercera parte, que por lo demás es la más extensa, es la que da lugar a las mayores controversias y suscita interpretaciones diferentes por lo menos entre la mayoría de los electores franceses y lo que las encuestas dan en Inglaterra respecto de los ingleses. En el caso francés lo interpreta como una especie de corsé liberal que implicaría la eliminación o la reducción al máximo del margen de maniobra de cualquier gobierno para poner en práctica políticas de signo diferente, y en el caso inglés se lo interpreta como una intrusión indebida de reglamentaciones abusivas respecto de una política que estiman debe ser aun más liberal. De modo que en esa porción del texto constitucional es donde se da el debate fundamentalmente, lo demás no plantea demasiados problemas en términos generales.

EC - ¿Pecó de demasiado ambicioso este proyecto de Constitución para Europa? Es una de las preguntas que se hacen hoy los analistas.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe