Entrevistas

Katrina amenaza con ser un huracán también político

Un huracán deja 1.000.000 de desplazados. Los contingentes de ayuda humanitaria son saqueados y la policía local no puede contener a los ladrones. Las evacuaciones son lentas. Algunos efectos del fenómeno pudieron ser evitados con mayor infraestructura. Parece una crónica del tercer mundo, pero pasó en Estados Unidos. Katrina amenaza también con producir consecuencias políticas, además de las humanitarias y económicas, de cara a 2008. Entrevista con el politólogo Juan Rial.

(Emitido a las 8.24)

EMILIANO COTELO:
Nos ubicamos en Estados Unidos, porque los efectos del huracán Katrina empiezan a afectar la vida política de cara a las próximas elecciones. Por ejemplo Hillary Clinton, aspirante a la Casa Blanca en el año 2008, ya solicitó una investigación independiente sobre los preparativos que hubo o no hubo antes de que se precipitara esta catástrofe y a propósito de las operaciones de rescate y ayuda.

El gobierno del presidente George W. Bush recibe críticas de los demócratas y de sus aliados republicanos por la lentitud en el envío de ayuda a las zonas afectadas por la catástrofe. Pero el jefe de la mayoría republicana, Bill Frist, aliado del presidente Bush y considerado también como un potencial candidato a la Casa Blanca en 2008, ha propuesto una reunión del Congreso destinada a estudiar la reacción del gobierno después de Katrina.

Estamos en contacto con Juan Rial, analista político uruguayo residente en Nueva York.

***

Juan, ¿desde hace cuánto tiempo resides es Nueva York?

JUAN RIAL:
Estoy llegando a los ocho años largos, bastante tiempo.

EC – Cuéntanos cómo estás viendo las repercusiones políticas del huracán Katrina. ¿Es efectivamente un asunto de debate, por ejemplo, en los medios de comunicación?

JR – Es un asunto de debate en la totalidad de los medios de comunicación y es un asunto que evidentemente va a tener un costo político grande en toda la nación. Evidentemente no se esperaba que ocurriera una cosa de este tipo, y ahora ya empieza a cuestionarse absolutamente todo.

Para poner una cosa en su contexto: estamos hablando de una zona que podríamos llamar el tercer mundo dentro de Estados Unidos. Si ustedes vieron por televisión o en fotografías en diarios los efectos del desastre, si no les hubieran informado que era Nueva Orleáns, podría haber sido perfectamente algo de lo que está ocurriendo día a día en Haití o en cualquier país africano, porque las zonas más afectadas son las más pobres de todo este lugar.

En números Nueva Orleáns es más o menos la mitad de Montevideo, medio millón de habitantes. De ese medio millón de habitantes, uno de cada cuatro es pobre y además negro, y estos fueron los más afectados por los efectos del huracán. Obviamente esto es lo que se ha notado más por la falta de capacidad de rescate. Es gente que estaba llegando a fin de mes, que no tenía dinero, que depende mucho de subsidios federales para poder vivir, que no tiene automóvil propio o algo en lo cual haber escapado a tiempo de los efectos de las inundaciones, que no tiene conocidos o recursos en otras partes adonde ir, y por eso tuvo que terminar en estos refugios colectivos, algunos de ellos muy lejanos. Todo esto se ha notado. Y se ha notado más además por la falta absoluta de capacidad de respuesta del Estado.

Ayer apareció la primera encuesta que hizo ABC con el Washington Post. Se preguntó cuál era la opinión acerca de cómo el presidente Bush manejó la situación; la aprobó el 46 por ciento, porcentaje que es prácticamente el mismo que refiere acerca del conjunto de la actuación de Bush como presidente, que es el 47 por ciento. Pero te hago una comparación: cuando ocurrió el atentado contra las torres de Nueva York la opinión acerca de cómo Bush manejó la situación era favorable en 91 por ciento; ahora es el 46.

EC – Hay incluso cuestionamientos a la lentitud de la reacción del propio Bush, al tiempo que demoró en llegar hasta la zona.

JR – Claro, y todo el aparato estatal. Ten en cuenta que precisamente como efecto del atentado del 11 de setiembre la Agencia Federal para Emergencias (FEMA en inglés) dejó de tener autonomía y pasó a ser parte de esta nueva organización que es algo así como un ministerio del interior, que aquí se llama el Homeland Security. Esta organización, FEMA, perdió por tanto la capacidad de reacción sin pasar por una pesada cadena burocrática de órdenes; antes en caso de emergencia era parte directa de algo así como un gabinete de crisis. A esto se agrega el problema de la falta de recursos locales, una zona muy pobre, una municipalidad que carecía prácticamente de capacidad para responder ante el tema. Te doy un detalle: había 1.600 policías en el Departamento de Policía de Nueva Orleáns, y según el jefe no sabe qué pasa con 400 o 500 de ellos, o sea un tercio de su fuerza policial desapareció, no sabe si desertó, si fue afectado y está herido o muerto, no tiene idea de ese tema. Imagínate la capacidad de la catástrofe para afectar localmente a toda esta gente.

EC – Sí, hay relatos terribles a propósito de cómo tuvo que moverse ese escaso cuerpo policial de la ciudad de Nueva Orleáns en los primeros días durante los cuales se sucedieron los saqueos, los pillajes y ya estaban la muerte y las infecciones rondando e igual tenían que desarrollar su tarea en condiciones muy limitadas.

JR – Imposible. Ten en cuenta además –esto se le está criticando a Bush– que a 400 kilómetros hay una base militar, Forpolk, de la Guardia Nacional, que tenía más o menos 8.000 personas, pero como esta gente dentro de un mes se tenía que ir para Afganistán los comandantes consideraron que no se debía mover, y tuvieron que mandar personal desde Tejas o desde Carolina del Norte –estamos hablando del triple o el cuádruple de distancia–, y esto tardó obviamente unos cuatro o cinco días en acontecer. O sea, hay una cadena de hechos que va desde la falta absoluta de coordinación entre agencias locales, estaduales, federales, la falta de comunicación. Fíjate que el alcalde no tenía mucho más que un celular para poder comunicarse, con las limitaciones que tiene un medio de comunicación de ese tipo; todo lo otro desapareció; un alcalde que veía que sus votantes eran los más afectados –el alcalde es un afroamericano– por todo esto. Y un pobre desarrollo de la autoridad estadual, una autoridad pobre que en los hechos tenía que pedirle ayuda al exterior, o sea al gobierno federal, que no estuvo a la altura de las circunstancias.

EC - ¿Qué es lo que está en juego ahora en el debate político?

JR – Primero va a haber una discusión muy fuerte sobre el esquema de emergencia que se ha montado. El esquema de emergencia se montó previendo un ataque terrorista a expensas de la posibilidad de atender desastres naturales. Como el Estado trata de gastar cada vez menos obviamente no hay cómo atender todo al mismo tiempo sin incrementar impuestos, y como lo que estaba en juego en este momento en el Congreso es una nueva reducción de impuestos hubiera sido ir en el camino contrario.

En segundo término la falta absoluta de Estado en las partes duras, policía y fuerza armada. La primera empresa contratada por la fuerza de emergencia para llevar alimentos tuvo que ir sin custodia militar ni policial y obviamente fue saqueada y asaltada, no quedó nada. Todo eso está empezando a estar en juego.

Y está en juego, además, qué va a pasar en toda esa zona, porque es un cambio muy fuerte desde el punto de vista político, dado que en la práctica Nueva Orleáns casi ha desaparecido. Ten en cuenta que el huracán no sólo afectó a Nueva Orleáns sino también a toda la zona del golfo alrededor de Louisiana. Se estima que el total de gente que de un modo u otro fue afectada son 20 millones de personas, y que el total de gente que en este momento está fuera de su casa es 1.000.000; imagínate a todo Montevideo vaciado. Evidentemente esto tiene un costo muy grande desde el punto de vista político y se va a notar dentro de poco tiempo en discusiones en el Congreso. Además se mezcla con todos los otros temas que estaban apareciendo en la agenda, fundamentalmente la cobertura de los dos nuevos puestos vacantes en la Corte de Justicia, uno por la renuncia de uno de los jueces de la Suprema Corte y el otro por la muerte de Rankish el sábado pasado, más el siempre presente problema de Irak y cómo salir de ahí.

EC – Sí, y no solamente salir de ahí sino lo que cuesta la guerra en Irak, que ha obligado a postergar inversiones, incluso algunas de las que debió realizar en el entorno de Nueva Orleáns para evitar que se produjeran inundaciones como estas que finalmente tuvieron lugar. ¿Esta parte del debate también existe en los medios?

JR – Sí, totalmente. Las cifras son bastante duras, en este momento Nueva Orleáns, si bien es un puerto no demasiado importante en el conjunto de Estados Unidos, para algunas áreas y algunos sectores es sustancial. El 70 por ciento del maíz se exportaba por Nueva Orleáns, el 65 por ciento de la soja que exporta Estados Unidos, el 95 por ciento del petróleo que entra a Estados Unidos lo hace por puertos del golfo, Nueva Orleáns y otros que están afectados, y han tenido que enviar a otros lados esos buques por cuanto ahora no pueden ser atendidos. Esto ha llevado al gran problema de los costos de la gasolina internamente, que es un tema fundamental porque en gran parte del país la gente se mueve pura y exclusivamente en automóviles particulares. A los uruguayos quizás no les llame la atención, pero el costo del galón de gasolina en este momento está en 3 dólares, algo así como 1 dólar por litro; en Uruguay no parece nada, pero dos semanas atrás costaba 70 centésimos el litro. Y amenaza subir más.

------------------------
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe