Setiembre: crónica de un mes negro para el Partido Republicano
El clima y los desastres de los huracanes, el agravamiento de la guerra en Irak y las denuncias de corrupción han debilitado la imagen y la acción del presidente George Bush. El corresponsal en Estados Unidos, Roberto Porzecanski, analizó la difícil situación del Partido Republicano de cara a las elecciones legislativas del próximo año.
(Emitido a las 8.26)
EMILIANO COTELO:
Nos instalamos en Estados Unidos. La renuncia del líder del Partido Republicano (PR) en la Cámara de Representantes, Tom DeLay, es solamente uno de varios episodios que han hecho que setiembre terminara siendo uno de los peores meses para la administración de George W. Bush y para el PR en general.
Esta semana el semanario The Economist dedicaba su portada a la crisis que afecta al partido de gobierno de Estados Unidos preguntándose: "Qué ha ido mal con la derecha americana". Por su parte Newsweek titulaba su nota central: "Guerra, tormentas, investigaciones sobre filtraciones a la prensa y una creciente lista de dudas éticas. Días oscuros para el Partido Republicano".
¿Cuáles son los distintos componentes de esta crisis? ¿Qué implicancias tiene en la práctica?
Para avanzar en estas preguntas, estamos en contacto con Roberto Porzecanski, nuestro corresponsal desde Boston, Massachussets.
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Roberto, como decía en la introducción, esta crisis del PR tiene claramente varias patas. Empecemos observando la primera, que es la que ha tenido más notoriedad en los últimos días: la renuncia de Tom DeLay. Y, en primer lugar, ubiquemos a Tom DeLay, alguien de quien los uruguayos sabemos bastante poco.
ROBERTO PORZECANSKI:
Cómo no... Vale le pena hacerlo porque Tom DeLay es un personaje fascinante en la política norteamericana. Formalmente, su cargo hasta la semana pasada era "majority leader", algo así como el líder de la bancada del PR en la Cámara de Representantes. Lo extraordinario de DeLay es que al poder que es inherente a esa posición, él lo ha potenciado enormemente.
EC - ¿A qué te refieres?
RP - A que DeLay ha alcanzado un nivel de poder difícilmente igualable, que se sustenta en su formidable capacidad de recaudar fondos para el partido y sus distintos candidatos a nivel nacional y estatal. En particular, gracias a los fondos recaudados para las campañas de muchos de sus compañeros representantes, DeLay ha logrado que casi todos, por no decir todos, le deban favores. Si a eso le sumamos su personalidad dura a DeLay en Washington se lo conoce como "el martillo" podemos entender mejor el mayor capital de DeLay: su enorme efectividad juntando los votos necesarios para distintos proyectos de ley, una de las funciones esenciales del líder de la bancada. Sin duda estamos ante un personaje central en la agenda legislativa del presidente Bush.
EC - ¿Algún dato más sobre ese personaje?
RP - Sí, dos cosas más que son sin duda interesantes. Primero, su padre trabajaba en la industria del petróleo y en su infancia DeLay estuvo radicado en el interior rural de Venezuela, muy cerca de los pozos petroleros. Según dice la propia página web de DeLay "su temprana exposición a la violencia política le inspiró una pasión por la libertad".
Otra curiosidad -ironía para muchos- es que luego de graduarse, DeLay puso su primer negocio: una compañía de exterminación de plagas. Según su propia versión de los orígenes de su carrera política, allí se inició su vocación: luchar por la no interferencia del Estado en la vida económica, una carrera que lo llevó a la política estatal en Texas y luego en Washington.
EC - Bien, ahora que lo hemos ubicado, ¿de qué se lo acusa exactamente?
RP - Se lo acusa de algo vinculado a lo que decíamos es su mayor virtud, la recaudación de fondos para campañas electorales. En particular, la acusación dice que su grupo político en Texas violó la ley estatal de financiación de campañas, en particular una norma que impide que las empresas donen dinero a las campañas de los candidatos en elecciones locales. Aparentemente el grupo de DeLay recogió donaciones de corporaciones, transfirió los fondos al PR federal y proveyó una lista de candidatos en Texas para que ahí el partido girara el dinero de vuelta a los candidatos locales.
EC O sea, inventó una triangulación para sortear la prohibición.
RP Exactamente. Formalmente la primera acusación fue de "conspiración en un delito de financiación de campaña", que tiene como pena máxima dos años de prisión. Esta semana se agregaron cargos de "lavado de dinero" que acarrean una pena máxima de 20 años de prisión.
EC - Ante todo esto DeLay renunció.
RP Sí, renunció a su cargo de presidente de la bancada, pero no a su puesto de diputado. Y lo hizo, cabe aclarar, por disposiciones internas del PR que indican que nadie que esté bajo acusación puede ejercer ninguna posición de liderazgo. DeLay desmiente los cargos y dice que obedecen exclusivamente a razones políticas, como era esperable. Es importante aclarar que el fiscal que lo acusa es abiertamente demócrata y eso es conocido.
EC - Éste es el más importante pero no el único episodio de sospechas de corrupción en PR, ¿verdad?
RP Sí, podríamos hablar de varios más, pero vamos a detenernos en el más importante, que es el que involucra al líder mayoritario pero del Senado, Bill Frist. En este caso, al senador y potencial candidato a la presidencia- se lo acusa de "insider trading", una maniobra ilegal con acciones de una compañía fundada por su padre y en la que su hermano forma parte de la directiva.
EC - Y, como decías antes, estas acusaciones de corrupción no son fenómenos aislados sino que forman parte de un mes, setiembre, que ha sido particularmente duro para los republicanos. ¿Qué otras cosas sucedieron?
RP - En general el telón de fondo es la situación en Irak y las críticas vinculadas a la respuesta del gobierno al huracán Katrina. Más en particular se ha cuestionado muy duramente la designación de Michael Brown, quien era el director de la Agencia Federal de Administración de Emergencias. Se ha dicho que Brown no tenía la experiencia necesaria y que llegó a ese cargo no por lo que conoce, sino debido a quién conoce.
También ha habido algunas confirmaciones importantes en el marco del affaire Valerie Plame, donde se investiga la filtración a la prensa de la identidad de una agente encubierta de la CIA. La semana pasada la periodista Judith Miller, del New York Times, finalmente salió de prisión luego de que su fuente la liberara del compromiso de confidencialidad. Así pudimos comprobar que esa fuente fue Lewis Libby, mano derecha del vicepresidente Dick Cheney.
EC - Sin duda un panorama difícil para el PR en general y para la Administración Bush en particular. Para terminar, ¿qué consecuencias ha tenido esta sucesión de hechos en la práctica, por dónde van ahora las consecuencias?
RP - Sin duda la consecuencia más importante es que se ha paralizado totalmente la agenda del presidente Bush para su segundo mandato, una agenda que hace solamente seis meses parecía iba a avanzar rápidamente. Ya nadie cree, por ejemplo, que la reforma de la seguridad social vaya a salir adelante. Lo más paradójico de todo es que uno de los momentos más esperados por cualquier presidente, el momento de designar un juez para la Suprema Corte de Justicia, llegó justo ahora, con Bush muy debilitado políticamente. Y más paradójico es que a Bush le ha tocado designar no uno sino dos jueces simultáneamente.
EC - ¿Y esa debilidad se nota en las designaciones?
RP - Los especialistas dicen que sí, que en otro momento Bush hubiera designado a alguien más radical para presidir la Corte y que en su segunda nominación habría elegido a alguien con credenciales conservadoras más claras, y no a alguien como Harriet Miers que, si bien le es tremendamente leal a él personalmente, es tan poco conocida que ha dejado perplejos y confundidos tanto a conservadores como a liberales. Precisamente por esto hay muchos conservadores que están muy enfurecidos con esa decisión. Y ese es un síntoma más de lo que probablemente sea el fenómeno político más relevante.
EC - ¿A que te refieres?
RP - A la ruptura que se está generando en el propio campo republicano, en torno a la designación de Harriet Miers a la Suprema Corte, en torno a la guerra en Irak, y en los últimos días muy intensamente en torno a los billones de dólares que la administración Bush ha prometido para la reconstrucción pos Katrina. A los fiscalmente conservadores, un grupo tradicionalmente republicano, se les han puesto los pelos de punta.
La paradoja es que en este momento de debilidad de la administración, y a un año de las elecciones legislativas, el eje de la controversia parece darse entre republicanos y no entre republicanos y demócratas. Estos, los demócratas, parecen estar pensando que lo mejor es esperar y dejar que el partido de gobierno se canibalice. El año que viene sabremos si esa estrategia fue la acertada.
EC Pero lo cierto es que hoy los enfrentamientos están planteados dentro del PR.