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Ceuta y Melilla, para miles de africanos la frontera entre el hambre y la salvación

Ceuta y Melilla, para miles de africanos la frontera entre el hambre y la salvación

El drama de la emigración africana originado en la pobreza y la corrupción de muchos países de ese continente volvió a estallar en Ceuta y Melilla, dos enclaves españoles en el norte de Marruecos. En las últimas semanas murieron 11 personas y decenas resultaron heridas. El periodista Tito Drago, residente en España, describió la polémica que enfrenta el gobierno de Zapatero.

(Emitido a las 8.27)

EMILIANO COTELO:
Miles de emigrantes subsaharianos pretenden escapar de la miseria que los persigue en sus países ingresando ilegalmente a Europa. Un drama tremendo que se ha colocado en los primeros lugares de la información internacional por estos días.

Es que en las últimas tres semanas hubo varias avalanchas de ilegales que intentaron saltar los alambrados que separan Marruecos de los enclaves españoles de Melilla y Ceuta. Algunos pocos consiguieron el estatus de refugiados, pero también hubo 11 muertos, decenas de heridos y operativos masivos de deportación.

El tema le está trayendo dolores de cabeza importantes al presidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, cuya política de inmigración está siendo criticada severamente, tanto desde el opositor Partido Popular (PP) como desde la Izquierda Unida (IU), uno de los partidos aliados del actual gobierno.

Nos interesa saber cómo se está viviendo esta situación en España, cómo viene la discusión al respecto, en qué medida el propio viejo continente se preocupa por esta cuestión. Entonces para profundizar en estos aspectos vamos a dialogar con el periodista Tito Drago, argentino, residente en España desde hace años, director de Inter Press Service (IPS) en Madrid.

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Tito, antes que nada te pido alguna información para situar los enclaves de Melilla y Ceuta. Yo decía que son enclaves españoles ubicados en el Norte de África, sobre el Mediterráneo. ¿Qué historia tienen?

TITO DRAGO:
Esas dos pequeñas ciudades fueron creadas por España hace unos 500 años y desde entonces dependen del Reino de España. Pero Marruecos las reivindica como soberanía propia, hay un largo litigio que forma parte de este conflicto porque Marruecos exige que esas dos ciudades enclavadas en su territorio pasen a su soberanía.

EC – Tú dices que ese largo litigio forma parte de este conflicto. ¿Por qué? ¿Se puede especular con que las autoridades marroquíes no son suficientemente rigurosas en el control de estos emigrantes, de algún modo en protesta por el hecho de que se mantiene la soberanía española sobre Ceuta y Melilla?

TD – No, más que protesta es una manera de presionar para que se les haga insostenible la vida a los ciudadanos de Melilla y Ceuta, de manera que llegue un momento en que digan "antes que vivir en este acoso y esta situación, mejor es pasarle esto a Marruecos e irnos". Esa es la política de Marruecos, aunque que no la escribe, no la dice, no la pone en ningún lado. Apretará un poco para que no entren inmigrantes ahora, durante ocho o diez días, pero después volverá a la misma situación.

EC – Justamente, ¿cuáles son las últimas novedades en este punto? Porque desde ayer el ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, está en Rabat, la capital de Marruecos, llevando a cabo contactos al más alto nivel para discutir esta situación. ¿Qué se sabe a esta hora sobre el resultado de esos encuentros?

TD – Los resultados no son nada espectaculares. Marruecos pide dinero –le llaman cooperación– para atender a los emigrantes, desplazarlos y demás, pero en la práctica eso no ocurre. Lo que ha hecho es sacar a la mayoría de los inmigrantes esposados, en autobuses, y mandarlos al Sahara Occidental, que es pleno desierto y es la zona cuya soberanía está disputando desde hace años con el Frente Polisario, que la reclama para ellos y donde Marruecos ha levantado un muro parecido al de Berlín entre la parte que tiene ocupada del Sahara Occidental y Argelia.

EC – Tú dices que en principio Marruecos reclama dinero.

TD – Sí, en principio ha planteado que no puede hacer frente solo a la avalancha de refugiados y pide dinero. Y desde España se le ha planteado –en esto hay unanimidad, aunque algunos lo dicen con voz más fuerte y otros más bajito– que respete los Derechos Humanos. Se le está pidiendo a Marruecos que respete los Derechos Humanos de los inmigrantes, cuando ese régimen no respeta los Derechos Humanos de sus propios ciudadanos. No olvidemos que la mayor parte de la riqueza de Marruecos –empresas y demás– pertenece a la familia real y que la gente vive en una situación de pobreza extrema.

EC - ¿Cómo está manejando en general el gobierno español esta situación? ¿Cuál venía siendo la posición del gobierno de Rodríguez Zapatero con respecto a la inmigración ilegal hasta que ocurrieron los últimos eventos, los más graves, los de estas últimas tres semanas?

TD – La posición de Zapatero respecto de la inmigración irregular, sin papeles –no me atrevo a decir "ilegal", porque ilegal en mi entender es otra cosa; esto es irregular en el sentido de que no tienen una visa consular para entrar–, ha sido cumplir la ley que aprobó el anterior gobierno y modificó éste, que significa decir: para entrar a España a trabajar hay que tener un contrato previo y la visa correspondiente; de lo contrario solamente entran los que vienen como turistas, con visa de turistas, para estar unos días.

Decirles esto a los africanos... uno tiene que plantearse cuál es la situación que vive esta gente para largarse no sólo a través de estas alambradas, expuesta a que la baleen, como ha ocurrido, sino también en las pateras que naufragan en alta mar o al llegar a las costas. En esas pateras suelen venir, por ejemplo, mujeres embarazadas de ocho meses o con niños recién paridos, de uno o dos meses, porque la ley española dice que a una mujer con un niño menor de edad no se la puede expulsar de España. Entonces gente que se atreve a cruzar el Atlántico desde las costas de África hasta las islas Canarias en esas embarcaciones en las que para pescar en un arroyito podrían subir 10, 12 personas y las mafias ponen 70 u 80 para cruzar un océano, las llevan a remolque hasta dejarlas cerca de las playas y las abandonan, gente que arriesga la vida en eso difícilmente va a dejar de intentar llegar por cualquier medio a Europa.

EC – Hay gente que en algunos casos ha estado viajando durante un par de años para poder acercarse al Mediterráneo, muchas veces lisa y llanamente caminando.

TD – Sí. Hoy el diario El Mundo, de Madrid, trae un reportaje hecho en la zona por Alí Lmrabet, un periodista marroquí que estuvo preso en su país por dirigir una revista de información en la cual simplemente informaba sobre cosas, pero como dijo algo respecto de unos negocios de la familia real lo metieron preso y sólo la movilización durante un año de periodistas y asociaciones de todo el mundo logró que lo liberaran. Lmrabet se ha acercado a la zona ahora, ha hecho un reportaje y ha entrevistado a un joven que le explicó que hace tres años que está llegando, que llegó dos veces a Melilla hace tres años, entró, pudo saltar la valla, pero una vez que entró la guardia civil –la Policía Militar de España– lo devolvió para el otro lado. Eso sí es ilegal, cuando una persona está dentro del territorio español no se la puede expulsar directamente, tiene que mediar una acción judicial; solamente en el caso de que haya un acuerdo binacional –o sea entre España y el país del que proviene el inmigrante– un inmigrante irregular puede ser devuelto al otro lado. Si no existe –y con la mayoría de los países africanos no existe– ese acuerdo no lo pueden expulsar.

EC - ¿Cómo se está discutiendo el tema dentro de la propia España? Veía que el presidente del PP, Mariano Rajoy, asegura que el proceso extraordinario de regularización masiva de unos 700.000 inmigrantes sin papeles que tuvo lugar en la primavera pasada provocó un efecto llamada que generó una presión migratoria sin precedentes en las fronteras españolas. ¿Qué peso tiene ese tipo de consideraciones?

TD – No, ese es un argumento de la lucha política entre partidos, porque el gobierno el PP también hizo un proceso de regularización de inmigrantes y también se lo acusó de hacer un proceso de llamada, de decir "usted entre, que algún día se le arreglará el asunto". La presión migratoria es incesante, no es de un día, no se debe a una ley, se debe a la situación de hambre, de miseria que viven los africanos en su país mientras las grandes empresas trasnacionales se llevan todo el dinero y los gobernantes de esos países participan en el robo. Porque normalmente decimos "hay que darle apoyo a África para que se desarrolle", y uno pregunta: todos los diamantes, el oro, el petróleo, la pesca que se sacan de África, todo eso, ¿no sería más que suficiente para financiar ese desarrollo?

EC – Enseguida vamos a ese punto, pero volviendo por un instante a la política española, también hay críticas al manejo que el gobierno está haciendo del tema desde IU, un partido político aliado al PSOE. ¿En ese caso cuáles son las objeciones?

TD – IU dice que no se puede violar los Derechos Humanos en las fronteras y que hay que hacer más ágil la entrada de los inmigrantes porque son necesarios. El otro día tuve un encuentro con Rodríguez Zapatero, el presidente del gobierno español quien, preguntándole sobre los inmigrantes –como él era a propósito de la Cumbre Iberoamericana no estábamos hablando de los de África sino de los de América Latina–, dijo: "Son una gran ayuda para España –los que trabajan aquí– y tenemos que hacer que la ayuda que ellos nos dan a nosotros también se manifieste en ayuda a sus países y sus familias". Por eso planteó que a los inmigrantes que trabajan aquí y hacen remesas a sus países se les haga algún tipo de crédito especial a muy largo plazo para que en sus países de origen puedan financiar la construcción o compra de vivienda y demás.

EC – En términos similares se expresó ayer Kofi Annan, el secretario general de Naciones Unidas, quien manifestó su rechazo a la contención drástica de los empujes migratorios, y añadió: "Las migraciones son necesarias para que algunos países europeos mantengan su actual ritmo de crecimiento económico".

TD – Sí, la mejor prueba es que en España hay muy pocos españoles dispuestos a trabajar en el campo, en los hoteles o en el servicio familiar. Los inmigrantes están haciendo esa tarea, eso es innegable. El asunto Ceuta-Melilla es distinto, está muy vinculado a la situación de enclave de esas dos ciudades y al régimen marroquí, que está en el medio.

EC – Entonces, ¿por dónde vienen las soluciones de fondo, más allá de lo que se pueda obtener en estos contactos entre el canciller español y las autoridades marroquíes, más allá de que se pueda fortalecer y volver eventualmente más inexpugnables esos alambrados que separan a Ceuta y Melilla de Marruecos, porque se han anunciado planes en ese sentido?

TD – En mi opinión –y coincidiendo con muy buenos analistas árabes y españoles que tratan este tema– no hay valla que pueda detener la inmigración, sea la que sea, eso seguirá presionando, lo que hagan hoy será pan para hoy y hambre para mañana. Lo que se requiere es una cooperación internacional para ayudar a democratizar África, algo importantísimo para que los pueblos y no dictaduras puedan decidir su destino, que el desarrollo se produzca en África y la gente pueda encontrar allí trabajo para vivir decentemente con su familia. Estoy seguro de que esa gente que está cuatro o cinco años separada de su mujer y de sus hijos buscando algún trabajo aquí para poder mandar algún dinero para que sobrevivan allá preferiría vivir en su país y trabajar dignamente. Pero para eso tiene que haber un acuerdo internacional y ahí el tema es que se enfrentan con muchos principales contendientes: las grandes empresas trasnacionales vinculadas a gobiernos de origen, como en Estados Unidos, por un lado, y por otro lado los gobiernos dictatoriales de África, que avasallan a sus propios pueblos.

EC - ¿No hay avances en esa posibilidad a nivel internacional?

TD – Kofi Annan empuja para adelante, pero la ONU tampoco está muy fuerte. Lo importante es que desde Europa hay presión en ese sentido sobre el mundo internacional, lo ha dicho hace unos días el presidente del Parlamento Europeo, Joseph Borrell, socialista español, y en estos días va a haber algún pronunciamiento de la Comisión Europea. Hay que entender que para cambiar la situación en un continente como África no basta la opinión europea, es necesaria una acción internacional mucho más amplia. Por cierto, mucho tienen que ver y pueden hacer los países latinoamericanos, por las relaciones especiales que tienen, por ejemplo Brasil con Angola, con Mozambique y con Guinea-Bissau.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe