Stendal y la producción de celulosa en Alemania
La planta de celulosa ubicada cerca de la ciudad de Stendal, en Alemania, es utilizada como ejemplo de que las que se instalarán en Fray Bentos no tendrán impactos significativos. Andrés Gil la visitó. De su análisis surgen respuestas a cuestionamientos que se escuchan en el conflicto con Argentina: no hay olor y el agua no sufrió deterioros, con una presencia de controles permanentes.
(Emitido a las 9.09)
EMILIANO COTELO:
Si han estado siguiendo más o menos de cerca el debate por las plantas de celulosa entre Argentina y Uruguay, seguramente habrán escuchado más una vez hablar de "Stendal".
¿Por qué? Porque una planta que se inauguró hace poco tiempo cerca de esta ciudad alemana, ha venido siendo citada como ejemplo concreto de cómo la misma tecnología ECF que se va a aplicar acá en las plantas de Botnia y Ence funciona, y sin problemas, en algunos países de Europa.
Concretamente, esta fábrica se ubica a unos 15 kilómetros de Stendal, pero a sólo 2 kilómetros de un pueblito llamado Arneburg.
Bueno, nuestro jefe de Producción, Andrés Gil, aprovechó sus días por Alemania para recorrer Arneburg, para visitar Stendal, y para entrevistar a protagonistas del proyecto, a vecinos, a ambientalistas y autoridades.
Les propongo ahora a poco de su vuelta a Uruguay- pasar en limpio sus impresiones sobre este caso, sin dudas, una referencia para nuestro país.
Vea la galería de imágenes de la planta
***
Andrés, para empezar, para irnos haciendo una mínima composición de lugar, contanos algo sobre Arneburg; algunos datos básicos...
ANDRÉS GIL:
Bueno, Arneburg es una ciudad muy chica en realidad debería decir un "pueblito" de 1.800 habitantes. Está ubicada sobre el río Elbe, a 14 kilómetros de la ciudad de Stendal, 100 kilómetros al oeste de Berlin, aproximadamente. Además, pertenece al distrito de Stendal, por lo que administrativamente depende de él; éste a su vez responde al estado federal de Sachsen Anhalt, uno de los cinco que pertenecieron a la ex República Democrática Alemana.
La ciudad fue fundada en el siglo X, y su aspecto general, en especial su arquitectura, no lo disimulan para nada. Es que obviamente, Arneburg nunca fue un objetivo para los aviones aliados durante la Segunda Guerra, por lo que la ciudad está bastante conservada, algo no tan frecuente en Alemania. De todos modos, las construcciones no son tan antiguas, porque la ciudad sufrió un incendio muy grande en el año 1767. Pero el principal edificio, la iglesia de St. Georg construida en el 1200 sobrevivió al incendio, y hoy es una especie de símbolo de Arneburg.
EC - Bueno, pero pasemos ahora a la planta de celulosa en sí...
AG - Si, porque hoy en día, a cinco kilómetros de Arneburg está ubicada la -tantas veces citada en el debate entre Uruguay y Argentina - planta de pasta de celulosa de la empresa Zellstoff Stendal, una subsidiaria de la firma canadiense estadounidense Mercer International.
En realidad, Zellstoff Stendal es propiedad en un 64% de Mercer. Luego otro 29% de las acciones corresponde a la alemana RWE Soluciones Industriales (que además es la encargada de gestionar la planta) y el 9% restante a MFC Industrial Holding AG, que es el grupo propietario del parque industrial.
EC - Tengo entendido que esta planta tiene la particularidad de que se construyó de cero, que es una planta nueva, no una vieja reciclada...
AG - Es cierto, de hecho algo así no pasaba en Alemania desde hace 60 años. La planta fue construida en 23 meses y fue inagurada el 22 de octubre de 2004, con la presencia del entonces canciller alemán Gerhard Schroeder. Costó cerca de 1.000 millones de euros, de los cuales el 25% tienen su origen en subsidios de la Unión Europea y de los gobiernos tanto Federal como del estado Sachsen Anhalt. Hay consenso en cuanto a que se trata de la planta de celulosa más moderna de Europa, y de que es además la más grande de Europa Central: por ejemplo, en este 2006 va a producir en total 570 mil toneladas de pasta de celulosa de alta calidad, destinada a la elaboración de papel de impresión y papel higiénico. (Algo más de lo que va a producir la planta de ENCE sobre el Río Uruguay, pero bastante menos de lo que va a producir la de Botnia).
Un par de datos más, trabaja básicamente con madera de coníferas, cerca del 80 por ciento es madera de pino. De hecho consume cerca de 9.000 metros cúbicos de madera por día.
EC - ¿Qué incidencia tiene este volumen de producción en el total alemán?
AG - La instalación de esta planta llevó a Mercer a transformarse en el principal demandante de madera y también en el principal productor de celulosa de Alemania, con el 65% del total del mercado, si se suma lo producido en Stendal y en la otra fábrica que desde 1999 tiene Mercer en Blankenstein, en el estado de Tühringen, con una capacidad de producción de 300 mil toneladas por año (un poco más chica).
Un dato adicional, aproximadamente el 70 por ciento del total producido en la planta de Arneburg se exporta a países vecinos.
La planta de Arneburg
EC - La planta de Arneburg está ubicada sobre el Río Elbe. Un curso de agua que atraviesa Alemania, de sur a norte, digamos; es decir, viene de República Checa y desemboca en el Mar del Norte, después de pasar por ejemplo por Hamburg...
AG - Es verdad. Concretamente la planta está ubicada en un parque industrial "emergente"; ¿qué quiero decir con esto? Bueno, que se trata de un predio de 640 hectáreas que fue privatizado allá por 1990, y cuyos propietarios actuales pretenden transformar en un polo de desarrollo industrial que oficie de locomotora de esta región del país, bastante carente de industrias, por cierto.
Un predio que te cuento tiene una historia bastante oscura: en los años de la RDA, cuando todavía era de propiedad estatal, se había empezado a construir ahí el mayor reactor nuclear de Alemania Oriental, una obra que finalmente quedó a medio camino, como consecuencia de la caída del muro. Pero de hecho, la estructura del reactor principal todavía se puede ver en el lugar, y es bastante tenebrosa...
EC - Supongo que ese es un antecedente fuerte, que predispone un poco a la población de la zona; quiero decir, podríamos discutir mucho sobre si una planta de celulosa es mala o no, pero capaz que frente a un reactor nuclear de esas proporciones, es hasta bienvenida...
AG - Bueno, algo de eso me dijo el ex intendente de Stendal, el doctor Volker Stephan. Stephan fue la autoridad máxima de Stendal durante 7 años, entre 1995 y 2001, período durante el cual justamente se autorizó la construcción de la planta de celulosa.
Y el ex intendente me decía que no hubo oposición de ningún tipo a la instalación de la planta, más bien todo lo contrario; porque según Stephan existía la convicción de que de algún modo había que aprovechar ese enorme predio; y me decía nada podía ser peor que un reactor nuclear, máxime si se tiene en cuenta que la sombra de Chernobyl seguía instalada sobre Europa, muy especialmente sobre Europa Oriental.
EC - Entonces la llegada de esta empresa, de esta subsidiaria de la norteamericana Mercer International con su planta de celulosa, ¿cómo fue recibida concretamente?
AG - Muy bien, pero no sólo por este motivo, sino también porque, no nos olvidemos, se trata de una de las zonas con mayor índice de desempleo de Alemania; y sólo está planta le está dando trabajo hoy a 580 personas de forma directa, más cerca de 1.000 puestos indirectos. Si bien la comparación no dice nada, es casi toda la población de Arneburg...
¿Y los movimientos ecologistas?
EC - Bueno, pero generalmente los planteos, o los cuestionamientos de las organizaciones ecologistas trascienden este tipo de valoraciones, bajo el argumento entendible, por cierto de que si bien generar empleos es un objetivo muy noble, no se lo puede hacer a cualquier precio. Y uno de los costos que suelen estar de por medio en estos emprendimientos son justamente de carácter ambiental. ¿No hubo movilizaciones de estas organizaciones, que además son muy potentes en Alemania?
AG - No, absolutamente no; todas las fuentes que consulté coincidieron en que no hubo ningún tipo de reacción o de oposición de parte de los movimientos ecologistas o ambientalistas alemanes. De hecho, a modo de ejemplo, pese a que la planta usa la tecnología ECF, Greenpeace no hizo absolutamente nada a propósito de esta planta. Algo que, en principio, y dado el protagonismo que tuvo en nuestro país me sorprendió bastante. Porque, de hecho, se trata de una organización muy activa aquí en Alemania.
EC - ¿Y tenés alguna explicación?
AG - Sí, por supuesto; se lo pregunté a Oliver Salge, experto en bosques de Greenpeace Alemania, que además es quien se ocupa del tema plantas de celulosa en la organización (de hecho, hace menos de un año hizo una visita a esta planta). Según Salge, en su momento GREENPEACE debió evaluar si se ocupaba o no del tema, y finalmente resolvió no hacerlo. ¿Por qué? Bajo el argumento de que era preferible concentrar sus esfuerzos y recursos en su gran objetivo estratégico que es el combate a la depredación de bosques en los países nórdicos, Rusia y Canadá.
Como el 99% de la madera que se procesa en Stendal llega de Alemania de plantaciones ubicadas aproximadamente en un radio de 300 kilómetros de la planta entonces este proyecto quedó fuera de su campo de acción.
EC - Pero más allá de la madera utilizada, y la depredación de los bosques, ¿no les preocupaban los riesgos de contaminación del aire o del Río Elbe?
AG - Bueno, en parte sí; de hecho insistió en que ellos promueven el uso de la tecnología TCF, y que esta planta si bien originalmente había sido concebida para producir sólo en TCF en la actualidad produce mucho más en ECF que en TCF.
EC - A ver, antes de seguir adelante; podemos pasar en limpio esos números, la proporción producida con cada una de las tecnologías...
AG - Si, por supuesto. Actualmente la planta de Arneburg produce 85% en ECF y apenas 15% en TCF. Y cabe aclarar que estos son datos oficiales que me aportó el director (o manager) de Medio Ambiente de Zellstoff Stendal, con quien tuve una larga charla pero prefirió no ser citado.
De todos modos esos porcentajes varían en función de la demanda. Según me explicaban, hoy día el mercado está pidiendo más celulosa elaborada por ECF por cuestiones de calidad. Y en opinión del director de Medio Ambiente de la empresa, las diferencias en el impacto ambiental, en las emisiones, de cada una de las tecnologías son totalmente imperceptibles.
EC - Volvamos ahora sí a la evaluación que hacía la gente de Greenpeace del funcionamiento de esta planta. ¿Cuál es la opinión del técnico que se ocupa del tema en esta organización ambientalista?
AG - La verdad es que su evaluación fue llamativamente positiva. En términos generales, pese al uso de la tecnología ECF en una alta proporción, la visión que me transmitió Salge de esta planta fue bastante despreocupada. Porque más allá de esa salvedad esto de que en Stendal no se está produciendo con la tecnología que ellos querrían de motu propio empezó a elogiar el "sistema de quemado de residuos gaseosos" que tiene la planta. Un sistema por el cual se recolectan y se queman el 100% de los gases que genera la producción de celulosa. Y además, me agregó (antes que yo le preguntara nada al respecto) "es por eso que no tienen nada de olor a podrido; ese olor tan típico de la industria del papel no se percibe nunca en Zellstoff Stendal".
EC - Bueno, esa es su evaluación. Pero supongo que tú tenés tu propia evaluación del tema, porque tu estuviste todo un día en Arneburg...
AG - Si, la verdad es que mi evaluación por supuesto no científica, porque pudo haber sido una simple casualidad es que en el pueblo, a dos kilómetros de la planta, prácticamente no hay olor; donde sí hay un olor constante esto me lo reconocieron las autoridades de Arneburg y yo mismo pude constatarlo es en las inmediaciones de la planta.
De todos modos, no es un olor feo, nada que ver con el típico olor de las papeleras; digamos, si tuviera que definirlo, es olor a madera procesada, a aserradero, pero muy leve y para nada molesto.
Según las autoridades y los vecinos de Arneburg, las principales molestias de la instalación de la planta fueron, una etapa bastante ruidosa durante el proceso de construcción, y algunas semanas de verdadero mal olor incluso en el pueblo al momento de la puesta en marcha de la planta.
EC - ¿Y eso es reconocido por la empresa también?
AG - Si, absolutamente. El director de Medio Ambiente me decía que es inevitable que durante la puesta en marcha de la planta, hasta que los procesos se estabilizan y las emisiones se controlan plenamente, haya cierto mal olor. De todos modos, esto ya fue superado en Arneburg, y lo único que queda una vez por año es una etapa de puesta a punto que dura cerca de una semana, durante la cual también puede haber algunos olores, aún aunque no hay emisión de gases.
BUND, ambientalistas dentro del proceso
EC - Siguiendo con los ambientalistas; porque GREENPEACE no es la única organización ecologista ni nada que se le parezca. Entonces, ¿no hubo otras organizaciones involucradas?
AG - Si, claro, de hecho, hay otra red ambiental que estuvo un poco más cerca del proceso, que de hecho participó en la fase de discusión previa a la aprobación, algo que además está expresamente exigido en las normas ambientales aquí en Alemania. La organización se llama BUND Freund der Erde (o en español, vaya casualidad, "Amigos de la Tierra").
EC - Y cuál es su posición frente a esta planta...
AG - La verdad es que tampoco han estado muy activos, pero por lo menos cuando fueron convocados a hacer sus aportes redactaron un documento en el que dejaron sentadas sus críticas, con un énfasis especial en el tema de la tala indiscriminada de bosques en Alemania, fenómeno que se profundizó con esta planta.
Sobre la fábrica en sí, Oliver Wendenkampf, director de BUND para el estado de Sachsen Anhalt, me dijo que si bien "no estan contentos" con su presencia, "no tienen recursos para ocuparse del tema". Por su parte, el encargado de prensa de la matriz de BUND, Rüdiger Rosenthal, me dijo directamente algo muy parecido a lo que me comentaba la gente de GREENPEACE: "tenemos otras cosas más importantes de qué ocuparnos".
Pero volviendo a la regional, lo que sí me dijo Wendenkampf es que les preocupa mucho que ahora se está utilizando a la planta de Arneburg como uno de los pretextos para construir una autopista que en su opinión va a ser muy dañina para la fauna y la flora en esta zona.
La planta y su entorno
EC - Justamente, ¿qué pasa con el entorno de la planta? ¿Cómo se ve?
AG - En este caso el entorno es muy verde, porque en un predio lindero a la fábrica de unas 100 hectáreas se pueden ver enormes plantaciones de distintos cereales y nabos. Es una zona que los propietarios de este parque industrial tienen arrendada a productores agrícolas de la zona, bajo un esquema de contratos anuales. En la medida que van apareciendo emprendimientos industriales dispuestos a ocupar esas tierras, los contratos no se renuevan y se desplaza la producción.
EC - ¿Y qué pasa con los efluentes de la planta, con el uso del agua del río Elbe y de cómo la devuelven al río?
AG - Ahí hay varias cosas para decir. Lo primero a la hora de hablar de este tema es destacar algo que en mi opinión marca un diferencial respecto de nuestro país: la confianza más absoluta, casi ciega, en los mecanismos de control existentes. Así me lo señalaba el gobernador de Arneburg, el doctor Siegfried Rutter, geólogo, que me decía que duerme absolutamente tranquilo en lo que a los efectos de la planta sobre el ambiente refiere...
Para empezar, Rutter descata "los altos estándares de exigencia que existen en Alemania, y en Europa, tanto en materia de seguridad en la operativa, como en el marco jurídico, por lo que en estos frentes las empresas tienen indicaciones muy precisas de cómo deben operar. Pero además señala que la actividad de la planta, y sus efectos sobre el medio ambiente, son controlados muy de cerca por distintos organismos, en distintos mecanismos de monitoreo, y con frecuencias diferentes".
EC - ¿Pero hay algún tipo de monitoreo continuo?
AG - Si, justamente ellos destacan que las variables de impacto ambiental de la planta son monitoreadas continuamente desde la dirección de medio ambiente del distrito de Stendal, digamos la máxima autoridad local en esta zona del país, a través de instrumentos a los cuales la empresa no tiene acceso. Así, en caso de detectarse algún desvío de los valores aceptables, la planta se para de inmediato (algo que nunca pasó todavía) . Pero por sobre todas las cosas, ellos destacaban la independencia de estos controles; son mediciones que son monitoreadas unilateralmente desde la autoridad competente.
EC - Pero concretamente, ¿qué se hace con los residuos líquidos?
AG - De más está decir que la empresa asegura que devuelven el agua más limpia de lo que la toman del río. Pero lo cierto es que y ahí entramos en cuestiones técnicas que nos van a entreverar un poco el agua es reutilizada más de una vez dentro de la planta, por ejemplo para refrigeración, antes de pasar a las siete cámaras de purificación, desde las cuales se devuelve, luego, el agua al Elbe. Un dato curioso es que la planta está ubicada a algo más de un kilómetro del río, por lo que la toma de agua se hace en una zona alejada de la planta río arriba, y la devolución se hace a una distancia de 100 metros de la toma, río abajo, también más abajo de donde se ubica la planta. Es decir, la planta no se vuelve a topar con el agua que ella misma devolvió al río.
EC - ¿Pero hay alguna exigencia en este plano?
AG - Si, por supuesto que las exigencias son muchas; por citar un ejemplo, la fábrica tiene que devolver el agua al río a una temperatura de 30 grados. Para ello debió construir una torre de enfriamiento, pues el agua llega al fin del proceso de purificación a unos 38 grados, temperatura que es necesaria para que los microorganismos que se encargan de la purificación biológica del agua operen eficientemente.
Otro dato interesante, es que el agua no se devuelve con un desagüe así como uno podría imaginar el típico caño que desde la costa va tirando agua al río . El caño de desagüe cruza el río y tiene una serie de agujeros, en distintos lugares, de distintos tamaños para contemplar la diferente presión con que llega el agua. Así, el agua no se vierte toda en el mismo lugar, sino de forma dispersa. Según me explicaron, con esto se busca, entre otras cosas, generar el menor diferencial de temperatura en el río, de modo de afectar lo menos posible la vida animal en el Elbe.
Igualmente, esto no es una gran novedad: tengo entendido que por ejemplo la planta de BOTNIA, va a hacerlo del mismo modo.
Ciudades vecinas: Wittenberger
EC - Está bien, ¿pero en Arneburg beben el agua que sale de ahí?
AG - No, ellos tiene la toma de agua corriente más arriba, por supuesto. Pero no hay que olvidar que hay otras ciudades, más abajo en el río, que siguen usando el caudal del Elbe como fuente de agua.
EC - ¿Por ejemplo?
AG - Bueno, a unos 50 kilómetros siguiendo río abajo, pero al norte, está Wittenberger, una ciudad con un poco menos de 50 mil habitantes.
Que además tiene la particularidad de haber sido una de las tres ciudades que Zellstoff Stendal evaluó incialmente para decidir dónde ubicaba la planta. Ciudad que, finalmente, perdió la cuereada frente a Arneburg.
EC - Ah, entiendo... Wittenberg sería, digamos, la Gualeguaychú de esta historia... ¿Y esa ciudad no hizo ningún planteo del tipo "no pongan la planta ahí que acá me va a llegar el agua contaminada"?
AG - Según todas las fuentes que consulté, no hubo ningún tipo de planteo abierto, público, aunque obviamente dan por descontado que les debe haber dolido y mucho perder en esa carrera. De hecho, el gobernador de Arneburg, el doctor Rutter me decía que está seguro que no hubo planteos por un simple motivo estratégico...
Rotter me decía que "no se puede ver la inversión en una forma tan estrecha; porque este proyecto trasciende absolutamente a Arneburg. De hecho, la idea es que opere como un faro que devuelva a esta región al mapa de la inversión internacional, que es lo que ellos precisan para desarrollarse y superar los altos índices de desempleo actuales. Ellos confían me dijo en un efecto bola de nieve, y en la consiguiente llegada de nuevas empresas para trabajar en esta región".
EC - ¿Pero ya se ha visto algo de eso? Porque esta planta de celulosa ya lleva un año y medio trabajando...
AG - Bueno, de hecho, al costado de esta planta de celulosa el grupo italiano SOFIDEL (cuarto productor de papel de Europa) está construyendo una fábrica de papel, que va a utilizar parte de la celulosa fabricada en por Zelstoff Stendal. Este proyecto va a dar trabajo a 200 personas en una primera etapa y otras 200 en una segunda etapa.
EC - ¿Pero eso es ya una realidad?
AG - Sí, la fábrica está muy avanzada (eso se puede ver en las fotos).
Me dijeron que la planta empieza a producir en noviembre de este año, y que ya contrató a la amplia mayoría de sus empleados, los cuales están siendo capacitados actualmente en Italia y en Francia.
Producción de Energía
EC - ¿Algún dato más de la planta de celulosa que valga la pena señalar?
AG - En realidad son varios, pero el tiempo no nos da. Pero algo que se destaca es esto de que la fábrica es energéticamente superavitaria...
EC - A ver, ¿cómo es eso?
AG - Simple, que la fábrica produce más energía de la que usa. Resulta que cerca del 98% de las 1.700 toneladas de residuos de madera que resultan diariamente de la producción, son reutilizados en una usina de biomasa con capacidad para generar cerca de 90 megawatts, de los cuales apenas se usan 55 para hacer funcionar la fábrica; el resto alrededor de 35 megawatts se destinan (se venden) a la red pública. Energía verde, renovable, que le llaman; ecológicamente amigable.
Stendal, la hermana mayor de Arneburg
EC - Andrés, para terminar ya. Tu estuviste también en Stendal, una ciudad ya más grande, a dijimos sólo 14 kilómetros de Arneburg...
AG - Si, Stendal tiene cerca de 40.000 habitantes; y resultaba interesante ver cuál viene siendo el impacto de la planta de Arneburg sobre esta ciudad, en la medida que según me dijeron con chimeneas tan altas como las que tiene la planta, de casi 70 metros, hay cierto consenso en cuanto a que los riesgos de sufrir malos olores son mayores para ciudades que están un poco más alejadas.
EC - ¿Y qué impresión te llevaste?
AG - Bueno, absolutamente todas las personas con las que me puse a conversar en la calle más de una decena me dijeron que la planta de Arneburg nunca fue un objeto de polémica, nunca fue un tema en los medios de comunicación y que, al mismo tiempo, su impacto sobre la ciudad ha sido prácticamente nulo.
Esto tiene, sin dudas, su lado positivo: quiere decir que nunca hubo mal olor, y que aún más hasta el momento no hubo efectos perceptibles de la construcción de la planta sobre la calidad de vida en la ciudad, más allá de la mayor circulación de camiones, pero que lo hacen por una vía lateral a Stendal, que quedó consagrada al tránsito de este tipo de vehículos.
EC - Pero decías que tiene también su lado negativo. ¿Cuál es?
AG - Que prácticamente todas las personas coincidieron en que no conocen personalmente a nadie de Stendal que haya conseguido trabajo en la planta, y algo parecido pudimos escuchar también en Arneburg. Apenas, un par de jóvenes de unos 20 años me dijeron que algún amigo suyo había conseguido trabajo de limpieza en la planta; algún otro me habló de extranjeros que llegaron a Stendal para trabajar en la planta, pero gente propia de la ciudad, poca, por lo que su efecto en este plano estuvo por debajo de las expectativas que se habían creado. Además que los puestos generados son, en general, relativamente mal remunerados.
Vea la galería de imágenes de la planta