Internacionales

Los tres suicidios y la vida de la cárcel en Guantánamo

Tres detenidos por Estados Unidos y recluidos en la presión de Gunatánamo se suicidaron hace una semana, abriendo una polémica que parece tener como única solución el cierre de ese establecimiento cuestionado por la comunidad internacional. El presidente George Bush ya admitió que desearía cerrarlo pero el dilema no es fácil, pese a la flagrante ilegalidad que se comete. Contacto con el corresponsal en Boston, Roberto Porzecanski.

(Emitido a las 8.35)

EMILIANO COTELO:
La  polémica acerca de la cárcel establecida por Estados Unidos en la base militar de Guantánamo empezó inmediatamente de su apertura, a comienzos de 2002.

Sin embargo, esta controversia ganó mucha fuerza nuevamente el pasado sábado 10 de junio, cuando tres prisioneros detenidos en esa prisión se suicidaron temprano en la mañana. Estas fueron, de acuerdo a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, las primeras muertes de detenidos en esta prisión militar.

¿Cómo ha impactado el tema en Estados Unidos? ¿Cómo ha afectado la ya muy deteriorada imagen del presidente Bush?

Para explorar estos temas, el contacto será con Roberto Porzecanski, corresponsal de En Perspectiva en Estados Unidos.

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Roberto. Los suicidios sucedieron hace ya más de una semana. El tema, ¿Sigue estando en el debate allí?


ROBERTO PORZECANSKI:
Esa buena pregunta, porque me imagino que capaz parte de la audiencia se pregunta porque estamos hablando ahora de este tema. Pero sí, a pesar de que los suicidios fueron hace mas de una semana, la polémica que han desatado esta lejos de desaparecer. Por ejemplo, una nota del New York times de ayer, el día en que el diario es más leído, se dedicaba a este tema, titulando "Buscando una estrategia de salida para Guantánamo". Otro ejemplo sería la publicación The Economist, por su parte, que se ha opuesto desde el comienzo a la existencia de la prisión en Guantánamo y le dedicó sugestivamente su único obituario semanal a uno de los prisioneros.

EC - El tema no ha perdido su relevancia, claramente. Antes de entrar de lleno en la polémica, parece importante repasar un poco lo que sabemos acerca de estas muertes.

RP - Es importante aclarar antes de dedicarlos a los detalles que prácticamente todo lo que se sabe es en base a la información brindada por las propias Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Con esa salvedad, sabemos las muertes fueron descubiertas el sábado por la mañana, que los prisioneros se ahorcaron con sus propias sabanas y ropa y que los tres prisioneros dejaron notas en árabe. Según informó el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, a cargo de Guantánamo, guardias y médicos intentaron salvar la vida de los detenidos pero sin éxito. En cuanto a su nacionalidad, dos de los prisioneros eran de Arabia Saudita y uno de Yemen. Y en cuanto a las razones por las que estaban detenidos, el almirante Harry Harris Jr, quien esta a cargo de la prisión, dijo que uno de los detenidos era un operativo de Al-Qaeda de nivel medio o alto, otro había sido capturado en Afganistán y el tercero era miembro de un grupo operativo. Los tres habían participado previamente en huelgas de hambre en Guantánamo.

EC - Y ante a los suicidios, ¿cómo fue la reacción oficial?

RP - Bueno, aquí es importante distinguir entre la reacción del Presidente Bush y la reacción de las Fuerzas Armadas y del Departamento de Defensa.

El presidente Bush, por un lado, dijo en una conferencia de prensa el martes pasado que le gustaría cerrar la base de Guantánamo y, en una muestra más de lo que ha sido una tendencia a reconocer algunos matices desde que comenzó su segundo mandato, dijo que Guantánamo sin duda provee una argumento poderoso a todos aquellos, inclusive aliados, que dicen que Estados Unidos no se rige por los valores que esta promoviendo.

Bush dijo también, en algo que podemos profundizar más adelante, que ahora el destino del centro de detención de Guantánamo está en manos de la Justicia.

EC - ¿Y cuál fue la reacción de las Fuerzas Armadas?

RP - Fue muy distinta. En la misma conferencia de prensa donde anuncio las muertes, Harris dijo que esta había sido una acción coordinada y planificada, y agregó acerca de los prisioneros: "No tienen respeto por la vida, ni la nuestra ni la de ellos. Creo que este no es un acto de desesperación, sino un acto de guerra asimétrica lanzado contra nosotros". 

EC - ¿Y cómo ha sido la reacción fuera del gobierno, tanto dentro como fuera de Estados Unidos?

RP - Internacionalmente la reacción fue la esperada, de una unánime condena. No hay que olvidar que inclusive aliados de Estados Unidos en la guerra en Irak, como Gran Bretaña, han manifestado su oposición al centro de detención de Guantánamo.

Esto se enmarca en una tendencia de presión creciente de gobiernos y organizaciones internacionales, que en los últimos meses y días, antes y después de los suicidios, han criticado duramente la prisión en Guantánamo y han directamente pedido a Bush que esta sea cerrada.

En mayo, respondiendo a esta creciente presión –que incluyó pedidos expresos por parte de la nueva canciller alemana Angela Merkel de que Guantánamo sea clausurada- Bush dijo lo que reitero el pasado martes, que le gustaría cerrar la prisión.

EC - ¿Y cómo ha sido la reacción dentro de Estados Unidos?

RP - En este punto me parece importante destacar, porque quizás esto no sea tan claro en Uruguay, que la polémica ha sido tan fuerte y probablemente más fuerte dentro de Estados Unidos que internacionalmente. Y en Estados Unidos esta polémica tiene tres dimensiones. Una dimensión ética, una dimensión legal y una dimensión estratégica.

Éticamente, se ha cuestionado las condiciones en las están que estos prisioneros, en un marco de incertidumbre total, y sin acceso a ayuda legal o religiosa. Por ejemplo, Bill Goodman, director legal del Centro de Derechos Constitucionales en Nueva York, un grupo que coordina a los abogados que representan a muchos de los detenidos, dijo que lo que esta detrás de estas muertes es la "total a inflexible falta de voluntad de la administración Bush de proveer algún tipo de Justicia significativa a estos hombres. Todos teníamos la sensación de que estaban cada vez mas desesperanzados".

En cuanto a las cuestiones legales, por otro lado, los suicidios no han hecho más que reavivar las críticas a la legalidad de la prisión de Guantánamo que han estado presentes desde el primer momento.  El tema es complejo, y no tenemos tiempo de analizarlo en detalle, pero recordemos que estas críticas tienen que ver con la legalidad de la categorización de los prisioneros como "enemigos combatientes ilegales", algo que los deja fuera de la protección de la Convención de Ginebra, con el hecho de que no tienen acceso al sistema judicial norteamericano por estar fuera del territorio de Estados Unidos, algo que ya ha sido relativamente superado, y finalmente con el mecanismo que la administración Bush quiere utilizar para lidiar con estos prisioneros, las llamadas comisiones militares. Y en esta área, los próximos días serán claves...

EC - ¿Por qué?

RP - Porque está ante la Suprema Corte de Justicia el caso de un detenido en particular, Salim Ahmed Hadan, a quien Estados Unidos acusa de haber sido chofer de Osama bin Laden. La Suprema Corte dictaminará, en un caso llamado Hadan vs. Rumself, si el Congreso puede excluir de la jurisdicción de los jueces civiles la prisión de Guantánamo, y si los detenidos pueden ser juzgados como criminales de guerra frente a comisiones militares.

Recordemos que esta Suprema Corte de Justicia ya cuenta con dos jueces designados por Bush, John Roberts y Samuel Alito y es una corte que ya ha empezado a tomar decisiones mucho más en línea con la administración Bush.

EC - Decías Roberto que también había una dimensión estratégica

RP - Si, porque mucha gente ha dicho que a Estados Unidos no le sirve, estratégicamente, mantener operativa la prisión de Guantánamo, argumentando, esencialmente, que su existencia aumenta la efectivamente de los esfuerzos de reclutamiento de terroristas en el mundo islámico.

Por otro lado, no esta nada claro qué pasaría si Estados Unidos decidiera cerrar la prisión, en particular cuál sería el destino de los 460 prisioneros que siguen allí. Habría que evaluar cuán peligroso sería dejarlos en libertad y cómo podría llevarse adelante. Otra alternativa sería diseñar un sistema que ofrezca una medida de justicia militar sin la protección y apertura de las cortes civiles, o inclusive contemplar la posibilidad de transferir prisioneros a países donde pueden ser o torturados o liberados.

El tema, claramente, no es sencillo.