Entrevistas

Se abrió "la Caja de Pandora" en el Líbano

El periodista Tomás Alcoverro vive en un barrio "seguro" de Beirut, pero no sabe si la violencia también llegará ahí. Es un experto en temas de Medio Oriente y prevé que esta situación puede derivar en conflictos internos "descorazonadores". Alcoverro habló de la inacción del gobierno libanés y contó detalles de una guerra que –por ahora- sólo promete empeorar. "Me temo que hemos abierto una vez más la caja de Pandora", sostuvo.

(Emitido a las 9.10)

EMILIANO COTELO: El Líbano se convirtió una vez más en un campo de batalla.

Digo "una vez más" porque la capital del Líbano fue escenario de una ofensiva israelí de gran envergadura en 1982; una operación militar que recibió el nombre "Paz para Galilea" y que tenía como objetivo expulsar a las autoridades de la Organización para la Liberación de Palestina.

En 1975, antes todavía, el Líbano había tenido su propia guerra civil, que duró hasta 1990 y de la cual aún se sienten vestigios.

Y hoy, debido otra vez a la violencia, el mundo entero vuelve a mirar hacia a la que en su momento era reconocida como la Suiza del Medio Oriente.

Para tener una impresión de primera mano sobre cómo se están viviendo estas horas en Beirut, para analizar la situación de este conflicto tan grave, vamos a conversar con el periodista Tomás Alcoverro, que hace 30 años trabaja como corresponsal en Medio Oriente para el diario La Vanguardia, de Cataluña, España.

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EC - Repasando antecedentes de sus crónicas me encontré con un comentario de la periodista Maruja Torres, que reportando desde Beirut para el diario El País de Madrid decía: `Sólo horas antes recibí la llamada de mi colega Tomás Alcoverro, de La Vanguardia, decano de los corresponsales en Medio Oriente. ‘Hezbollah ha secuestrado a dos soldados’, me anunció. Y agregó: ‘Se te han acabado las vacaciones, porque se va a armar’.".

¿Efectivamente cuando se enteró de la noticia tuvo la convicción de que se venía algo como lo que está sucediendo por estas horas?

TOMÁS ALCOVERRO:
Sí, sí. Y le quiero decir que pocos días antes en mi propio periódico publiqué un artículo que si no recuerdo mal se llama "Letanías del Oriente Medio", en el que recordaba que prácticamente todas las guerras, las invasiones e incluso los golpes de Estado más importantes se han producido siempre en los meses calurosos en Oriente Medio; incluyendo esta invasión a la que usted acertadamente se refirió, la invasión israelí de 1982, que también se produjo en verano. Pensaba que este momento sería terrible para el Líbano, un país a la vez de espejismos y prendido con alfileres.

EC - La pregunta apuntaba a saber si para un habitante veterano de Beirut era previsible que se produjera una reacción israelí tan dura, tan potente, la mayor en 25 años contra la ciudad.

TA – No. Esa ha sido evidentemente la gran sorpresa. Si me permite citarme. Hoy he dicho en mi periódico que las guerras en el Líbano son fáciles de empezar pero nunca se sabe cuándo van a acabar. Por lo tanto, en este momento –he dado una vuelta por la ciudad– me siento francamente desmoronado, abrumado, porque me temo que hemos abierto una vez más la caja de Pandora de todos los demonios que desgraciadamente sigue habiendo en el Líbano.

EC - ¿Por qué dice eso? ¿Qué impresiones ha recogido hoy mismo en su recorrida?

TA - Para ser muy concreto y no entrar en especulaciones, delante de mi casa estoy viendo en este momento cómo de una tienda de objetos persas iraní están trasladando los objetos en un camión de mudanzas. Y hoy ha habido otro hecho muy importante, que los marines estadounidenses han desembarcado en una playa de Beirut para ayudar en la evacuación. Estos dos hechos son muy significativos, el primero representa el miedo que tiene la gente de que esto se prolongue y se agrave. Y el segundo es que una vez más nos vamos a encontrar con todo el laberinto de las intervenciones extranjeras que tanto, tanto, tanto han sido, se hacen y continúan haciéndose en el Líbano.

EC - La escalada parece irrefrenable. Ayer se dio la jornada más violenta de la ofensiva israelí. Por primera vez hubo un enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre la milicia libanesa chiíta y el ejército de Israel en la frontera. Además, desde que comenzó esta etapa del enfrentamiento, el saldo ya es de 300 civiles muertos en el Líbano y 12 en territorio de Israel. La impresión es que esto va para largo. Entre otras cosas por las señales que han dado las grandes potencias, que no parecen mostrarse dispuestas a cortar esto. ¿Qué lectura hace usted del contexto internacional, de la posición de los países europeos, de Rusia, de Estados Unidos?

TA - Este es un conflicto enormemente complejo y confuso, pero para que los que tienen la amabilidad de escucharnos puedan aprovechar un poco estas palabras, diré que las potencias internacionales que aquí tienen poder son: por una parte -sin duda- Estados Unidos (que es el único país que puede influir sobre Israel y que en este momento le ha dado carta blanca por lo menos para unas semanas más para que siga sus represalias contra Hezbollah con el fin de desmantelarlo y destruirlo). Y por otra parte la República Islámica de Irán, que es la gran protectora de Hezbollah, y la República Árabe Siria que también es aliada. Los libaneses saben lamentablemente que desde hace muchos años su destino, este destino que quiere decir poder hacer cada día su trabajo, poder hacer algún día una vacación, poder enviar a los chicos al colegio, poder trabajar, poder vivir, este destino que todos tenemos o intentamos tener, se les escapa de las manos, por lo menos colectivamente. Porque hagan lo que hagan, el gobierno del Líbano es totalmente ineficaz, impotente. En este momento no puede hacer nada, como el ejército del Líbano, que tampoco interviene en este enfrentamiento. Hagan lo que hagan, su destino depende de otras circunstancias y de otros estados. Y esto produce evidentemente esta patética sensación de vulnerabilidad.

EC - ¿Es real el riesgo de que la guerra se extienda y abarque a otros países de la zona, como Siria o Irán?

TA - No creo que este momento sea la circunstancia favorable. Lo real es que nadie ve por ahora, nadie columbra una solución que sea un alto al fuego. Simplemente porque los dos beligerantes han dicho muy claro que van a hacer una guerra hasta el final. Hezbollah no aceptará nunca un alto al fuego con condiciones. Y evidentemente Israel, que va a ganar la guerra, no quiere dar su brazo a torcer porque pretende que ha llegado la ocasión para arrancar de cuajo a los combatientes de Hezbollah, sobre todo de su frontera con el Líbano, y destruir si es posible completamente el potencial militar de la organización.

EC - ¿Por qué no hablamos algo de Hezbollah? Hace unos minutos recordábamos la guerra de 1982. Una guerra que tenía otros actores. En aquel momento Israel atacó para obligar a Yasser Arafat a desplazarse a Túnez. Pero es en esa época que surge Hezbollah, una guerrilla que es mucho más que un grupo extremista chiíta. Usted mismo lo destacaba esta semana en una de sus columnas, decía: "Hezbollah ha sido además muy popular porque se ha convertido en un ‘Estado dentro del Estado’ que mantiene una eficaz red de servicios asistenciales y benéficos entre la población". ¿Cómo podemos ubicar a Hezbollah para los oyentes uruguayos que ven este asunto, este país, como muy complejo y muy distante?

TA - Como usted ha dicho muy bien, Hezbollah es ante todo una creación inspirada en el propio partido Hezbollah, el partido de Alá, que fundó el imán Homeini en Irán después de la revolución del 79. Cuando hubo la invasión israelí del 82, al poco tiempo llegaron a la ciudad de Baalbek, la Heliópolis famosa (donde están las ruinas), unos guardias de la revolución o Pasdaran que ayudaron a la creación de este grupo libanés a imagen y semejanza del partido que había fundado el imán Homeini en Irán. Es decir que desde el principio la existencia, la historia, la propia naturaleza ideológica y el propio programa de Hezbollah están vinculados con la invasión de Israel. Sin la invasión de Israel no habría existido Hezbollah, por lo menos no tal como es. Por lo tanto, la lucha de Hezbollah en el aspecto militar ha sido enfrentarse contra los soldados israelíes en los 22 días de ocupación del 78 –porque hubo otra invasión en el 78, antes del 82– y consiguieron un éxito importante hace seis años cuando el gobierno (...) decidió –evidentemente no sólo por su resistencia sino por las bajas que iba teniendo en el sur– evacuar. En ese momento Hezbollah se convierte en una fuerza nacional incluso apoyada por los cristianos; cosa que luego va perdiendo. En estos seis años Hezbollah ha perdido este apoyo. Pero en cambio tiene el apoyo de las comunidades chiítas, de muchos chiítas, que a pesar incluso de todos los desastres que están acabando con sus vidas, creen que es el único partido nacional que los apoya y que es el único Estado que tiene, dado que el Estado libanés es incapaz de ayudarles.

EC - ¿Cuál es el peso que tiene el Hezbollah en la población libanesa en general? Es un partido político, no sólo una guerrilla, integra el Parlamento e incluso el gobierno actual.

TA - Sí, varios ministros del gobierno son miembros de Hezbollah. Lo que aquí y ahora nos preguntamos (y a mí me estremece pensarlo) es qué va a ocurrir cuando dentro de equis tiempo, dos semanas, tres semanas, el tiempo que sea, nadie lo sabe, esta guerra asimétrica acabe. Hezbollah evidentemente no es como la fuerza palestina que pueda salir del Líbano, Hezbollah va a quedar aquí, ¿entonces cómo se va a convertir y cuál va a ser la relación entre la comunidad chiíta y las demás comunidades?

Y hay otro factor que tengo que mencionar: que este conflicto una vez más no es un conflicto bilateral ni libanés, es un conflicto en el que entran muchos factores, por ejemplo entra en este momento el conflicto entre Irán, el Irán chiíta, con los países árabes chiítas, como Arabia Saudita, Egipto y Jordania. Y también evidentemente el tema grave del enfrentamiento por la política nuclear iraní entre el régimen radical nuevo de Teherán y el gobierno del presidente Bush.

EC - ¿Usted comparte la interpretación según la cual Irán promovió e impulsó a Hezbollah para que llevara adelante el secuestro de soldados israelíes como forma de generar una distracción en la región y aflojar la presión sobre todo el problema nuclear?

TA - Es muy difícil decirlo. Yo no tengo ningún contacto secreto. Pero evidentemente hay un interés por parte de Irán, que es una potencia regional con la cual hay que contar, de afianzar su posición, sobre todo en un momento en que la comunidad chiíta (después de lo que ha ocurrido en Irak) va tomando cada vez más poder. Y por otra parte parece bastante claro que el gobierno actual de Israel ha aprovechado esta acción desafiante de Hezbollah para sacar de la carpeta un programa muy bien calculado de represalias de larga envergadura sobre el Líbano, sin tener en cuenta, unos y otros –y este es el drama del Líbano–, las vidas perdidas y la destrucción que cada día (se lo digo con total franqueza) me conmueven, me desazonan y me destrozan como persona humana.

EC - Antes de ir a ese aspecto, una consulta más sobre el cuadro político de este conflicto. El enfrentamiento, la guerra, no sé cómo llamarle a esto que está ocurriendo...

TA - Yo creo que tenemos que llamarle guerra. A veces tenemos pudores, pero es una guerra.

EC - ¿Y es una guerra Israel-Hezbollah o Israel-Líbano? ¿En qué medida está comprometido el gobierno del Líbano, en cuanto hay representantes de Hezbollah en el propio gabinete?

TA - Usted lo ha dicho muy bien. La guerra es entre Israel y la organización chiíta Hezbollah. El ejército del Líbano no entra en esta guerra como no ha entrado en muchas guerras anteriores. El ejército del Líbano desgraciadamente ha perdido también ocho o nueve soldados en algunos bombardeos de estos últimos días. Uno de sus cuarteles, situado en la parte cristiana de Beirut, fue bombardeado por la aviación israelí. Pero el ejército del Líbano sabe muy bien que si hiciera el amago de intentar reaccionar sería aplastado en un santiamén.

Le voy a contar una anécdota que me parece que para quienes nos escuchan será más importante que las palabras. En el año 1996, cuando hubo otra represalia israelí muy fuerte –sin llegar a la importancia de la ahora– contra el sur del Líbano y Beirut por una acción previa de Hezbollah, estuve en Tiro (una ciudad del sur) el día que estaban bombardeando. La ciudad estaba vacía. Los militares esperaban en sus puestos llenos de miedo y recuerdo que fui a ver el Serrallo, que es el palacio del gobierno civil, por así decir (un palacio muy bonito también). En la planta baja había una especie de pequeña cárcel. Y recuerdo los prisioneros que estaban allí cogidos de las rejas gritando "¡¿Qué va a ocurrir con nosotros?! ¡Libérennos (...) Nos hemos quedado solos, van a bombardear el palacio del gobernador!". Entonces recuerdo que un militar libanés me dijo: "Mire usted, cuando vea al comandante de la fuerzas de la ONU (...) en el sur del Líbano dígale que estamos muy mal y que si nos pueden poner por favor una bandera de la ONU encima de nuestra posición". Yo, al cabo de un par de horas, pude ver al comandante. Le trasladé este deseo del pobre jefe de la posición militar libanesa, y nunca olvidaré sus palabras, me dijo: "Mire usted, si tuviéramos que acceder a sus peticiones (las peticiones de los soldados del Líbano de poner banderas) no tendríamos suficientes banderas de la ONU para colocar en las posiciones del ejército libanés".

Esta es lamentablemente la verdad de esta patética fragilidad de este pobre país sin defensas, sin sirenas de alarma, sin un ejército que lo proteja. Esto es muy significativo de lo que está ocurriendo en el Líbano.

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EC - En el final de la charla se incorpora Elisa Lieber.

ELISA LIEBER:
Por lo que usted estaba diciendo sobre la situación, uno se hace la idea del Líbano como un campo de batalla de fuerzas ajenas. Entonces, la pregunta nuevamente es: ¿qué pasa con la población?, ¿cuál es el sentimiento? Porque supongo que es un doble frente. Por lo menos desde aquí se lee: por un lado está Israel y por otro el Líbano, la interna. ¿Cómo percibe la población libanesa esta ofensiva israelí y esta cuestión interna?

EC - Claro, porque por un lado está Israel y por otro está Hezbollah, que en definitiva es como una encarnación del poder de Siria e Irán. ¿Cómo juega esto en el análisis de la gente?

TA - En este momento la población del Líbano está absolutamente traumatizada, desorientada. Medio millón de habitantes ha tenido que salir de sus hogares. Están totalmente en una situación de desesperación, de querer defenderse. Los que pueden se van a Siria. Hay 20.000 que pasan cada día la frontera entre el Líbano y Siria. Los más ricos pueden irse a otros países más lejanos, incluso a Europa, y como ustedes saben las colonias extranjeras han sido prácticamente evacuadas. Por lo tanto, la primera sensación es de destrozo, de dolor, de ver cómo el país vuelve a los malos tiempos, de ver cómo los esfuerzos de reconstrucción se han venido abajo como un castillo de naipes.

Y en el aspecto político empieza a haber una gran división. De una manera muy esquemática, el Líbano es un país en el que todos los esquemas fracasan, podríamos decir que las comunidades cristianas y (...) están en contra de Hezbollah. La hacen responsable de este ataque que ha desencadenado esta brutal represalia de Israel. Y una parte importante de los chiítas sigue apoyando a Hezbollah, porque consideran que es su organización más cercana. Esto va a deteriorarse y lamentablemente puede derivar en conflictos internos que van a ser también muy descorazonadores.

EC -¿Puede ser un poco más explícito?

TA - Podrían ser luchas entre distintos grupos confesionales como ya ha habido durante los años de la guerra civil.

EL - Hablando de la guerra civil. Recién mencionamos la guerra del 82, los libaneses todavía tienen frescos esos recuerdos, supongo que también está ese fantasma detrás.

TA - Sí, aunque en estos años, quizás por necesidad de índole psicológica se ha practicado lo que yo he llamado alguna vez el olvido. Se intentó olvidar lo que ocurrió. Lamentablemente, esto es imposible y la gente tiene estos recuerdos, estas memorias si no presentes, muy latentes. Lo que ocurre es que hay una nueva generación, gente joven que no vivió aquellas terribles jornadas y que ahora queda sorprendida por vez primera en este nuevo laberinto de contradicciones. Me siento francamente desazonado –perdonen que les hable de mí– al pensar en la cantidad enorme de calamidades encadenadas que todavía –ojalá que no– se van a provocar sobre esta población del Líbano.

EC - ¿En qué barrio de Beirut vive usted?

TA - Yo vivo en un barrio bueno. Un barrio que no está todavía amenazado, que se llama Hamra, en la parte oeste de Beirut. Un barrio que siempre ha tenido un talante abierto, aquí hay musulmanes y cristianos, aquí había colonias extranjeras, hay iglesias y mezquitas, hay librerías. Era un poco el barrio del placer de los años felices y confiados de Beirut, con los cabarets, los bares... Yo vivo en el mejor barrio de Beirut y gracias a que vivo aquí puedo resistir más todos estos embates. Esto lo he reflejado en un artículo que publiqué hace unos días en mi periódico hablando de cómo este barrio se ha convertido un poco en el refugio de la pobre gente que viene (...) Y también me he ocupado de este barrio en un libro que acabo de publicar que se llama El Decano, en el que recojo una parte de mi trabajo de estos casi 30 años entre Beirut y Bagdad. Es mi barrio, es mi ciudad y por lo tanto no lo voy a dejar.

EC - ¿Se siente seguro? ¿Entiende que no va a llegar allí la violencia?

TA - No lo sé.

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Blog: Diario de Beirut

Lea algunos artículos de Tomás Alcoverro:

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060710/51276105982.html
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060613/51270481432.html
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060613/51266178152.html
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060513/51266178542.html