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Francia a cuatro días del balotaje

El domingo los franceses deben elegir entre dos modelos: el del conservador Nicolas Sarkozy o el de la socialista Ségolène Royal. Ambos se enfrentaron en un debate televisivo. Repase sus alternativas en el contacto con el corresponsal en París, Rafael Mandressi.

(Emitido a las 8.30)

EMILIANO COTELO:
En Francia, a tan sólo cuatro días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, ayer el candidato conservador, Nicolás Sarkozy, y la socialista Ségolène Royal se enfrentaron cara a cara en un debate difundido por las dos principales cadenas de televisión de aquel país.

De esta forma, dos veteranos presentadores de televisión daban la bienvenida a los candidatos, que durante dos horas y 40 minutos discutieron sobre temas políticos, económicos y de seguridad ciudadana.

ELISA LIEBER:
También se mezclaron algunas fricciones personales en este debate cuerpo a cuerpo que tuvo puntos de alta tensión. Uno de los momentos fuertes llegó cuando los candidatos discutieron sobre la promesa de Sarkozy de llevar más niños discapacitados a las escuelas. Más allá del contenido, vale la pena escuchar el tono del debate.

(Audio debate.)

EL - Royal advertía a su contrincante que no todo es posible en la vida política, mientras Sarkozy le pedía calma. Le dijo: "Veo que pierde los nervios fácilmente, para ser presidente hay que conservar la calma". La candidata negó haber perdido la calma, pero admitió estar muy enojada y reivindicó su actitud.

EC - Fue un debate muy fuerte y al mismo tiempo muy interesante, los dos candidatos mostraron una gran solvencia.

Por eso nos pareció que valía la pena conocer más pormenores de este duelo, conocer qué repercusiones tuvo, cómo se están viviendo las horas previas a los comicios. Para eso nos vamos a Francia.

EC - Estamos en contacto con Rafael Mandressi, nuestro corresponsal en París.

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Rafael, antes de entrar en los detalles del debate, ¿qué sabemos en cuanto a los últimos sondeos? ¿Cuál es la diferencia entre Sarkozy y Royal?

RAFAEL MANDRESSI:
Todos los sondeos dan favorito a Sarkozy. Lo que cambia según las empresas encuestadoras es la diferencia, desde 51 a 49 hasta 53 a 47, esos son los extremos entre los que oscilan los números al día de hoy.

EC - ¿Qué ocurre en materia de indecisos?

RM - Los indecisos son todavía suficientes como para volcar la balanza hacia cualquier lado. Según los datos de que tengo conocimiento, están entre 15% y 18%.

EC - ¿Qué se dice hoy en Francia sobre el debate de ayer? ¿Qué lectura se hace del comportamiento de un candidato y otro? ¿Quién salió ganador, quién habría sido perjudicado?

RM - Sobre ganadores y perdedores un poco lo previsible, los partidarios de Sarkozy consideran que el ganador es él y los partidarios de Royal consideran que ella ganó el debate de manera inapelable. Más difícil es saber cómo repercutió en la población extraordinariamente numerosa que siguió el debate, fue un récord histórico en materia de audiencia televisiva, más de 20 millones de personas. En todo caso parece bastante claro que estaban cada uno en situaciones diferentes en cuanto a lo que las encuestas les daban y eso marcó las respectivas actitudes, con Sarkozy cuidándose mucho para no dar pie a su fama de persona inestable, que pierde la calma con facilidad, lo cual lo llevó a una posición de mucha calma, de mantener la compostura, en tanto Ségolène Royal tenía que mostrarse más ofensiva, lo cual efectivamente consiguió, el pasaje que ustedes emitían es bastante elocuente en ese sentido. Faltó una pequeña parte anterior en la cual ella llega a tratarlo de inmoral, dice que lo que él había dicho era una inmoralidad política. Fue uno de los momentos más tensos, probablemente el más tenso de todo el debate de ayer en el que, en cuanto a lo formal y si puedo adelantar una opinión estrictamente personal, creo que ella se desempeñó algo mejor que él. De todos modos, es muy difícil saber qué repercusión tuvo.

EC - Tenía de interesante, además, el hecho de ser un debate entre un hombre y una mujer, no es algo frecuente en política.

RM - Sí, en todo caso en la historia francesa es una novedad absoluta.

EC - En cuanto a los temas del debate, ¿cuáles fueron los más destacados, cuáles los que interesaron más, por la forma como se procesó la discusión?

RM - Lo más destacable en términos generales es que quedó muy claro (por lo menos personalmente lo veo así) que están en juego dos proyectos claramente distintos para Francia y que por lo tanto es una elección que va a marcar rumbos en los próximos cinco años por lo menos.

Hubo dos o tres grandes tópicos presentes de manera privilegiada anoche. Uno fue el de la fiscalidad, que es central, con una intención por parte de Sarkozy de bajar cargas patronales, de reducir aun más el impuesto a la renta, de suprimir el impuesto a las sucesiones o a las trasmisiones patrimoniales y de suprimir el impuesto sobre las grandes fortunas, una política claramente de derecha y con una orientación liberal manifiesta. Por el lado de Ségolène Royal prácticamente lo opuesto, tanto es así que propone incluso desandar el camino que en los últimos años de gobierno conservador se ha hecho en materia de reducción de impuestos y que ha beneficiado a los sectores más pudientes. Sarkozy tiene en esta materia, entre las medidas faro de su programa, el establecimiento de lo que llama un escudo fiscal, que en el conjunto de impuestos, tasas y cotizaciones sociales nadie pague más de 50% de sus ingresos anuales. Esta medida evidentemente favorece a las personas de mayores recursos.

Otro tema fue el trabajo. Revisar las 35 horas de duración semanal reglamentaria del trabajo forma parte de la propuesta de Sarkozy, volver a una situación anterior a la del gobierno de Jospin, que fue el que implantó el régimen de 35 horas. Ségolène Royal propone mantener las cosas como están y avanzar por medio de la negociación social.

Vale la pena destacar el debate en torno a algunos temas ambientales, en particular sobre energía nuclear, en lo que estaban en desacuerdo. Sarkozy es partidario de mantener el potencial nuclear y Royal propone rever la situación y en todo caso desarrollar las energías renovables. De todos modos fue bastante gracioso porque se enredaron en los números y el intercambio en esa materia terminó siendo bastante pastoso porque ninguno de los dos tenía muy clara la situación real, tal como después fue confirmada por cifras oficiales y opiniones de expertos.

EC - Antes de volver a la política estrictamente, a propósito de la escenografía, de la parte visual de este debate, ¿es algo que ya se había ensayado, que ya se había trabajado de esta manera? Algunos hablan de que fue una especie de cuadrilátero que simulaba un ring de box. Me pareció interesante la ubicación de los dos relojes, uno al lado de cada uno de los dos candidatos, que iban marcando los tiempos que había utilizado cada uno y que se detenían cuando cada uno terminaba de hablar, mientras se encendía el otro. ¿Cómo viste todo eso?

RM - En cuanto a la organización del espacio del set, efectivamente, hubo toda una negociación que duró unos cuantos días, todo estaba regulado al milímetro por los equipos de los candidatos. El diseño escenográfico podía hacer pensar en un ring, aunque en cierto sentido el dispositivo con los dos periodistas frente a la cámara y los dos candidatos enfrentados entre sí y de perfil a la cámara reproduce lo que fue el último debate de la segunda vuelta en las elecciones de 1995 (en 2002 no hubo debate porque Chirac se negó a debatir con Le Pen).

Los relojes responden a una obligación legal, a la estricta igualdad que debe observarse en el tiempo de palabra de los candidatos y de sus representantes, tanto en los debates como en cualquier otra circunstancia. Ayer sobre el final le quedaron unos dos minutos y algo a Sarkozy, que declinó utilizarlos. Habría podido utilizarlos porque le correspondían en su cuota en la medida que la igualdad en el tiempo disponible es un requisito legalmente establecido.

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EL - Esta fue la última semana previo a los comicios, ¿qué ha pasado con el electorado de Bayrou, el candidato centrista, y el de Le Pen, de ultraderecha? ¿Cómo se han pronunciado los candidatos y qué pasa con sus electorados, para dónde van?

RM - Empecemos por el centrista, que es el electorado más importante (con siete millones de votos). Las figuras públicas que acompañaron a Bayrou muy mayoritariamente se han manifestado favorables y han dicho que personalmente van a votar por Sarkozy. No es muy sorpresivo en la medida que el partido centrista, la UDF tradicional, ha gobernado de manera prácticamente sistemática en coalición con la derecha, de modo que en particular los legisladores de ese partido político han manifestado su apoyo a Sarkozy.

Bayrou no dio consigna de voto y la última novedad, fresquita, de hace 20 minutos, es que en la edición del diario Le Monde que está saliendo en este momento en los quioscos en una entrevista dice que no va a votar a Sarkozy. No dice a quién va a votar, queda abierta la posibilidad de que vote en blanco o que vote por Ségolène Royal, pero el líder del partido se manifiesta en sentido contrario a sus lugartenientes.

Lo fundamental es saber qué va a hacer la gente que lo votó a él, esos siete millones, y allí la incógnita es bastante grande. Puede pensarse que hay una división en tercios, con un tercio algo mayor que se volcaría por Ségolène Royal, un tercio algo menor que se volcaría por Sarkozy y una tercera parte que corresponde a los que aún están indecisos.

En cuanto al electorado de extrema derecha, Le Pen el 1º de mayo, en su desfile tradicional de celebración de Juana de Arco, dio una consigna muy clara, llamó a sus seguidores a abstenerse, a no votar ni por uno ni por otro. La incógnita es saber hasta qué punto esa consigna va a ser seguida por los electores de extrema derecha, es improbable que sea masivamente seguida. Lo que puede ocurrir es que los militantes acaten pero que la mayoría del electorado de Le Pen vote a Nicolas Sarkozy quien, después de todo, en su campaña, tanto en la primera como en la segunda vuelta, hizo suya una gran cantidad de las ideas y las propuestas de la extrema derecha, de modo que no significa una gran violencia para ese electorado trasladarse a Sarkozy, como ya lo hizo una parte en la primera vuelta.

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Edición: Mauricio Erramuspe