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El saldo de la visita de Benedicto XVI a Brasil

Los brasileños ganaron un papa "más simpático" pero van "a seguir siendo católicos a su manera", dijo la enviada a San Pablo, Denise Mota, tras la visita de Benedicto XVI. Un líder religioso que popularizó su imagen en el país con mayor número de católicos, con un discurso claro contra el aborto, el divorcio, las relaciones prematrimoniales y los segundos matrimonios. "Benedicto XVI deja claro que no quiere atraer con su presencia sino de conscientizar con su palabra", agregó la enviada.

(Emitido a las 8.28)

EMILIANO COTELO:
El Papa Benedicto XVI partió anoche de regreso hacia Roma después de una visita de cuatro días a Brasil durante la cual instaló la V Asamblea General de la Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe (CELAM).

El avión del pontífice partió a las 20.55, hora local, desde el aeropuerto de Guarulhos, San Pablo, donde fue despedido por el vicepresidente de Brasil, José Alencar, y por Marisa Leticia, esposa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Durante su permanencia en San Pablo el papa canonizó a fray Galvão, el primer santo nacido en Brasil. Asimismo mantuvo un multitudinario encuentro con jóvenes. Y ayer domingo, antes de regresar a Roma, instaló la Asamblea de los Obispos de América Latina, pero eso fue en Aparecida, 170 kilómetros al noreste de San Pablo.

Estamos en contacto con Denise Mota, enviada de El Espectador, que ha estado siguiendo de cerca esta visita del papa Benedicto XVI a Brasil.

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Denise, ¿qué destacas a propósito de las últimas actividades, las de sábado y domingo?

DENISE MOTA:
El papa dejó San Pablo después de abrir los trabajos de la conferencia del episocopado, ese fue el último evento de su agenda en continente americano, y ahí hizo un discurso de una hora para los casi 270 religiosos que participan en esta reunión. En ese discurso el pontífice criticó al marxismo y al capitalismo como sistemas que, como definió, excluyen a Dios. Mencionó el uso de anticonceptivos y volvió a condenar el aborto, prácticas que señaló como amenazas para el futuro de los pueblos. Hizo también una crítica al machismo y defendió responsabilidades iguales de padre y madre en la educación de los hijos.

El sábado fue un día más ameno para el papa, sin eventos públicos más allá de las apariciones en el papamóvil y encuentros cerrados con la comunidad católica. La excepción fue una visita que Benedicto XVI hizo a un centro de recuperación de jóvenes adictos a las drogas, desde donde envió un mensaje a los traficantes de drogas diciendo que Dios les va a pedir explicaciones.

La agenda del papa se retrasó ayer por los muchos saludos que recibió de todo el mundo eclesiástico, el discurso del vicepresidente José Alencar también se alargó un poco, así que su vuelo salió con 40 minutos de retraso, estaba previsto que dejara Brasil a las 20.15 y salió a las 20.55. El pontífice estará llegando a Roma a las 9.30, horario de Uruguay, que son las 14.30 de Italia.

EC - Pasemos a un balance de la visita, tratando de trazar un análisis, al menos algunos puntos principales sobre el fin de semana mismo, sobre los acontecimientos todavía calientes. ¿Cuál es el comentario a propósito de la personalidad de este papa? ¿Cómo se mostró Benedicto XVI, que parece ser muy distinto de su antecesor, Juan Pablo II?

DM - La visita dejó la imagen de un papa menos frío, más amable y más simpático de lo que se podía notar desde Roma, más allá de la fuerza del cargo, de la conmoción que la figura de un papa, no importa quién sea, provoca en la gente. Fue muy común ver gente llorando aun sin verlo, solamente por el hecho de saber que había un papa entre las personas dejaba a la gente emocionada. Pero además de todo eso, los gestos de Benedicto XVI contribuyeron mucho a este cambio de percepción: no tiene el mismo carisma de Juan Pablo II, no está interesado en atraer a través de su carisma, pero también puede mostrar afecto y puede ser querido por la gente.

Los motivos de este cambio son básicamente la sorpresa que el pontífice reservó para la población en San Pablo: saludar a la gente desde las ventanas del Monasterio de San Benedicto todas las veces que salía a o llegaba del convento se volvió una rutina; rumbo a la Plaza de la Sé (Catedral de San Pablo), que notoriamente es uno de los puntos más peligrosos de la ciudad, Benedicto XVI bajó el vidrio del papamóvil por primera vez, algo que después también se volvió rutina; en Aparecida todo el tiempo pasó entre la gente con el vidrio del papamóvil bajo. Distribuyó sonrisas en todo momento, rompió el sistema de seguridad una vez más en Aparecida cuando decidió salir a saludar a la gente a través del cordón de seguridad, y para cerrar, como broche de oro en el ítem simpatía, se sacó fotos incluso con los pilotos y los técnicos del helipuerto desde donde salió para tomar su avión en San Pablo ayer. Es decir, al final, la rigurosidad de su figura fue desapareciendo para dar lugar a una imagen de un hombre sí austero, sí muy tímido, con mucho menos carisma, pero que también puede ser querido.

EC - ¿Qué han dicho los analistas a propósito de los textos de las alocuciones del papa Benedicto XVI?

DM - El discurso más importante fue el de su llegada, por la contundencia del mensaje, por la rapidez con que se preocupó en decirlo y por el momento que eligió, ya en el aeropuerto de San Pablo, no tenía más que cinco minutos en territorio latinoamericano y empezó a dejar muy claras sus directrices. En ese mensaje, en ese discurso inaugural resumió los puntos centrales de lo que diría en sus discursos siguientes: la condena al aborto, al divorcio, al segundo matrimonio, al abandono de la virginidad, definir a otras religiones como sectas, insistencia en la necesidad de un catolicismo practicante, el llamado a que la Iglesia vuelva a asumir protagonismo en la vida comunitaria. Todo eso ya estaba ahí y a lo largo de los cinco días de visita fue profundizando en esos tópicos, no quedaron dudas sobre cuál es la verdad de la Iglesia en este momento, al menos cuál es la verdad de la Iglesia mientras esté bajo la conducción de Benedicto XVI. Llamó a las cosas por su nombre, aborto, divorcio, marxismo, teología de la liberación, drogas, sexo, fuga de católicos estuvieron ahí, nombrados exactamente así y sin malabarismos. No es un papa de las masas, Benedicto XVI deja claro que no tiene la intención de atraer con su presencia sino de conscientizar a través de su palabra. Y es muy claro en lo que quiere decir.

EC - Tú hacías dos análisis, el primero desde el punto de vista de la gente, el segundo desde el punto de vista de quienes han observado el texto de las alocuciones del papa Benedicto XVI, por ejemplo la prensa. Vamos a completar con un análisis desde el punto de vista de los religiosos.

DM - Para los religiosos el papa envió dos mensajes, hizo dos grandes discursos destinados exclusivamente a la comunidad religiosa. La primera vez fue más duro y dijo que las personas, sobre todo las más pobres, necesitan sentir que la Iglesia está cerca, pidió a los presentes que tuvieran una actitud activa, sin ahorrar esfuerzos (esa es una parte literal de su recurso) en la recuperación de los católicos alejados. En la visión de gran parte de los sacerdotes que estuvieron ahí, que escucharon sus discursos, el eje central fue hacer que la comunidad religiosa se involucre más en los problemas de las comunidades, que salgan un poco de la iglesia, que bajen del altar y se involucren en las cuestiones de la vida cotidiana de sus ciudadanos sin prometer soluciones fáciles pero que puedan ofrecer ayuda y alivio para los problemas de las personas desde las palabras de Cristo, teniendo siempre el Evangelio como base y no una actuación política.

En un segundo discurso para religiosos, que fue ayer en la apertura de la V Conferencia, Benedicto XVI trató de poner a la Iglesia como instancia intocable. Fue muy enfático en apartar a la Iglesia de cualquier ambiente político, dijo que si la Iglesia se volviera sujeto político perdería la independencia y la autoridad moral. Y pidió a los sacerdotes que motiven a los cristianos a participar en la misa dominical y que mantengan una Iglesia educadora de conciencia. Durante todo el tiempo apuntó y reforzó las directrices para los temas que ya están en este momento sobre la mesa en la conferencia del episcopado, que comenzó ayer y que va hasta el 31 de mayo. Esos temas son el fortalecimiento de la función evangelizadora de sacerdotes y laicos, la formación de católicos fieles a los dogmas de su fe, el combate al crecimiento de otras religiones, sectas y un acercamiento muy práctico a los problemas sociales de América Latina.

EC - Vamos a hacer un punteo rápido de logros y fracasos de la visita.

DM - El primer logro fue informar a la gente que hay un nuevo papa. En Brasil una encuesta apunta que 48% de los católicos brasileños no sabía el nombre del nuevo papa, si era Juan Pablo III o algo semejante. Después de esta visita todo el mundo sabe que se llama Benedicto XVI, todo el mundo conoce su rostro, ya es un papa muy conocido por todos.

Otro punto ganado fue dejar muy clara la posición oficial de la Iglesia sobre temas que podían aparecer medio mezclados o medio borrosos para el católico común. La visita del papa volvió a definir barreras muy claras entre territorios que a veces podían mezclarse.

En cuanto a los fracasos, el primer fracaso fue que el Vaticano no volvió con la firma del tratado de beneficios que esperaba firmar con Brasil. La Presidencia de la República lo desechó, dijo que no va a firmar el tratado, que no va a aceptar las bases de ese tratado.

La segunda frustración, mucho más notable, fue el número de participantes en las misas. Para la misa de canonización de são Galvão se había estimado la presencia de 1.500.000 personas y cuando mucho había 1.200.000 personas, número que ahora es cuestionado porque la Policía Militar, que controló el evento, dice que fueron 800.000 personas. En Aparecida la diferencia fue mayor, se esperaban 500.000 personas y la misa cerró con 150.000.

Así que Benedicto XVI pudo pasar sus valores pero dejó a Brasil con un catolicismo muy particular, al menos para 70% de los que se dicen católicos (según otra encuesta que apareció en los últimos días) es un catolicismo que tiene mucho lugar para las libertades individuales, algo que Benedicto XVI criticó mucho.

O sea que el viaje cierra con reflexiones, con las polémicas de costumbre, con un cambio de imagen fuerte, positivo para el Vaticano. En la práctica la gente ganó un papa más simpático pero va a seguir siendo católica a su manera.

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Edición: Mauricio Erramuspe