Un proyecto de ley que divide a Estados Unidos
La reforma inmigratoria en Estados Unidos volvió al debate en el Congreso. Un proyecto de ley que divide a ambos partidos norteamericanos y cuya discusión no parece tener pronta resolución. Contacto con el corresponsal en Boston, Roberto Porzecanski.
(Emitido a las 8.30)
ANDRÉS GIL:
A pesar de que la semana pasada todos lo daban por muerto, un polémico proyecto de reforma de la ley inmigratoria de Estados Unidos está de vuelta en debate. El proyecto, a pasar de haber sido redactada en acuerdo por la Casa Blanca, y senadores demócratas y republicanos, ha despertado reacciones muy apasionadas, tanto de quienes se oponen como quienes lo apoyan, tanto desde la izquierda como desde la derecha.
¿Cuáles son las características de este proyecto tan controvertido? ¿Por qué ha resultado tan polémico para el sistema político de Estados Unidos?
Vamos a conversarlo con Roberto Porzecanski, corresponsal de En Perspectiva en Estados Unidos.
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Roberto, si te parece, empecemos repasando el contexto en que se da el debate sobre esta ley tan polémica.
ROBERTO PORZECANSKI:
Lo más importante que hay que destacar es que la actual corriente inmigratoria a Estados Unidos tiene dos características importantes que la diferencian de olas inmigratorias anteriores, y que hacen que el actual debate sea conceptualmente distinto de debates sobre este tema en el pasado. En primer lugar, la fuente de inmigración está muy concentrada: la enorme mayoría de los inmigrantes a Estados Unidos proviene de México y de América Central. En segundo lugar, la actual corriente de inmigración está marcada, como nunca, por una gran proporción de inmigrantes que ingresan a Estados Unidos ilegalmente.
Se estima que hace 10 años en Estados Unidos había cinco millones de inmigrantes ilegales. Ahora se estima que el número es cercano a 12 millones, de los cuales 56% proviene de México y 22% del resto de América Latina.
AG - Y es en este contexto se está dando un debate que dividió mucho al sistema político de Estados Unidos.
RP - Sí, el debate está siendo extremadamente divisivo. Y es particularmente interesante que las divisiones son no solo acerca de cómo afrontar el problema sino acerca de la naturaleza misma de la situación. Tanto es así que pareciera que los distintos grupos que participan en este debate están hablando de situaciones completamente distintas.
AG - ¿Cómo es esto?
RP - Me refiero a lo siguiente. Para algunos estamos en presencia de una ola de inmigración compuesta por trabajadores sacrificados que vienen en busca de una mejor calidad de vida, que están deseosos de integrarse a la sociedad estadounidense y que vienen a hacer trabajos que los norteamericanos no están dispuestos a hacer. El presidente Bush, que gobernó durante años Texas, uno de los estados donde este tema es más prominente, claramente ve el problema desde esta perspectiva.
Para otros, sin embargo, lo que estamos presenciando es una invasión de extranjeros que vienen a aprovecharse de los servicios públicos que brinda este país, que están reemplazando a trabajadores locales y así manteniendo los salarios bajos, y que además no tienen intención alguna de aprender inglés e integrarse a la sociedad estadounidense.
Está claro, entonces, que al menos parte de quienes se afilian a esta última postura están parcialmente motivados por impulsos xenófobos.
AG - Dos percepciones de la realidad muy distintas, sin duda.
RP - Claro, y dos percepciones que son muy difíciles de conciliar en la búsqueda de una solución que obtenga al menos los mínimos apoyos necesarios.
En lo único que hay acuerdo es en que el sistema actual necesita ser reformado. La última reforma inmigratoria, llevada a cabo en 1986, buscó lidiar con el tema de la inmigración ilegal. Es claro que el sistema no ha funcionado. Como recién decíamos, se estima que en Estados Unidos hay cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales.
AG - ¿Y qué forma ha tenido este intento de lograr una solución de consenso?
RP - La ley que está en consideración intenta satisfacer parcialmente a las dos posiciones de las que hablábamos. Por un lado establece la construcción de más barreras, el incremento de las patrullas en la frontera y mecanismos de control para que las empresas no contraten inmigrantes ilegales. Pero por otro lado, establece un sistema de visas temporarias para trabajo e instaura un camino para que los inmigrantes ilegales obtengan estatus legal y eventualmente ciudadanía estadounidense. Este camino, que involucra entre otras cosas aprender inglés y volver al país de origen para "tocar base", es muy tortuoso y no tomaría menos de 10 años.
AG - Parece ser un sistema que intenta "quedar bien con Dios y con el diablo".
RP - Sí, y cuenta con el apoyo del presidente y de senadores desde conservadores como John McCain hasta muy liberales como Ted Kennedy. Eso parece ser parte del problema.
AG - ¿A qué te referís?
RP - Me refiero a que al ser una solución de consenso, una solución "de centro", ha alienado tanto a la derecha como a la izquierda. Quienes se oponen desde la derecha dicen que esta es una ley de amnistía (en referencia al proceso de legalización de los inmigrantes ilegales) que recompensa a quienes han violado la ley y les da prioridad con respecto a quienes esperan pacientemente para obtener ingreso legal al país.
AG - ¿Y desde la izquierda?
RP - Quienes se oponen desde la izquierda dicen que esta ley, con su sistema de visas temporarias de trabajo, va a crear una clase inferior de trabajadores sin derechos que además mantendrán los salarios bajos. Se oponen además a una disposición de la que todavía no hablamos, que prioriza para la emisión de nuevas visas las calificaciones laborales y no los lazos familiares, como actualmente.
AG - Está claro que el panorama para la aprobación de esta ley está complicado.
RP - Sí, y las perspectivas se vuelven aun más difíciles si se considera que a todos los efectos estamos en un año electoral. Esto no sólo dificulta que los actuales candidatos (muchos de los cuales están hoy en el Senado) duden antes de adoptar posiciones impopulares, sino que además reduce la influencia que el propio presidente Bush tiene en el tema. Si bien Bush está preocupado por su legado y cree genuinamente en la importancia de aprobar este proyecto, parece evidente que al estar muy debilitado, inmerso en la guerra en Irak y al fin de su mandato, su capacidad de influenciar el resultado es limitada.
AG - Sin embargo, la semana pasada Bush viajó al Capitolio para intentar revivir este proyecto que parecía estar muerto, y logró volver a ponerlo en discusión.
RP - Efectivamente, Bush consiguió convencer a algunos senadores republicanos ofreciendo más de cuatro billones de dólares adicionales para reforzar la seguridad en la frontera.
Igual, o probablemente más importante, fue la presión que ejercieron distintos grupos industriales que van desde el Consejo Manzanero de Nueva Inglaterra hasta la Asociación Nacional de Restaurantes. Estos grupos, que se nutren en gran medida de inmigrantes ilegales, agregaron mucha presión a la que ya venían ejerciendo instituciones como el Consejo Nacional de la Raza, que representa los intereses de los inmigrantes de origen latinoamericano.
AG - En definitiva, aún no se sabe qué pasará con el proyecto.
RP - Por ahora, a pesar de lo que aparentaba la semana pasada, el proyecto no está muerto. El futuro, sin embargo, es muy incierto y la probabilidad de que esto se transforme en ley es todavía bastante remota. Hablamos de la discusión solo en el Senado, todavía faltaría la discusión en la Cámara de Representantes y que ambas cámaras se pongan de acuerdo. Falta mucho todavía.