Bolivia exige justicia climática
El embajador de Bolivia ante la ONU, Pablo Solón, afirmó a El Espectador en Bonn que lo importante es ver cuánto va a reducir las emisiones domésticamente cada país.
Por Gonzalo Sobral, enviado de El Espectador a Bonn
"Ese tiene que ser un compromiso real en el que no deben entrar ni la compra de certificados (cuando un país industrializado compra los certificados de reducción a uno menos industrializado) ni el MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio, donde los países ricos reducen en base a los proyectos de reducción que financian en los países pobres). Así cada uno hace lo que quiere, sin un objetivo global ni comparación de esfuerzos".
El embajador, principal vocero diplomático del gobierno de Evo Morales y responsable de su estrategia climática, encuentra errada la postura de Ivo de Boer sobre que todavía falta tiempo para lograr un acuerdo global.
Solón sostuvo que ya estamos por fuera de los tiempos que establece el protocolo de Kioto. "Si seguimos demorando la decisión, la situación será mucho más grave", agregó, al tiempo que indicó que una fuerte presión puede llevar a que se logren avances globales en Cancún. "Si lo dejamos en manos de los poderosos... ellos sólo están interesados en acuerdos parciales".
Una de sus mayores preocupaciones se resume en un gráfico que presentó en las últimas horas. Según los números que maneja la delegación boliviana, algunos países europeos (Bielorrusia, Rusia y Ucrania) ya alcanzaron la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de 50% con respecto a 1990 y entonces no harían ningún esfuerzo hacia adelante, trasladando sus buenos resultados para el periodo post Kioto (después de 2012) sin hacer un esfuerzo adicional.
En ese mismo documento, Solón afirma que las propuestas generales de reducción van a terminar en un incremento de entre el 4% y el 7% de las emisiones entre 2013 y 2017 con respecto al nivel de 1990.
Volviendo al concepto de compromiso, graficó con un ejemplo: "Es como si en una aldea vemos que viene una riada y le decimos a cada habitante que traiga un número determinado de piedras para hacer un dique de la altura necesaria para contener las aguas. Pero llegado el momento cada uno trae las piedras que quiere", explicó.
Consultado por El Espectador respecto al concepto de "deuda histórica", indicó que los países en desarrollo deberían cobrar por lo que los desarrollados han venido emitiendo desde 1850.
"Con sólo el 20% de la población mundial han emitido cuatro veces más que el resto, por lo que han sobreusado la atmósfera y tienen que pagar por ello".
Según Solón, los países desarrollados están interesados en el avance de tres temas de cara a Cancún: los sistemas de control y supervisión para los países en desarrollo, establecer una nueva normativa sobre deforestación y concretar la financiación de 10.000 millones de dólares anuales hasta 2012 que prometieron en Copenhague.
El diplomático presentó la semana pasada al plenario las conclusiones alcanzadas por los movimientos sociales, pueblos indígenas y sociedad civil reunidos en Cochabamba a principios de año.
"Es antidemocrático y poco transparente excluir propuestas particulares de las negociaciones, y es imperativo que las Naciones Unidas escuchen a la comunidad global", dijo.
"No puede haber un proceso de negociaciones equitativo, transparente e inclusivo, si el texto de negociaciones de las Naciones Unidas ignora las voces de los pueblos del mundo que deben ser representadas por los negociadores".