Por esa razón, integrantes del grupo Durrell Wildlife Conservation Trust están tatuando en los caparazones de las tortugas un número de registro, con lo cual se espera que su reventa en el mercado negro disminuya, informó globo.com.

"La venta de estos animales está terminantemente prohibida. Creemos que hay menos de un millar de animales adultos en la naturaleza (...) Hemos encontrado que más de 30 fueron robados este año", contó Richard Lewis, director del programa de conservación.

Asimismo, indicó que el programa ha tenido éxito en 300 tortugas nacidas en cautividad.

Estas tortugas son cada vez más el blanco de los traficantes de animales, quienes las venden en el continente asiático para preparar medicamentos y los alimentos tradicionales o para ser criadas como mascotas.