La medida supone la prohibición de circular para el 40 por ciento de los vehículos motorizados que carecen de convertidor catalítico, determinados según el ultimo dígito de sus patentes, que en este caso son 5, 6, 7 u 8, aunque muchos expertos cuestionan su efectividad.

Ello porque se trata de automóviles antiguos, anteriores a 1990, que en total no representan más del 10 % del parque automotor de la capital chilena, de 1,5 millones de vehículos.

A lo anterior se agrega la prohibición de usar calefactores a leña y las quemas agrícolas, y la recomendación de no hacer actividades deportivas o clases de educación física al aire libre.

La capital chilena está considerada la segunda urbe más contaminada de América Latina después de Ciudad de México, con frecuentes episodios críticos en el otoño e invierno austral, debido a la falta de ventilación del valle, rodeado de montañas, en que está emplazada.

Ese factor origina un fenómeno de inversión térmica, que hace que las temperaturas sean más bajas a nivel del suelo que en las capas altas de la atmósfera, lo que impide la dispersión de las partículas contaminantes.

En los últimos días el intendente de Santiago, Claudio Orrego, ha recomendado además a los capitalinos abstenerse de preparar asados a causa de la mala calidad del aire, lo que ha causado extrañeza en plano desarrollo del Mundial de Fútbol de Brasil y especialmente durante los partidos de la selección de Chile. EFE