Las pretensiones del bloque de países pasan por establecer una zona de protección en la región meridional de este océano en la que estos cetáceos estén protegidos de las acciones humanas y puedan transitar, reproducirse y descansar sin estar amenazados.

Esta propuesta plantea excepciones para la caza con fines científicos o para la alimentación de los pobladores de determinados territorios, precisó.

En las aguas territoriales uruguayas, reforzaría la ley 19.128, aprobada en 2013 y por la cual se declaró como santuario de ballenas y delfines al mar territorial y la zona económica exclusiva del país.

Rodríguez previó que la proposición contará con la postura contraria de los países de cuya dieta forma parte la carne de ballena o que cuentan con actividad pesquera relacionada con esta especie.

El responsable del departamento ministerial realizó estas declaraciones durante el acto oficial de lanzamiento de la temporada de avistamiento de ballenas en Uruguay, un subsector turístico que atrae anualmente a 13 millones de personas en todo el mundo.

Entre los cetáceos que pueden observarse en las costas uruguayas cobra un especial protagonismo la ballena franca austral (Eubalaena australis), que migra entre julio y octubre y de la que existen alrededor de 7.000 ejemplares.

En estas aguas, paren a sus crías, las amamantan y adiestran antes de su salida a océano, destacó la directora general de Secretaría del Ministerio de Turismo y Deporte, Hyara Rodríguez.

Estos animales poseen una cabeza que equivale a una tercera parte de su cuerpo, una longitud que puede alcanzar los 16 metros en el caso de los machos, un periodo de gestación de un año y otro de lactancia de entre 11 y 14 meses en el que pueden llegar a incrementar su tamaño en hasta 150 kilos por día.

Los turistas realizan esta actividad en Uruguay principalmente en los departamentos de Maldonado y Rocha, en la costa del este del país.