"Creo que tendremos un acuerdo. La cuestión es si será un acuerdo fuerte", destacó Mohamed Adow, de Christian Aid, en una rueda de prensa organizada por la Red de Acción por el Clima (CAN) en el centro de conferencias de Le Bourget, al norte de París, donde se llevan a cabo las negociaciones.

En todo caso, puso el acento en que hay que aprovechar el "momento político" particular que se da actualmente, debido al proceso de preparación al que ha contribuido el trabajo de la diplomacia francesa y de su presidente, François Hollande.

Alex Hafani, del Fondo de Defensa Medioambiental, se mostró optimista sobre el cierre de un compromiso internacional está semana, y señaló las diferencias con respecto a la fracasada cumbre climática de Copenhague.

Sobre todo, Hafani hizo notar que "hay un fuerte deseo" de cerrar un acuerdo como lo muestra la implicación de más de 185 países en el proceso, y además el cuerpo del compromiso ya está en el texto que se está ultimando.

"No es el momento de dejarse llevar por los intereses de corto plazo" porque "no tiene sentido" en los escenarios que se plantean de un calentamiento de dos, tres o cuatro grados centígrados para finales de siglo, advirtió Alix Mazounie, de RAC Francia.

Para Adow, "hay tres elementos que no se pueden negociar", que son los mecanismos de compensación de daños y pérdidas, la financiación por los países ricos de la adaptación y la mitigación del cambio climático en los pobres y los mecanismos para fijar la ambición sobre la limitación del calentamiento global.

También puso el acento en que "para que este acuerdo sea revolucionario, tiene que ser evolutivo", es decir que de entrada fije los dispositivos para revisar periódicamente los objetivos para contener el calentamiento.

Otra cuestión que preocupa a las ONG es que aunque el compromiso final sea un acuerdo internacional vinculante, algunas partes del mismo -según los diversos escenarios que se contemplan en el texto provisional- no implicarán obligaciones concretas de carácter interno, sino compromisos de orden general.

Igualmente consideran que queda pendiente en el estado actual de las discusiones, no sólo la forma de garantizar la financiación prometida -100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020-, sino el dinero que estiman que los países desarrollados tendrían que poner ya encima de la mesa antes de ese plazo, en los cinco próximos años. EFE