Las alternativas para otra agricultura y ganadería, respetuosa con el ambiente
En en nueva edición de Rompkbzas Verde, Eduardo Gudynas apuntó que Uruguay está entre los diez países con mayor ?superficie orgánica del mundo, con enormes potencialidades para comenzar a pensar, ensayar y aplicar un cambio de rumbo en el agro.
¿Hay alternativas para otra agricultura y ganadería, respetuosa con el ambiente? Las hay y son muchas.
Ese fue el tema que analizó el experto en temas ambientales Eduardo Gudynas en una nueva edición de Rompkbzas Verde. En este caso, con dos invitados.
Estuvo acompañado por Gerardo Evia. Doctor en Veterinaria, integrante de la Junta directiva de la Alianza del Pastizal, productor ganadero, y además director de PROBIDES, el programa de protección de la reserva de Biósfera del Este. Se ha especializado en temas de agropecuaria y ambiente y buenas prácticas ganaderas.
También por Federico Bizzorero. Es coordinador del programa de agroecología del Centro Uruguayo en Tecnologías Apropiadas (CEUTA), coordina proyectos en la red Uruguaya de Agroecología, y participa en la animación de redes en agroecología en el cono sur.
En líneas generales existen conciencia y evidencia que prácticas agrícolas y ganaderas convencionales muy intensivas, con muchos químicos, y mucha maquinaria, generan todo tipo de impactos ambientales en el medio rural, todo tipo de denuncias sobre la calidad de los alimentos que brinda, y repetidos problemas de rentabilidad.
Se postulan alternativas respetuosas del ambiente, donde las prácticas ganaderas o agrícolas se ajusten a las capacidades ecológicas de cada sitio, consuman y apliquen menos químicos, y no queden atrapadas en de la dependencia del petróleo que sabemos que ya estamos en fase de próxima desaparición.
Según los datos del último anuario de la agricultura orgánica, patrocinado por IFOAM (Federación Internacional de la Agricultura Orgánica), son 178 los países que tienen prácticas en ganadería y agricultura respetuosa del ambiente.
Son en total 58 millones de hectáreas, siendo el primero en la lista Australia, con 27 millones. En ese sentido, el horizonte de crecimiento es inmenso: representan hoy poco más del 1% de las tierras mundiales agrícolas.
Pero el mercado orgánico no para de crecer, ya que pasó de 18 mil millones de dólares en 2000, a los casi 90 mil millones en 2016.
La reacción desde los sectores convencionales ha sido clara: eso no funciona, no genera suficientes alimentos y condenará al hambre a la humanidad. También que se trata de una posición ecológica dogmática, antitecnológica y llevará al colapso económico.
Gudynas sostuvo que esto es la inversa. Si se sigue por el camino actual, se terminarán contaminando severamente todas las cuencas de agua del país, con costos enormes de limpieza, un muy costoso aporte energético por petróleo y por ello los márgenes de rentabilidad serán todavía más acotados. Las exportaciones, además, estarán cada vez más en riesgo por las trabas que impiden vender productos que tengan residuos de agroquímicos.
Se trata de una posición de precaución ante los mercados; los consumidores quieren alimentos sanos.
En ese marco, Uruguay tiene enormes potencialidades para comenzar a pensar, ensayar y aplicar un cambio de rumbo en el agro. Esto es urgente y necesario.
Ya estamos entre los diez países con la mayor proporción de superficie orgánica en el mundo: estamos en el puesto siete: estimado en 1,6 millones de has, por debajo de Italia (1,8) y por encima de Francia (1.5).
El empuje de esto en Uruguay es la ganadería certificada de este tipo y que está asociada a ciertos mercados de exportación. Eso deja en claro que esto no representa ningún colapso exportador.
Además, esto representa que estamos en el orden del 10% del área agropecuaria del país bajo este tipo de aprovechamiento, y eso también es alto a nivel mundial.
La conversión orgánica requiere mucho aporte científico y tecnológico, y con ello se desmonta ese mito que es anti-todo o que es un retroceso a la edad de piedra. Pero necesita ciencia y tecnología anclada en las circunstancias del país, y no la mera importación de un paquete tecnológico extranjero.
Es más barata para el país, porque la externalización de daño ambiental, que es muy costoso, es ahorro de dinero para el país. Si no hubiera esta crisis del agua en la cuenca del río Santa Lucía, la tarifa se OSE sería más barata. Produce alimentos mas sanos y menos riesgosos de no saber qué efectos tienen.
Entonces, una conversión agropecuaria orgánica es un buen negocio, requiere ciencia y tecnología nacional, protege nuestra salud y nuestro patrimonio ecológico. Es una agropecuaria más soberana.